viernes, 27 de noviembre de 2015

Recuerdos de Treinta Años (1810-1840)
XIII. La Revolución de 1810. Pequeños Incidentes

En la tarde del 25 de mayo de 1810 se encontraban reunidos en la casa del señor don José Antonio Rojas, los señores don Juan Antonio Ovalle, don Bernardo Vera, don José Miguel Infante y don José María Infante, su primo.
La casa del señor Rojas era la más frecuentada por los revolucionarios, a causa de su situación central. Está en la plazuela del Teatro Municipal, y tiene el número 27 en su reciente construcción.
Se discutía con mucho calor el significado de una ley o real cédula en que debía apoyarse la formación de una Junta Gubernativa durante la prisión en Francia del rey Fernando VII.
Para cortar toda cuestión, don José Miguel Infante mandó a don José María a su casa, distante sólo dos cuadras, en la calle del Rey entonces y ahora del Estado, número 33, a buscar un libro en que se encontraba la ley o cédula en cuestión.
Infante, impaciente por convencer a sus amigos y mortificado por la demora del mensajero, salió a toda prisa en la misma dirección. Apenas habían pasado algunos minutos llegó a casa del señor Rojas la tropa que, al mando de un oficial y por orden de Carrasco, le tomó preso; en seguida lo fueron los señores don Juan Antonio Ovalle y el doctor Vera.
Por aquel incidente sólo fueron sorprendidos los señores Ovalle, Rojas y Vera. Infante y su sobrino escaparon mediante su ausencia momentánea. Algunos días después fueron conducidos esos tres señores a Valparaíso, para seguir su viaje a los castillos del Callao. El doctor Vera quedó en Valparaíso por enfermo... [1]. Cerca de mes y medio después de estas prisiones apareció en la plaza de Armas, a las ocho de la mañana, una reunión como de doscientas personas respetables, que luego se duplicó con los curiosos: pidió a unos cuantos cabildantes que allí se encontraban que citaran a sus compañeros a un Cabildo abierto.
Esta reunión no se hizo esperar, y antes de dos horas se comisionaba a don Agustín Eyzaguirre y al doctor don José Gregorio Argomedo para pedir explicaciones a Carrasco sobre su falta de palabra para hacer volver a Santiago a esos señores que estaban presos en Valparaíso, a bordo.
Carrasco se mostró altanero al principio; pero al fin, aconsejado por dos oidores, concurrió a la Audiencia para contestar a los cargos que se le hacían.
Entre los concurrentes se encontraba don Luis Carrera, de edad apenas de diez y nueve años.
Cuando el valiente doctor Argomedo dirigió a Carrasco su elocuente y conocido discurso, al decir: “En la plaza hay dos mil hombres decididos a hacer respetar los derechos que defiendo”, Carrera, abriendo su capa y mostrando un par de pistolas, añadió dirigiéndose a Carrasco: “¡todos vienen como yo!”
Este segundo epílogo decidió a Carrasco a prometer todo lo que antes  había negado...
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[1] Haciéndose el enfermo, Vera era muy miedoso.  Volver
XIV. Los Dos Sargentos o la Primera Revolución de los Carrera
Cuando, en 1811, los Carrera y sus amigos, descontentos con la marcha irresoluta de aquel Gobierno, proyectaron una revolución que pusiera los destinos del país en otras manos, una de sus primeras diligencias fue solicitar la cooperación de dos sargentos de artillería, que debían facilitarles un movimiento que los hiciera dueños de ese cuerpo y de los recursos de armas y municiones depositadas en el cuartel.
Un sargento en aquellos tiempos gozaba de mucha más consideración que en el día. Podríamos comparar su representación, por lo menos, a la de un oficial subalterno de nuestra época.
Los sargentos mencionados a quienes se dirigieron los Carrera fueron don Antonio Millán y don Ramón Picarte, los más notables de ese cuerpo.
Millán se negó rotundamente con estas palabras: “Si el asalto tiene lugar estando yo de guardia, me haré matar en mi puesto pero, si me niego a la solicitud de ustedes, pueden, sin embargo, contar con mi silencio. Yo no soy delator”.
Picarte no puso más inconvenientes que los que le dictaba su conocida prudencia, pero fueron allanados, y se comprometió con los revolucionarios, fijándose el día.
El cuartel de artillería estaba entonces más al Oriente del lugar que ocupa el de la escolta del Presidente de la República. Los Carrera vivían o disponían de la casa, ahora nueva, en la calle de las Agustinas, esquina opuesta a la del general Blanco, a espaldas del cuartel, y que ahora lleva el número 46.
Tenía esa casa, como la actual, una puerta de servicio a la calle de Morandé, a poco más de media cuadra del mencionado cuartel, y que ahora tiene el número 49 [1].
Los revolucionarios debían reunirse en esta casa y salir por aquella puerta sin que pudieran ser vistos por la guardia del cuartel hasta el momento de caer sobre ella. Se fijó el día 4 de septiembre, entre una y dos de la tarde. A las doce se encontraban ya juntos los asaltantes, que no llegaban a cuarenta, y que se habían reunido poco a poco, entrando por la calle de las Agustinas y de Morandé, de uno en uno.
Poco después pasaba Millán por la calle del Poniente de la plazuela de la Moneda, es decir, por la de Teatinos, en dirección del reñidero de gallos, situado entonces en la esquina nordeste de la que es ahora Plaza de Abastos. Tenía para ese mismo día una pelea armada, y llevaba su gallo él mismo, lo que no era raro entonces.
Al pasar por allí vio a don José Miguel Carrera, que, vestido con su gran uniforme de húsar, se paseaba a lo largo de la plazuela con otra persona más, pero seguido a distancia por algunos curiosos, gente toda del pueblo, siendo este barrio poco frecuentado entonces.
Era en ese día oficial de guardia del cuartel el capitán Baraínca, dueño o administrador de la chacra de este nombre, ahora seminario. En ese momento estaba en la cochera inmediata al cuartel, que servía de habitación a los oficiales de guardia.
Los revolucionarios, cosa combinada, mandaron tres individuos a solicitar de Baraínca una orden para que el mayordomo de la chacra recibiera algunos caballos a talaje [2]. Apenas Baraínca se puso a escribir la orden, uno de los comisionados, que se había quedado en la puerta de la cochera, hizo una seña a otro, que, situado en la esquina, la repitió a un tercero que la aguardaba en la puerta del patio donde estaban los amotinados, entre los que había varios oficiales y soldados del ejército.
Salieron inmediatamente: al llegar a la puerta del cuartel y habiendo encontrado una resistencia obstinada en el sargento González, fue muerto de un balazo por don Juan José Carrera y el cuartel quedó sin otra resistencia en poder de los asaltantes.
Baraínca no pudo impedirlo, porque los del recibo se lo estorbaron.
Sin más que este movimiento parcial hubo cambio de Gobierno. ¿Y quién se habría atrevido a moverse contra los que se habían tomado la artillería?
Por espacio de cuarenta años los revolucionarios de Santiago no se separaron una línea de esta idea; dígalo el 20 de abril de 1851. Se creía que el que se tomaba la artillería podía echarse a dormir: todo era suyo.
Como es natural, después del triunfo vinieron los ascensos. Al sargento Picarte, que había tenido en él una parte importante, se le dio el grado de alférez. Al sargento Millán, que sólo cooperó con su silencio, se le premió con el ascenso de alférez efectivo.
Esta conducta de Carrera, que encierra una alta lección, no necesitamos explicarla a nuestros lectores. Ella nos trae a la memoria un hecho análogo de Napoleón, que ha sido muy encomiado por los historiadores y que por sabido callamos.
Picarte y Millán estaban llamados a representar un noble papel en nuestra historia militar.
Millán tiene una hermosa página en el sitio de Chillán y en el de Rancagua.
Picarte llevó una vida llena de contratiempos y expuesta a grandes peligros, que siempre arrostró con valor heroico. El motín de la guarnición de  Valdivia, sofocado por él solo, con una prontitud y energía inauditas, sería suficiente para colocarlo entre nuestros más notables militares.
El año de 1830 cayó con el partido liberal a que pertenecía: ocupó su lugar entre los jefes y oficiales que dio de baja el Ministro Portales.
Después de esto, en una transacción iniciada entre el partido liberal y el gobierno, Portales había indicado a Picarte para Intendente de Coquimbo; pero una trama revolucionaria, descubierta en esos días, y en que Picarte apareció complicado, dio en tierra con esa combinación.
Portales, al saber, algo más tarde, que se hallaba gravemente enfermo y sin recursos, hizo llegar hasta él una suma considerable (500 pesos), ocultándole cuidadosamente quién le prestaba este servicio. No fue ésta la única prueba de la predilección con que lo miraba.
Millán se retiró del servicio activo con el grado de teniente coronel. Picarte había llegado a coronel cuando se le dio de baja. Sin la interrupción de su carrera, habría sido muy pronto general. Su carácter serio, su talento y su valor lo llamaban a ocupar los primeros puestos del ejército, a que entonces no se llegaba con tanta facilidad como en el día.
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[1]
Hoy de la familia Montes Santa María. Volver.
[2]
Era la chacra de del canónigo don Francisco Baraínca, donde Núñez y compañía pretendieron fundar una población en 1879. Volver.

XV. Don Luis Carrera. Lance en el Teatro de Buenos Aires en 1815
En 1815 se encontraba en Buenos Aires don Luis Carrera. Asistió una noche al único teatro que había entonces, inmediato a la iglesia de la Merced y que ha desaparecido. Se representaba El Chismoso, comedia de costumbres, cuyo protagonista desempeñaba el célebre actor Ambrosio Morante.
Don Luis ocupaba una luneta bajo un palco en que estaba una familia con varios niños de corta edad. Como era natural, y por el poco cuidado de sus padres, no sólo hacían ruido con sus conversaciones, sino también con sus continuos movimientos, subiendo y bajando a la barandilla del palco.
La situación que ocupaba Carrera y el poco cuidado que se tenía con los niños lo hizo fijarse, previendo lo que no podía menos de suceder. En una disputa por ocupar el lugar más alto, uno de ellos, de edad de tres o cuatro año cayó a la platea.
Apenas lo vio Carrera, y aun antes de que la madre diera un grito, se puso en pie para recibirlo. La poca altura del palco y su talla aventajada facilitaron la operación, pero no sin que al vecino que tenía a su izquierda le pisara un pie con fuerza.
Esa persona desahogó su dolor diciendo: “¡Badulaque!” Mientras, don Luis ponía al niño en manos de su padre, subiéndose para esto sobre su asiento.
En seguida se dio vuelta y preguntó al sujeto aquel:
- ¿Con quién habla usted?
- Con usted, por impolítico.
Carrera dio por única contestación a su interlocutor un gran bofetón a mano abierta que resonó en todo el teatro.
El público, sobre todo el de la platea, se levantó para gritar contra el que aparecía como único agresor, pues las pocas personas que estaban en autos de lo sucedido no podían hacerse oír ni tomaban en esto mucho empeño por temor a la inmensa mayoría, prevenida contra Carrera por imputaciones calumniosas, y aún no desvanecidas del todo, sobre su lealtad en el desafío con el coronel Mackenna; a lo que debe agregarse que el abofeteado era argentino... Este a su vez había hecho uso de su bastón, pero con poco éxito.
La representación fue interrumpida por algunos minutos.
Esto sucedía en el último acto de la comedia. Durante el intermedio y el Sainete —La Muerte del Diablo— ninguno de los dos contendores se movió de su asiento, atrayendo sobre sí todas las miradas del público.
Concluida la función, don Luis esperó para salir que se despejase la platea; pero viendo que nadie se movía y que se manifestaba cierta impaciencia en el público, se dirigió a la única puerta que tenía el teatro; pero antes de salir a la calle, una voz dijo, dirigiéndose al piquete de guardia:
 -¡Ese es, sujétenlo!
Apenas oyó esto Carrera, se dirigió a la pared de la izquierda, que daba frente a la guardia, y metiendo ambas manos a los bolsillos de los pantalones, como en ademán de sacar armas, contestó, mirando a la concurrencia:
- ¿Quién me sujeta?
Todos los curiosos estaban del lado de adentro del teatro, y en el zaguán sólo se veían la guardia y Carrera. La actitud amenazante de éste impuso a todo el mundo, pero no era esto sólo: el padre del niño, después de darle las gracias desde el palco, bajó a la platea, y, acercándose a todos los corrillos, contaba conmovido el suceso; por consiguiente se había efectuado una reacción, en una parte del público, favorable a Carrera.
A su pregunta, y después de un corto silencio, el mayor Ramírez, que más tarde conocimos de coronel de artillería (año 25), contestó:
- Señor Carrera: si usted da su palabra de presentarse mañana a las 12 en la comandancia de armas puede retirarse sin ningún inconveniente.
- ¡Corriente! - contestó Carrera.
Y todo concluyó esa noche.
Al siguiente día concurrió a la cita. Lo esperaban su adversario, el padre del niño y éste mismo, que al ver a Carrera corrió a él presentándole un ramo de flores y pidiéndole, a nombre de su madre, permiso para besarle las manos.
Las primeras palabras de la entrevista fueron agresivas por ambas partes; pero todo se arregló amigablemente por el interés que en ello tomaron aun personas extrañas.
Se exigió a los dos actores que dejaran al menos por un mes de concurrir al teatro. Carrera contestó:
- ¡Anoche me he despedido del teatro para siempre!

