lunes, 12 de septiembre de 2016

ARTESANOS MULATOS Y SOLDADOS BENEMÉRITOS. EL BATALLÓN DE INFANTES DE LA PATRIA EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE CHILE, 1795-1820

Hugo Contreras Cruces

Historia 44:I, enero-junio 2011, 51-89.

RESUMEN


Palabras