XVI. Don José Miguel Carrera
Cuando en abril de 1818 tenía lugar en Chile la victoria de Maipo, se encontraba asilado en Montevideo don José Miguel Carrera, que un año antes y con gran trabajo y peligro había podido escaparse de un buque en que el gobierno argentino lo tenía preso en la bahía de Buenos Aires.
Los gobiernos chileno y argentino se prestaban estos servicios mutuos. Las prisiones argentinas estaban abiertas para los chilenos hostiles al gobierno de nuestro país; las de Chile lo estaban para los argentinos que se encontraban en el mismo caso...
La familia Carrera era perseguida en Chile con más encarnizamiento y crueldad que los más decididos partidarios del rey de España.
El gobierno se había echado sobre todas sus propiedades, dejándola perecer en el destierro, y aun en Chile, falta de todo recurso. Si esta política era inevitable, fatal, no nos toca a nosotros decidirlo.
Don Juan José y don Luis, sorprendidos en su tránsito para Chile en meses anteriores, permanecían presos en Mendoza, donde se les seguía una causa con mucha lentitud, por conspiración intentada desde su prisión.
A fines de marzo del mismo año llegó a ese pueblo la noticia del descalabro de Cancha Rayada, que puso a Chile al borde de su ruina.
Fue transmitida con toda celeridad a Buenos Aires y a Montevideo.
Como era natural, aquel suceso causó en los ánimos gran zozobra. Un correo posterior de pocos días consoló a los patriotas, haciéndoles saber que una gran parte de las fuerzas dispersas en Cancha Rayada se encontraba reunida muy próxima a Santiago, dispuesta a disputar la victoria al ejército de Osorio.
Don José Miguel, los dos Benavente [1], don Manuel Gandarillas, don Pedro Vidal, Camilo Henríquez y otros chilenos partidarios de Carrera, asilados, como él, en Montevideo, esperaban con el mayor interés noticias del resultado de la batalla decisiva que se preparaba, como también del desenlace de la causa que con tanta calma se seguía a don Juan José y a don Luis, aunque sin temer un resultado sangriento, a que no daba lugar la naturaleza de esa misma causa.
Una mañana, a eso de mediodía, hora ordinaria en que se reunían diariamente los señores mencionados para comunicarse los rumores que cada uno había recogido en la ciudad, el último que llegó trayendo la noticia que ya todos sabían de la victoria de Maipo, añadió que se decía, aunque con reserva, que don Juan José y don Luis habían sido fusilados el 8 del mes corriente en Mendoza.
Aun cuando no se hallaba presente don José Miguel, ninguno de los otros había querido añadir, a pesar de saberlo, este funesto apéndice... Por momentos y con la mayor ansiedad lo esperaban, no dudando que a esa hora no podía ignorar su inmensa desgracia.
La mayor dificultad para dar crédito a la noticia era que  hubiera llegado desde Mendoza a Montevideo en seis días y algunas horas; pero luego se supo que el correo que la había llevado a Buenos Aires desde Mendoza había andado aquellas trescientas leguas en cuatro días y medio.
Este correo, por rara coincidencia, fue el famoso Escalera, el mismo que diez años antes había salvado en veintitantos días la enorme distancia (creemos que de mil leguas) que hay de Buenos Aires a Lima, llevando la noticia del fracaso de la segunda invasión inglesa.
Tardaba don José Miguel más que de costumbre, y ya don Manuel Gandanillas se disponía a buscarlo en casa de don Nicolás Herrera, argentino y amigo común, cuando oyeron que desde el zaguán de la casa, casi corriendo y golpeando las manos, gritaba:
- ¡Viva Chile: victoria completa!...
Al oírlo, todos se miraron con dolorosa sorpresa; pero él, sin fijarse en la expresión indefinible de aquellas fisonomías, añadió:
- ¿Qué dicen ustedes de los reclutas chilenos que se baten como leones?
Una sonrisa forzada de asentimiento, sin una palabra articulada, fue la única contestación. ¡Todos habían caído en cuenta de su ignorancia!
Entonces, sorprendido y mirando sucesivamente a todos, dijo:
- ¡Cómo! ¿Se han convertido ustedes en godos, acaso?
Como nadie contestaba, añadió:
- ¿O hay algo más que yo no sé?
El mismo silencio.
- ¡Ah! ¡Han fusilado a alguno de mis hermanos!... ¿A los dos quizás?... ¡Sí, no me digan nada!
Y dando un gran golpe con ambos puños en la pared, permaneció vuelto a ella un largo rato, dando libre curso a sus lágrimas.
En seguida tiró el sombrero, añadiendo:
- ¡Basta de lágrimas; los vengaré o perderé la vida!...
Desde el siguiente, día empezó a cumplir su palabra, y sus escritos, vehementes hasta entonces, fueron en adelante incendiarios. Esto no era bastante: luego cambió la pluma por la espada, que no dejó de la mano hasta concluir su vida en el mismo pueblo, en la misma, plaza y en el mismo rincón en que tres años y medio antes la habían perdido sus hermanos.
El año 19 vimos en la pared Oriente de esa plaza las huellas de las balas que habían atravesado el pecho a los primeros; el año 24 vimos aún las que habían dejado las que atravesaron el suyo...
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[1]
Don Diego y don José María. Tuvieron un hermano, Juan José, que fue comerciante y militar. Se hallaba en Buenos Aires cuando [se produjo] el fusilamiento de don José Miguel Carrera, el cual habría evitado, decía, si hubiera tenido diez mil pesos. Volver.
XVII. Entre Chacabuco y Maipú.Virutas Históricas
El 20 de marzo de 1818, entre doce y una de la noche, hablaba con el centinela (que entonces no faltaba en la esquina de la antigua cárcel) don Francisco de Borja Fontecilla, Intendente de Santiago. A ese tiempo pasaba por allí el teniente de artillería de Chile (había entonces un cuerpo de artillería de los Andes) don Antonio Vidal. Después del saludo, Fontecilla dijo a Vidal:
Acompáñeme usted hasta la Cañada, nombre que entonces tenía la Alameda de las Delicias.
La ciudad estaba silenciosa como un cementerio.
Nadie ignoraba que el encuentro de nuestro ejército con el realista debía tener lugar en esos momentos, y que del éxito de una batalla estaba pendiente la suerte de Chile. Como siempre en esos casos, circulaban rumores más o menos alarmantes.
Los godos no disimulaban su alegría, no sólo por la retirada de nuestro ejército, después de la sangrienta derrota de Talcahuano, sino también por el considerable refuerzo recién llegado del Perú a los realistas, con el que venía Osorio, el vencedor de Rancagua.
Fontecilla y Vidal tomaron la dirección de la calle del Estado. Al llegar a la plazuela de San Agustín les llamó la atención el paso de un caballo cansado y con las herraduras rotas, que venía del lado de la Cañada en dirección a la plaza de Armas. De común acuerdo, ambos se ocultaron en el rincón que ocupaba, como ahora, la portería del convento. El ruido de un sable les advirtió que el que montaba el caballo era un militar, al cual, saliéndole al encuentro, preguntó Vidal:
-¿Quién vive?
- La patria.
-¿Qué gente?
- Oficial del ejército.
-¡Alto!
Al acercarse a él, conocieron que hablaban con Samaniego, teniente de caballería, chileno, y muy conocido en Santiago.
Sorprendido el Intendente de aquel inesperado encuentro, preguntó:
-¿De dónde viene usted?
- Del ejército.
-¿Dónde está el ejército?
- Anoche estábamos cerca de Talca; pero a las nueve nos asaltaron los godos y nos han dispersado completamente.
- Apéese usted y marche para San Pablo.
Samaniego quiso añadir algo, pero se le hizo callar por el teniente Vidal, diciéndole:
-¡Obedezca usted al Intendente!
Este silencio no fue interrumpido en todo el camino.
En San Pablo estaba acuartelado un regimiento de caballería de milicias, que mandaba don Pedro Prado, vocal de una de las antiguas juntas, pero que en ese momento no estaba en el cuartel, y no costó poco trabajo que el teniente don Juan María Egaña, oficial de guardia, abriera la puerta. Conseguido esto, las tres personas mencionadas se encerraron en la mayoría, donde Samaniego dio todas sus explicaciones sin vacilación alguna, añadiendo al terminar:
- Tras de mí viene todo el ejército.
La mayor dificultad para el señor Fontecilla era que en 28 horas hubiera podido este oficial recorrer las 80 leguas que entonces se suponían entre Talca y Santiago. A esto contestó Samaniego que las veces que había cambiado caballo para acelerar su viaje lo pedía en nombre del Gobierno, mostrando un papel que decía ser un oficio urgente, pero callando lo sucedido.
Al retirarse el Intendente, dio orden terminante de poner al preso dos centinelas, prohibiendo toda comunicación.
De ahí se dirigió, siempre seguido del teniente Vidal, a casa de dos o tres personas de alta posición para referirles lo sucedido, pero dudando de la verdad. Al llegar a la casa de la última de estas personas, ya viniendo el día, la encontró en pie y con la noticia que acababan de darle: que don Bernardo Monteagudo, auditor del ejército, había llegado refiriendo el mismo suceso, con pormenores aún más alarmantes que los que ellos sabían. Ya no era posible la duda y sólo se trató de ocultar la catástrofe al público.
Todas las precauciones, sin embargo, fueron inútiles, pues el 21, Sábado Santo, a las diez de la mañana, las noticias de nuestro ejército estaban en boca de todo el mundo, con dolorosos pormenores.
La noche de ese día y la del domingo inmediato fueron aterradoras. Algunas tiendas de comercio fueron saqueadas, teniendo esta preferencia las de algunos entusiastas patriotas. Pero nada más siniestro que ese mismo domingo. Al mediodía empezó a levantarse una nube de polvo por el lado del Sur, próximo a la ciudad, que por momentos se hacía más densa, aumentando el espanto de los habitantes de Santiago.
Entonces el llano de Maipo no tenía un solo arbusto y sus siete leguas de anchura no eran más que un arenal no interrumpido entre el Mapocho y el Maipo, por no correr por esa gran extensión ni un hilo de agua.
Esa polvareda la levantaba la multitud de gente de a caballo y de a pie de los pueblos del Sur, que buscaba un asilo en la capital.
Entre esa multitud de familias, pobres casi en su totalidad, venían gran parte, de soldados y no pocos oficiales del ejército más brillante que hasta entonces había tenido Chile. Lo que más desconsuelo causaba era ver ese sinnúmero de militares avergonzados y abatidos, sin formación alguna, y la mayor parte desarmados, y que en lugar de tomar cuarteles en Santiago pasaban de largo, en dirección al Norte, es decir, a Mendoza, que miraban como el único punto de seguridad.
El 23, día lunes, puede decirse que todo el mundo se disponía a emigrar en esa dirección. El que estas líneas escribe tuvo un buen empeño para incorporarse en el equipaje del general O’Higgins, que marchó en dirección a Mendoza a cargo del padre Jara, religioso dominico.
Compramos en doce reales una yegua, o más bien una armazón de yegua, que con gran trabajo nos condujo hasta inmediaciones de Santa Rosa de los Andes, de donde regresamos después al saber el triunfo de Maipo. En nuestra compañía iba un cadete, más tarde general, que después vimos condecorado con la medalla que se concedió a los vencedores de los vencedores de Bailén... Así se dan a veces los premios, y no será éste el único caso de ese género a que nos referiremos en el presente artículo.
En estas circunstancias apareció don Manuel Rodríguez, que infundió aliento en unos y desconfianza y recelo en otros.
Este personaje, que tanto contribuyó a la restauración de nuestra patria, fue relegado al olvido después del triunfo de Chacabuco. Decimos mal: en el tiempo que corrió desde esa batalla hasta la de Maipo se le tuvo presente para perseguirlo sin descanso; pero no es esto lo más raro, sino el empeño que se ha puesto en atribuir al general San Martín la parte principal en estas persecuciones.
Tan lejos está esto de la verdad, que en todas las dificultades que se ofrecían entre el Gobierno de don Bernardo O’Higgins y Rodríguez, éste acudía a San Martín, que siempre se prestó gustoso a zanjarlas. San Martín no sólo dio a Rodríguez pruebas de cariño, sino de confianza, nombrándolo auditor de guerra del ejército que organizaba en Las Tablas, pocos meses antes de la batalla de Maipo.
Nadie ignora quién fue el que solicitó al capitán Zuluaga, argentino, y más tarde al teniente Navarro, español, ambos del Batallón 1 de los Andes, para asesinar a Rodríguez.
Cuando esto sucedía, San Martín estaba en Buenos Aires, donde llegó la noticia de la muerte de Rodríguez con posterioridad.
Se ha dicho por algunos que aquel general dominaba en Chile con su ejército, sin recordar que el ejército argentino, después de la batalla de Maipo, era inferior al de Chile en más de mil hombres; pues, de los cuatro mil con que contaba en Chacabuco, había perdido cerca de mil en las campañas del Sur, anteriores a la batalla de Maipo; esto sin contar que el general O´Higgins era Director Supremo de la República.
No fue San Martín quien, tres años más tarde y residiendo en el Perú, dio un alto grado en el ejército de Chile al Gobernador de Mendoza, Godoy Cruz, que fusiló a don José Miguel Carrera, acompañado este nombramiento de una rica casaca, correspondiente al empleo. Como el grado se evaporó más tarde, la casaca corrió la misma suerte, viniendo a parar al teatro de Santiago, donde murió entre los desechos del actor Peso, a quien le fue vendida por su dueño, emigrado en Chile. La tal casaca había ocasionado un mal rato en Buenos Aires a su poseedor, por haber tenido el arrojo de presentarse en paseo público de gran parada.
Llamó la atención, sobre todo, por su alta graduación y por ser desconocido de todo el mundo.
Al día siguiente se le notificó por la Comandancia de Armas la orden verbal de no volver a presentarse en público con ese traje. A esta orden hemos oído en Buenos Aires añadir palabras que por su dureza creemos inverosímiles.
Como todos saben, el pueblo, o lo que se llama tal, asoció a Rodríguez con el coronel don Luis Cruz, que momentáneamente reemplazaba en el mando supremo de la República al general O’Higgins. Contando con los recursos que este cargo le proporcionaba, organizó un regimiento de caballería de quinientas a seiscientas plazas, que llamó Húsares de la Muerte. Los oficiales en su totalidad eran carrerinos, lo que no era una garantía de fidelidad para San Martín ni O’Higgins, pues estando don Juan José y don Luis a cien leguas de Santiago, presos en Mendoza, no era imposible que ambos se presentaran el día menos pensado en Chile, donde contaban con numerosos y decididos partidarios, aún en el ejército.
Tan cierto es esto, que el francés don Ambrosio Crammer, teniente coronel y comandante del Batallón 8º de los Andes y el italiano don José Rondizzoni, sargento mayor del número 2º de Chile, fueron separados violentamente de sus puestos en esos días, por sospechas de carrerismo, pues ambos habían venido de Norteamérica con don José Miguel.
En esa misma época se hizo igual cosa con el general francés Brayer, últimamente incorporado a nuestro ejército, y que, habiendo venido del mismo punto con Carrera, se prestaba a las mismas sospechas.
A esta última separación se le dio como motivo el mal éxito del asalto de Talcahuano, en diciembre del año anterior, a pesar de que la empresa se acometió con aprobación y bajo las órdenes del general O’Higgins, jefe del ejército y Supremo Director, siendo Brayer jefe de estado mayor. Pero, como es sabido, en estas desgracias siempre se busca a quién echar la culpa, y ¿quién más a propósito para este caso que un extranjero, y, a más de esto, carrerino?
Brayer, pues, fue el autor exclusivo de uno de los más grandes descalabros que sufrió nuestro ejército en la guerra de la independencia, y una licencia de pocos días que pidió para tomar los baños de Colina fue el motivo ostensible para separarlo del ejército, a pesar de haberse presentado siete días antes de la batalla de Maipo solicitando su incorporación.
El había agriado los ánimos de O’Higgins y San Martín con sus palabras y conducta más que imprudentes en un militar. En esos días se le veía a todas horas acompañando a Rodríguez, que había asumido el papel del más exaltado tribuno.
Sin embargo, este notable jefe de los ejércitos del Primer Imperio, y que aunque por algún tiempo perteneció al nuestro, es desconocido de casi todos nuestros lectores. Esto nos obliga a decir algunas palabras sobre su persona.
Cuando don Miguel Brayer llegó a Chile, en 1817, tendría 48 a 50 años de edad. De elevada estatura y color moreno, tenía la figura más arrogante y marcial que hemos visto. Su presencia imponía respeto.
En la primera caída de Napoleón fue tratado con mucha consideración por Luis XVIII, hasta el punto de confiarle el gobierno de Lyon. Desempeñaba este cargo cuando desembarcó Napoleón de la isla de Elba. Brayer se declaró por él, entregándole ese pueblo importante.
Después de Waterloo emigró a Norteamérica. Allí lo encontró don José Miguel, que, como a otros que se hallaban en el mismo caso, lo solicitó para que lo acompañara en su expedición a Chile, que no tuvo lugar por haberlo impedido el Gobierno argentino, al arribo de esa pequeña escuadra al Río de la Plata.
Libres por este contratiempo, la mayor parte de aquellos militares tomaron servicio sucesivamente en el ejército de los Andes, a las órdenes de San Martín.
Napoleón conservó por Brayer gran estimación hasta sus últimos momentos. En su testamento, que todos conocen, y que el Gobierno francés impidió que se cumpliera, le dejaba un legado de cien mil francos.
Antes de la batalla de Maipo se retiró de Chile a Montevideo, después de una discusión acalorada con San Martín, de cuya presencia se retiró sin saludarlo, habiendo mediado antes las siguientes comunicaciones:
"Durante una carrera de treinta años de servicios, el honor ha sido siempre mi guía. Conducido por mi patriotismo a la América del Sur, creo haber merecido la estimación del ejército. Bajo este supuesto, me dirijo a V. E. con toda confianza, suplicándole me conceda algún mando en las tropas que se reúnen para rechazar al enemigo. Mi salud, destruida por heridas graves, me deja sólo una existencia dolorosa, cuyos restos ofrezco en obsequio de la independencia del país que me ha acogido en mi desgracia. Me atrevo a esperar esta gracia de la generosidad y justicia de V. E.
Dios guarde a V. E. muchos años.
Santiago de Chile, marzo 27 de 1818.
Miguel Brayer.- Excelentísimo Capitán General don José de San Martín".
Contestación
"La salud de US. es muy interesante, y por lo mismo, deberá reponerla por medio de una curación formal; logrado este objeto se proporcionará el destino que US. solicita a beneficio del país.
Dios guarde a US. muchos años.
Cuartel General en el Llano de Maipo, marzo 29 de 1818.- José de San Martín.- Señor General don Miguel Brayer".    
A esta contestación irónica, y demás incidentes, respondió Brayer más tarde desde Montevideo con un manifiesto que hemos visto sobre su conducta en Chile y sus disidencias con San Martín. La redacción de este escrito se atribuyó a don José Miguel Carrera.
Los cinco o seis días que transcurrieron desde la dispersión de nuestro ejército en Cancha Rayada hasta la llegada a Santiago de San Martín y O’Higgins, los empleó Rodríguez en armar malamente su regimiento, con los escasos restos que habían quedado en la maestranza, que apenas había podido suministrar lo muy preciso para armar los siete mil hombres que habían marchado al encuentro de Osorio.
Las noches las empleaba en recorrer la población y visitar los cuarteles, reducidos en su mayor parte a diez o doce inválidos que los custodiaban.
Los dos únicos batallones de milicias que había entonces cubrían todas las guardias. Una compañía de comerciantes argentinos, numerosos en Santiago, acuartelados en San Agustín, rondaban la ciudad y en particular el comercio, amenazado seriamente.
Rodríguez se empeñaba, sobre todo, en desterrar el pánico que se había apoderado de todo el mundo. Se presentaba a caballo, a cierta distancia, en los cuerpos de guardia donde había centinelas exteriores, y al preguntársele: “¿Quién vive?”, contestaba clavando las espuelas al caballo en ademán de atropellar al centinela.
Al que abandonaba su puesto, que no eran pocos, se le castigaba con un corto arresto, no siendo posible otra cosa por ser cívicos en su mayor parte, o con una burla mortificante. El que se conservaba en él recibía muchos elogios y algunas monedas.
A la llegada de O’Higgins y San Martín a Santiago, Rodríguez se contrajo exclusivamente a la disciplina de su cuerpo, que siendo voluntario y sin sueldo determinado, no tenía más estímulo que su entusiasmo, contrariado con frecuencia por los pocos y tardíos recursos que recibía. Esto, y la índole política de los que lo componían, lo mantenía a cierta distancia del Gobierno, que lo miraba con mal ojo. Por lo demás, esto le daba cierta independencia poco avenible con la disciplina, sobre todo en esas circunstancias.
A pesar del entusiasmo que la presencia del Supremo Director y del general San Martín había inspirado en muchos, la emigración iba en aumento, y el camino de Aconcagua no era más que una fila interminable de gente que abandonaba la capital en dirección a la otra banda. Entre esa multitud vimos con extrañeza a un valiente jefe argentino, don Mariano Necochea, que seis años más tarde se cubrió de gloria en Junín, acompañado del célebre médico español Grajales. Una herida casual de una mano, fuera del campo de batalla, era el motivo. ¿No podía esperar en Santiago el último resultado de la contienda? Si esta clase de hombres nos abandonaban sin la menor reserva, ¿quién podría infundirnos aliento? No es, pues, extraño lo que vamos a referir.  
Hemos dicho antes que había en la capital en ese tiempo dos batallones de guardias nacionales. No tomamos en cuenta un cuerpo de caballería compuesto de gente decente, que poco antes de la batalla se dispersó, yendo algunos de los más valientes a engrosar el ejército... ¡de Osorio!
De los dos batallones mencionados eran jefes: del número 1º, don Francisco Elizalde, argentino, muerto honrosamente en Lircay, en las filas del general Freire; del número 2º lo era don José Santiago Aldunate. Ambos cuerpos ocupaban el antiguo edificio del Instituto. Una tarde, en víspera de la batalla, se reunieron con gran solemnidad. El señor Elizalde les dirigió un discurso entusiasta y conmovedor, que concluyó por estas palabras: “Ciudadanos: el que esté dispuesto a vencer o morir al lado de nuestro valiente ejército, de dos pasos al frente”. Los dos batallones, sin una sola excepción, lo hicieron a los gritos de “¡Viva la patria y mueran los godos!” Esa noche quedaron acuartelados, disponiéndose para marchar. A las cuatro de la tarde del siguiente día salieron ambos cuerpos acompañados por gran parte del pueblo. Alojaron a la salida de la ciudad, formando pabellones, con numerosos centinelas, quizá no tanto para cuidar las armas cuanto a los que las llevaban.
Al venir el día siguiente, se tocó diana por los cuatro tambores que tenían las dos bandas reunidas. A esa hora empezó a notarse que había más fusiles que soldados; pero se creyó que, como se había acampado muy cerca de la ciudad, habrían ido a remoler a las inmediaciones, como cuatro años antes había sucedido con la desgraciada división de don Manuel Blanco Encalada en Talca, con el enemigo al frente. Pero después de hacer circular en todas direcciones a los tambores, tocando llamada por más de una hora, se cayó en cuenta de que la tropa que había formado no era suficiente ni para acarrear al cuartel los fusiles sobrantes.
En vista de esto, se determinó  volver a la ciudad, pero esperando la noche para ocultar al público lo sucedido y trayendo los fusiles en carretas.
En esos días, el teniente del número 3, don José Antonio Alemparte, herido de gravedad en el asalto de Talcahuano, se hacía conducir a la Plaza de Armas en una silla, y con voz casi extinguida trataba de excitar el entusiasmo y la venganza contra los invasores.
Desde la catástrofe de Cancha Rayada los jefes del ejército y don Bernardo O’Higgins, como los demás, tenían un temor: un asalto nocturno.
La víspera de la batalla preguntaba el Director al teniente Vidal, que venía del campamento:
-¿Cómo está el ejército?
- Bien, señor, si no nos embisten de noche.
Don Bernardo movió la cabeza en signo de asentimiento, pero sin decir una palabra.
A este respecto se referían varios incidentes que confirmaban este temor.
Se dio por fin la batalla. Hubo un momento de vacilación en el ejército patriota cuando el  magnífico Batallón Burgos hizo volver caras a dos de los nuestros, el 7º y el 8º. Poco después la victoria se declaraba por nosotros, y ambos batallones recuperaban el terreno perdido.
El regimiento de Rodríguez no concurrió a la batalla. ¿Cómo se explica que un cuerpo organizado en los momentos de conflicto y formado por patriotas decididos y de conocido valor faltara en su puesto en la hora crítica? No hemos leído a todos los historiadores que han tratado de este episodio de nuestra revolución, y en los que hemos visto no encontramos nada que satisfaga ni remotamente esta duda, que debe ocurrírsele a todo el mundo.
Sin que el que esto escribe se quiera dar los aires de hombre de importancia, casi está seguro de ser el único que sobrevive a los pocos que estuvieron en el secreto de este hecho, puesto en su noticia por un testigo de toda responsabilidad.
El año 31 ó 32 llegó a Chile don Ramón Allende, después de doce años de ausencia, por haber sido desterrado por carrerino en el gobierno de O’Higgins. Este y su hermano don Gregorio, víctima de igual persecución, habían pertenecido a nuestro ejército desde la campaña de 1813 y habían conquistado gran fama por su raro valor.
A don Ramón, que hace algunos años murió en Valparaíso de comandante de serenos, hemos oído referir lo que vamos a relatar. Adviértase que era capitán del regimiento de que se trata y por mil motivos amigo de Rodríguez.
La víspera del combate se convocó, con la mayor reserva, a una junta a que sólo debían asistir el primero y segundo jefe del cuerpo y los capitanes.
La junta tuvo lugar y casi no hubo discusión, porque la uniformidad en las opiniones era completa; de manera que sin la menor vacilación se convino por unanimidad en no concurrir a la batalla, dando como motivos, entre otros, los siguientes:
El regimiento estaba, exceptuando la oficialidad, y no toda, malísimamente montado y con armas la mayor parte inservibles. Este cuerpo, en tales condiciones, debía representar un pobre papel al lado de nuestra numerosa e irresistible caballería, tanto chilena como argentina, con que contaba el Ejército...
En caso de ganarse la batalla, se trataría de conservar a todo trance el regimiento, con la casi seguridad de que próximamente debían llegar a Chile don Juan José y don Luis Carrera, presos en Mendoza, pero cuya libertad era inminente. En todo caso se contaba con don José Miguel, libre en Montevideo. En suma, el regimiento debía ser la base de una revolución contra aquel orden de cosas, que para ellos no era más que una persecución permanente, la cual tomaría mayores proporciones una vez pasada la presente situación.
Si la batalla se perdía, el regimiento estaba llamado a prestar valiosos ser vicios a la patria, retirándose al Norte y sublevando esa gran provincia, que más tarde ha sido dividida en tres, contra el Gobierno español, pudiendo contar desde luego con el denuedo y patriotismo de los aconcagüinos. En todo caso estaban decididos a no emigrar por segunda vez.
He aquí, omitiendo pormenores, lo que no sólo a nosotros refería el señor Allende, sin reserva alguna.
Los sucesos posteriores confirmaron la previsión de esos señores. El regimiento fue disuelto bruscamente, sin esperar que volviera a Santiago de una excursión que se le había ordenado al Sur, a que no había concurrido su jefe. Esto sucedía cinco a seis días después de la batalla.
Diez o doce días más tarde de aquel acontecimiento, una reunión pacífica de las personas más importantes de Santiago pedía respetuosamente al Director algunas modificaciones en el régimen estrictamente dictatorial que entonces imperaba.
La contestación no se hizo esperar: Rodríguez, que se encontraba entre los peticionarios, fue tomado preso y conducido con numerosa escolta al cuartel de San Pablo, de donde no salió hasta un mes después con el Batallón Nº 1 de los Andes, con dirección a Quillota. Todos saben que en Tiltil concluyó su viaje... y su vida...
Aquí habríamos terminado nuestro artículo; pero recordamos haber ofrecido decir algo sobre el modo cómo a veces se conceden condecoraciones, y vamos a cumplir nuestra palabra, refiriéndonos a lo que contaba un condecorado con franqueza y gracia inimitables.
Nuestros lectores recordarán que cuando el Intendente Fontecilla se presentó en el cuartel de San Pablo, lo recibió como oficial de guardia el teniente Egaña. Pues bien, a este mismo oficial, perteneciente a una familia que por su talento y patriotismo desempeña un gran papel en nuestra historia, le tocó la guardia del cuartel en vísperas de la batalla de Maipo. Su familia había emigrado antes, y se encontraba alojada cerca de la cordillera, esperando el resultado final. Él, que no se creía menos comprometido que su familia, abandonó la guardia y se fue a reunir con ella.
Al verlo llegar, su padre le reconvino duramente por haber abandonado su regimiento, sin saber en ese momento que estaba de guardia. En la mañana del 6 de abril llegó la noticia de la victoria. Nuestro oficial, aprovechando la alegría de su padre, le confesó la verdad entera. Nueva, pero más dura reprimenda.
Volvió la familia a Santiago, y en medio del júbilo con que celebraba tan fausto acontecimiento llega un soldado del regimiento con una orden del coronel para que el teniente Egaña se presentara a la mayor brevedad en la mayoría del cuartel. La sorpresa de todos fue cual debe suponerse. El padre, impuesto de la orden, se dirigió a su hijo, diciéndole:
- Tu delito no tiene más que un castigo: la muerte; pero en estas circunstancias quizá no se te aplique el rigor de la Ordenanza. Te conmutarán el castigo en un largo encierro en un castillo, gracias a mi amistad con el coronel. Preséntate en el cuartel, veremos lo que se ha de hacer, y avisa con tiempo a dónde se te ha de mandar la cama y la comida.
En ese momento no había en la casa más hombres que el padre de nuestro oficial, enfermo de resultas del viaje e imposibilitado para acompañarlo. Tuvo que ir solo.
Al cabo de dos horas volvió el teniente Egaña acompañado de uno de sus hermanos. Apenas los vio el padre, se dirigió al primero, preguntando sorprendido:
-¿Qué hubo?
- Nada, señor.
-¿Cómo, nada? Dímelo todo, sin omitir una palabra.
—Apenas me vio el coronel, me dijo: “¿Cómo te va, Juanito?, y mi compadre, ¿está bueno?” En seguida añadió: “El general me pide una razón circunstanciada de la comportación [sic] del regimiento en la batalla, y te he llamado para que la escribas”. Luego dictó el parte, añadiendo al fin una recomendación nominal de todos los oficiales. Al oírmelo leer, me dijo: “¿Y tú no te pones?” Viendo que no le con testaba: “¡Sería original que yo omitiera al hijo de mi compadre!” Y agregó: “El teniente don J. M. Egaña no se condujo con menos valor y entusiasmo que los otros oficiales”.
-¿Y eso escribiste?
- Sí, señor: me lo ordenó terminantemente.
-¡Bendito sea Dios! ¡Y así hay patria!
Por lo demás, el señor Egaña conservaba, según decía, su medalla con su respectivo diploma...
Un escritor notable de la República Argentina nos escribe desde Buenos Aires, con fecha 31 de mayo de este año, y con respecto a este artículo, lo que sigue:
“Tengo a la vista La Estrella de Chile, la que contiene las Virutas Históricas, episodios que precedieron a la batalla de Maipo. Su contenido es de una irreprochable verdad, y me consta toda su narración, porque de alguna parte he sido testigo, y del resto, su notoriedad es su mejor justificación.
“Voy a dar a usted una ligera idea de mi análisis”, etc.
La persona mencionada es el señor coronel don Jerónimo Espejo, alférez de artillería en Chacabuco, que hizo todas las campañas de Chile hasta su marcha al Perú con el Ejército Libertador, y a quien San Martín decía, antes de partir para Europa, en un documento público:
“Le autorizo por el presente para que pueda recordar con orgullo a cuantos participen de los beneficios de la Independencia, que tuvo la gloria de ser del Ejército Libertador... y lo declaro acreedor al reconocimiento de la patria y de la posteridad.- San Martín.”

XVIII. Don Diego Portales. Juicio Histórico por José Victorino Lastarria. Rectificaciones
Con motivo de la publicación de las Misceláneas del señor don Victorino Lastarria, de que hablábamos con un amigo nuestro, éste nos remitió en días pasados un folleto que, con el título que encabeza estas líneas, publicó aquel caballero el año de 1866, y que nos dicen hace parte de esa publicación.
Desde las primeras páginas notamos que el autor no ha tenido, al parecer, otro propósito que rebajar el indisputable mérito de aquel eminente patriota a quien tanto debe Chile, y cuyo prestigio aumenta a proporción de la lejanía de su tiempo y de los aullidos del espíritu de partido.
Sin la capacidad necesaria, y aun sin el tiempo que esto requiere, nos hemos resuelto a rectificar muy a la ligera, no todos, sino una parte de los errores que están a nuestro alcance, con hechos positivos y no con cuentos y deducciones antojadizas. En suma, la injusticia y el encarnizamiento con que se ataca a Portales y a su partido nos han puesto la pluma en la mano.
Advertiremos, una vez por todas, que si con frecuencia opinamos de distinta manera que el señor Lastarria acerca de las ideas y actos del partido liberal, no es nuestra intención atacar al verdadero partido que llevó ese nombre, que es conocido en Chile y del que aún quedan pocos, pero honrosos restos. Lo que el historiador presenta ordinariamente es una entidad desconocida para los coetáneos de esa época.
Empieza el señor Lastarria por escandalizarse de que se presente a Portales como “el primer estadista de América”. Este pecado lo cometía don José J. de Mora, que, como sabe el señor Lastarria, no era amigo de Portales.
“Aunque era joven cuando estalló la revolución de la Independencia, no se apasionó por ella”. No todos los jóvenes de su tiempo se apasionaron por la revolución. Hubo muchos indiferentes y gran número de godos. Portales no fue ni uno ni otro, y más de un acto de su vida lo prueba.
“El público de entonces se aficionó a cierto gracejo con que El Hambriento ridiculizaba a los pipiolos, poniéndoles apodos, notándoles sus defectos personales y hasta sus faltas privadas y sus vicios”. El señor Lastarria, que menciona a El Hambriento para censurarlo, se olvida de que antes de ese periódico publicaban ciertos pipiolos los suyos, con esos mismos adornos, y que primero que El Hambriento, en que indebidamente hace tomar parte a Portales, Meneses y Rodríguez, aparecieron El Monitor Imparcial y su  BoletínEl Pipiolo y los asquerososCanalla y Descamisado, contemporáneos de El Hambriento. Los redactores de esos periódicos, en lugar de la indisputable gracia de este último, no hacían más que verter las injurias más groseras, cuando no las obscenidades más repugnantes.
Para anunciar la salida de uno de estos periódicos, se ponía una vez en los lugares públicos un aviso que empezaba así, con referencia a don M. Gandarillas: “Tuerto, borracho, ladrón, etc.”.
No recordamos si en El Descamisado o en El Canalla se encuentran unos versos cuyo principio, refiriéndose al mismo caballero, es éste:
Se me saltó el ojo izquierdo
Con el humor de robar,
De beber y tunantear, etc.
En la biblioteca se encuentra el comprobante de lo que decimos. A don Manuel Rengifo y a otros aún se les trataba peor; pero el señor Lastarria parece creer que sólo El Hambriento insultaba.
“El partido liberal había surgido naturalmente de las reacciones y peripecias políticas”, etc. El partido liberal, y aún la palabra, fueron importados en Chile por don Manuel Gandarillas y don Diego Benavente, a su vuelta de Buenos Aires, y el primer periódico que se tituló Liberal fue escrito por Gandarillas.
“El pago del ejército, la contabilidad, la organización de los tribunales, de su fuero, y todos los demás puntos de este negociado, habían sido reglamentados con oportunidad y diligencia”. Reglamentar no es pagar, señor don Victorino. Diríjase usted a cualquiera de los militares y empleados de esa época, y ellos le dirán cómo andaba este negociado.
Nosotros hacíamos parte de aquel ejército y nuestro sueldo era de cincuenta pesos. Sólo recibíamos, como todo el mundo, buenas cuentas, las mayores de a veinte pesos.
A nuestro retiro del servicio se nos debía una cantidad considerable, que se nos cubrió con un papel contra pagarés de aduana; pero como para que a uno le llegara su turno era necesario hacer cola, y como a esta cola no teníamos esperanza de verle la raíz, por el inmenso número de acreedores más antiguos, tuvimos que vender nuestro documento, perdiendo por lo menos la mitad, al señor don Manuel Huici, próximo a ser Ministro de Hacienda. El negocio de compra de papeles lo hacían varios especuladores, de quienes eran víctimas casi todos los empleados.
“La sublevación militar que destronó a los liberales en 1829 vino a encontrar en pie esos preciosos trabajos”, etc. El señor Lastarria llama sublevación militar a una revolución nacional apoyada únicamente en un batallón incompleto, el Carampangue; en el Regimiento de Granaderos a caballo, igualmente incompleto, y en dos piezas de artillería, situada toda esta fuerza en el Sur de la República. El Gobierno tenía a la mano tres batallones, también incompletos, Chacabuco, Maipú y Pudeto; el Regimiento de Cazadores, el escuadrón de Coraceros, dos batallones de guardias nacionales, y una numerosa artillería, contando dos compañías situadas en Valparaíso. No contamos un regimiento o escuadrón, los hilvanados, que se organizó en esos días para reemplazar a los cazadores que con toda calma y en medio del día salieron de su  cuartel, situado, puede decirse, en el mismo palacio presidencial, para incorporarse a la división sublevada. La fuerza total con que se movió del Sur el general Prieto no llegaba a mil hombres, mientras el Gobierno tenía todo el resto del ejército, que, según el señor Lastarria lo ha dicho antes, ascendía a tres mil quinientos hombres; a lo que deben agregarse sus brillantes jefes y oficiales, que, sin agravio de nadie, puede decirse no los ha tenido superiores posteriormente nuestro Ejército.
Noten nuestros lectores que a esto llama el señor Lastarria sublevación militar, mientras el motín de Quillota, sin ninguna ramificación, según dice, lo llama revolución. Don Federico Errázuriz, en su Memoria sobre el año 28, dice que la revolución del 29 es la mayor después de la de la Independencia.
“El Congreso liberal instalado en 25 de febrero de 1828 había cerrado sus sesiones el 2 de febrero de 1829, después de haber dado la Constitución de la República y las leyes principales para su planteamiento, incluso la ley sobre abusos de libertad de imprenta, la mejor y más sabia que hasta ahora se haya dictado en los Estados que han tenido la pretensión de reglamentar el uso de la palabra escrita”. Esta ley de imprenta, que tanto alaba, y con razón, el señor Lastarria, rigió durante toda la administración del Gobierno reaccionario de Prieto, y cinco años del gobierno conservador de Bulnes. Fue reemplazada por la que ahora tenemos, año de 1874, por los recientes amigos del señor V. Lastarria y contra la decidida oposición de los retrógrados Tocornal  y García Reyes.
“Pero nada más digno de atención, entre esos trabajos públicos, que la Constitución sancionada por aquel Congreso (el de 1828). No es ésta ocasión oportuna de analizarla, pero sí lo es de expresar un voto de admiración y gratitud por aquellos legisladores”, etc. Para ser justo, señor Lastarria, su voto de admiración debía principiar por don José J. de Mora, autor único y exclusivo de esa Constitución. Su voto de gratitud debe ser para aquel Congreso que solo sancionó la Constitución.
“El Gobierno había ensayado sin tino la clemencia y el rigor, y al lado de los patíbulos de Trujillo, Paredes y Villegas, oficiales subalternos sorprendidos en conspiraciones militares, había puesto el perdón de otros conspiradores más tenaces y el disimulo de las faltas y de las traiciones de personajes que contaba por amigos.”
Aquel Gobierno sólo fusilaba soldados, cabos y sargentos. También fusilaba subtenientes, con tal que hubieran principiado su carrera desde soldados. [1].
A los conspiradores de más graduación y nobleza, aunque fueran reincidentes, se les hacía dar su paseo, por pocas semanas, en algún pueblo subalterno, con su sueldo respectivo, por su puesto.
El gasto del patíbulo lo costeaba la vil multitud o la clase abyecta, como llaman al pueblo los liberales de 1825, en un manifiesto: Los Estratócratas.
“El ejército insurrecto había llegado hasta las puertas de la capital a fines de 1829. Se apellidaba libertador, en tanto que los autores de esa revolución no tenían otro propósito que reaccionar contra la única administración liberal que había tenido la República”. De manera que para el señor Lastarria la administración del general Freire, en que por primera vez se daban a Chile libertad de imprenta, sufragio al pueblo y elecciones libres, no fue liberal, y esto a pesar de haber tenido por Ministros a don Joaquín Campino, a don Ventura Blanco, a don José María Novoa, a los generales Rivera, Pinto etc. Nosotros creíamos que si no en mérito de todo esto, a lo menos por haberse efectuado entonces dos hechos muy liberales: el asalto a media noche a los bienes de la Iglesia, y el destierro de un obispo, por motivos ridículos, debería el señor Lastarria acordar sus simpatías a esa administración. En cuanto al primer atentado, vemos, sin sorpresa, que más adelante tiene la aprobación del señor Lastarria.
No estará de más que se sepa que cuando aquel destierro tuvo lugar, el Director Freire se encontraba en Valdivia, de paso para Chiloé, y que el principal autor de esta medida fue don J. M. Infante, a quien el obispo Rodríguez había llamado dieciséis años antes, en presencia del Presidente Toro, rotoso...
La intemperancia liberal que se ha apoderado últimamente del señor Lastarria es capaz de conducirlo hasta negar el liberalismo de Marat, Carrier, Fouquier-Tinville y Cía.
“El Presidente Pinto no había tomado una sola medida contra la insurrección, y antes bien, había dejado el puesto, haciendo una renuncia en que formulaba como causales de su separación las mismas que los revolucionarios invocaban para justificar su movimiento. No era extraño: una fracción de los pelucones, que entonces se llamaban de los o’higginistas, se había aprovechado de la liberalidad y de los puestos que en él tenía para insinuarse en el ánimo del general Pinto”, etc. Algunas líneas más adelante se lee: “El ilustre general Freire se había negado a mandar aquel puñado de valientes (el ejército liberal), porque sus relaciones con Benavente y los demás estanqueros lo tenían neutralizado” etc.
El señor Lastarria es inflexible; una fracción de o’higginistas disponía a su antojo del general Pinto, hasta el extremo de hacerle llamar infractores de la Constitución a sus amigos los liberales que componían la inmensa mayoría del Congreso.
Don Diego Benavente y algunos estanqueros disponían también del general Freire. Los convertirá en autómatas antes de confesar que esos jefes importantes volvieron la espalda al partido liberal en fuerza del descrédito que ciertos hombres le imprimían, esterilizando los esfuerzos de honradez y patriotismo del general Pinto.
“La votación del Congreso debía de terminar la elección de Vicepresidente. Dos o’higginistas, Ruiz Tagle y el general Prieto, al cual habían logrado aquéllos colocar en el mando del Ejército, habían obtenido votos con don Joaquín Vicuña, que era el candidato liberal. El Presidente se empeñaba por el primero, pero el Congreso eligió al último. He aquí la causa del rompimiento entre el Congreso y el Presidente. Los o’higginistas no se conformaron y la revolución estalló aclamando la nulidad de la elección y protestando contra el despotismo del Congreso.”
Para ser más lacónico y exacto debía el señor Lastarria haber dicho: no habiendo obtenido ninguno de los candidatos a la vicepresidencia los votos requeridos, y teniendo el Congreso en estos casos la facultad de elegir entre ellos, fue elegido por la mayoría liberal el que había obtenido menos votos en las elecciones populares, porque así convenía al partido, que no era tan necio como los electores que se habían pronunciado por Tagle, que no era de la cofradía.
Después de los tratados de Ochagavía y antes de la batalla de Lircay, hace el señor Lastarria la siguiente observación: “Aquélla era propiamente la primera guerra civil que había manchado la historia de Chile después de su independencia.”
La palabra propiamente se ha puesto aquí con la intención de no tomar en cuenta la batalla dada a inmediaciones de Santiago entre los Carrera y O’Higgins en 1814, con la circunstancia agravante de que cuando esto tenía lugar, el ejército de Osorio venía, puede decirse, sirviendo de retaguardia a la división del último. Allí se vio con dolor pelear en distintas filas a los dos hermanos Freire; don Ramón, teniente entonces, venía con O’Higgins
No tomamos en cuenta la revolución de Figueroa, anterior, y que se encuentra en el mismo caso.
“La policía de Santiago, después de la caída del partido liberal, quedaba organizada para perseguir, por medio de un reglamento que atribuía a los vigilantes numerosas y temibles facultades. El ejército estaba bien pagado”, etcétera.
La organización de la policía también es un cargo que el señor Lastarria hace a la administración de Portales. Tiene razón: cuánto mejor estábamos dos años antes, cuando era preciso felicitarse el día en que en el pórtico de la cárcel sólo aparecía un cadáver apuñalado, cuyo asesino quizá estaba entre los curiosos espectadores, o cuando como antes hemos dicho, el canónigo Navarro decía en plena Cámara, en presencia de varios jueces: “año, 1828, ¡hemos tenido ochocientos asesinatos en Santiago!”
Atengámonos a las primeras palabras: “La policía de Santiago quedaba bien organizada”; lo demás no es otra cosa que las mismas majaderías que aun hoy se repiten contra ese cuerpo.
El señor Lastarria dice que el ejército estaba bien pagado. ¡Pobre ejército! Esto prueba que antes no lo estaba, lo que daba lugar a continuos motines de cuartel y a escenas ridículas en los congresos, que no lo referimos por vergüenza y por no alargar más este escrito. Desde el año 30 desapareció de las puertas de las cajas, ahora Correo, una nube de oficiales que obstruían el paso a todas horas del día para preguntar, siempre inútilmente: ¿hay plata? Es de advertir que cuando había, sólo era para recibir buenas cuentas, que lo que era sueldo íntegro, jamás.
En ese tiempo don José Miguel Infante presentó una moción a la Cámara, que debe estar en el archivo, para que las entradas fiscales se repartieran entre todos los empleados, rata [a prorrata] por [cierta]  cantidad; pues, según decía este señor, las oficinas pagadoras habían dado en la flor de pagarse íntegra y mensualmente, lo que ocasionaba disminución para los otros, que eran pagados como ya hemos visto. No faltan viejos en el día que, cuando se trata de algún negocio con un militar, lo miran de arriba abajo, porque creen que aún estamos en aquellos tiempos felices.
“En septiembre de 1830 había devuelto (el Gobierno) a las comunidades de regulares los bienes que por la ley de septiembre de 1826 se había mandado vender, tomando aquella resolución a consecuencia de las solicitudes que al efecto habían hecho las municipalidades de Santiago y Concepción, y que el Ejecutivo había recomendado. Esta manera de iniciar reformas retrógradas por medio de solicitudes...”, etc. En el diccionario político y económico del señor Lastarria, retrógrado significa devolver lo ajeno, sobre todo cuando es robado. Dios nos libre de que las teorías del señor Lastarria hagan fortuna en Chile.
“La porción retrógrada de nuestra sociedad, por tanto, ha tenido varios hombres grandes de su gusto que admirar, pero ningún estadista a quien la historia deba aplausos.”
¿No nos haría, el historiador, la gracia de decirnos cuántos estadistas ha producido su porción liberal?
“Los documentos públicos de esa época nos dan, pues, noticias de cinco revoluciones abortadas en ese tiempo mismo”, etc. El señor Lastarria, que nos da cuenta de cinco revoluciones abortadas en dos o tres años en tiempo de Portales, haría un servicio a la historia enumerando las que tuvieron lugar desde 1827 a 1829. Estas últimas no abortaban, a pesar de su repetición; nacían a su debido tiempo y por con siguiente dieron sus verdaderos resultados de hacha y bala.
En tiempo de ese Gobierno tuvo lugar una revolución de nuevo género, la de los inválidos, por falta de pago. También costó sangre sofocarla, por el coronel Rondizzoni, brillante oficial de Napoleón.
Al hablar el historiador de la expedición que desde el Perú emprendió el general Freire sobre Chiloé, en 1836, dice: “La gran mayoría de la nación, no obstante, estaba a la expectativa de los sucesos, haciendo votos en el fondo de su corazón por el buen éxito de la empresa de los liberales, cuyas desgracias los habían hecho altamente simpáticos; pero como el temor inspirado por la política del Gobierno había aniquilado el espíritu público e introducido la desconfianza, todos callaban y disimulaban sus esperanzas”.
El señor Lastarria atribuye a los liberales en esta empresa una parte, principal y, sin embargo, la verdad es que nada hicieron ni antes ni después de emprendida, siendo todo ello obra sola del general Freire; y esto es tan cierto, que antes de hacerse a la vela, se dirigió desde Lima con preferencia a don Diego Benavente y a otros que no eran liberales, y con quienes no estaba hacía mucho tiempo en relaciones.
Tan poco se hizo por la empresa, que el general Freire cayó en manos del Gobierno en Chiloé, sin haber recibido un aviso, que no se intentó siquiera, que pusiera en su conocimiento la defección del mejor buque que traía, y en el mismo que tuvo tiempo sobrado el Gobierno para hacerlo tomar por el coronel Cuitiño. Mil pesos, quizá menos, habrían salvado al general Freire de la humillación de hacerse sacar de un buque ballenero en que se había asilado y de sus sufrimientos en la bahía de Valparaíso; pero ya se ve: más fácil es disimular sus esperanzas que gastar mil pesos.
Se empeña el señor Lastarria en contar al general Freire en las filas liberales; sin embargo, lo contrario es lo cierto. El general Freire era liberal en obras, no en discursos hablados o escritos; y cuando por circunstancias imprevistas se unió a ese partido, fue para arruinarse, como veinte años más tarde sucedió a los generales Cruz y Baquedano.
Tan poco liberal de esa escuela era Freire que el general Prieto, pelucón, no se habría movido del Sur si no hubiera estado seguro de su cooperación contra el Gobierno de entonces; daremos algunas pruebas al señor Lastarria, que es el único que parece ignorarlas.
Cuando el 7 de noviembre de 1829 se hizo la poblada contra el Gobierno liberal, que tuvo lugar en el edificio del consulado, ¿qué nombre fue el primero que se proclamó para componer la junta revolucionaria que debía reemplazar a ese Gobierno? El de Freire, que aceptó, o más bien que ya había aceptado. Cuando llegó el caso de que los ejércitos, pocos días después, apelaran a las armas, nos ha dicho ya el señor Lastarria: “El ilustre general Freire se había negado a mandar a aquel puñado de valientes”, es decir, al ejército liberal; y cuando un mes después se celebraban los tratados de Ochagavía, el ejército revolucionario nombraba al mismo general Freire como su primer plenipotenciario.
También admitió este cargo.
Todo esto lo ha dicho ya el señor Lastarria, y, sin embargo, no dejará de insistir en contar entre sus liberales a la persona que fue la causa principal de que ese partido fuera destronado, como lo dice más arriba.
Más tarde tomó el mando del ejército liberal, y, sin necesidad de variar de opinión, cumplió con un deber sagrado, a que el jefe del ejército revolucionario había faltado con pretextos frívolos. Su estrella se eclipsó porque no había nacido para triunfar en guerra fratricida.
Al dar cuenta de la guerra que hizo Chile a Santa Cruz, dice el señor Lastarria: “Así es que en esa época, en que el Gobierno apelaba al patriotismo para salvar el honor nacional empañado, los enemigos del Gobierno acudían también al patriotismo para reconquistar las libertades públicas, conspirando a merced de la situación. No había en esto sino un resultado muy lógico de la política restrictiva e inflexible del Ministro Portales, que le enajenaba la voluntad de la gran mayoría y lo hacía antipático aún en la empresa más patriótica que había acometido”.
Poco honor hace a los liberales el señor Lastarria, a quienes supone conspirar cuando se trataba de salvar el honor nacional empañado. Si hubo entonces conspiradores, es muy lógico colocarlos al lado de Talleyrand, Bourmont y Fouché, insignes traidores que se aliaban con los extranjeros para conspirar contra Napoleón, so pretexto de libertar a la Francia de su tiranía. Las palabras del señor Lastarria nos advierten que para ciertos liberales hay dos patriotismos opuestos entre sí: el que se sacrifica por la patria y el que conspira contra ella.
“En noviembre de aquel año denunciaba el Ministro ante el Congreso una nueva conspiración, la más atroz que hasta entonces se había descubierto, porque estaba fundada en el propósito de asesinarlo.”
El historiador bautiza con el nombre de conspiración el simple hecho de un asesino consuetudinario, sorprendido con el puñal en la mano, de noche y a inmediaciones de la habitación del Ministro. Por lo demás, el señor Lastarria se equivoca calificando lo que él llama conspiración, la más atroz que hasta entonces se había descubierto. Ha olvidado la que ha pasado a la historia con el nombre significativo de revolución de los puñales, anterior al intento de asesinato y verdaderamente atroz por sus horribles propósitos. Esta, cosa rara entonces, no había sido denunciada; sólo fue descubierta, en el momento de ponerse en ejecución, por un rarísimo accidente. Por las calles de Santiago se pasea el autor de este casual fracaso. [2].
“El Gobierno arrastró a las cárceles y al presidio de Juan Fernández a multitud de ciudadanos, haciendo cesar un periódico independiente que se había fundado con el título de El Barómetro.” Al hacer esto, el Ministro Portales seguía el ejemplo que el Gobierno liberal había dado antes en plena paz, aprisionando a M. Chapuis, redactor de El Verdadero Liberal, y reteniéndole en prisión después de absuelto por al jurado.
Para que la imitación fuera más completa, la administración reaccionaria, al aprisionar y confinar ciudadanos, debía tener presente lo que se había hecho antes por el Gobierno liberal con don Aniceto Padilla, sacado por el mayor Quezada en medio del día de casa de don José Miguel Infante, donde estaba de visita, por suponerlo inspirador de este caballero, otro liberal por fuerza, que hizo la guerra más tenaz a la administración liberal del general Pinto... Véase El Valdiviano Federal.
Padilla fue inmediatamente extrañado de Chile, como hemos dicho, sin que se le siguiera causa alguna.
Aquí es ocasión de recordar lo que antes hemos leído en una nota del folleto: “El Araucano, dirigido entonces por don Manuel José Gandarillas, tratando de refutar un luminoso y patriótico  artículo de don Ventura Marín contra la reforma de la Constitución del 28...”, etc. Es decir, que aquel Gobierno, cargado de maldiciones por el señor Lastarria por su tiranía, franqueaba las columnas del periódico oficial para que se atacara lo que más interesaba a su política.
El Gobierno del señor Pérez, el más libre que ha tenido Chile, dudamos mucho que hiciera otro tanto.
“Un mes después ya esos consejos manchaban nuestra historia con la sangre de tres víctimas acusadas de una conspiración aislada, sin elementos, sin acto alguno que la comprobase; y tres meses más tarde caían otros nueve desgraciados bajo la cuchilla de aquellos sangrientos tribunales... No toquemos el velo del olvido que encubre tan atroz hecatombe ofrecida en aras del despotismo. Lloremos sí el extravío de la política que busca el respeto de las instituciones en la violación de las leyes sacrosantas que aseguran los derechos naturales del hombre.”
El señor Lastarria, que no tuvo una sola palabra de compasión al dar cuenta de los patíbulos de Trujillo, Paredes y Villegas, oficiales subalternos, inmolados por el Gobierno liberal, nos invita a llorar el extravío de la política que más tarde mandó al suplicio [a] nueve víctimas. A nuestro turno, nosotros le suplicamos reserve algunas lágrimas para una hecatombe, tres veces mayor, que tuvo lugar en una sola vez en Chiloé, y en tiempo del Gobierno liberal, por conato de conspiración; pero “no toquemos el velo del olvido”.
Al concluir el señor Lastarria su Juicio Histórico da cuenta de la muerte de don Diego Portales, y continúa:
“Al anochecer del día 6 llegó a Santiago la noticia de los sucesos de la mañana, y gran multitud de gente se agolpó a las puertas del palacio del Presidente, que estaban cerradas. Todos guardaban silencio y se comunicaban en secreto; la noche era tenebrosa, húmeda y fría, y aquellos grupos de hombres embozados e inmóviles hacían más siniestras las sombras. De repente las puertas se entreabrieron y el coronel Maruri pidió al pueblo en nombre del Presidente que se retirara: “El Ministro ha sido asesinado”, dijo, y volvió a cerrar con estruendo las puertas. Un rumor sordo, prolongado, parecido al eco del huracán, llenó los ámbitos; era un viva a media voz, un viva inhumano, terrible, pero espontáneo y demasiado expresivo de la opinión que rechazaba la dictadura.”
No sabremos decir el efecto que ha causado en nosotros esta mentirosa narración, que con sus afeites de melodrama no es más de una vulgar invención para deslumbrar al lector, encubrir la ignorancia de los hechos, por no decir el odio a las personas.
Es de advertir que el folleto de que nos ocupamos se ha escrito viviendo aún gran número de personas contemporáneas del suceso; pero se ha contado, y con razón, por lo visto, con la impasibilidad de nuestro carácter, que a veces raya en la más fría indiferencia. El viva es completamente falso. El único efecto que produjo la noticia dada por el coronel Maruri, conocida ya de muchos, fue un doloroso silencio. Lo contrario sólo habría sido digno de un pueblo infame y cobarde. Chile no es ni lo uno ni lo otro...
Veinte años antes, y en esa misma plaza, se había ejecutado un gran acto de justicia en la persona de un agente subalterno de la tiranía, el odioso San Bruno; y sólo habían transcurrido dieciséis años desde la muerte de Benavides, criminal, insigne, sin rival por los inmensos males que hizo sufrir a Chile, y que pagó en la horca, suplicio aplicado por última vez.
El pueblo de Santiago, innumerable en ambos casos, que no tuvo una palabra injuriosa para aquellos feroces verdugos, ¿la habría tenido para Portales después de muerto?
Esto podría concebirse persuadiéndonos de que en treinta años de vida republicana sólo habíamos conseguido convertirnos en antropófagos.
Chile estaba entonces dividido en dos partidos: el conservador, que era Gobierno, y el liberal, que era la oposición. Es claro que el grito salvaje no pudo ser por el primero, del que era jefe Portales; luego debió serlo por el segundo... Ni por uno ni por otro, decimos nosotros, y es la verdad. El historiador no advertía que la infamia de esta conducta echaba una mancha indeleble sobre el partido liberal, al que parece pertenecer, y al que jamás sus más encarnizados enemigos han podido con justicia atribuirle un solo acto deshonroso.
Concluiremos este episodio con el testimonio de un testigo intachable y muy conocido en Chile.
En aquellos momentos no estábamos en la plaza de Armas, pero el señor don Bernardo Alzedo nos llevó la noticia a nuestra casa esa misma noche. Esta circunstancia nos ha hecho dirigirle una pregunta, en carta de agosto de 1874.
Su contestación, fechada desde Lima, es la que a continuación copiamos, del mismo mes y año:
"Sobre la noticia que dio Maruri de la muerte de Portales, recuerdo habérsela llevado yo a usted, con la observación de no haber ni un viva, ni gritos a este respecto. Dígalo usted que yo se lo comuniqué como he dicho".
La primera noticia que hemos tenido del viva es la que da el autor de Don Diego Portales.
Concluye su Juicio Histórico el señor Lastarria diciendo: “Si nos ha faltado tino en la exposición, no nos ha abandonado la imparcialidad para aplicar los juicios que nos han dictado nuestros principios y convicciones. Si hemos herido recuerdos simpáticos, habrá sido a nuestro pesar, no por odio ni por mala voluntad. Respetamos al personaje y su memoria, y respetamos sus intenciones”.
La imparcialidad del señor Lastarria es ejemplar, como ya lo han visto nuestros lectores, y como podrán verlo con más extensión en el folleto. A vuelta de declamaciones y reticencias, encontrarán en cada página los amables adjetivos de  estanquero, reaccionario, godo, servil, fanático, etc., aplicados al partido conservador. Pero todo esto nada significa, porque este caballero advierte que lo hace sin odio ni mala voluntad...
El Congreso Constituyente, de que con tantos elogios nos habla el señor Lastarria, era digno de que algún curioso hubiera escrito su rara y sucinta historia, donde abundan las ridiculeces y las más increíbles miserias.
Sus primeras sesiones tuvieron lugar en Santiago, y en una de ellas oímos el disparate más solemne que ha pronunciado boca humana. El diputado liberal don Manuel M... era uno de los tres únicos de ese Congreso que se oponían a que  se trasladase a Valparaíso.
Agotada la discusión, pidió aquel señor la palabra, y dijo textualmente lo siguiente:
“Todo el mundo está en expectación nuestra: ¿quién nos asegura que, estando el Congreso en Valparaíso, no venga una expedición de España y agarre a los diputados y se los lleve?”
Gran trabajo tuvo don José María Novoa, que presidía, en ahogar una gran carcajada de la Cámara y de la barra. El señor don Manuel Carmona, que, en compañía de don Francisco Solano Pérez, ya muerto, hacía sus primeros ensayos como taquígrafo, y que reside en Valparaíso, no ha de haber olvidado este incidente.
Dos años después, año 30, el respetable padre Mujica, dominico, que por encargo de su convento se había trasladado entonces a Valparaíso para gestionar la devolución de las propiedades de que se había apoderado hacía cuatro años un Ministro liberal, nos mostraba una carta, tapando la firma, en que un diputado le decía: “Anoche he quedado debiendo cien onzas; si su paternidad me las facilita, puede contar con toda seguridad con mi voto”.
En esos días llegó la noticia de estos célebres legisladores que el Gobierno podía disponer de dos mil pesos que destinaba al pago de las viudas que recibían pensiones del Gobierno. Los Solones y Licurgos de Valparaíso, a quienes no se había cubierto sus dietas, cuatro pesos diarios, se dirigieron al Presidente Pinto, reclamándolas con urgencia. El Presidente se disculpó alegando el destino sagrado a que estaba comprometida esta suma; pero tuvo que ceder a la exigencia del Congreso, que obtuvo, no sólo que se le diera la razón, sino, lo que vale más, ¡los dos mil..!
En los diarios de ese tiempo se encontrarán los documentos de este arduo negocio...
Apéndice
El mismo amigo de que antes hemos hablado, nos leía hace poco algunas páginas de un libro del señor Vicuña Mackenna en que se trata de don Diego Portales. De esas pocas páginas sacamos en limpio que, si el señor Lastarria lo pinta como un ministro sin piedad que se burla de la desgracia que causa, el señor Vicuña exhibe una especie de truhán, a quien no sabemos si le hace tamborear en las arpas de las chinganas.
El haber perdido el pelo a la edad de cuarenta años le ha valido, por parte del señor don Benjamín, ser comparado, por sus costumbres, con uno de los tipos más acabados de la corrupción antigua, con César. Mejor librado habría salido teniendo un ojo menos, pues entonces le habría buscado su igual en alguno de los cuatro tuertos célebres del paganismo, que hacen gran papel en la historia sin haber dejado más recuerdo odioso que el de su astucia.
__________
[1]
Alusión a un Paredes y a un Trujillo fusilados en el Tajamar. Volver.
[2]
El loco Godoy, oficial de artillería en tiempo de los pipiolos, dado de baja en Lircay. El sitio de la conspiración fue la calle Bandera, acera oriente, donde estaba reunido con el chilote Velásquez. Al silbido del pito del policía arrancaron. Volver

XIX. Los Chismes y la Historia. Rectificaciones a la Memoria Chile Bajo el Imperio de la Constitución de 1828
“Toda buena crítica histórica descansa sobre dos fundamentos; los testimonios y la verosimilitud”.
Thiers.
Después de escrito este artículo hemos caído en cuenta de que, versando todo él sobre la revolución de 1829, “la más grande después de la de la Independencia”, debíamos decir algo, aunque someramente, sobre el estado del país al tener lugar aquel acontecimiento que tanto ha influido en la suerte de nuestra patria.
Pero no estando seguros de hacer con acierto estas apreciaciones y temiendo alargar este escrito, acudiremos a unas pocas palabras que decíamos en el número 5 de La Estrella de Chile, a propósito de aquellos tiempos:
“En cuanto a nosotros, recordamos aquella época, sin reticencia, como la más feliz de nuestra vida. Vivíamos en perpetua excitación por la frecuencia de sucesos variados e interesantes, aunque no felices para Chile.
“Nuestra primera diligencia entonces era, al salir de nuestra casa, dirigirnos a la Plaza de Armas, a saber noticias, y pocas veces perdíamos nuestro viaje; pues, cuando no había novedad en Santiago, las provincias se encargaban de suplir esta falta. ¡Qué época aquélla!”
Algunos apreciables amigos nos han puesto en un tácito compromiso con los lectores de nuestros Recuerdos de Treinta Años. Ellos han llevado su amabilidad hasta anunciar por la prensa que nos ocupábamos en compaginar algunos artículos que debían formar la “segunda parte” de aquella publicación.
Nos hallamos, pues, en el caso de no ser descorteses, y hemos emprendido este trabajo, que para otros sería un juguete.
El material de que para esto disponíamos era poco abundante, y a fin de formar un pequeño volumen, nos hemos visto en la necesidad de recurrir a las vejeces que conservamos en nuestra memoria, o a los escritos de personas que nos recuerdan hechos antiguos, que hemos presenciado y sabido en el momento en que tenían lugar.
Pero como estos hechos los sabemos en muchos casos de distinto modo del que son referidos en esos escritos, nos hemos tomado la libertad de rectificar (no encontramos otra palabra para expresarnos) algunos de ellos.
Entre las publicaciones a que nos referimos, se encuentra una Memoria escrita por el señor don Federico Errázuriz, actual Presidente de la República, que emprendió esta obra por encargo del señor rector de la Universidad, dejando a la elección del escritor el tema de ese trabajo.
El autor tituló su Memoria: Chile Bajo el Imperio de la Constitución de 1828.
Este libro nos fue obsequiado, a solicitud nuestra, por un deudo inmediato del señor Errázuriz.
Nos llamó la atención desde luego su marcada parcialidad, no sólo en las apreciaciones, sino también en el modo de referir los sucesos. Las repetidas manifestaciones de odio al partido pelucón y de tierno cariño al partido pipiolo, atendidas las circunstancias del autor, nos parecieron, por lo menos, inverosímiles por su excesiva exageración.
Sea de esto lo que fuere, lo que ahora hemos hecho no ha sido más que dar mayor extensión a los apuntes que entonces hicimos al margen del libro de que ahora se trata, no por defender al partido pelucón, al que no pertenecíamos ni podíamos pertenecer, sino en obsequio de la justicia y de la verdad.
Por espacio de treinta años formamos de último soldado en las filas liberales, no tanto a título de liberales, sino a título de opositores, porque, por instinto y aún antes de haber leído a Chateaubriand, practicábamos su máxima: “La razón del más fuerte me ha hecho ponerme siempre de parte del más débil, porque no puedo soportar el orgullo de la victoria”.
El señor Errázuriz hace referencia, en la página 19 de su Memoria, a una escena que tuvo lugar en el salón principal del Consulado, dos o tres días después de haber entrado triunfantes en Santiago, julio de 1828, los cuatrocientos hombres que, al mando del coronel Urriola, habían derrotado al Vicepresidente Pinto en el llano de Maipo.
Con pasmosa credulidad, el historiador se hace eco de falsedades orales o escritas, que la más mínima atención habría sido suficiente para desechar.
En la página 20 dice:
“No es posible pasar en silencio un rasgo magnífico de este episodio revolucionario. En esos momentos de angustia para todos los corazones, los miembros de la asamblea provincial de Santiago juzgaron oportuno constituirse [en] mediadores entre el Gobierno y los revolucionarios. Reunidos, al efecto, en presencia del pueblo, en la sala de la asamblea, con comisionados de los amotinados, uno de éstos principió su discurso diciendo que no podía haber tratados entre vencedores y vencidos. Instantáneamente fue interrumpido por el ciudadano don Pedro Palazuelos Astaburuaga, que con esfuerzo poderoso exclamó: “¡El pueblo jamás es vencido! ¡Grito sublime de la inspiración! ¡Arranque espontáneo y generoso del alma, que, haciendo eco en todos los corazones y tocando sus fibras más delicadas y sensibles, fue repetido inmediatamente con profundo entusiasmo por millares de voces! Ese grito elocuente y solemne interrumpió y puso fin a la reunión, saliendo el pueblo de la sala a las aclamaciones ardorosamente repetidas: “¡El pueblo no está vencido! ¡El pueblo jamás es vencido!”
Todo este ditirambo está fundado en un hecho o, más bien, en una palabra inventada por los amigos de aquel Gobierno al día siguiente del suceso. Ya que la falta de atención no ha hecho sospechar al escritor el embuste, nosotros, que estábamos presentes, referiremos el hecho tal como fue.
Los tres comisionados por los revolucionarios para entenderse con la asamblea provincial fueron don José Miguel Infante, don Nicolás Pradel y don Manuel Magallanes.
El primero que tomó la palabra fue el señor Infante. Principió por hacer cargos graves al Congreso, que funcionaba en Valparaíso. Este discurso fue, teniendo presente el estado de los ánimos, excesivamente largo e inconducente.
En seguida habló el señor Pradel, quien, con el fuego y energía que aún no ha perdido, dijo: “Se nos ha llamado para una transacción, a la cual yo no le encuentro una base razonable. ¿Qué transacción puede haber entre un vencedor y un vencido?” Estas palabras fueron interrumpidas por el señor Palazuelos con estas otras: “El Gobierno no está vencido”.
- Sí lo está - contestó Pradel.
- No lo está - replicó Palazuelos.
Cada cual de esta inmensa concurrencia, dividida en dos partidos, repitió, de estas palabras, la que más cuadraba a su opinión.
Quien no está cegado por el espíritu de partido conoce que el vencido a que se refería el señor Pradel no era ni podía ser otro que el Gobierno, que acababa de ser derrotado, y no el pueblo, que no tenía para qué venir a cuenta.
Pero, aun cuando el pueblo hubiera sido vencido, cosa siempre difícil de comprobar, y que a veces sucede, por más que diga el historiador, no es el señor Pradel un necio para repetírselo, con insistencia, en sus mismas barbas.
Hace dos o tres años leíamos un escrito en que se mencionaba esta majadería. Con este motivo nos dirigimos al señor Pradel, residente como hasta hoy en Valparaíso, diciéndole que ya era tiempo de poner atajo a la repetida circulación de esta mentira. Este señor nos contestó: “Estoy tan acostumbrado a la falsificación de nuestra historia, dictada con frecuencia por la cocinera de casa, que ya nada de lo que se escribe me sorprende”.
A esto, y no más que a esto, queda reducido el grito sublime y elocuente repetido por millares de voces.
Continúa la Memoria: “Ciudadanos notables por sus antecedentes y recomendables por sus cualidades eran aquellos de que el Vicepresidente se había rodeado, llamándolos al servicio de los diversos Ministerios de Estado. Don Carlos Rodríguez, abogado de crédito, Senador y Ministro de la Suprema Corte de Justicia, manejaba la cartera del despacho en los ramos del Interior y Relaciones Exteriores”.
Un hecho, el primero que se nos ocurre, probará al lector cómo era tratado el señor Rodríguez por los mismos hombres a quienes prestaba sus servicios.
A mediados o a fines de 1827 aparecieron, después de mediodía, en el patio del Consulado, varios grupos de amigos del Gobierno, que en el espacio de dos horas aumentaban o disminuían alternativamente, hablando con reserva y en voz baja, a consecuencia de la entrada o salida de ciertos agentes que comunicaban a los grupos órdenes o noticias.
Al cabo de esas dos horas, esta reunión misteriosa concluyó por disolverse, dejando a los curiosos sin saber qué pensar de lo ocurrido.
En la noche de ese día circuló en el público que aquello había sido un proyecto de poblada, organizada por el Gobierno para pedir la caída del Ministro del Interior, don Carlos Rodríguez, y la del juez de letras don José Gabriel Palma.
Es de advertir que el señor Rodríguez, cuando estalló la revolución de Urriola, no se separó un momento del lado del Presidente Pinto, desplegando gran valor y energía cuando los partidarios del éxito flaqueaban.
La poblada fracasó por falta de cooperadores, pero sirvió para dar a conocer qué clase de Gobierno tenía Chile. Muchos amigos le volvieron la espalda, los vacilantes se hicieron enemigos.
Este hecho, muy notorio entonces, lo leíamos algunos meses después, año 29, con minuciosos detalles, en uno de los primeros números de El Sufragante, periódico serio, redactado por don Manuel Gandarillas.
El señor Errázuriz, que carga de maldiciones al partido pelucón (este adjetivo se repite hasta el fastidio) cuándo, a su parecer, infringe la Constitución, sólo tiene disculpas cariñosas y aun elogios mal disimulados cuando menciona la enorme infracción cometida por el Presidente Pinto que, arrebatando sus facultades al Congreso, dio una amnistía de su propia autoridad, contra el texto expreso del artículo 46, inciso 13, de la Constitución de 1828.
Con este criterio, o más bien, con estos dos criterios, ¿puede esperarse imparcialidad y justicia en el historiador?
He aquí, pues, que la adorada Constitución del 28 tuvo como estreno una flagrante infracción. Por desgracia no fue la única.
El capítulo IV de la Memoria empieza con una digresión sobre los partidos de esa época, 1829, dando cuerpo a una sombra que llama partido monarquista y que tenía por jefe a don José Antonio Rodríguez Aldea, por haber sido secretario de Gaínza en 1813, sin recordar que este mismo godo había dado las pruebas más notorias de patriotismo, aun antes de ser Ministro del Director O’Higgins.
Si entonces había quien opinara por la monarquía, en el día no falta quien piense lo mismo, sin que a nadie se le ocurra decir que en Chile hay un partido monarquista.
Si el haber servido al rey es un motivo para ser calificado como monarquista, raro, rarísimo sería el hombre notable de ese tiempo a quien no pudiera llamársele godo. Pero el historiador ignora lo que todo el mundo sabe...
El folleto enumera seis partidos más o menos numerosos, pero todos ellos enemigos del Gobierno liberal ¿Qué tal Gobierno sería ése?
“Esos partidos necesitaban un jefe que manejase tantos elementos dispersos, haciéndolos servir de concierto al fin que se proponían. En un principio se lisonjearon con atraerse al general Freire, explotando los celos y sentimientos personales que abrigaba contra el general Pinto.”
No es ésta la única imputación ofensiva que el folleto hace al general Freire. A las pocas páginas más adelante dice, al dar cuenta de una junta de guerra a que asistió este general: “Freire creyó, o fingió creer”, etc. ¡De manera que, para el historiador, Freire era hipócrita y envidioso! Esto no se rectifica, y los elogios alegóricos que vienen en seguida no lavan esas injurias: “La alabanza se pone aquí para que pase la injuria, y el movimiento del incensario, para justificar el bofetón”.
Al dar cuenta de la reunión que tuvo lugar en el Consulado el 7 de noviembre de 1829, con pormenores inexactos, se hace una imputación deshonrosa al señor Prado Montaner, Intendente de Santiago en esa época.
La calumnia de que el historiador se hace eco ha tenido que ser confesada paladinamente ante los respetables y numerosos testimonios exhibidos por el señor don Francisco Prado Aldunate, hijo celoso de aquel funcionario.
Si el señor Errázuriz hubiera concretado en su escrito sus asertos, no sería ésta la única palinodia  que habría tenido que cantar.
La numerosa reunión del 7, compuesta de las personas más respetables de Santiago, menos una, “nombró una Junta de gobierno compuesta del general Freire, en quien residiría el mando de la fuerza armada; de  don Francisco Ruiz Tagle, y de don Juan Agustín Alcalde”. Estos dos señores habían hecho un notable papel en la revolución del año 10.
Ya verá, pues, el lector, que no en vano se lisonjeaban los pelucones contando con la decidida cooperación  del general Freire, que no habría sido nombrado sin su previo consentimiento.
“Libres ya de todo cuidado, levantaron un acta, en la que, después de diversos considerandos, que establecían las pretendidas infracciones de la Constitución...”, etc.
Entre estas pretendidas infracciones está la que el escritor confiesa, con ciertas reticencias, en la página 62: la célebre amnistía, y las que calla, como la de obligar al Congreso a reunirse en Valparaíso, a petición de la minoría pipiola, etc.
En efecto, el acta la dictó don Manuel Gandarillas, y la escribió don Manuel Cavada, que ocho años más tarde debía morir, mártir de su lealtad, al lado de don Diego Portales.
La reunión del Consulado nombró una comisión que pusiera en conocimiento del señor don Francisco Ramón Vicuña, que se decía Vicepresidente interino, que el vecindario de Santiago desconocía todas las autoridades, incluso la del mismo señor Vicuña, por su origen ilegal, y que acababa de nombrar una junta de gobierno, etc.
El señor Vicuña se negó a reconocer la junta, y los comisionados volvieron al Consulado a dar cuenta de lo sucedido. En vista de esta negativa, el concurso se dirigió a la sala de Gobierno, cuya entrada no pudo impedir la guardia.
“En el momento son invadidos el patio del palacio y las salas del Gobierno, y al bullicio de una gritería destemplada, mediante la cual cada uno pretendía hacerse oír y valer, el desorden aumenta y toma por momentos mayores proporciones. El señor Vicuña se negó a dar su dimisión, que era lo que se le exigía, y se retiró del salón.
“En este momento se oyen grandes gritos y fuertes voces que aclamaban al general Freire en las puertas de la plaza y de los patios del palacio. Efectivamente, se presentaba este personaje vestido de todas sus insignias, pues lo habían ido a buscar y lo traían los pelucones para valerse de su prestigio. Con su presencia se calma el tumulto, se restablece el orden e impera el silencio, donde poco antes reinaban la confusión y la algazara. En el exceso de su entusiasmo toman en brazos al general Freire, que fue conducido así hasta la sala de Gobierno por dos hombres aparentes por su corpulencia y robustez, el clérigo Meneses y don Agustín Larraín. Llegados a la sala y agobiados de fatiga, depositan éstos su carga en la silla presidencial, con tal precipitación, que quebraron a ésta los brazos.”
Trabajo nos ha costado llegar al fin de esta inverosímil y falsísima narración. En ella, como en muchas otras partes de la Memoria, está de manifiesto hasta dónde puede llegar una idea preconcebida y mal intencionada...
Esta misma idea no ha permitido dudar de nada al historiador. Dado el caso de que los dos Hércules hubieran podido salvar con su carga, y al través de largas escaleras, la gran distancia que separaba el patio de la silla presidencial, el general Freire, ¿habría permitido que se ajara su persona hasta ese extremo? La respetable reunión que acababa de elevarlo al más alto puesto de la República, y que tenía por él una especie de culto, ¿habría permitido, ni a pretexto de entusiasmo, tal ultraje? Pero está visto: infieles consultores han abusado de la credulidad del historiador, muy dispuesto a dejarse engañar.
Añadiremos aún otro dato, a saber: que de las doce o quince personas que aún viven y que tomaron una parte importante en esos acontecimientos, firmando el acta del 9 de noviembre, nos permitieron nombrar algunas que residen en Santiago, y que ni vieron ni oyeron, estamos seguros, hablar de la silla rota; son los muy respetables señores don Rafael Valentín Valdivieso, seglar entonces; don Manuel Montt y don Manuel Camilo Vial. Nos parece inútil nombrar otros.
En el mismo capítulo antes citado, párrafo Vil, dice la Memoria: “El motín popular del día 7 había sido, pues, de estériles resultados para sus autores”.
Uno de estos estériles resultados lo ha consignado el mismo historiador, dos páginas más adelante, diciendo, entre otras cosas: “El día 12 se trasladó el Gobierno a Valparaíso. Los motivos de esta determinación se encuentran consignados en un manifiesto publicado el día 13 en aquella ciudad por el mismo Presidente provisorio”, etc.
Entre los considerandos que el autor copia, se encuentra el último, que dice: “No debiendo el Presidente exponer la República a las fatales contingencias de la acefalía en que quedaría sumergida si el jefe supremo fuese privado de su libertad o de su vida, decreta:”, etc.
El escritor llama estéril resultado el que, cinco días después del motín, hacía abandonar la capital al Presidente de la República, por temor de ser privado de su libertad o de su vida. Si esto es estéril, no sabemos lo que será fecundo.
La Memoria refiere aún otro hecho falso en la página 128, a saber: “Consecuentes a este plan, se reunieron en la noche del día 9, en el primer patio del Instituto Nacional por haber encontrado cerradas las puertas del Consulado”.
Fácilmente se calcula el respeto que podía inspirar un Gobierno que echaba llave al Consulado, edificio fiscal, para impedir que se reunieran los que desconocían su autoridad; y no pudo impedir que a cincuenta pasos de distancia y en otro edificio, fiscal también, el antiguo Instituto, se firmara un acta el lunes, en que se reiteraban las protestas del sábado.
Poco diremos de aquello: se reunieron en la noche. Este es uno de los muchos cuentos de que ha sido víctima el historiador.
Para Gobierno como ése, lo mismo era reunirse de día que de noche, siendo aquél preferible como menos incómodo.
Ya hemos nombrado tres amotinados que firmaron el acta de día; añadiremos algunos otros, que aún existen, y son los señores don Santiago y don Juan José Gandarillas, don Francisco Marín, don Vicente Larraín Espinosa, don Nicolás Pradel, don Miguel Dávila, etc. etc. Entre estos etcéteras se encuentra nuestra pobre firma. Hay una cosa digna de observarse, y es que esa inmensa lista, toda de personas conocidas, la encabeza un pariente inmediato del autor de la Memoria, y es el señor Javier Errázuriz, siendo de notar que este apellido y el de Tagle son los que más se repiten en aquel documento. Falta, sin embargo, en él la firma del señor don Ramón Errázuriz, vivo también, pero eso no fue un obstáculo para que pocos meses después fuera Ministro del Gobierno “reaccionario, representante del atraso, enemigo de la libertad y del derecho”, como dice la Memoria, es decir, del Gobierno pelucón.
Por lo demás, los pocos días que duró este señor Ministro no fueron estériles en persecuciones a los liberales. Véase la “Carta Monstruo” del señor coronel don Pedro Godoy, uno de los favorecidos...
La Constitución del 28 no da al Presidente ni a nadie facultades extraordinarias, pero no importa: aquel Gobierno, sin infringirla, se las proporcionaba con frecuencia. Otro caso. En esos días se dictó el decreto siguiente: "Artículo 1º Se suspende la libertad de imprenta hasta nueva providencia del Gobierno. 2º En consecuencia no se imprimirá papel alguno sin la revisión del Ministro del Interior, bajo la pena de perdimiento de la imprenta, si lo contrario se hiciere”[1].
A este decreto, que haría honor a Rosas y a Melgarejo, al notificárselo a don Ramón Rengifo, dueño de imprenta, contestó con una protesta, invocando los artículos siguientes de la Constitución: “Art. 10. La nación asegura a todo hombre, como derechos imprescriptibles e inviolables, la libertad, la seguridad, la propiedad, el derecho de petición y la facultad de publicar sus opiniones”. “Art. 18. Todo hombre puede publicar por la imprenta sus pensamientos y opiniones. Los abusos cometidos por este medio serán juzgados en virtud de una ley particular y calificados por un tribunal de jurados”.
Los amigos del Gobierno, como es natural, se sometieron, y encabezaban o concluían sus papeles con estas palabras: con la revisión necesaria. Esto era una gran mentira, pues, siendo los escritores partidarios del Gobierno, era excusado ese trámite.
La imprenta del señor Rengifo, aunque con menos frecuencia, contestaba a estas provocaciones sin la revisión, lo que le valió un asalto, en la noche, de una partida de policía. Como este asalto se supo con anticipación, al llegar la fuerza, se encontró con una numerosa y respetable reunión dispuesta a impedir este atropello, y, efectivamente, lo impidió. Pero ya sabemos que esto y la persecución anterior al redactor de El Verdadero Liberal, etc., no son más que pretendidas infracciones...
Ocho meses después, las célebres ordenanzas sobre imprenta, que, comparadas con el decreto, que hemos citado, eran liberalísimas, dieron en tierra con Carlos X. Era natural: en Chile mataba la prensa el Gobierno liberal; en Francia la restringía un pelucón: ¡abajo los pelucones!
Aunque saltuariamente, hemos llegado con nuestras rectificaciones a la página 130 de la Memoria. No concluiremos este primer artículo, quizá sin segundo, sin poner ante la vista de nuestros lectores un bello rasgo de justicia y de republicanismo trazado por el Presidente actual, hace trece años, es decir, cuando formaba en las filas de la oposición...
Al dar cuenta del resultado de las elecciones en que el general Pinto fue elegido Presidente de la República, como también de los numerosos votos que obtuvieron otros candidatos, añade:
“El resultado de esta votación nos hace ver que en aquellos tiempos no era costumbre que hubiese en las elecciones la admirable uniformidad que se nota en nuestros días. Es que entonces la autoridad respetaba la espontaneidad en la expresión de los deseos del ciudadano, y había dignidad en el individuo. El sólo hecho de esta elección, unido a la minoría que los pelucones tenían en el Congreso de 1829, que sería como una tercera parte de sus miembros, nos da la mejor prueba de la libertad y legalidad qué reinaron en las elecciones durante el Gobierno pipiolo”.
Este rasgo de patriotismo del escritor no se comenta.
Lo único que nos atreveríamos a pedir al señor Errázuriz sería que en las próximas elecciones tuviera presente al Gobierno pipiolo, del que se olvidó en las pasadas, hechas con admirable uniformidad...
Santiago, mayo de 1874.
__________
[1] Biblioteca Nacional. Documentos para la Historia, Tomo 10, pág. 124. Volver.


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Fiestas y celebraciones tipicas de Chile

Fiestas y Celebraciones
de la Republica de Chile

Fiestas Patrias:

Se celebran durante todo el mes de septiembre, pero especialmente los días 18 y 19, con ramadas, juegos populares y desfiles; entre éstos el más importante es la Parada Militar que se realiza en Santiago, en la elipse del Parque O’Higgins el día 19 de septiembre, Día del Ejército.
En algunas localidades se celebra el llamado “18 chico” el fin de semana siguiente a las Fiestas Patrias; en estas fechas es también tradicional la fiesta de la Pampilla en Coquimbo.

Fiesta de la Vendimia:

Al final de la temporada de cosecha de uvas se reúnen hombres y mujeres vendimiadores en una gran fiesta. En ella se mencionan España y Francia, tanto en los brindis como en las canciones que los acompañan; ello se entiende al relacionarlo con la llegada de las primeras cepas de origen español y los primeros técnicos franceses.

Putre:

Carnaval de Putre: Esta celebración se realiza en los últimos días de febrero, antes de cuaresma. Acuden a ella habitantes aimaras de los poblados altiplánicos. Además de música y comida, hay bailes, máscaras y disfraces que representan la cosmovisión andina.

Codpa:

Fiesta de la vendimia de Codpa: Entre marzo y abril se realiza, en la localidad de Codpa, la fiesta de la vendimia de las uvas con las cuales se elabora el vino pintatani, grueso y frutoso.

Caspana:

Enfloramiento del ganado: Entre enero y marzo, se realiza en todos los corrales familiares del poblado andino de Caspana una particular ceremonia que incluye bailes, cantos y rogativas, en la cual se coloca lana a los animales.

Chiu Chiu:

Via crucis en Chiu Chiu: Entre marzo y abril, para Viernes Santo, se realiza en el pueblo altiplánico de Chiu Chiu un tradicional via crucis español que incorpora elementos criollos haciendo de la celebración un interesante espectáculo.

La Tirana:

Fiesta de la Tirana: Esta fiesta religiosa se lleva a cabo cada 16 de julio en la localidad nortina de La Tirana. La celebración se realiza en honor a la Virgen del Carmen y es una de las más importantes y conocidas del país. Destaca por los bailes, los cantos, la gran cantidad de fieles venidos de todo el país y en especial por las máscaras y disfraces de múltiples colores.

Pica:

Fiesta de Reyes: Se realiza en la localidad de Pica, a 117 km. al sureste de Iquique a 1.300 m. sobre el nivel del mar. Su celebración se extiende a grandes ciudades como Arica e Iquique, en las cuales los adornos navideños de casas y locales comerciales se mantienen hasta dicha fecha.

Aiquina:

Virgen de Guadalupe de Aiquina, 8 de septiembre. Se celebra en el poblado de Aiquina, ubicado a 75 km. al noreste de Calama y a 2.980 m. de altura. La fiesta tiene una duración de cinco días y se inicia tres días antes de la fecha indicada.

San Pedro de Atacama:

Carnaval atacameño: Durante la segunda semana de febrero, tanto en San Pedro de Atacama, como en Chiu Chiu, Caspana y los demás pueblos atacameños de la zona, se celebra un carnaval con disfraces, bailes típicos y degustación de gastronomía y bebidas típicas de la región.

Vallenar:

Fiesta del Roto Chileno: El fin de semana más cercano al 20 de enero se celebra en la quebrada de Pinte, hacia el interior de Vallenar, un festival costumbrista organizado por la junta de vecinos en el que se realizan competencias típicas chilenas.

El Tránsito:

Fiesta huasa de El Tránsito: Durante la segunda semana de febrero el club de huasos de la localidad de El Tránsito realiza una fiesta que consiste en competencias campesinas y espectáculos folclóricos.

San Félix:

Fiesta de la vendimia de San Félix: Durante todo febrero en el pueblo de San Félix, a doscientos kilómetros de Copiapó, en el valle del río El Carmen, se realiza la principal fiesta de la zona, que es organizada por la junta de vecinos. A los bailes en la plaza los fines de semana acuden habitantes de todo el valle y culmina con un festival gastronómico y un concurso de artesanías locales.

San Fernando/Copiapó:

La Candelaria, primer domingo de febrero. Su celebración se efectúa en la localidad de San Fernando, a 4 km. al este de Copiapó. También es venerada en otros puntos del país. La Virgen de la Candelaria se representa con una vela en las manos como símbolo de la purificación de la mujer. Es una de las fiestas más antiguas del norte y reúne a fieles de todo el país y de naciones limítrofes.

Tierra Amarilla:

Fiesta del Toro Pullay: En la localidad de Tierra Amarilla se celebra, a finales de febrero, esta antigua fiesta costumbrista con comparsas por las calles que acompañan a personajes disfrazados que representan el bien y el mal.

Los Choros:

San José Obrero: El santo carpintero es celebrado el 19 de marzo en Los Choros con una fiesta religiosa que cuenta con bailes chinos de la zona y de otras localidades y regiones.

La Serena:

Virgen del Rosario: Con cantos antiguos y tradicionales se manifiesta el 8 de enero en la localidad de Diaguitas, en La Serena, la devoción a la Virgen del Rosario. Una fiesta y una procesión cierran esta celebración.

Salamanca:

Señor de la Tierra: El segundo domingo del mes de enero se celebra en la localidad precordillerana de Cunlagua, cercana a Salamanca, la Fiesta del Señor de la Tierra, la más importante de la comuna y en la cual se pueden apreciar las faenas agrícolas y ganaderas.

Monte Patria:

Festival de Tulahuén: A 45 minutos hacia la cordillera desde Monte Patria se realiza, durante la segunda semana de febrero, una exposición de vinos, quesos y tejidos.

Vicuña:

Fiesta de la vendimia en el Valle del Elqui: Durante todo febrero en Vicuña se celebra la vendimia con bailes, música y actividades campestres. En Paihuano se realizan fiestas típicas, como la pampilla de verano, la noche de estrellas y el Festival de la Voz de la Uva.

Sotaquí:

Fiesta del Niño Dios, 6 de enero. Se celebra en el pueblo de Sotaquí, ubicado a 8 km. de Ovalle. En ella toman parte creyentes chilenos y argentinos. Destacan las hermandades de danzantes ataviados con vistosos trajes de vivos colores y muy adornados.

Combarbalá:

Encuentro artístico de Combarbalá: Durante semana santa en la localidad de Combarbalá, pueblo dedicado a la explotación de la piedra combarbalita, en la Región de Coquimbo, se realiza un encuentro de pintores y escultores nacionales y regionales.

La Ligua:

Tejidos de La Ligua: Cada mes de enero, durante una semana se realiza una feria de los tradicionales tejidos de La Ligua, organizada por la Municipalidad en la Plaza de Armas.

Calle Larga:

Fiesta en Calle Larga: En el mes de enero, en la localidad de Calle Larga se realiza una fiesta en torno a la cosecha del trigo. La actividad se inicia acumulando las gavillas y seleccionando las yeguas. Durante la trilla hay bailes campesinos, competencias, actuación de conjuntos folclóricos y gastronomía típica.

Olmué:

Festival del Huaso de Olmué: A fines de enero se realiza en Olmué este tradicional festival de la canción folclórica, uno de los más importantes del país, organizado por la Municipalidad.

San Bernardo:

Festival de San Bernardo: La última semana de enero tiene lugar el Festival Nacional de Folclor de San Bernardo, la competencia musical más importante en este género. Durante cinco días se presentan grupos nacionales y extranjeros en el anfiteatro de San Bernardo.

Culiprán:

Festival del choclo cabello rubio: Esta festividad que se realiza durante febrero en la localidad de Culiprán, famosa por su producción de choclos, reúne a las familias de los campesinos para la compra de productos agrícolas. Este es uno de los eventos más importantes de la zona para los agricultores de la comuna de Melipilla.

Los Andes:

Fiesta huasa y trilla a yeguas: En la primera semana de febrero, en San Esteban, Los Andes, se realiza un festival folclórico que se festeja con trilla de yeguas, carreras a la chilena y otras competencias campesinas, además de comidas típicas. Gran cantidad de público se reune en el Parque Municipal La Hermita.

Limache:

Virgen de las Cuarenta Horas: En el último domingo de febrero, gran cantidad de fieles se dirige a la parroquia Santa Cruz de Limache, donde, durante cuarenta horas, se celebra esta fiesta religiosa en honor a la virgen.

Casablanca:

Encuentro Nacional de Payadores: A mediados de marzo, durante dos días, se celebra en Casablanca, un encuentro nacional de payadores, al cual acuden cultores y estudiosos de esta expresión folclórica de todo el país.

Virgen de Lo Vásquez:

Virgen de Lo Vásquez, 8 de diciembre. Esta festividad se realiza en el Santuario de Lo Vásquez, a 32 km. de Valparaíso. Es la más significativa de las fiestas de V Región. Gran cantidad de peregrinos llegan a ella a pagar sus mandas.

San Felipe:

Fiesta de la vendimia en San Felipe: Con motivo de la vendimia, durante marzo se desarrolla en San Felipe una fiesta tradicional con actividades culturales y folclore, en la que participa un numeroso público.

Zona Central:

Fiesta de Cuasimodo: La fiesta de Cuasimodo, que se celebra entre marzo y abril, adquiere gran colorido y masividad en las localidades de Lo Abarca, Cuncumén, Lo Barnechea, Llay Llay, Casablanca, Maipú, Talagante, Conchalí e Isla de Maipo. En esta celebración religiosa callejera, que se realiza el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, el sacerdote lleva la comunión a los enfermos, acompañado por huasos en carros, caballos y bicicletas, adornados con flores, papeles, banderas chilenas y otras estampas.

San Clemente:

Encuentro chileno-argentino: Durante la primera quincena de enero se realiza el Encuentro chileno-argentino en el límite fronterizo Paso Pehuenche, en San Clemente. Se trata de un evento organizado por las municipalidades de ambos lados de la cordillera (San Clemente en Chile y Malargue en Argentina). Incluye música folclórica, bailes y competencias deportivas.

Cauquenes:

Fiesta de San Sebastián: Entre el 15 y el 21 de enero se celebra en Colbún la Fiesta de San Sebastián, en la que fieles y devotos peregrinan durante una semana para pagar favores y mandas al santo en la localidad de Panimávida. El 20 de enero se celebra al mismo santo en una peregrinación hasta Pelluhue, en Cauquenes.

Cachivo:

San Sebastián de Cachivo: El 20 de enero y el 20 de marzo, en Cachivo, camino a Las Lomas, se celebra a San Sebastián con una fiesta de gran colorido en la que intervienen gran cantidad de tradiciones locales. Miles de personas llegan a pagar sus mandas hasta el santuario, ya sea caminando, en carretelas o a caballo.

Pelluhue:

Festival de la Trilla: La última semana de enero, en el gimnasio municipal de Pelluhue, se celebra un festival de la canción con la participación de destacados folcloristas nacionales. Se trata de un certamen competitivo de gran nivel y trayectoria.

Quiñipeumo:

Festival de la Sandía: La última semana de enero se realiza en el pueblo de Quiñipeumo, Maule, este festival que reúne a agricultores y campesinos en torno al folclor. Juegos criollos, competencias deportivas y musicales, además de la elección de reina, forman parte de la celebración.

Pelluhue:

Trillas a yegua suelta en Pelluhue: A fines de enero y principios de febrero en la localidad de Pelluhue se realiza la trilla a yegua suelta con encuentros campesinos costumbristas, amenizados por grupos folclóricos y cantores populares. El dueño de casa, con apoyo de la municipalidad, ofrece comida y tragos típicos.

Amerillo:

Carnaval del agua: A fines de enero e inicios de febrero, en la localidad de Amerillo, por la ruta internacional El Pehuenche, se realiza una fiesta tradicional que incluye elección de reina, juegos criollos y un espectáculo artístico bailable.

Licantén:

Rodeo oficial de Licantén: El rodeo de Licantén, que se celebra la primera semana de febrero es el más importante del sector. De él salen representantes para la competencia nacional y regional. Hay demostraciones de riendas y amansaduras.

Linares:

Feria internacional de artesanía de Linares: Durante la segunda quincena de febrero se realiza en Linares una feria de artesanía que reúne exponentes seleccionados de la artesanía tradicional de diferentes países.

Coihueco:

Coihueco y sus raíces criollas: Durante la primera quincena de enero se realiza en Coihueco, Chillán, una fiesta de tres días para mostrar la música, el baile, la gastronomía y las actividades campesinas tradicionales de la zona. El evento se realiza en un escenario flotante en el embalse de Coihueco.

Yumbel:

San Sebastián de Yumbel: El 20 de enero y el 20 de marzo se celebra a San Sebastián en Yumbel. Miles de peregrinos, que recorren largas distancias caminando, e incluso de rodillas, llegan de todo el país a rezar y a pagar sus mandas a la iglesia parroquial, donde se encuentra la imagen del santo, en una muestra impresionante de devoción religiosa popular.

Santa Cruz:

Fiesta de la vendimia en Santa Cruz: Con motivo de la vendimia, durante marzo se desarrolla en Santa Cruz una fiesta tradicional con actividades culturales y folclore, en la que participa un numeroso público.

San Ignacio:

Rodeo oficial de San Ignacio: El primer fin de semana de febrero, en la medialuna de San Ignacio, se realiza un rodeo de alto nivel, que cuenta con la participación de destacadas colleras a nivel regional y nacional. Es organizado por el Club de Huasos Rodeo Chileno.

Yungay:

Fiesta de la Candelaria en Yungay: En la capilla de Yungay, a 69 kilómetros de Chillán, se celebra el 2 de febrero una misa en honor a la Virgen de la Candelaria, en la que se bendice la imagen de la divinidad. En la cercana localidad de Pangal del Bajo se realiza una fiesta criolla con ramadas, vinos y comidas típicas.

Tirúa:

Feria costumbrista de Tirúa: En la comuna de Tirúa se realiza, durante la primera quincena de febrero, una feria costumbrista con actividades culturales, muestra de artesanías, productos agrícolas y degustación de comidas típicas.

Puerto Saavedra:

Fiesta de San Sebastián en Puerto Saavedra: El 20 de enero se celebra en la localidad de Puerto Saavedra una fiesta religiosa en honor a San Sebastián con abundante comercio.

Carahue:

Semana de Trovolhue: La cuarta semana de enero se celebra la semana de Trovolhue, en la localidad cercana a Carahue. La celebración incluye gastronomía, folclor y recreación.

Villarrica:

Muestra mapuche de Villarrica: Durante el verano se realiza una exposición en la feria mapuche de Villarrica. Allí se pueden encontrar trabajos de importantes artesanos, además de la reproducción a escala real de una ruca construida en totora y junquillo.

Futrono:

Nguillatún en Futrono: En la localidad de Futrono, a orillas del Lago Ranco, en la Región de los Lagos, desde el 12 hasta el 14 de febrero se realiza un nguillatún mapuche. Se trata de un ritual colectivo de acción de gracias y petición por las cosechas y el bienestar de la comunidad.

Niebla:

Encuentro costumbrista de la Costa: A 20 minutos de Valdivia, en Niebla, se realiza durante la segunda y la tercera semana de febrero un encuentro cultural, costumbrista y gastronómico en el cual se venden comidas típicas y artesanía.

Frutillar:

Exposición de artesanía local de Frutillar: Entre el 15 de enero y el 15 de febrero se realiza en el Colegio Bernardo Phillippi de Frutillar una muestra de artesanía local organizada por la Municipalidad.

Frutillar:

Fiesta criolla de los colonos en Frutillar: El primer domingo de febrero tiene lugar en la Colonia La Radio, en Frutillar, una festividad que incluye carreras a la chilena, juegos criollos, cabalgatas, paseos en carretón y espectáculos folclóricos. Hay un gran despliegue de comidas típicas: asados al palo de cerdo, de cordero y de vacuno, anticuchos, cazuelas, curanto, empanadas, sopaipillas, pastel de choclo, tortillas, kuchen, tortas, mote con huesillos, entre otras cosas.

Carelmapu:

Fiesta de la Candelaria en Carelmapu: El 2 de febrero se realiza, en honor a la Virgen de la Candelaria, una peregrinación de feligreses en la localidad de Carelmapu. Llegan allí gran cantidad de embarcaciones engalanadas, provenientes de la Isla de Chiloé. La celebración dura un día entero.

Caulín:

Festival santuario de las aves Caulín: Durante todos los fines de semana del verano, en la localidad de Caulín, a 9 kilómetros del Canal de Chacao, se lleva a cabo una fiesta costumbrista incorporada dentro de las actividades turísticas de Ancud que incluye artesanía, folclor y gastronomía.

Castro:

Fiesta tradicional de Nercón: Gastronomía, folclor y faenas tradicionales forman parte de la fiesta campesina que el 5 de febrero tiene lugar en Nercón, a pocos minutos de Castro. Al otro dia la celebración se repite en La Estancia, a 5 kilómetros de Castro.

Llau Llau:

Maja chilota: El 13 de febrero en la localidad chilota de Llau Llau, se realizan faenas tradicionales y una fiesta campesina para la elaboración y degustación de la chicha de manzana.

Quemchi:

Festivales costumbristas chilotes: A mediados de febrero, durante el fin de semana, en la localidad de Quemchi, a 60 kilómetros de Ancud, se organiza un festival musical que incluye gastronomía y artesania. En tanto, el tercer fin de semana del mes se realiza en el Parque Municipal de Castro el Festival Costumbrista Chilote, que incluye muestra cultural, folclor, faenas típicas, artesanía, gastronomía, y exposición de las distintas variedades de papas nativas. En Puerto Natales todos los años, en febrero, el Centro Hijos de Chiloé, que agrupa a inmigrantes de la isla, organiza un encuentro musical que busca preservar las costumbres chilotas.

Punta Arenas:

Ganado de Punta Arenas: La primera semana de febrero, durante tres días se realiza la Feria Ganadera Expogama en Punta Arenas, organizada por la Asociación de Ganaderos de Magallanes. Incluye exposición de ganado y gastronomía local.

banderas y escudos de Chile

banderas y escudos de Chile

cuatro siglos de uniformes en chile

Batallas y combates en la Historia de Chile

1485:
Batalla del río Maule: Los mapuches detienen el avance de los incas que lleguen en su dominación hasta las márgenes del río Maule. Tal acción hace que los habitantes del sur del Maule sean conocidos por los incas como "poromaucas, palabra que se españolizó como promaucaes. Existe una duda razonable sobre la fecha, que bien podría ser hacia 1520.

Septiembre 1536:

Batalla de Reinohuelén: Combate librado en 1536 entre conquistadores españoles al mando de Gómez de Alvarado y guerreros mapuches, en la confluencia de los ríos Ñuble e Itata, en Chile.
Enero 1541:
Combate del Mapocho: Don Pedro de Valdivia se puso en contacto con el cacique Vitacura, principal representante de los incas en estas tierras, manifestándole la intención de levantar una ciudad en la isla del cerro Huelen. El consentimiento de Vitacura provocó la indignación del cacique Michimalonco.

Enero 1541:

Escaramuzas en Aconcagua: Diversos enfrentamientos contra las fuerzas de Michimalonco, quien tendió variadas emboscadas a los expedicionarios y lo mismo hicieron Catiputo, Tanjalongo y otros caciques subalternos.
Mayo 1541:
Conquista de la fortaleza de Paidahuén: Pedro de Valdivia se dirige contra Michimalonco, Como rescate para recuperar la libertad, este ofrece los lavaderos de oro de Marga-Marga.
Agosto 1541:
Desastre de Con Con: Los caciques Trangolonco y Chigalmanga, queman un bergantín en construcción en la desembocadura del Estero Marga-Marga, matan a los españoles, negros e indios peruanos, escapando sólo Gonzalo de los Ríos con un esclavo negro.. Se desata un levantamiento general que comprende los valles de Aconcagua y Cachapoal.

11 de Septiembre 1541:

Destrucción de Santiago: Michimalonco, como caudillo (toqui) general de los indios de la comarca, encabezó contra la recién fundada ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, un asalto el 11 de septiembre de 1541 que terminó en fracaso, merced a la sostenida resistencia de los españoles que guarnecían la plaza. En la defensa de la ciudad, se señaló particularmente doña Inés de Suárez que no dudó en dar muerte a Quilicanta y a siete caciques picunches entre los que se contaba el Cacique Apoquindo, prisioneros de los españoles que el ejército indígena pugnaba por libertar. De lo desigual del combate da fe la desproporción en el número de los combatientes, que fue de unos 10.000, por parte de los picunches, y de 55 soldados, más 5.000 yanaconas auxiliares, por los españoles.
Febrero 1544:
Combates en el Cachapoal y en el Maipo: Hasta esta fecha, Valdivia no había podido reconocer su gobernación más allá del Cachapoal, y su dominio efectivo sólo abarcaba los alrededores de Santiago, y con menor seguridad, el valle de Quillota. Con los refuerzos que le trajo Monroy, resolvió extenderlo hasta el sur sin trazarse límites y hacia el norte, hasta La Serena.

Agosto 1544:

Combate en el Limari: Pero Gómez se había encaminado al valle de Aconcagua con el propósito de someter a los indios radicados en él. Michimalongo lo obligó a retroceder hasta Santiago y el gobernador tuvo que dirigirse personalmente contra el célebre cacique.

20 de Febrero 1546:

Combate de Quilacura: Fue una batalla en la guerra de Arauco, combate nocturno, a cuatro leguas del Río Biobío, entre la expedición española de Pedro de Valdivia y una fuerza de guerreros mapuches, liderada por el toqui Malloquete. En este enfrentamiento fue capturado un mozalbete llamado Lautaro.

11 de Enero 1549:

Destrucción de La Serena: Cuando recién comenzaba a cimentar su historia, una sublevación de los indígenas provoca la muerte a casi todos los españoles (escapando, al parecer sólo un sobreviviente llamado Juan Cisternas), destruyendo e incendiando el poblado como represalia del mal trato recibido por los diaguitas de parte de los conquistadores españoles.

24 de Enero 1550:

Expedición a Arauco: Iba a empezar la guerra de Arauco. Cuarenta mil guerreros mapuches van a luchar durante tres siglos por el predominio y la supervivencia contra el invasor español y sus descendientes y contra los antiguos señores del suelo los representantes del pueblo chincha-chileno ahora aliado del nuevo invasor.

22 de Febrero 1550:

Combate de Andalién: Pedro de Valdivia, en su avance al sur, desea fundar una ciudad en la zona de Penco. En su intento es detenido por los mapuches y después de duro combate, los derrota. El ataque ocurrió en la noche y sólo se alcanzó la victoria una vez dejar los caballos y pelear aquí en lucha cuerpo a cuerpo.
12 de Marzo 1550:
Batalla de Penco: Fue una batalla entre 60.000 Mapuches bajo comando de su toqui Ainavillo con sus aliados de Arauco y de Tucapel y contra 200 españoles de Pedro de Valdivia con una gran cantidad de Yanaconas incluyendo 300 auxiliares de Mapochoes bsjo ordenes de su líder Michimalonco que defendía la fortaleza recosntruida en Penco.

14 Diciembre 1553:

Combate de Purén: Los indios se dieron cuenta del debilitamiento de los españoles y que, a pesar de su disimulo, no sabían ocultar su contento ante la proximidad de la venganza. La forma como se desarrolló la rebelión, manifiesta que venía preparándose desde hacía tiempo, pero los detalles nos son desconocidos.

25 de Diciembre 1553:

Batalla de Tucapel: Pedro de Valdivia muere a los 51 años, el conquistador español y sus soldados son derrotados y todos muertos por las huestes araucanas de Lautaro.
26 de Diciembre 1553:.
Los 14 de la Fama: Se conoce con este nombre al grupo de trece soldados españoles más su capitán, Juan Gómez de Almagro, que sostuvieron una dura resistencia en la cordillera de Nahuelbuta al ataque del fuerte San Diego de Tucapel en Cañete, provincia de Arauco por el toqui Lautaro y sus huestes.

26 de Febrero 1554:

Batalla de Marihueñu: Victoria mapuche bajo el mando de Lautaro. El sur de Chile queda en manos de los mapuches. Los españoles abandonan la ciudad de Concepción.
27 de Febrero 1554:
Destrucción de Concepción: Luego de la derrota de Marihueno, el espanto y la desazón se apoderaron de los habitantes de Concepción que sólo atinaron a huir. Los caminos que conducían a Santiago, comenzaron a llenarse de la gente que escapaba en medio de una confusión indescriptible.
02 de Noviembre 1555:
Expedición de Villagra y Defensa de La Imperial: Pedro de Villagra, que había quedado en La Imperial con 150 hombres empezó por fortificar y pertrechar la ciudad. La rodeó de fosos y de parapetos, y distribuyó la, gente en cuadrillas, cada una Con su caudillo y con la orden precisa de lo que debía hacer en caso de asalto. Pero los indios, distraídos con el triunfo de Marigüeñu o no sintiéndose capaces de atacar a los españoles dentro de la ciudad, no la asaltaron ni establecieron un sitio en regla.
12 de Diciembre 1555:
Segundo ataque a Concepción: A pesar de la mortandad, Lautaro pudo reunir un ejército que, po¬siblemente, fluctuaba alrededor de unos 4.000 mapuches, y atacó a Los Confines (Angol). Los españoles huyeron a La Imperial sin intentar si¬quiera la resistencia. Inmediatamente, el generalísimo mapuche dirigió su ejército sobre Concepción.
14 de Noviembre 1556:
Acción de Mataquito: Lautaro, habiendo cruzado el Maule, acampa en Mataquito. Diego Cano, enviado por el cabildo de Santiago sostiene contra él y es derrotado.

01 de Abril 1557:

Muere el cacique Lautaro en el combate de Peteroa. El y sus hombres fueron atacados por sorpresa en el pucará de Petorca.
09 de Agosto 1557:
Ataque al Fuerte San Luis: Tras la victoria de Peteroa, los españoles procedieron a levantar un fuerte que llamaron San Luis el que estuvo mandado por don Garcia Hurtado de Mendoza en las cercanías de la destruida Concepción, es decir donde hoy se levanta el puerto de Talcahuano. Ahí fueron atacados por tres escuadrones araucanos que estaban al mando de los toqui Grecolano, Petegolen y Tucapel.

08 de Noviembre 1557:

Batalla de Lagunillas: Fue la primera batalla en que las tropas del virrey Andrés Hurtado de Mendoza libraron contra los araucanos del cacique Caupolicán..En este enfrentamiento fue tomado prisionero el caudillo Galvarino, que, como castigo, sufrió la amputación de ambas manos.

30 de Noviembre 1557:

Batalla de Millarapue. El caudillo mapuche Caupolicán es derrotado por los españoles. Galvarino cae nuevamente prisionero y es ahorcado. Las fuerzas realistas acamparon en Millarapue, al interior de la Araucanía el 29 de noviembre. Los mapuches al mando de Caupolicán intentaron un ataque en la alborada del 30 de noviembre, por sorpresa al campamento enemigo. El número de atacantes era de 3.000 a 10.000 al frente de ellos venía Galvarino, que se mostraba con sus dos brazos cortados azuzando las pasiones de sus camaradas.
20 de Enero 1558:
Batalla de Cayucupil: Aquella mañana del 20 de enero lentamente ingresaban al desfiladero de Cayucupil o Quebrada de Puren llevando grandes cantidades de pertrechos. Cuando se hallaban a mitad de la Quebrada de Puren fueron atacados por cientos de mapuches que desde una altura superior arrojaban descumunales piedras y cuanto objeto ofensivo encontraban, causando numerosas bajas.

05 de Febrero 1558:

Sitio y Batalla del Fuerte de Cañete: Cañete fue rodeado y sitiado por más de 15.000 mapuches que establecieron un sitio al fuerte. La idea de Caupolicán era dejar morir de hambre a los sitiados. Andresillo abrió las puertas del fuerte y se introdujó una masa de mapuches en forma silenciosa, cuando ya casi estaban todos al interior del fuerte fueron recibidos por descargas de fusilería en forma alternada que dejaron una gran mortandad entre los atacantes que fugaron en desbandada.

13 de Diciembre 1558:

Batalla de Quiapo: Unos mil quinientos mapuches al mando del cacique Petegolen se dieron a la tarea de levantar un fuerte en los llanos de Quiapo ubicado en las cercanías de la Ensenada del Carnero, al norte de Lebu y muy próximo de donde los españoles tenían levantado un formidable recinto militar desde el cual como punta de lanza clavado en el pecho de los mapuche apoyaban las incursiones que en forma continua realizaban a las tribus para desalentarlos.

30 de Diciembre 1558:

Batalla del Fuerte de Arauco: La brillante victoria conseguida en Lincoya gracias a las especiales condiciones de estratega que tenía el toqui Petegolen, digno émulo de Lautaro, lo entusiasmaron para seguir en la lucha levantando un fuerte frente al de los españoles. Mas estos con la trágica experiencia de Lincoya, no hicieron movimiento bélico alguno y aceptaron con resignación la provocación de los indios. Hasta que un dia cansados de ser insultados desafiaron a los aborígenes a una batalla de caballería a muerte. En una planicie situada entre ambas fuerzas se libraría la primera batalla de caballería entre peninsulares y araucanos.

16 de Enero 1563:

Batalla Del Fuerte Lincoya: Un grupo de batidores exploró el terreno y comprobó que la fortificación mapuche adolecía de un grave defecto que facilitaba un ataque de caballería. Además que al ser de madera sería fácil incendiarla. Participó la artillería que con su cañoneo causo un incendio y bajas entre los indios. Tras el ablandamiento que fue brutal entró en acción la caballería al mando de don Pedro de Villagra.

Enero 1563:

Derrota de Catiray o Mareguano: Don Pedro de Villagra al llegar a Catiray fueron interceptados por una numerosa guerrilla araucana, trabándose en un sangrienta lucha donde los españoles perdieron 42 hombres debiendo emprender la retirada en franca derrota hacia el fuerte de Arauco llevando varios heridos.
24 de Enero 1563:
Asalto de Angol: Ese día llegó la primera a la vista de Angol. Avendaño, que mandaba en la Ciudad, dejó en ella a los soldados más heridos para que la defendieran de la más pequeña de las dos columnas que la amagaban.
03 de Febrero 1563:
Asalto a la Plaza de Arauco: Los mapuches se presentaron frente a Arauco. Pedro de Villagrá intentó repetir la defensa de La Imperial en 1554, dando golpes contundentes a los asaltantes. El y sus capitanes los derrotaron repetidas veces, pero al día siguiente amanecían más cerca de las murallas y más numerosos.
15 de Abril 1563:
Segundo Sitio de Arauco: Terminada la recolección de las cosechas, los mapuches se presentaron delante de Arauco en abril de 1563. Esta vez venían preparados para poner en la plaza un sitio en regla.

22 de Enero 1564:

Combate del pucará de Lebotacal: Los mapuches construyeron un pucará en Lebotacala a algunos kilómetros de Concepción. Luego de un breve combate logró desbaratarlo, pero fue informado de una concentración de 3.000 indios comarcanos al mando de un cacique de nombre Loble que estaba casi a las puertas de Concepción.

24 de Enero 1564:

Combate de Angol: Los mapuches, entusiasmados con la alianza de los indios de la zona comprendida entre Itata y el Maule, resolvieron destruir a Angol antes de iniciar el sitio de Concepción.
Febrero 1564:
Cerco de Concepción: Los caciques Millalelmu y Loble establecieron el cerco al fuerte de Concepción, encerrando a Villagra y toda la población en las empalizadas. El sitio duró alrededor de dos meses de continuas escaramuzas.
17 de Febrero 1565:
Segunda Combate de Reinohuelen: En el mismo lugar donde 29 años antes las fuerzas promaucaes (indios que Vivian al norte del Biobio) pero igualmente buenos guerreros que rechazaron la avanzada enviada por don Diego de Almagro al mando de Gómez de Alvarado en 1536 impidiéndole seguir al sur. Tres décadas después a mediados de febrero de 1565 una columna compuesta por 152 hombres de caballería y 700 indios amigos al mando de don Pedro de Villagra y de don Pedro Fernández de Córdova atacaron un fuerte que tenían los indios promaucaes.
19 de Febrero 1565:
Combate de Tolmillan: Dos días después de la batalla de Reinohuelen llegaba a marcha forzada el cacique Loble que venía a socorrer a sus compañeros que combatían en Reinohuelen, ignorando que estos habían sido derrotados y que los españoles le tenían tendida una emboscada en las cercanías del actual pueblo de Tormillan.
Marzo 1567:
Ataque al pucara de Cañete: Los indios habían construido un pucará en los cerros vecinos a Cañete, y el general comprendía que una rebelión se aproximaba. Sin consultar a la Audiencia, resolvió destruirlo antes que la concentración de los indígenas hiciera el asalto más difícil.
07 de Enero 1569:
2da Batalla de Catiray o Mareguano: En esta segunda contienda librada en este punto de la cordillera oriental de Nahuelbuta entre 220 soldados españoles y 600 yanaconas al mando del gobernador Melchor Bravo de Saravia, contra dos mil indios al mando de los caciques Lonconaval y Millalemo que unieron sus fuerzas para enfrentar al invasor.
Septiembre 1570:
Derrota de Purén: A toda prisa se dirigian 200 soldados españoles al mando de don Miguel Avendaño de Velasco a socorrer a los castellanos amenazados por los mapuches de ser arrollados en cualquier momento en Angol. No se habían alejado mucho del río Puren cuando fueron atacados por un batallón al mando del cacique Pailacar, que entró violentamente en batalla, poniendo en serios aprietos a los conquistadores.
08 de Marzo 1577:
Primera Campaña de Quiroga: El plan de pacificación que se iba a poner en práctica era obra del virrey del Perú, y Quiroga lo había aceptado con entusiasmo. Consistía en una enérgica campaña a través de Arauco, llevando el ejército concentrado. Se tomaría prisioneros a los indios más belicosos; se ejecutaría a uno que otro cabecilla, y los demás serían "trasladados a la provincia de Coquimbo, desgobernándolos.
27 de Noviembre 1578:
Segunda Campaña de Quiroga: A pesar de la extraordinaria crudeza del invierno de 1578, las hostilidades de los indígenas no cesaron. Amagaban el campamento en canoas y caían sobre los caballos durante el pastoreo y sobre los grupos que iban al campo a recoger comida.
20 de Diciembre 1584:
Campaña de Sotomayor: Estas fuerzas hicieron algunas campeadas sin importancia, que ni siquiera merecerían mencionarse, a no mediar la trampa en que estuvo a punto de perecer Bernal de! Mercado.
10 de Enero 1597:
Campaña de Oñez de Loyola: El nuevo mandatario se encontró imposibilitado para reabrir la campaña de Arauco. Logró, sin embargo, enviar al sur unos doscientos arcabuceros, al mando de su hermano Luis y dé Lorenzo Bernal del Mercado.

23 de Diciembre 1598:

Batalla de Curalaba: Esta batalla se convirtió en el inicio efectivo de la Rebelión Mapuche de 1598 que terminó finalmente con todas las ciudades al sur del río Biobío, excepto Concepción.
22 de Enero 1599:
Rebelión General del pueblo Mapuche: La sublevación se propagó con la rapidez del fuego que ha hecho por largo tiempo su camino subterráneo. El espíritu de rebeldía asomó casi instantáneamente desde el Maule hasta Osorno. Los españoles se encontraron pronto encerrados en las ciudades y fuertes, sin poder auxiliarse unos a otros.
06 de Abril 1599:
Batalla de Quilacoya: En Quilacoya junto al río Biobio pelentaro fue interceptado por las fuerzas españolas del recién designado gobernador don Pedro de Vizcarra, quien cayó por sorpresa sobre los mapuches, propinándole una contundente derrota.
09 de Octubre 1599:
Ataque a Chillán: Chillán fue atacada resultando muertos 4 españoles y llevándose los indios 30 mujeres y niños. La cifra total de muertos ascendía ya a 200 españoles, siete ciudades arrasadas, sitiadas o despobladas.
26 de Noviembre 1599:
Asalto de Valdivia: La derrota sufrida en Quilacoya no amilanó al cacique Pelantaro y decidió rehabilitarse y vengarse de esa derrota. Para ello cambio su estrategia en noventa grados, decidiendo no atacar Concepción y dirigir su accionar hacia Valdivia que por mucho tiempo vivía en paz. Pelantaro planificó el ataque a esta última ciudad con toda calma, sin dejar pasar un solo detalle, al igual como lo hubiera hecho el mas sagaz estratega moderno.
Noviembre 1601:
Muerte del coronel Francisco del Campo: El coronel resolvió trasladarse a Castro con todos los pobladores. Se dirigió personalmente con 60 soldados a la isla, a disponer los auxilios y las comidas "para llevar tantas mujeres, niños y trastes de casas y haciendas como tenían, y llegando a la primera bahía se alojó y repartió la gente a buscar algunas piraguas en que pasar aquel brazo de mar", quedando él con muy pocos soldados.
07 de Febrero 1602:
Destrucción de la ciudad de Villarrica: Los defensores de Villarrica al mando del capitán Rodrigo de Bastidas decidieron vender cara su existencia, cuando supieron que los indios lanzarían el ataque final antes que llegaran los refuerzos españoles. Los heroicos defensores resistieron los primeros ataques indígenas y lo harían hasta la muerte.
Enero 1603:
Campaña de 1603: En la campaña del verano de 1602: se construyó diversos fuertes en las márgenes del Biobío, en lugares bien escogidos y dispuestos en forma de poderlos socorrer. En la misma temporada procuró afianzar el dominio español, al norte de ese río, con numerosas expediciones; de suerte que al llegar el gobernador a Santiago, en junio de 1602, ya se consideraba definitivamente salvada esta parte del territorio.
Febrero 1603:
Asalto del Fuerte Santa Fe: Cuando llegó el momento de destruir el odiado fuerte de Santa Fe una noche silenciosamente lo indios se aproximaron al fuerte, pero fueron descubierto por un centinela que dio la alarma. Desde ese instante la batalla fue general, los mapuches fueron rechazados, pero volvieron con mas furia emprendiendo un sangriento asalto que resultó estéril. Mas toda la noche pujaron por ingresar y fueron rechazados. Comprendieron entonces que había que someter al fuerte a un durísimo sitio. Así se hizo y una hambruna que tuvo a muy mal traer a los sitiados.
Diciembre 1603:
Batalla Ciénagas De Lumaco: Después de sembrar el terror en las tribus retornó Alonso de Ribera al norte, siendo interceptado en un lugar cenagoso en Lumaco, donde los indios le presentaron un plan estratégico enseñado por Lautaro con excelentes resultados. Este consistía en internarse en el pantano donde la caballería no podía llegar porque se hundía en el barro. Pero olvidaron que el Gobernador Ribera era experto en el arte de la guerra, ordenando entonces que los yanaconas cubrieran con totora el camino y mandó la infantería, que con sus arcabuces dejó la mortandad.

Enero 1604:

Campaña de 1604 y 1605: En su penúltima campaña, la de la primavera de 1603 y verano de 1604, Ribera fundó un nuevo fuerte en el vado de Chepe, a la desembocadura del Biobío, que bautizó con el nombre de San Pedro de la Paz; y el 24 de diciembre fundó otro que denominó Nacimiento.
Diciembre 1605:
Campaña de 1606: García Ramón abrió su primera campaña en la primavera de 1605. Habla partido de Santiago el 6 de diciembre al frente de mil doscientos hombres, enterados con el contingente de España y los militares de los términos de la capital. En el sur le aguardaba otro ejército vecino a mil hombres, distribuidos en los fuertes. En Concepción recibió el socorro remitido por el virrey del Perú, con el cual pagó sus cuentas y atendió a los primeros gastos de la campaña.
Marzo 1606:
Desastre de Angol: Núñez de Pineda tenía orden de sacar de los fuertes hasta trescientos soldados, si los refuerzos de México no llegaban; pero temió debilitar mucho las guarniciones y se limitó a retirar ciento cuarenta y tres, para enterar doscientos.
Septiembre 1606:
Batalla de Boroa o de Palo Seco: La batalla se produjo cuando una guarnición española al mando del capitán Juan Rodulfo Lísperguer fue emboscada al salir del fuerte por entre 3.000 a 6.000 guerreros mapuches ocultos en los bosques ceranos muriendo todos los hispanos.
Febrero 1608:
Campaña de 1608: En las correrías del verano de 1608, García Ramón había contado con el recurso de unas mil lanzas amigas y había devastado los campos de los enemigos hasta reducirlos por la miseria a venir de paz y a establecerse en las inmediaciones de los fuertes, sin traspasar el radio de acción de estos establecimientos.
Diciembre 1610:
La Guerra defensiva de Luis de Valdivia: El padre Valdivia llegó al Callao a mediados de 1611, trayendo los despachos del gobernador para Alonso de Ribera y la real cédula de 8 de diciembre de 1610, que dejaba al criterio del virrey del Perú ensayar por tres a cuatro años la guerra defenslva.
1621:
Campaña Militar de Osores de Ulloa: Osores de Ulloa empezó por restablecer la disciplina en el ejército condenando a muerte a los desertores que logró capturar, y expurgando la oficialidad. Cuando creyó estar preparado, pasando por sobre las órdenes del rey dispuso una expedición, cuyo mando confió al maestre de campo Núñez de Pineda, a las ciénagas de Purén.
24 de Enero 1626:
Cesación de la guerra defensiva: En efecto, el 24 de enero de 1626, recibía Fernández de Córdoba una real cédula expedida en Madrid el 13 de abril de 1625, por la cual Felipe IV ordenaba reanudar la guerra con los mapuches y someter a esclavitud a los prisioneros.
1627:
Contraofensiva mapuche dirigida por Lientur: Como era de esperarlo, la contraofensiva araucana no tardó en de­sencadenarse. La dirigió un indio llamado Lientur, que hasta ese momento habla peleado como amigo en el campo español.
15 de Mayo 1629:
Desastre de Las Cangrejeras: Lientur jefe militar mapuche que luchó en la Guerra de Arauco. Su mayor victoria fue la Batalla de las Cangrejeras. Su actividad bélica concluyó cuando llevó a que los españoles firmaran paces temporales con la nación mapuche en el Parlamento de Quillín.
14 de Mayo 1630:
Sorpresa de Los Robles: Lazo de la Vega logró reclutar unos 150 españoles voluntarios en Santiago que pensaba sumarlos a los ya 1.600 soldados acantonados en el sur. Su idea era internarse en el mismo corazón de Arauco y dar una batalla armagedónica a los mapuches para terminar de una vez por todas con la guerra. El pánico general cundió cuando la población supo de las osadas intenciones del gobernador y el Cabildo le rogó que desisitiese de hacer ese tipo de guerra, pero fue inútil, Lazo de la Vega quería esa batalla decisiva.
13 de Enero 1631:
Batalla de La Albarrada: Lazo de la Vega salió del fuerte y eligiendo cuidadosamente el terreno fue a tender su línea de batalla en Petaco. La acción se inició con una carga de un escuadrón de indígenas que fueron contenidos con fusileros alternados protegidos por lanceros. Una vigorosa carga de caballería fue contenida por los escuadrones mapuches y el combate por unos instantes se tornó indeciso.
1632:
Campañas militares de 1631-1632-1633-1634: A la salida del invierno de 1631 las armas españolas habían tenido algunos éxitos locales de cierta importancia. Los indios auxiliares dieron muerte en el valle de Elicura a Quempuante.
06 de Enero 1641:
Parlamento de Quillin: El gobernador de Chile, Francisco López de Zúñiga, se reúnen en el llano de Quilín con los mapuches para firmar los acuerdos que reconocían la independencia de los indios, la devolución de cautivos españoles, el permiso para evangelizar el territorio indígena y sellar una alianza contra los enemigos del exterior. En favor de los mapuches se pactan la despoblación de Angol y la vuelta de la frontera a la línea del Biobío.
Enero 1651:
Las paces de Boroa: Acuña Y Cabrera, como la mayoría de sus predecesores, no tenia siquiera idea de los problemas que le aguardaban en su gobierno, y, a diferencia de ellos, tampoco era capaz de formársela.
14 de Febrero 1654:
Batalla de Río Bueno: Casi medio siglo de relativa calma vivieron los conquistadores, cuando en 1654 el ambicioso gobernador Antonio de Acuña y Cabrera envió a su cuñado, el maestre de campo don Juan Salazar con una fuerza de 900 españoles y 3.000 yanaconas atacaron al sur del río Bueno donde fueron rechazados por los huilliches, que los obligaron a repasar el citado río donde hicieron un puente de balsas para cruzarlo hacia el norte.
14 de Enero 1656:
Campaña mapuche del mestizo Alejo: Un soldado mestizo, que servía en el ejército español, generalmente conocido con el nombre de "el mestizo Alejo", había manifestado mucha viveza intelectual, valor, iniciativa y deseos de surgir. Solicitó que se le ascendiera a oficial, y como se le contestara con una repulsa, abandonó las filas y se pasó a los indios.
20 de Enero 1656:
Victoria de Conuco: Al sur del Biobío resistían las guarniciones de Valdivia y de Boroa. Los defensores de Valdivia recibieron provisiones por mar, y no sólo lograron rechazar los ataques de los roncos, sino que pudieron alejarlos de los alrededores de la ciudad.
Abril 1664:
Campaña militar de 1664: Tomás Calderón, que sucedió a Carrera como cuartel maestre, hizo una correría por Ilicura y Cayucupil, al llegar la primavera, y regresó con 300 cautivos, que se vendieron como esclavos, sin haber librado verdadero combate.
13 de Diciembre 1680:
Bartolomé Sharp incendia La Serena: En la mañana Sharp desembarcaba con 35 hombres en el puerto de Coquimbo para hacer agua y leña. Hecha la provisión, se encaminó a La Serena al frente de su pelotón.
1692:
Rebelión de Millapán: González de Poveda tenía prohibición real de hacer la guerra militar contra los mapuches a causa de la influencia de los mismos jesuitas ante la corte. Sin embargo, se alzó un cacique de la región de Maquegua, llamado Millapán quien realizó varios asesinatos a españoles. Poveda viendo que la insurrección iba creciendo se dio cuenta que si no actuaba pronto, la situación se desbordaría, así que después de negociar con autoridades eclesiásticas y con el apoyo de la población, sacó hacia el sur, una fuerza expedicionaria de 1.600 hombres, más 2.000 auxiliares. Viendo la determinación española, y la fuerza que se sustentaba, los indios corrieron a dar la paz en el Parlamento de Choque-Choque.
09 de Marzo 1723:
Abandono de los Fuertes al sur del río Bio-Bio: La rebelión se inició el 9 de marzo de 1723 con el asesinato del capitán de amigos Pascual Delgado en Quechereguas. Delgado era considerado uno de los máximos exponentes del sistema monopólico, odiado por su soberbia y los castigos "crueles y arbitrarios" que aplicaba.
Tras este suceso se generalizó el alzamiento, multiplicándose por toda la frontera del Biobío las incursiones de saqueo, el abijeato y el incendio de haciendas. Los fuertes españoles se hallaron de pronto incomunicados unos con otros. La rebelión terminó con el Parlamento de Negrete de 1726, en el que ambas partes firmaron la paces y establecieron un sistema de ferias regladas.
1766:
Levantamiento mapuche de 1766: Se produce una gran rebelión de los mapuche por oposición a la idea de reducirlos como pueblos.
1769:
Batalla de Laja:
1770:
Batalla de Negrete:
Marzo 1793:
Parlamento de Negrete, entre el Gobernador Ambrosio O´Higgins y 161 Toquis Araucanos.
01 de Abril 1811:
Motín de Figueroa: Ese día, las tropas del cuartel de San Pablo se insubordinaron y desconocieron el mando de Juan de Dios Vial y Juan Miguel Benavente. A los gritos de ¡Viva el Rey!, ¡Muera la Junta!, los soldados declararon que solamente obedecerían las órdenes de Figueroa.
01 de Abril 1813:
Toma de Concepción: A las 9 de la mañana del 2 de abril, supo en el camino que Antonio Pareja había desembarcado, y se había apoderado de Concepción. Carrera continuó su marcha. Por donde quiera que pasaba, organizaba tropas, buscaba pertrechos y víveres; y por medio de confinaciones, limpiaba la tierra de sarracenos, como entonces se denominaba a los partidarios de España. A las 8 de la noche del 5, estaba en Talca, y establecía allí su cuartel general.
24 de Abril 1813:
Combate de Linares: Las fuerzas de Pareja son rechazadas por las de Carrera. Elorreaga, cuya inteligente iniciativa se exteriorizó desde sus primeros actos en el servicio, intentó un reconocimiento, trabándose en un combate a distancia con las avanzadas patriotas, a las cuales hizo dos bajas. Atacado por fuerzas muy superiores, se retiró al sur.
26 de Abril 1813:
Batalla o Desastre de Yerbas Buenas: También se le denomina Sorpresa de Yerbas Buenas. En la batalla se enfrentaron las fuerzas chilenas al mando del coronel Juan de Dios Puga y las fuerzas españolas al mando del brigadier Antonio Pareja.
15 de Mayo 1813:
Combate de San Carlos: Tuvo como lugar San Carlos, en las cercanías de Chillán. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de José Miguel Carrera contra las realistas al mando de Juan Francisco Sánchez. La batalla finalizo con la victoria realista.
28 de Mayo 1813:
Combate de Talcahuano: José Miguel Carrera, general del ejercito patriota, derrota a los realistas.
08 de Junio 1813:
Captura de la fragata española "Thomas": Poco más tarde, el 7 de junio, apareció en la bahía la fragata "Thomas", que venía del Callao, conduciendo algunos jefes y oficiales, pertrechos y dinero para Pareja. Ignorando la caída de la plaza en poder de los patriotas, fondeó en el puerto de Tomé. Al amanecer del día 8, los oficiales Nicolás García y Ramón Freire, con dos lanchas cañoneras y algunos botes, se apoderaron de ella, sin que opusieran la menor resistencia.
Julio - Agosto 1813:
Sitio de Chillán: Los patriotas chilenos iniciaron el sitio de Chillán procurando expulsar a los realistas. No lo consiguieron.
Agosto 1813:
Combate de Huilquilemu: El comandante Elorreaga, al frente de 350 fusileros montados, se apoderó de Los Angeles, de Nacimiento y de toda la Isla del Laja, y desbarató a O'Higgins, quien le salió al encuentro con unos 300 hombres, cerca de Huilquilemu. El propio O'Higgins fue derribado del caballo con su mon­tura. El capitán Agustín López Alcázar, más tarde comandante del batallón número 3 en Maipo, logró rescatarlo, y, montando el caballo que le cedió el soldado Gabino Guardia, prosiguió la fuga.
Agosto 1813:
Combate de Quilacoya: Días más tarde O'Higgins, convenientemente reforzado, derrotó en Quilacoya a las mismas fuerzas de Elorreaga y Quintanilla. Tuvo que replegarse otra vez a Concepción, pero en octubre, el frente de más de 500 hombres, obligó a Elorreaga a evacuar las fronteras y volverse a Chillán.
17 de Agosto 1813:
Combate de Quirihue: Tuvo lugar la villa de Villa de Quirihue, actual Región del Biobío. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de José Joaquín Prieto contra las realistas al mando de Juan Antonio Olate. El combate finalizo con la victoria patriota.
23 de Agosto 1813:
Combate de Cauquenes: Fue un enfrentamiento llevado a cabo entre las fuerzas realistas del chileno Juan Antonio Olate y las fuerzas patriotas chilenas al mando del coronel Juan de Dios Vial. El combate finalizo con la victoria patriota.
24 de Agosto 1813:
Sublevación de Arauco: Los habitantes de Arauco estaban desesperados con las prorratas y exacciones. Sánchez, desde Chillán, y el franciscano fray Juan Ramón, misionero de la plaza, explotaron el descontento.
17 de Octubre 1813:
Batalla de El Roble. Luego del sitio de Chillán, las tropas patriotas al mando del General en Jefe, José Miguel Carrera y del, por entonces, Coronel Bernardo O'Higgins, se guarecieron en el paso de El Roble, en el río Itata en la tarde del 17 de octubre. En total, eran 800 soldados de las tres armas. Pasaron al reposo en la ribera sur, con la intención de cruzar el obstáculo en la mañana del día siguiente y se extremaron las medidas de seguridad contra una posible sorpresa de los guerrilleros realistas.
29 de Octubre 1813:
Combate de Santa Rosa de Trancoyan: Un pequeño desastre, ocurrido días más tarde, acabó con las ilusiones de los pocos entusiasmados con la victoria del Roble.
23 de Febrero 1814:
Resistencia en Cucha Cucha: El oficial chileno Santiago Bueras, contiene al enemigo con si intrepidez y coraje, hasta que unos 100 efectivos del cuerpo auxiliar de Buenos Aires, al mando de Juan Gregorio Las Heras, cargaron en un ejemplar orden y empuje que despertaron la emulación de las tropas chilenas.
Marzo 1814:
Desastre de Urizar: En un intento por sorprender a un destacamento realista, en un ataque nocturno sorpresa, el coronel Fernando Urizar tuvo una derrota inesperada perdiendo tropa y 2 cañones.
03 de Marzo 1814:
Derrota del Gomero: Fue efectuada por las tropas realistas de Gabino Gaínza al mando de Ildefonso Elorreaga, en contra de los patriotas que sólo en número de 300 deberían defender la ciudad al mando de Carlos Spano.
04 de Marzo 1814:
Toma de Talca: El comandante realista Ildefonso Elorregada se apodera de Talca, la cual estaba bajo el mando del español pasado a las tropas patriotas, Carlos Spano, quien murió en el centro de la plaza abrazado a la bandera chilena diciendo: "Muero por la patria, por la patria que me adoptó entre sus hijos".
19 de Marzo 1814:
Combate de El Quilo: Tuvo como lugar Ránquil, Región del Biobío, cerca de Ñipas, en la ribera sur del río Itata. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las realistas al mando de Manuel Barañao. La batalla finalizo con la victoria patriota.
20 de Marzo 1814:
Combate de Membrillar. Fue librado en la ribera norte del río Itata. En ella se enfrentaron la división del ejército patriota chileno comandada por el coronel de ingenieros jefe de Estado Mayor, Juan Mackenna, y el ejército realista al mando de Gabino Gaínza.
29 de Marzo 1814:
Los realistas triunfan en Cancha Rayada. Durante la guerras de la independencia, Talca fue tres veces ocupada por los ejércitos enfrentados y en sus inmediaciones se libraron importantes batallas. Un destacamento patriota comando por Manuel Blanco Encalada atacó por error al grueso del ejército realista en Yerbas Buenas, arrastrando, en su huida a la capital, al resto de las fuerzas chilenas. Ello fuerza la firma de una tregua en Lircay y permite la retirada de los realistas a Concepción, donde podrán recuperar su poderío.
03 de Abril 1814:
Bernardo O'Higgins efectúa frente a las fuerzas patriotas el llamado "Paso del Maule". y Combate de Tres Montes del 7 de Abril, pequeña victoria patriota dirigida por Enrique Campino.
08 de Abril 1814:
Toma de Quechereguas: Tuvo como lugar el fundo Quechereguas. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las tropas realistas de Gabino Gaínza. La batalla finalizo con la victoria patriota.
26 de Agosto 1814:
Combate de las Tres Acequias. Se enfrentaron los ejércitos de Bernardo O'Higgins Riquelme con los de José Miguel Carrera Verdugo, obteniendo este último el triunfo. O'Higgins derrotado se retiró a buscar más soldados, pero al saber de la llegada el país del realista Mariano Osorio, reconoció a Carrera como general en jefe del ejército.
1 y 2 de Octubre de 1814:
Batalla de Rancagua. Enfrentó a las fuerzas independentistas chilenas, al mando del general Bernardo O`Higgins, y a las tropas realistas españolas, a cargo de Mariano Osorio, a la cabeza de 5 mil soldados, se dirigía a Santiago. Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera lograron reunir más de tres mil hombres, pero no soldados. Con la mitad de ellos O'Higgins se encerró en la plaza de Rancagua.
10 de Octubre de 1814:
Combate de Los Papeles: Enfrentó la retaguardia patriota, que resguardaba en esos momentos a los últimos grupos de civiles que emprendieron el cruce de la cordillera con destino a Mendoza, de la persecución y seguro apresamiento por parte de la caballería realista enviada en su persecución.
Enero 1817:
Manuel Rodríguez sorprende a los españoles que resguardan Melipilla y se apodera de la ciudad, confiscando para la causa patriota, los fondos acumulados por los recaudadores de Marcó del Pont y llevándose las armas de la guarnición.
12 de Enero 1817:
Salas y Silva se apoderan de San Fernando: ciento cincuenta de sus hombres al mando de Francisco Salas asaltan de noche a San Fernando. La guarnición realista resiste el ataque; entonces Inmediatamente los montoneros pusieron en movimiento unas rastras de cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones. Los realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas se apoderó de San Fernando.

22 de Enero 1817:

Primer enfrentamiento de una avanzada patriota con un destacamento de los Talaveras.

25 de Enero 1817:

Un destacamento de Las Heras, se enfrenta a una unidad realista.
04 de Febrero 1817:
Combate de Achupallas: El mayor Arcos, desprendiéndose de la división de So­ler, al frente de otros 200 hombres, dispersaba a la guarnición de Las Achupallas y le hacía 3 prisioneros.
04 de Febrero 1817:
Combate de Guardia Vieja: Al ponerse el sol, el mayor Enrique Martínez atacó el puesto español de Guardia Vieja con 150 fusileros y 30 jinetes. El combate duró una hora y media a sable y bayoneta, los españoles en número de 94, tuvieron 25 muertos y 43 prisioneros.

04 de Febrero 1817:

Combate de Cumpeo: Freire ataca a un destacamento realista de 100 soldados, dirigidos por el coronel Morgado, causándole la baja de 18 hombres y la captura de otros 20.
07 de Febrero 1817:
Combate de Las Coimas: Enfrentamiento entre el realista Atero y un destacamento de Necochea.
12 de Febrero 1817:
Batalla de Chacabuco: Se llevo a cabo en la hacienda Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, donde combatieron el Ejército de los Andes y el Ejército Realista. Finalizo con la victoria patriota y que trajo como consecuencia la recuperación de Chile a manos patriotas, de ese modo finalizo la reconquista y comenzó la Patria Nueva. El capitán San Bruno, odiado jefe de los talaveras, es capturado y fusilado menos de 24 horas después.
12 de Febrero 1817:
Liberación del Norte: Las tropas del comandante Juan Manuel Cabot, toman Copiapo, La Serena y Coquimbo.
26 de Febrero 1817:
Captura del bergantín español "Aguila": Primer barco de nuestra Escuadra. Los patriotas apresaron en Valparaíso al bergantín de comercio español "Aguila", mediante el ardid de mantener izada la bandera española en tierra; fue armado y puesto al mando del oficial irlandés de Artillería, don Raimundo Morris.
04 de Abril 1817:
Combate de Curapalihue: En este combate se enfrentaron las tropas de Juan Gregorio Las Heras por el lado de los patriotas y las tropas de Juan José Campillo por lado de los realistas. El combate finalizo con la victoria patriota.
11 de Mayo 1817:
Asalto y Toma de Nacimiento: Mientras se practicaban los reconocimientos de las fortificaciones de Talcahuano y se acumulaban los elementos para el asalto, O'Higgins dispuso la ocupación del territorio español que quedaba al sur del Biobío y de la plaza de Arauco, a fin de privar de recursos a Ordóñez. El capitán José Cienfuegos, partiendo de la villa de Los Angeles, se dirigió a la plaza de Nacimiento, que era la fortaleza más inexpugnable. El asalto empezó el 12 de mayo, y la plaza tuvo 20 bajas entre muertos y heridos. La guarnición de Nacimiento se retiró a Arauco. San Pedro se rindió sin disparar un tiro.
27 de Mayo 1817:
Toma de la plaza fortificada de Arauco: Los patriotas comandados por Ramón Freire se toman la plaza fortificada de Arauco, en Talcahuano, la cual era el centro de abastecimiento de los realistas ubicados en la zona.
01 de Junio 1817:
Combate del Cerro Gavilán: Se desarrollo en las cercanías de concepción. Por lado de los patriotas liberaban los generales Bernardo O’Higgins y Juan Gregorio Las Heras y por lado de los realistas el comandante José Ordóñez. La batalla finalizo con la victoria patriota.
23 de Julio 1817:
Asalto a Talcahuano: El coronel José M. Ordoñez rechaza el intento del general Juan Gregorio Las Heras.
10 de Septiembre 1817:
Combate de Cerro Manzano: En el cerro Manzano (al Sudeste de Talcahuano), en dos acciones sorpresivas el cuarto escuadrón de granaderos a caballo, aniquiló a una fracción enemiga de 30 hombres, de los cuales se salvó sólo uno, y a otra de 25 hombres le causó 4 muertos y le tomó 3 prisioneros.
06 de Diciembre 1817:
Sitio y Asalto de Talcahuano: Tuvo como lugar Talcahuano. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las realistas alo mando de José Ordóñez. La batalla finalizo con la victoria realista.
15 de Marzo 1818:
Combate de Quechereguas: Tuvo como lugar Quechereguas, cerca de Molina. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Ramón Freire contra las realistas al mando de Joaquín Primo de Rivera. El combate termino con la victoria Realista.
19 de Marzo 1818:
Sorpresa de Cancha Rayada: Batalla que pone en peligro la Independencia de Chile. La fuerzas patriotas acampaban en el llano de Cancha Rayada, al norte de Talca, cuando en la noche cayeron sobre ellas los realistas y derrotaron a las fuerzas del general San Martín.
05 de Abril 1818:
Batalla de Maipú. Diecisiete días después de Cancha Rayada, en los llanos del río Maipo, el ejército dirigido por San Martín venció completamente a los realistas. Desde ese momento, la Independencia de Chile quedó definitivamente consolidada. O’Higgins había salido de la capital esa misma mañana y se dirigía hacia Maipú con unos mil milicianos alcanzando a participar en el desenlace final de la batalla. Al llegar al campo de batalla O'Higgins se abraza con San Martín dialogando lo siguiente. "O'Higgins: ¡Gloria al salvador de Chile! - San Martín: General, Chile no olvidará jamás al ilustre inválido que se presenta herido al campo de batalla".
27 de Abril 1818:
Combate Naval de Valparaíso: Entre la fragata chilena "Lautaro" y la fragata española "Esmeralda". En esta acción, por una desinteligencia, muere el comandante contratado por el gobierno de Chile, Jorge O'Brien.
28 de Octubre 1818:
Captura de la fragata "María Isabel": En este combate se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Manuel Blanco Encalada contra las realistas, en Talcahuano. La batalla finalizo con la victoria patriota.
14 de Noviembre 1818:
Captura de cinco transportes: El comandante Blanco Encalada captura cinco transportes españoles en Talcahuano.
21 de Febrero 1819:
Inicio de la Guerra a Muerte, Combate de Santa Juana: El montonero realista Vicente Benavides derrota al teniente José A. Rivero. Se inicia la "Guerra a Muerte".
28 de Febrero 1819:
La fragata O´Higgins ataca El Callao: La escuadra chilena al mando de Cochrane, ataca el puerto de El Callao, en Perú.
01 de Marzo 1819:
Asalto de Los Angeles: Intentado por las fuerzas realistas quienes tenían una fuerza auxiliar de 3.000 indios que tomaron parte en este sitio. En la ciudad sólo había el batallón patriota "Coquimbo" sin armamentos suficientes para su defensa. Los sitiadores habían tomado el fuerte, si no hubiese sido por la oportuna intervención del mariscal Andrés Alcázar y Zapata, quien llegó con su caballería. Entró en Los Angeles el 10 de marzo, después de batir a los sitiadores, salvando la situación que ya era desesperada.
11 de Abril 1819:
Sublevación de los Prieto: Entre las turbulencias que logró provocar la propaganda carrerina, la más importante es, sin disputa, la de los hermanos Prieto, en las cordilleras de Talca.
01 de Mayo 1819:
Combate de Curalí: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre tropas realistas españolas dirigidas por Vicente Benavides y patriotas del gobierno provisorio chileno liderados por el coronel Ramón Freire, desarrollado en los campos de Curalí, cerca de la ribera norte del río Biobío. Fue una sorpresa y derrota total de Benavides, quien terminó escapando hacia La Araucanía.
Marzo a Septiembre 1819:
Diversas acciones de la Guerra a Muerte: Armadas todas aquellas partidas, que rara vez pasaban de un centenar de hombres por cada parte, comenzaron a salir las urnas contra las otras y con tal brío y rapidez que durante los seis primeros meses de la guerra (de marzo a septiembre de 1819) todo el sur de Chile no parecía sino un vasto palenque de matanzas.
19 de Septiembre 1819:
Combate de Quilmo: Al saber Victoriano en Tucapel la inesperada pérdida de Chillan, sin vacilar un instante, corrió al encuentro del enemigo, no tomando acuerdo de su número y seguido del puñado de hombres que tenía a sus órdenes.
01 de Noviembre 1819:
Combate de Tritalco: Irritado Benavides por el descalabro de Quilmo, inexplicable después de las ventajas conseguidas, y por el número de muertos de los suyos, resolvió vengar la derrota de Elizondo enviando a Bocardo con sus indios para atacar a Victoriano en Chillan y quitarle de nuevo a que el pueblo y su comarca.
20 de Noviembre 1819:
Combate de Hualqui: Tuvo como lugar Hualqui, cerca de Concepción. Por lado de los patriotas estaban las tropas de José Tomás Huerta y por lado de los realistas Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria patriota.
06 de Diciembre 1819:
Combate de Pileo: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre realistas españoles y patriotas chilenos desarrollado en la subdelegación de Pileo.
09 de Diciembre 1819:
Asalto de Yumbel: Realizado contra la ciudad de Yumbel al atacar las tropas realistas la plaza defendida por los patriotas al mando de Quintana, quién disponía de 100 hombres y los realistas de 658. Hay noticias de que en realidad las fuerzas realistas eran de 300 fusileros y 700 indios. El ataque duró 5 horas y terminó al aparecer una partida de 200 hombres en el cerro de la Parra. En este encuentro estaba Manuel Bulnes, de 19 años de edad, que entonces tenía el grado de subteniente de Cazadores.
10 de Diciembre 1819:
Combate de El Avellano: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre montoneras realistas españolas y patriotas chilenos comandadas por Pedro Andrés Alcázar en las cercanías de Los Ángeles.
29 de Diciembre 1819:
Combate de San Pedro: Tuvo como lugar el fuerte de San Pedro en las cercanías de Concepción. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Pedro Agustín Elizondo contra las realistas al mando de Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria patriota.
05 de Enero 1820:
Ataque a San Carlos: Los Pincheira ignorantes de que hubiesen llegado tropas de Santiago, descendieron en la noche del 4 enero de su malal del Roble huacho, y atacaron de sorpresa la indefensa villa de San Carlos.
30 de Enero 1820:
Acciones de Palpal y Coihueco: La matanza de Monte Blanco no escarmentó a los salteadores de la montaña. Era preciso que el infatigable Victoriano, seguido como siempre de la muerte, penetrase de nuevo en sus guaridas y les persiguiese hasta en sus últimos asilos.
02 de Febrero 1820:
Toma de los fuertes de la Aguada, San Carlos y el Castillo: Lord Cochrane aparece en Corral con tres buques y se toma los fuertes de la Aguada, San Carlos y el Castillo y, después, toma a Valdivia.
03 de Febrero 1820:
Asalto y Toma de Valdivia: En este combate se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Thomas Cochrane contra las realistas al mando de Manuelo Montoya. La batalla finalizo con la victoria patriota lo que conllevo a la recuperación de Valdivia.
18 de Febrero 1820:
Combate de Agüi: El combate de Agüi fue un enfrentamiento bélico, el cual se desarrollo entre fuerzas realistas y patriotas en la isla de Chiloé. En el los patriotas dispusieron sus fuerzas para derrotar a los Españoles que dominaban la isla de Chiloé, ya que su permanencia en la isla fue considerada por los patriotas una amenaza para la independencia de Chile.
06 de Marzo 1820:
Combate de El Toro: Tuvo como lugar la hacienda El Toro, en el se enfrentaron las tropas patriotas contra las tropas realistas al mando de Gaspar Fernández de Bobadilla. La batalla finalizo con la victoria patriota.
22 de Junio 1820:
2do Combate de Quilmo: El 22 junio se presentó en la colina de Quilmo, en el mismo sitio en que Victoriano había escarmentado a Elizondo un año atrás, el jefe de partidas Gervasio Alarcón.
20 de Agosto 1820:
Expedición Libertadora del Perú. Zarpa de Valparaíso la escuadra con 17 transportes, 9 buques de guerra y 11 lanchas cañoneras, comandados por el vicealmirante británico Lord Thomas Cochrane. Una salva de 21 cañonazos anunció la partida de la Escuadra y el director supremo Bernardo O’Higgins Riquelme, la despidió con estas palabras: “De estas cuatro tablas dependen los destinos de América”.
23 de Septiembre 1820:
Combate de El Pangal: Desarrollado en el lugar llamado Pangal, en la rivera norte del Laja, los contendientes eran las tropas de Benavides comandadas por su lugarteniente Juan Manuel Picó con un total aproximado de 1.700 hombres, y las fuerzas patriotas en número de 500 soldados al mando de Benjamín Viel Gomets y Carlos María O´Carroll.
25 de Septiembre 1820:
Combate de Tarpellanca: Tuvo lugar en Tarpellanca, en el río Laja. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Pedro Andrés Alcánzar contra las tropas realistas al mando de Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria realista.
05 de Noviembre 1820:
Captura de la corbeta española "Esmeralda": Recién pasada la medianoche, Lord Cochrane se apoderó de la corbeta española "Esmeralda", en la rada de El Callao. El buque tenía 44 cañones y su conquista fue una hazaña de valor y astucia.
25 de Noviembre 1820:
Combate de Las Vegas de Talcahuano: Tuvo como lugar en las cercanías de Talcahuano. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Ramón Freire contra las tropas realistas al mando de Vicente Benavides. Finalizo con la victoria patriota.
27 de Noviembre 1820:
Combate de la Alameda de Concepción: El combate de la Alameda de Concepción fue una batalla entre patriotas y realistas. Ramón Freire se dirigió a la ciudad de concepción donde Benavides presentó batalla en el lugar. La batalla finalizo con la victoria Patriota.
27 de Noviembre 1820:
Combate de Cocharcas: La vanguardia de la Segunda División derrota a las fuerzas del guerrillero José María Zapata.
12 de Enero 1821:
Combate de Lumaco: Los indios de Venancio Coihuepán y las tropas del capitán Salazar derrotan a las montoneras realistas de Carrero y Catrileo.
10 de Octubre 1821:
Combate Vegas de Saldías: Las fuerzas revolucionarias del realista Vicente Benavides Llanos, se enfrentaron al Ejército de Chile al mando de José Joaquín Prieto Vial y comandado por Manuel Bulnes Prieto en la Batalla de Vegas de Saldías en el contexto de la Guerra a Muerte, batalla que finalizó al día siguiente con el triunfo patriota. Sin embargo, esta guerra continuó por dos años más, dirigida por Juan Manuel Picó.

15 de Noviembre 1821:

Motín de Osorno: Unos cuantos sargentos las sublevaron. El mayor Letelíer. los capitanes Baldovinos y Cartes y los tenientes Anguita. Vial, Cavallo y Alfonso que intentaron sofocar el motin, fueron muertos por los soldados.

26 de Noviembre 1821:

Combate de Hualehuaico: Las tropas de Manuel Bulnes vencen a un cuerpo realista apoyado por indigenas.

27 de Noviembre 1821:

Combate de Niblinto: Las tropas de Manuel Bulnes vencen a montoneras realistas apoyadas por indigenas.
12 de Diciembre 1821:
José Joaquín Prieto recupera Chillan: Con la formación de un nuevo regimiento y la dirección de Prieto se logra controlar el sur de Chile.
26 de Diciembre 1821:
Combate de La Imperial: No han quedado demasiados detalles de aquel terrible hecho de armas, lo que demuestra con evidencias que fue un desastre para los patriotas, dirigidos por el capitán Bulnes.
Diciembre 1821:

Nueva fisonomía de la lucha en Arauco: Campañas de Prieto, de Ruines y de Lantaño

09 de Abril 1822:
Combate de Pile: Las tropas de Clemente Lantaño y de Manuel Bulnes vencen a grupos indigenas.
Mayo 1822:

La expedición de Beauchef a Boroa: La guerra del sur hacia 1822 y 1823.

08 de Octubre 1822:
Asedio de Arauco: A las cuatro de la tarde del 8 octubre el recinto de Arauco estaba completamente rodeado por tres divisiones de indios que mandaba Ferrebú en persona.
23 de Octubre 1822:
Acción de Pitrufquén: El teniente coronel Beauchef derrota al guerrillero Palacios.
14 de Diciembre 1822:
Acción de Río Diguillín: El teniente coronel Torres derrota a las montoneras de Bocardo y Zapata.
26 de Marzo 1823:
Acción de Linares: Los Pincheira dan muerte al gobernador Sotomayor en dicha población.
21 de Febrero 1824:
Acción de Tucapel: Las bandas del cacique Venancio Coihuipán dispersan a las fuerzas que en los campos de Tucapel había reunido el cura Ferrebú.
24 de Marzo 1824:
Fracaso del canal de Chacao: La expedición del General Ramón Freire Serrano entra al canal de Chacao en su intento para la liberación de Chiloé. La expedición fracasa.
10 de Abril 1824:
Batalla de Mocopulli: En esta batalla se enfrentaron las tropas patriotas al mando del comandante Jorge Beauchef contra las tropas realistas al mando de José Rodríguez Ballesteros. La batalla finalizo con la victoria realista.
11 de Abril 1824:
Combate de Albarrada: El sargento mayor Gaspar derrota al cura Ferrebú.
20 de Abril 1824:
Acción de Colcura: Una partida proveniente del fuerte de Colcura cae sobre el campamento de una columna realista enviada por el cura Ferrebú y la dispersa.
30 de Agosto 1824:
Acción de Laraquete: Una partida proveniente del fuerte de Colcura, mandada por el comandante Gaspar, cae sobre el rancho donde dormía el cura Ferrebú y lo captura.
28 de Octubre 1824:
Acción de Coronado: Una columna patriota mandada por Lorenzo Coronado y Angel Salazar, cae sobre el rancho donde dormía el comandante Pico.
02 de Septiembre 1824:
Fusilamiento de Ferrebú y muerte de Pico: En la guerra de la frontera del Maule.
30 de Septiembre 1825:
Acción en el río Bureo: Un destacamento enviado desde Yumbel por el coronel Barnechea ataca a la montonera del comandante Senosiaín, causandole numerosas bajas.
27 de Noviembre 1825:
Sorpresa de Parral: Los Pincheira y Senosiaín caen con su montonera unida sobre el pueblo de Parral, donde había un destacamento de soldados bajo el mando del capitán Agustín Casanueva. Dicho destacamento pudo rechazar ese ataque.
27 de Noviembre 1825:
Acción de Longaví: Un destacamento patriota de dragonesal mando del comandante Manuel Jordán, trata de cerrar el paso a la montonera realista que se retiraba de Parral; perecieron el comandante jordano y 51 de sus hombres.
11 de Enero 1826:
Manuel Blanco Encalada en Ancud: Durante la Expedición de Liberación de Chiloé, aún en posesión de la corona española, el Vicealmirante Manuel Blanco Encalada entra al puerto de San Carlos de Ancud, bajo los fuegos de las baterías del Coronel español Antonio de Quintanilla.
13 de Enero 1826:
Batalla de Pudeto: Tuvo logar en Chiloé. En el se enfrentaron las tropas patriotas contra las realistas. El fin de este combate era la expulsión de los Españoles de Chiloé. La batalla finalizo con la victoria patriota.
14 de Enero 1826:
Combate de Poquillihue: Las fuerzas chilenas de Freire obligan a las realistas de Quintanilla a abandonar el fuerte de Poquillihue.
14 de Enero 1826:
Batalla de Bellavista: El Combate tuvo como lugar Chiloé. Se llevo a cabo entre el general Ramón Freire y los españoles. Su propósito fue el de incorporar la provincia de Chiloé al territorio Chileno. La batalla finalizo con la victoria patriota.
19 de Enero 1826:
Liberación de Chiloé: Con el propósito de incorporar la provincia de Chiloé al territorio de la República de Chile. Triunfan los chilenos sobre los españoles, logrando además, abrir el paso para la toma de la ciudad de San Carlos de Ancud. Las tropas chilenas encuentran dura oposición de los lugareños que son, en su mayoría absoluta, partidarios de la monarquía.
25 de Febrero 1826:
Acción de Neuqén: un destacamento mandado por el coronel Barnecheacae sobre el campamento de montoneros e indígenas de Senosiaín y de uno de los hermanos Pincheira, dispersando los y rescatando a numerosas mujeres cautivas.
31 de Agosto 1826:
Acción de Antuco: una montonera realista caer sobre el villorrio de Antuco y ejecuta al oficial Herquíñigo y a su guarnición de siete hombres.
Enero 1827:
Operaciones militares contra los Pincheira y las bandas de Senosiaín.
25 de Enero 1827:
Levantamiento de Enrique Campino: El coronel Enrique Campino ingresó a caballo al Congreso Nacional con intenciones de dar un Golpe Militar.
21 de Julio 1827:
Motín de Talca: Un escuadrón de Cazadores se sublevo, comandado por algunos cabos y sargentos.
31 de Diciembre 1827:
Acciones en San Fernando: El gobernador Silva apresó a algunos individuos afectos a la asamblea. El comandante Francisco Porras se colocó al frente de los partidarios del bando vejado, organizó algunas compañías de milicianos y aventureros y se dirigió a San Fernando.
Enero 1828:
Campaña contra Los Pincheira de 1828: El ministro de la Guerra repitió en el verano de 1828 la expedición que había realizado el año anterior contra los Pincheira, con menos fuerzas. Las pequeñas columnas comandadas por Viel y Bulnes no lograron dar alcance a los bandidos.
18 de Julio 1828:
Sublevación de Colchagua: Revolución federalista-o'higginista de Urriola. Los estanqueros y los pelucones salvan el gobierno.
25 de Agosto 1828:
Motín del Maule: Manuel Bulnes al frente de la guarnición de Parral, somete a los insurgentes al mando de Gregorio Murillo.
06 de Junio 1829:
Motín Militar: Un estrafalario motín, que debe considerarse más como incidente del proceso electoral que como pronunciamiento militar, acabó de exacerbar las pasiones, ya muy enconadas.
06 de Diciembre 1829:
Toma de Valparaíso: Portales y Rodríguez Aldea descubrieron e! plan de Novoa, y a fin de desbaratarlo, resolvieron impedir la salida de! "Aquiles", apoderándose de Valparaíso.
14 de Diciembre 1829:
Batalla de Ochagavía. La Acción de Ochagavía fue el primer choque armado producido entre tropas gubernamentales del bando pipiolo o liberal, y las del bando pelucón o conservador, acaecida durante la Guerra Civil de 1829-1830.
15 de Diciembre 1829:
La Revolución de Coquimbo: Pedro Uriarte y algunos hacendados se alzan contra el gobierno.
03 de Enero 1830:
Contrarrevolución de Sur: El coronel Cruz recupera Concepción.
02 de Marzo 1830:
Toma de Concepción: Viel se apodera de Concepción y pone sitio a Chillan y exige la rendición de Cruz.
17 de Abril 1830:
Batalla de Lircay. Este combate tuvo lugar a orillas del río Lircay, en el marco de la Guerra Civil chilena comenzada un año antes con la denominada revolución de 1829. Dicha revolución corresponde al enfrentamiento definitivo entre los estanqueros, o’higginistas y pelucones ("fuerzas conservadoras"), contra los pipiolos (liberales). Esta etapa, y con ello la denominada "anarquía chilena" (1823-1830), finalizó con la batalla de Lircay.
14 de Enero 1832:
Combate de Coyahuelo-Lagunas de Pulán: Las tropas de Manuel Bulnes caen sobre la montonera de los hermanos Pincheira, derrotando las completamente.
21 de Agosto 1836:
Captura de Buques de la Confederación: El ministro Portales envía a Victorino Garrido a tomar por asalto durante la noche el puerto de el Callao, logrando capturar tres de los seis barcos peruanos. Los botes del bergatín "Aquiles" capturaron la barca "Santa Cruz", el bergatín "Arequipeño" y la goleta "Peruviana" en el puerto peruano de El Callao, movimientos previos a la guerra contra la Confederación peruanaboliviana..Garrido se entrevista con Santa Cruz, acordando la devolución de las naves peruanas después de firmado un tratado de paz.
29 de Agosto 1836:
Sublevación de Freire: Las fuerzas chilenas lograron controlar a las sublevadas en el sur del territorio nacional, comandadas por el general Ramón Freire Serrano, quien tenía intenciones de derrocar el gobierno del presidente José Joaquín Prieto Vial y reconstruir el virreinato del Perú.
03 de Junio 1837:
Motín de Quillota: Es apresado por el Regimiento Maipo, el ministro Diego Portales, mientras pasaba revista a las tropas acantonadas en Quillota. Este hecho es conocido por la historia como el "Motín de Quillota".
06 de Junio 1837:
Combate de Cerro Barón y asesinato del Ministro Diego Portales: El Ministro se dirigió a Quillota, para revistar un cuerpo de ejército acantonado allí. De un instante a otro la oficialidad lo apresó y se amotinó contra el estadista. El coronel José Antonio Vidaurre dirigió el movimiento. Los amotinados se trasladaron a Valparaíso y se llevaron a Portales en un pequeño carruaje. En la madrugada del 6 de junio tras un combate en el cerro Barón, se escucharon los primeros disparos. El oficial Santiago Florín, que custodiaba al Ministro, le ordenó a un subordinado: ¡Baje el Ministro!. Este se arrodilló y de inmediato disparó sobre él.

11 de Septiembre 1837:

Inicio de la primera expedición; Durante la guerra contra la Confederación peruana-boliviana, zarpó la Escuadra Nacional comandada por el almirante Manuel Blanco Encalada.

29 de Septiembre 1837:

Desembarco en Quilca: Se inicia la marcha hacia Arequipa.
07 de Agosto 1838:
Segunda expedición chilena: Al mando del general Manuel Bulnes Prieto, las fuerzas chilenas se apoderaron del puerto de El Callao, durante la guerra contra la Confederación peruana - boliviana. Bulnes impuso a Perú una indemnización de 20 millones de pesos de la época, pero como los peruanos no accedieron a la petición, el general se apoderó de Lima, luego de una sangrienta batalla.
17 de Agosto 1838:
Captura de la corbeta "Socabaya": En el puerto peruano de El Callao, por las naves de la escuadra del capitán de navío Carlos García del Postigo Bulnes, durante la guerra contra la Confederación peruanaboliviana.
21 de Agosto 1838:
Combate de Portada de Guías. Luego de desembarcar la escuadra chilena, a cargo del Almirante Simpson, se llevó a cabo el combate de Portadas de Guía, adueñándose el ejército chileno de la ciudad de Lima el 21 de agosto de 1838. El General Bulnes cita un cabildo abierto, el que proclama un gobierno provisional en Perú a cargo de Agustín de Gamarra.
18 de Septiembre 1838:
Combate de Matucana. Las tropas chilenas avanzan hacia el interior del Perú, enfrentando y venciendo a las tropas de Santa Cruz.
17 de Diciembre 1838:
Combate del puente de Llac Lla: El ejercito confederado ocupó el pueblo de Recuay y a la vez el “chilenoperuano” estaba en Huaraz de donde salió mas al interior llevando centenares de enfermos, en busca de climas benignos. Al llegar al puente LlacLla fueron alcanzados por las tropas Confederadas y mientras Torraco apresuraba el paso de los enfermos, el soldado Lorenzo Colipí con 10 compañeros del batallón Carampangue, lucharon sin descanso permitiendo la evacuación desde Chiquian.
06 de Enero 1839:
Combate de Buin: En la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Restaurador Chile-Perú. Hacia el norte de la ciudad de Lima, las tropas de la confederación se baten en un combate con el ejército chileno, desarrollándose la batalla de Huaras.
12 de Enero 1839:
Combate Naval de Casma: Ambas armadas se enfrentaron en el Combate Naval de Casma, convirtiéndose en el último con buques a velas. El triunfo chileno nos permitió el dominio del mar.
20 de Enero 1839:
Batalla de Yungay. A orillas del río Santa ocurre la decisiva en la Guerra contra la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Restaurador Chile-Perú. El presidente Santa Cruz había fortificado el fuerte de Yungay y el cerro Pan de Azúcar, el cual fue asaltado por la infantería chilena, desatándose la Batalla de Yungay. Este día, el 20 de enero de 1839, las tropas chilenas vencen a las de la Confederación, declarándose disuelta. Las tropas del General Bulnes llegaron el 18 de febrero a Lima, dando fin a la guerra.
20 de Abril 1851:
Motín de Urriola: Un motín cívico militar estalla en las calles de Santiago de Chile, por oposición al gobierno de Bulnes y a la candidatura presidencial de Manuel Montt. Urriola y cinco mil revolucionarios se tomaron las principales calles de Santiago, mientras que el gobierno preparó una contraofensiva desde la Alameda y el Cerro Santa Lucía. El combate duró cerca de 5 horas, tras las cuales fue abatido Urriola y hubo más de 200 muertos.
25 de Septiembre 1851:
Operaciones sobre Huasco, Vallenar e Illapel: Con erogaciones forzosas de los vecinos y prorratas de caballos y elementos de transporte, logró Vicuña Mackenna reunir una partida o montonera, que llegó a contar con 150 fusileros y 172 jinetes, que, en su inconsciencia militar, creía capaces de arrollar las fuerzas que el gobierno le opusiera.
28 de Septiembre 1851:
Revolución de La Serena y Captura del "Fire Flay": La necesidad de procurarse armas y municiones, para organizar un ejército eficiente de unas dos mil plazas, se imponía al más elemental sentido común. Carrera concibió el proyecto, de dudoso éxito inmediato, de adquirirlas en Lima. Con este objeto, se apoderó a viva fuerza del pequeño vapor "Fire Flay", de propiedad de Carlos Lambert, que navegaba con bandera inglesa, sin prever las complicaciones que el acto iba a ocasionar.
14 de Octubre 1851:
Batalla de Petorca: Mientras el ejército de Vicuña Mackenna operaba en Illapel. Carrera y Arteaga, informados de que Santiago estaba desguarnecido, después del envío de las tropas al sur, resolvieron operar sobre Aconcagua, reforzarse con los cívicos de San Felipe y proseguir a la capital.
14 de Octubre 1851:
Combate de Peñuelas: En el norte, la revolución seguía prendida. No obstante, la derrota de los liberales en Petorca los hace mantenerse en la provincia de Coquimbo, al tiempo que algunos empresarios mineros proclives al gobierno deciden crear un ejército contrarrevolucionario al mando de Ignacio José Prieto, quien logra derrotarlos en Peñuelas el 14 de octubre.
28 de Octubre 1851:
Sublevaciones de Aconcagua y Valparaíso: Los caudillos de La Serena exigían a los revolucionarios de Aconcagua, Santiago y Valparaiso, que aliviaran la presión de las fuerzas que los amagaban, intentando sublevaciones en el centro mismo de los recursos del gobierno.
07 de Noviembre 1851:
Sitio de La Serena: En el momento de iniciarse el sitio, La Serena contaba con unos 600 soldados: 300 cívicos, 200 mineros, que se organizaron-en un batallón intitulado "Defensores de La Serena", y una brigada de artillería.
19 de Noviembre 1851:
Combate de Monte de Urra: El 13 de septiembre, cinco días antes de la asunción de Montt, se declaró una asonada al mando del ex candidato Cruz, quien no aceptando la derrota electoral, y temiendo que las familias conservadoras de Concepción perdieran protagonismo en la dirección del país, consiguió armar un grupo de cinco mil hombres, entre partidarios y mapuches del cacique Colipí.
24 de Noviembre 1851:
Motín de Cambiaso: Durante la noche estalló en la ciudad de Punta Arenas, XII Región, el "Motín de Cambiaso", como consecuencia de la Guerra Civil de ese año. Luego de una gran masacre, su líder el teniente Miguel José Cambiaso Tapia, organizó su huida, pero fue detenido, condenado a muerte y ajusticiado el 4 de abril de 1852.
08 de Diciembre 1851:
Sublevación de Copiapó: La provincia de Atacama había sido objeto de un largo y activo trabajo de zapa contra el orden y las autoridades, realizado por una verdadera legión de agentes enviados desde el vigoroso foco pipiolo de La Serena.
08 de Diciembre 1851:
Batalla de Loncomilla: La batalla se desarrolló en el llano cercano al río del mismo nombre, cerca de donde después se fundaría San Javier, en la provincia de Linares. El bando leal al gobierno fue dirigido por Manuel Bulnes, mientras que el bando opositor estuvo a cargo de José María de la Cruz.
08 de Enero 1852:
Acción de Linderos de Ramadilla: El teniente coronel Victorino Garrido derrota a los revolucionarios mandados por Bernardo Barahona y ocupa Copiapó el 9 de enero, poniendo fin a las acciones armadas de la revolución.
06 de Enero 1859:
Toma de Copiapó: El militar retirado Pedro Pablo Zapata se presentó, seguido de 20 hombres, a las puertas del cuartel de policía. Urrutia, quien estaba a cargo de él, lo entregó, después de un simulacro de defensa.
19 de Enero 1859:
Toma de Talca: A las doce del día, el teniente retirado Samuel Vargas y el ex sargento Valenzuela, encargados de capturar al comandante de cívicos, sargento mayor José Antonio Bustamante, se acercaron a él, en los momentos en que se dirigía al cuartel.
02 de Febrero 1859:
Asonada de Concepción: El teniente coronel Basilio Urrutia derrota a los montoneros al mando de don Juan José Alemparte.
28 de Febrero 1859:
Sitio y Toma de San Felipe: Las tropas gobiernistas, al mando del teniente coronel Tristán Valdés asaltan y derrotan a los revolucionarios que mantenían en su poder la ciudad de este el 12 de febrero.
28 de Febrero 1859:
Asonada de Valparaíso: El general Juan Vidaurre-Leal somete a los insurrectos que intentaron asaltar la intendencia y los almacenes de la aduana.
14 de Marzo 1859:
Batalla de Los Loros: En el contexto de la Guerra Civil del '59. En este episodio, las fuerzas revolucionarias de Pedro León Gallo vencen a las del gobierno.
12 de Abril 1859:
Combate de Maipón: Nicolás Tirapegui logró sublevar la guarnición de la plaza de Arauco; y con las armas que se procuró en ella, organizo una nueva montonera de 400 hombres, y se reunió con Videla en Santa Juana.
20 de Abril 1859:
Combate de Pichidegua: Las montoneras de Colchagua, Talca y Maule cesaron de constituir un peligro para las ciudades bien guarnecidas, desde que el ministro Rafael Sotomayor organizó fuertes divisiones de milicias cívicas
29 de Abril 1859:
Batalla de Cerro Grande: A 5 Kilómetros al sur de la Serena, entre las fuerzas del Gobierno y las revolucionarías de Gallo, siendo éstas derrotadas.
12 de Mayo 1859:
Recuperación de Copiapó: el teniente coronel José Antonio Villagrán derrota en las últimas fuerzas revolucionarias que mantenían la ciudad en su poder desde el 4 de enero.
04 de Enero 1862:
Captura del "Rey de la Araucanía": El Comandante Cornelio Saavedra capturó a Antoine de Tounens, el "Rey de la Araucanía". A fines de 1861, Orelie Antoine de Tounens, de nacionalidad francesa, se asentó en la Araucanía y se autoproclamó rey de la zona y de la Patagonia. Aprovechando la escasa presencia de chilenos en la zona, que abarcaba entre los ríos Biobío y Toltén, el aventurero logró convencer a algunos caciques que aún resistían la autoridad chilena, y organizó una especie de reino en la zona.

26 de Noviembre 1865:

Combate Naval de Papudo. Durante este episodio de la "guerra con España", el almirante Juan Williams Rebolledo, al mando de la Esmeralda, se apodera de la corbeta española Covadonga, frente a la rada de Valparaíso. Juan Williams Rebolledo, logró capturar a la goleta española Covadonga. Ante esta derrota, el almirante español José Manuel Pareja, líder de las fuerzas hispanas, se suicidó. Fue reemplazado por Casto Méndez Núñez.

07 de Febrero 1866:

Combate Naval de Abtao. Sostenido entre la Escuadra aliada chileno-peruana y la Escuadra Española en el canal de Chayahué, provincia de Chiloé.
02 de Marzo 1866:
Combate Naval de Huito: Los jefes peruanos temían que las fragatas lograran forzar la boca de la ensenada de Huito, y en este evento bastaban los cañones de la "Numancia" para destruir impunemente toda la escuadra aliada.

31 de Marzo 1866:

Bombardeo a Valparaíso. Fue un episodio de la Guerra Hispano-Sudamericana, durante el cual el puerto de Valparaiso fue bombardeado y parcialmente destruido por ordenes del almirante español Casto Méndez Núñez.

11 de Noviembre 1877:

Motín y Destrucción de Punta Arenas: Se ha atribuido a esta rivalidad influencia casi decisiva en el motín de los artilleros. Dublé Almeida murió en el convencimiento de que el padre Matulski fue su principal o uno de sus principales instigadores. Los cronistas, por su lado, dando de mano a esta imputación desmentida por el desarrollo y las finalidades del motín, creen que el fanatismo antirreligioso envolvió al gobernador "en vahos de infierno y olores a Lucifer".

14 de Febrero 1879:

Se inició la Guerra del Pacífico con la toma de Antofagasta -que en ese tiempo era una ciudad boliviana-, por el ejército chileno, se inició la Guerra del Pacífico (1879-1883). Este conflicto bélico, que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, se debió a problemas territoriales y al interés por controlar la producción del salitre -nitrato usado como fertilizante y para la fabricación de pólvora-, que era u muy buen negocio en esa época. Como Bolivia procurara apropiarse de las salitreras de Antofagasta, el Gobierno chileno ordena ocupar esa plaza. Las tropas chilenas ocupan Antofagasta: Desembarcan dos Compañías, 1 de Artillería y 1 de Artillería de marina (198 hombres) las que bajo el mando del Coronel Emilio Sotomayor y ocupan la ciudad. A partir de ese momento Antofagasta queda en poder de Chile.
16 de Febrero 1879:
La Corbeta O'Higgins ocupa Mejillones: Los buques Blanco Encalada y O'Higgins marcharon el primero a Tocopilla y Cobija en protección de los chilenos, y el segundo a Mejillones.
16 de Febrero 1879:
Ocupación de Caracoles. Un destacamento de 70 hombres de la Artillería de Marina, al mando del Capitán Francisco Carvallo, ocupa Caracoles.

20 de Marzo 1879:

Ocupación de Cobija: Las tropas chilenas toman Cobija, al mando de William Rebolledo. Los buques Blanco Encalada y O'Higgins marcharon el primero a Tocopilla y Cobija en protección de los chilenos.

21 de Marzo 1879:

Ocupación de Tocopilla: Las tropas chilenas toman control de Tocopilla. Ese día desembarca en Tocopilla la tripulación del Cochrane al mando de Enrique Simpson.

23 de Marzo 1879:

Combate de Calama Fue el primer hecho de armas de la Guerra del Pacífico. Tropas chilenas al mando del Comandante Eleuterio Ramírez se enfrentaron contra las fuerzas bolivianas comandadas por el Coronel Ladislao Cabrera, obteniendo el triunfo el Ejército chileno...Por lo anterior, se fijó este día como: "El Día de Calama". Las tropas chilenas sufren 12 bajas, 7 muertos y 5 heridos, los Bolivianos 52, 20 muertos y 32 prisioneros (entre estos últimos se encuentra un ciudadano chileno de apellido Alfaro).
25 de Marzo 1879:
Un destacamento chileno llega a Chiu Chiu.
05 de Abril 1879:
Bloqueo de Iquique: El Bloqueo al Puerto de Iquique marca la primera acción ofensiva de Chile sobre territorio peruano.

12 de Abril 1879:

Combate Naval de Chipana: Fue el primer enfrentamiento naval, entre la cañonera chilena "Magallanes" y la corbeta peruana "Unión" y la cañonera "Pilcomayo". Las naves peruanas a raíz del bloqueo y por presión popular, Prado les ordena salir como estén a practicar operaciones "inteligentes y de consecuencia" entre Antofagasta e Iquique.
18 de Abril 1879:
Bombardeo de Pisagua: Este acto más que servir para un objetivo táctico o importante, fue más que nada en represalia por el ataque a sus embarcaciones menores.
01 de Mayo 1879:
Combate de Mejillones: El Cochrane y la O’Higgins combaten con los defensores de tierra, 10 hombres bajo el mando del Teniente Coronel Graduado Luis Reina dos marinos chilenos resultan heridos por un accidente.

21 de Mayo 1879:

Combate Naval en la rada de Iquique. Mueren heroicamente el comandante de la Esmeralda, Arturo Prat, y gran parte de la tripulación. Luego de un épico combate el Huáscar hunde a la Esmeralda, mueren 146 marinos chilenos y otros 57 caen prisioneros, por el lado peruano muere un oficial y salen heridos 7 tripulantes.

21 de Mayo 1879:

Combate Naval de Punta Gruesa. En Punta Gruesa en tanto la habilidad del Comandante Condell y una buena cuota de suerte terminan con la Independencia encallada y perdida totalmente, mueren 3 chilenos y resultan heridos 6, por el lado peruano, mueren 5 y salen heridos 23 tripulantes.
26 de Mayo 1879:
Combate Naval de Antofagasta: Fue el primer bombardeo naval nocturno de la guerra. Este combate se dio durante la primera correría del blindado peruano Huáscar.
28 de Mayo 1879:
El Huáscar recaptura a la goleta "Coqueta": La nave había sido recientemente capturada por los chilenos, la embarcación marchaba rumbo a Antofagasta, son capturados tres marinos chilenos, la goleta es enviada a Arica, con tripulación de presa.
06 de Julio 1879:
La Unión en Tocopilla hunde a la barca "Matilde": Después es perseguida por el Blanco Encalada.
09 de Julio 1879:
Segundo Combate Naval frente a Iquique: No pudiendo encontrar al Abtao (que ya había solucionado sus problemas de maquinaria y cambiado su fondeadero por seguridad) intenta hundir al Matías Cousiño, pero los disparos dirigidos contra este transporte atrajeron a la cañonera "Magallanes", la que se midió valientemente contra el Huáscar a pesar de su inferioridad, la llegada del Blanco determinó que Grau emprendiera la huida. Resultan heridos 3 marinos chilenos.
18 de Julio 1879:
Incursiones del Huáscar: El Huáscar inicia una serie de incursiones contra puertos y caletas chilenos del norte (Chañaral, Carrizal, Pan de Azúcar y Huasco).
23 de Julio 1879:
El Huáscar y la Unión capturan al transporte Rimac: En el buque estaba el Regimiento Carabineros de Yungay que estaba embarcado en la nave chilena, constaba de 250 jinetes, armados y municionados; todos ellos pertenecientes a las mejores familias de Santiago.
28 de Agosto 1879:
Segundo Combate de Antofagasta: El Huáscar se acerco al puerto de Antofagasta con la intención de cortar el cable submarino para evitar la comunicación del centro de operaciones enemigas con el resto de Chile sin darse cuenta que el Abtao se encontraba entre los buques neutrales.
10 de Septiembre 1879:
Combate de Río Grande: Un destacamento del Regimiento de Caballería Chilenos "Cazadores" destroza una montonera boliviana en las cercanías de San Pedro de Atacama, muere una docena de bolivianos, y salen heridos 5 chilenos.

08 de Octubre 1879:

Combate Naval de Punta Angamos. Se enfrentaron el blindado chileno "Almirante Cochrane" al mando de Juan José Latorre Benavente, y el monitor peruano "Huáscar", comandado por el contraalmirante Miguel Grau Serrano. Fue capturado el "Huáscar", la embarcación enemiga más poderosa. Sin embargo, falleció Grau, llamado el "caballero de los mares". Perú sufre 33 muertos y 26 heridos en un épico combate.
10 de Octubre 1879:
Combate de Quillagua.
02 de Noviembre 1879:
Tropas chilenas asaltaron y se apoderaron de Pisagua. Nuestros soldados se dividieron en dos grupos, uno por la playa y otro por los cerros, así tomaron entre dos fuegos a las tropas peruanas y bolivianas. Luego de un sangriento combate, los chilenos se apoderaron de la ciudad. El Estado Mayor evalúa en un centenar los muertos aliados y 56 prisioneros.
06 de Noviembre 1879:
Combate de Agua Santa o Pampa Germanía. Después de un corto tiroteo los chilenos quedaron dueños del campo y de la línea del ferrocarril de Pisagua a Agua Santa. Los "Cazadores" despedazan el destacamento de retaguardia aliado en Pampa Germanía, los aliados pierden unos 60 hombres muertos, entre ellos el Teniente Coronel Sepúlveda, los chilenos 3 muertos y 6 heridos.
18 de Noviembre 1879:
El "Blanco Encalada" captura al barco peruano "Pilcomayo"
19 de Noviembre 1879:
Batalla de Dolores o San Francisco. Luego de diversos vaivenes el Coronel Emilio Sotomayor concentra y atrinchera sus 6.500 soldados en el Cerro San Francisco, donde es atacado por Buendia con 11 mil peruanos, venciendo los chilenos en la Batalla de Dolores o San Francisco, las tropas peruanas se retiran hacía Tarapacá.
22 de Noviembre 1879:
Las tropas chilenas ocuparon Iquique, mientras que las autoridades peruanas abandonaban la plaza, sin quemar ningún cartucho.
27 de Noviembre 1879:
Batalla de Tarapacá. La Campaña de Tarapacá, fue una de las fases de la Guerra del Pacífico, finalizó con la Batalla de Tarapacá, la que se desarrolló en la quebrada del mismo nombre. Esta campaña tenía como objetivo la posesión de la Provincia de Tarapacá. La hazaña de los soldados chilenos, permitió una victoria impensada. Chile se adueñó de la región, y la gesta tuvo un hondo efecto en la población. La valentía demostrada por Eleuterio Ramírez en el combate, lo llevó a ser elevado a héroe nacional. En el centro de San Lorenzo de Tarapacá, un monumento conmemora la contienda del 27 de noviembre de 1879; en una cripta están enterrados los soldados chilenos y un busto recuerda a Eleuterio Ramírez.
06 de Diciembre 1879:
Combate de Tambillo (San Pedro de Atacama): Un destacamento de 25 Granaderos es atacado, mueren 8 y otros 11 son tomados prisioneros, los bolivianos del "Francotiradores" sufren 2 muertos y 1 herido.
01 de Enero 1880:
Combate de Camarones: Muere un granadero y es capturado otro.
27 de Febrero 1880:
Combate Naval de Arica: Lo cierto es que más que un combate, se trata de tres acciones que ocurrieron el mismo día. En el muere el comandante del Huáscar Manuel Thompson.
09 de Marzo 1880:
El Blanco Encalada y el Loa en las islas Lobos: Hunden seis lanchas y capturan 29 animales, llevándose además prisioneros al Capitán de Corbeta Rosas y al Coronel Alaiza.
14 de Marzo 1880:
Fuerte escaramuza entre Chilenos y Peruanos en el frente de Moquegua, resultan heridos 2 soldados del regimiento "Buin" 1º de Línea y muerto 1 Gendarme de Moquegua.
21 de Marzo 1880:
Durante la noche un destacamento de 20 soldados de la Compañía de Cazadores del batallón peruano Grau incursiona sobre el campamento del regimiento de caballería chileno "Cazadores" dando muerte a 3 soldados, mientras tanto las tropas chilenas ya se han puesto en marcha para asaltar la excelente posición peruana.
22 de Marzo 1880:
Batalla de Los Angeles: Las tropas chilenas atacan y se apoderan del cerro de Los Angeles, considerado como inexpugnable. Las fuerzas peruanas estaban bajo las órdenes de Coronel Agustín Gamarra. Antes del medio día, gracias especialmente a una espectacular ascensión por senderos inaccesibles del batallón "Atacama" Nº1 las tropas chilenas derrotan completamente a las peruanas, las que sufren no menos de 28 muertos y 64 prisioneros.
01 de Abril 1880:
Ocupación de Locumba: La Patrulla de Duble Almeida ocupa el pueblo de Locumba, donde son atacados por las tropas del Coronel Albarracin, quienes matan a 3 chilenos y capturan 10, a cambio muere 1 soldado peruano y otro resulta herido.
18 de Abril 1880:
Combate de Buena Vista: Un fuerte destacamento de Caballería Chileno, bajo el mando de José Francisco Vergara destruye un grupo de milicianos peruanos y obliga al Coronel Albarracín a retirarse con los restos de su Escuadrón "Gendarmes de Tacna".
23 de Abril 1880:
Combate Naval de Torpederas en el Callao: Resulta herido el Teniente Manuel Señoret.
10 de Mayo 1880:
Segundo bombardeo del Callao: Los buques chilenos intentan sin éxito un segundo bombardeo del Callao, el monitor Huáscar resulta averiado, en tierra mueren 2 cantineras y 1 soldado, a la vez que salen heridos 24 personas. durante la Guerra del Pacífico.
25 de Mayo 1880:
Combate de torpederas en el puerto de El Callao: Hundimiento de la torpedera peruana "Independencia" y de la chilena "Janequeo", además mueren 2 marinos chilenos y 3 peruanos, salen heridos dos marinos chilenos y son capturados 7 marineros peruanos.
26 de Mayo 1880:
Batalla de Tacna o del Alto de la Alianza: El 1º Ejército del Sur Peruano y el ejército Boliviano (unos 10.000 hombres agrupados en 9 divisiones) son derrotados por el ejército chileno (14.147 hombres agrupados en 4 divisiones) los bolivianos no volverán a participar en una gran batalla contra Chile, mueren más de 500 chilenos y entre 1.000 y 1.200 aliados.
06 de Junio 1880:
Bombardeo de Arica: Se inicia el bombardeo chileno desde las baterías de tierra así como por el mar por los buques Loa, Covadonga, Magallanes y Cochrane. Las defensas peruanas utilizan la Batería Norte, Batería del Morro, Batería del Este y los cañones del monitor BAP Manco Cápac. El Cochrane recibió un impacto de un cañón Voruz de las baterías del morro, que lo hizo explotar provoncado 27 heridos, de los cuales murieron 7 después.
07 de Junio 1880:
Asalto y Toma del Morro de Arica: Las tropas chilenas toman por asalto el Morro de Arica. Ultimo reducto de los peruanos, desde entonces esta ciudad pertenece al territorio nacional. Luego de un cruento combate de alrededor de una hora y media, las tropas chilenas derrotan a la guarnición de esta plaza fuerte, mueren más del 30% de los defensores de la plaza, cumpliendo lo señalado por el Coronel Bolognesi de "luchar hasta quemar el último cartucho"
16 de Julio 1880:
Combate de Palca: Después de la Batalla de Arica, las fuerzas chilenas organizan expediciones a la sierra de Tacna, en donde se encuentra organizada las guerrillas de Pacheco Céspedes, Leoncio Prado y Gregorio Albarracin. Así se realiza el combate entre la guerrilla de Pacheco Céspedes contra el Regimiento Lautaro.
19 de Julio 1880:
Expedición de Salvo a Moquegua: Baquedano despachó contra ellos una expedición a Tarata, al mando de Barbosa, y otra a Moquegua, a las órdenes del sargento mayor Wenceslao Bulnes.
22 de Julio 1880:
Combate de Tarata: Las tropas chilenas del Coronel Barboza despedazan a los guerrilleros peruanos del Coronel Leoncio Prado, quienes sufren 26 muertos, 3 heridos y 21 Prisioneros, los chilenos por su parte sufren 1 muerto.
04 de Septiembre 1880:
La expedición Lynch: Lynch debía desembarcar en los puertos peruanos, empezando en el norte por Paita, para terminar en Quilca; internarse en los valles feraces; imponer contribuciones en dinero o en especies a la propiedad particular; inutilizar los ferrocarriles, y destruir las propiedades, cuyos dueños rehusaran pagar los cupos, teniendo cuidado de no perjudicar a los neutrales.
13 de Septiembre 1880:
Hundimiento de la "Covadonga": Alrededor de las 15:15 estalló el artefacto explosivo, que un marinero sobreviviente comparaba al estallido de cuarenta cañonazos a un tiempo, hundiéndose la Covadonga en dos minutos.
16 de Septiembre 1880:
Nuevo combate de Torpederas en el Callao: Resulta 1 herido en la chilena "Guacolda" y 1 muerto en la peruana "Urcos".
22 de Septiembre 1880:
El Cochrane bombardea Chorrillos: Buques de la escuadra chilena bombardearon los puertos peruanos de Ancón y Chancay, en represalia de la celada que hizo volar la "Covadonga", en el contexto de la Guerra del Pacífico.
23 de Septiembre 1880:
El Blanco Encalada bombardea Ancón.
23 de Septiembre 1880:
La Pilcomayo bombardea Chancay.
05 de Diciembre 1880:
Combate de lanchas en El Callao: Donde murió el aspirante a marina Juan Antonio Morel Zegers.
11 de Diciembre 1880:
Bombardeo del puerto de El Callao: Por el transporte "Angamos". Falleció el teniente Tomás Pérez al explotar un cañón.
24 de Diciembre 1880:
Combate de Pachacamac: A las 2 de la mañana un destacamento compuesto por dos compañías del “Buin”, 2 del “Esmeralda” y 200 “Cazadores” salen hacía Machay a marchas forzadas, a las 4 de la mañana llegan a Pachacamac, poco después sostienen un intenso combate con tropas peruanas emboscadas, sufriendo un muerto, un herido y con el Sargento Mayor Silva Contuso la tropa se repliega llevándose 3 soldados peruanos prisioneros.
27 de Diciembre 1880:
Combate de El Manzano o Pueblo Viejo: Entre tropas chilenas y peruanas, donde murieron los comandantes de ambos ejércitos, en el contexto de la Guerra del Pacífico. El Regimiento Curicó sorprende y prácticamente destruye a la I Brigada de Caballería “Rimac”, en el Manzano por la parte chilena muere el 2º Comandante del Curicó Teniente Coronel José Olano y son heridos 4 soldados, por la parte peruana mueren 16 soldados y son capturados 112 soldados peruanos, entre ellos el Comandante de la Brigada, Coronel Sevilla. Para celebrar el acontecimiento, por orden del día se ordena que todas las bandas de las unidades chilenas toquen el Himno Nacional inmediatamente frente a sus campamentos.
02 de Enero 1881:
Combate de Humay: Las Tropas del Comandante Echevarria atacan y causan serios daños a una montonera peruana en Humay, los chilenos pierden 5 hombres, 2 muertos y 3 heridos, entre los primeros 1 capitán.
09 de Enero 1881:
Combate de Ate: Un destacamento chileno de la II/2ª División bajo el mando del Coronel Barboza, asalta el sector escasamente defendido por los peruanos, luego de un corto combate desalojan a los defensores y quedan dueños del campo, los chilenos se retiran poco después, han sufrido 1 muerto y unos 20 heridos.
13 de Enero 1881:
Batalla de Chorrillos: Las tropas chilenas asaltan las posiciones peruanas, tras un sangriento encuentro capturan una tras otra las posiciones de Villa Santa Teresa, San Juan, Chorrillos y el Morro Solar, mueren más de 2000 hombres por bando en tal ves la batalla más grande de la historia de Latinoamérica.
15 de Enero 1881:
Batalla de Miraflores: Transcurre esta batalla en las proximidades de Lima, donde las tropas chilenas, al mando del general Baquedano, vencen a las peruanas consiguiendo de esta forma el triunfo de la guerra que se iniciara en 1879.
16 de Enero 1881:
Combate de Lurín: Una partida de caballería peruana ataca en las cercanías de Lurín a un destacamento de “Cazadores”, pero estos últimos les vencen, causandoles varias bajas.
07 de Abril 1881:
Combate de San Jeronimo: Lagos envía al Comandante José Miguel Alcérreca, al mando de una fuerza compuesta por tropas del Carabineros de Yungay y del Buin al interior. Ese mes en San Jerónimo, cerca a Santa Eulalia, se inicia la campaña de la Breña con las fuerzas organizadas por el coronel José Agustín Bedoya que se enfrentan a las fuerzas de Alcérreca, las cuales luego de un tiroteo dispersan a los hombres de Bedoya, para luego incendiar el lugar y retornar a Lima.
27 de Junio 1881:
Combate de Sangra: En la sierra peruana, las fuerzas chilenas comandadas por el capitán José Luis Araneda Carrasco, se enfrentaron al enemigo y luego de 13 horas de lucha, se retiró el ejército peruano. De los 36 "buines" que iniciaron el desigual combate, sólo 10 quedaron con vida, a los que la historia reconoce como: "Los diez de Araneda", "Los diez de Sangra".
08 de Agosto 1881:
Combate del puente Verrugas: Las guerrillas de sargento mayor José Osambela obtienen otra victoria en el puente Verrugas.
15 de Agosto 1881:
Combate del puente Purguay: Se libra el combate del puente Purhuay, saliendo de Chosica donde el nuevo batallón Zepita comandado por el teniente coronel Villegas y las guerrillas del coronel Manuel Tafur triunfan sobre las fuerzas chilenas.
02 de Septiembre 1881:
Combate de Calientes: Se produce en la región de Tacna.
03 de Septiembre 1881:
Combate de Pachía: En la región de Tacna se produce el combate, en donde las tropas chilenas derrotan a las guerrillas peruanas, dominando la región.
10 de Octubre 1881:
Combate de Motupe.
21 de Octubre 1881:
Combate de Cienaguilla.
26 de Octubre 1881:
Combate de Guadalupe.
05 de Febrero 1882:
Primer Combate de Pucará: Cáceres pasa por Tarma y Jauja y ocurre el combate con las fuerzas chilenas al mando de Del Canto. Cáceres continúa su marcha ocupando Izcuchaca, Acostambo, Huancavelica, Acobamba.
22 de Febrero 1882:
Combate de Acuchimay: Cáceres vence a las fuerzas rebeldes del coronel Arnaldo Panizo que contaba con 1.500 hombres, tomando sus tropas. Luego de este suceso Cáceres ingresa a Ayacucho.
06 de Marzo 1882:
Combate de Comas.
29 de Marzo 1882:
Combate de Pazos.
31 de Marzo 1882:
Segundo Combate de Pazos.
Marzo a Mayo 1882:
Suceden diversos enfrentamientos como los combates de: Sierralumi, Huaripampa, Huancaní, Llocllapampa, Sicaya, Chupaca, Pazos, Acostambo, Ñahuimpuquio. Las fuerzas chilenas estaban diezmadas por el tifus y la viruela, así Lynch autoriza a Del Canto a volver a Lima con el 2º de Línea trayendo a los heridos y a los enfermos. Los batallones "Pisagua" 3º de Línea y "Santiago" 5º de Línea son enviados como refuerzos.
03 de Junio 1882:
Combate de Marcavalle: Se enfrentan guerrillas peruanas con el batallón chileno Santiago destacado en Marcavalle.
28 de Junio 1882:
Nuevamente se enfrentan guerrillas peruanas con el batallón chileno Santiago destacado en Marcavalle.
09 de Julio 1882:
Segundo Combate de Pucará: Después de que los chilenos se retiran de Marcavalle, fueron perseguidos por dos compañías del Tarapacá, “Fueron empujadas sobre pucará, donde reforzados (los chilenos) por las restantes compañías de su batallón opusieron nueva resistencia.
09 y 10 de Julio 1882:
Combate de la Concepción. A las dos y media de la tarde de este día comienza el combate, considerado por el pueblo chileno, uno de los hechos más dramáticos de la Guerra del Pacífico. Se desarrolló los días 9 y 10 de julio de 1882 en el pueblo peruano de La Concepción. La guarnición completa del regimiento Chacabuco, compuesta por 77 jóvenes entre 16 y 18 años, resistió durante dos días el ataque de dos mil soldados peruanos, que tuvo como resultado la muerte de todo el contingente chileno. La valentía demostrada por los jóvenes, que mantuvo heroicamente alzada nuestra bandera, hizo que el 9 de julio fuera establecido como el día oficial de nuestro emblema patrio.
10 de Julio 1882:
Segundo Combate de La Oroya. Se enfrentan las fuerzas peruanas de Máximo Tafur y las chilenas del 3º de Línea, al mando del Teniente Francisco Meyer en el puente de La Oroya. La guarnición chilena mantiene el control del lugar.
15 de Julio 1882:
Combate de Tarmatambo. La compañía del batallón Lautaro se enfrenta en el caserío de Tarmatambo a las fuerzas dirigidas por el Coronel Juan Gastó y Máximo Tafur en el Combate de Tarmatambo.
16 de Julio 1882:
Combate de San Juan Cruz: Las fuerzas de Cáceres se enfrentan con una compañía del batallón 2° de Línea. Cáceres decide no atacar el pueblo, sino apostar la segunda división y los guerrilleros de San Jerónimo en las alturas cercanas a Tarma.
Febrero 1883:
Combate de Ungatá: Una compañía del Lautaro se enfrenta en Ungará al sur de Lima a guerrilleros locales, los chilenos son apoyados por un escuadrón de Granaderos y mantienen su posición.
14 de Marzo 1883:
Combate de Puruguay.
03 de Abril 1883:
Cáceres llega a la costa de Chancay, para luego atacar a la guarnición del Aconcagua. El coronel Urriola se retira de Chancay y se embarca en la Corbeta Chacabuco recibiendo luego refuerzos desde Lima del 3º de Línea y del Coquimbo por lo cual Cáceres se retira hacia Canta.
20 de Abril 1883:
Segundo Combate de Purhuay. Antes de ordenar una nueva ofensiva contra el ejército de Cáceres, Lynch ordenó la reparación del puente de Purhuay y la línea telegráfica que los montoneros de Chosica habían destruido lo que impedía el transito de las tropas chilenas hacia las zonas ocupadas por la resistencia peruana. Con tal misión partió de Lima el mayor Julio Quintavalla quien arribó a Chosica el 14 de abril, en los días siguientes la fuerza chilena fue constantemente hostilizada por las montoneras peruanas formadas por el batallón Guerrilleros del Rimac al mando del mayor Wenceslao Inchaústegui. El 20 de abril tuvo lugar el combate de Purhuay, a dos millas y media del puente del mismo nombre, tras el cual Quintavalla tuvo que retirarse sin haber logrado cumplir su misión y habiendo tenido 29 bajas entre muertos y heridos y 17 dispersos.
10 de Julio 1883:
Batalla de Huamachuco: Le correspondió ser el último hecho de armas que puso fin a la Guerra del Pacífico. Al ver a las fuerzas de Cáceres en el cerro Cuyulga, Gorostiaga deja el poblado de Huamachuco y se posiciona en el cerro Sazón al norte del pueblo. Se enfrentan ambos ejércitos, Gorostiaga vence a las tropas de Cáceres, quien pierde la mitad de sus hombres. Cáceres retorna a Ayacucho con el fin de organizar un nuevo ejército.
01 de Agosto 1883:
Combate de Coari: Enfrentamiento en el sur del Perú.
02 de Agosto 1883:
Combate de Mirave: Pacheco Céspedes se enfrenta al destacamento chileno al mando del Mayor Duberli de Oyarzun.
20 de Octubre 1883:
Tratado de Ancón: Tratado que pone fin a la guerra del Pacífico, de Chile contra Perú y Bolivia. Perú cede a Chile las provincias de Tacna, Arica y Tarapacá y Bolivia pierde la provincia de Antofagasta.
06 de Enero 1891:
Sublevación de la Escuadra: La Escuadra se levanta contra el Presidente José Manuel Balmaceda.
08 de Enero 1891:
Operaciones de la Escuadra en el sur: Para reunir contingentes y armas para los batallones, se emprendieron diversas expediciones. La "Esmeralda" ancló en Talcahuano e! día 8 de enero y tomó los elementos que había en el buque•escuela N° 2.
12 de Enero 1891:
Acciones en Coquimbo y La Serena: Primeras acciones de la Armada durante la Guerra Civil de 1891.
19 de Enero 1891:
Acciones en Pisagua, Zapiga, Alto Hospicio y Taltal: Primeras acciones de la Armada en el norte, durante la Guerra Civil de 1891.Conocido como el "Combate de los Abrazos", por la confusión que tuvieron los contrincantes en uno de los primeros enfrentamientos de esa guerra.
06 de Febrero 1891:
Captura de Pisagua. Los congresistas tenían su Cuartel General en la zona norte del país, tratando de avanzar hacia el centro del país. Los balmacedista intentaron frenar en esta zona a los congresistas, razón por la cual desarrollaron una serie de combates y batallas en esta región.
15 de Febrero 1891:
Batalla del Cerro Dolores o San Francisco: Las fuerzas gobiernistas afines al Presidente José Manuel Balmaceda fueron derrotadas por los congresistas, en el Cerro Dolores o San Francisco, cerca de Pisagua, provincia de Tarapacá.
17 de Febrero 1891:
Combate de Huara: Entre las tropas gobiernistas contra las congresistas en la estación de ferrocarril de Huara, que unía Iquique con Pisagua, en la I Región.
19 de Febrero 1891:
Combate de la Aduana de Iquique. Desde Iquique fueron enviadas fuerzas balmacedistas hacia el interior, por lo que esta ciudad quedó desprotegida. Aprovechando esta situación, las naves congresistas avanzaron hacia el puerto, llegando alrededor de las 05:00 hr.. A seis kilómetros de Iquique, se pudo divisar a cuatro embarcaciones congresistas alumbrando con sus proyectores los cerros para disparar sobre la tropa balmacedista que intentara descender al puerto.
07 de Marzo 1891:
Batalla de Pozo Almonte: Los balmacedistas habían perdido la mayoría de sus hombres y municiones, lo que sumado a la alta deserción de sus partidarios, generó el envío de 1.000 hombres desde Santiago.
19 de Marzo 1891:
Ocupación de Antofagasta Tacna y Arica: Apenas la provincia de Tarapacá estuvo libre de fuerzas enemigas, se planteó a los congresistas la necesidad de adueñarse inmediatamente de las provincias de Tacna y Arica, Antofagasta y Atacama.
23 de Abril 1891:
Hundimiento en Caldera del "Blanco Encalada": Los balmacedistas hunden en la rada de Caldera el barco "Blanco Encalada".
07 de Julio 1891:
Combate de Vallenar: El coronel Orrego, jefe de la división de Coquimbo, ignorando que venían en camino tropas constitucionales de infantería, dio orden al teniente coronel Almarza que atacara por sorpresa.
18 de Agosto 1891:
Desembarco en Quintero: Las fuerzas congresistas desembarcan en Quintero. 300 soldados del Pisagua N° 3, conducidos por botes que se desprendieron del "Biobio", se posesionaban sin oposición del pueblecito de Quintero.
21 de Agosto 1891:
Batalla de Concón: Fue la penúltima acción de la Guerra Civil de ese año y el primer enfrentamiento de las fuerzas revolucionarias o congresistas, comandadas por el coronel Estanislao del Canto Arteaga. Las fuerzas congresistas se concentraron en la bahía de Quintero y estaban al mando del General Estanislao del Canto.
28 de Agosto 1891:
Batalla de Placilla. La Guerra Civil de 1891 finalizó el 28 de agosto de 1891 en la Batalla de Placilla, pequeño pueblo situado a la bajada del Alto del Puerto, en el camino de Casablanca, lugar donde se enfrentaron las fuerzas que apoyaban al gobierno del presidente José Manuel Balmaceda Fernández, con las fuerzas de los congresistas o revolucionarias, obteniendo el triunfo estos últimos.

Bernardo O´Higgins

Bernardo O´Higgins

Ramon Freire

Ramon Freire

Joaquin Prieto

Joaquin Prieto

Mujeres Destacadas de la Historia de Chile


Paula Jaraquemada Alquizar: (Santiago junio de 1768 - † falleció el 7 de septiembre de 1851). Hija de Domingo de Jaraquemada y Cecilia de Alquizar, fue uno de los personajes femeninos más importantes en la lucha por la independencia de Chile. ir a Bio,,,

Francisca Javiera Eudoxia Rudecinda Carmen de los Dolores de la Carrera y Verdugo (Santiago, 1 de marzo de 1781 - † ibídem, 20 de agosto de 1862), más conocida como Javiera Carrera, fue una patriota chilena que destacó por el apoyo a la lucha por la Independencia de Chile y por bordar la primera bandera patria del país, llamada actualmente bandera de la "Patria Vieja". Los Carrera eran descendientes de vascos. ir a Bio...

Catalina de los Ríos y Lisperguer: (*Santiago de Chile, 1604 - † 1665), más conocida como La Quintrala, fue una terrateniente chilena de la época colonial, famosa por su belleza y la crueldad con la que trataba a sus inquilinos. Se convirtió en un ícono del abuso y la opresión colonial. Su figura, fuertemente mitificada, pervive en la cultura popular de Chile como el epítome de la mujer perversa y abusadora. Para tildar a una mujer de abusadora en Chile se le dice "Quintrala". ir a Bio...

Candelaria Pérez: (* Santiago de Chile, 1810 - † 28 de marzo de 1870), también conocida como Sargento Candelaria, fue una militar chilena que participó en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. ir a Bio...

Irene Morales Infante (La Chimba, Santiago, 1 de abril de 1865 — † Santiago, 25 de agosto de 1890) Militar chilena, Sargento segundo y Cantinera del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico. ir a Bio...

Janequeo o Yanequén: Fue una mujer lonco, de origen mapuche-pehuenche. Esposa del Lonco Hueputan, quien murió bajo tormentos por mandato del gobernador Alonso de Sotomayor. Su preparación militar y cualidades de líder, hicieron que se ganara el apoyo de los estrategas militares de su pueblo. ir a Bio...

María Isabel Riquelme y Meza: (* Chillán Viejo, Región del Biobío, Chile 1758 - † Lima, Perú 21 de abril de 1839), fue la madre del Libertador General de Chile, Bernardo O'Higgins. ir a Bio...

Rosa O'Higgins: (* Chillán Viejo, Región del Biobío, Chile 1781 - † Lima, Perú 1850), chilena hija de Isabel Riquelme y Félix Rodríguez Rojas. En los años de la lucha de la independencia chilena adoptó el apellido de su medio hermano Bernardo O'Higgins con quien viviese sus primeros años de su niñez. ir a Bio...

Eloísa Díaz Insunza: (* Santiago de Chile, Chile, 25 de junio de 1866, † Id. 1 de noviembre de 1950), primera mujer estudiante de medicina de la Universidad de Chile y primera médica de Chile y América del Sur. ír a Bio...

Guacolda: La existencia de Guacolda, mujer de Lautaro, así como la de Fresia, mujer de Caupolicán, es materia de discusión puesto que mientras para unos es sólo una leyenda, para otros se trata de una persona real. ir a Bio...

Fresia: La existencia de Fresia, mujer de Caupolicán, así como la de Guacolda, mujer de Lautaro, es materia de discusión, puesto que sólo aparece en el poema épico "La Araucana", escrito por Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594) durante su estadía en Chile y publicado en Madrid en tres partes (1569, 1578 y 1589). ir a Bio...

Inés de Suárez o Inés Suárez: (Plasencia, Extremadura, España, 1507 - Chile, 1580) fue una mujer española reconocida en el período de la conquista de Chile y compañera del conquistador Pedro de Valdivia. ir a Bio...

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga: Conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa, diplomática y pedagoga chilena. ir a Bio...

HITOS:

1865 Mujeres de Clases alta y católicas se expresan en el Periódico “El Eco de las Señoras de Santiago”

1875 Clotilde Garretón se inscribe en los registros electorales, porque cumple con las exigencias de la ley.

1877 Promulgación del Decreto Amunategui, da derecho a las mujeres para que ingresan a la Universidad.

1884 Martina Barros intelectual que comienza a dar discursos sobre el voto femenino.

armón de un cañon de 1810

armón de un cañon de 1810










Eric Hobsbawm: "El SigloXX"

El Choque de las Civilizaciones. Samuel Huntington

El Fin de la Historia. Francis Fukuyama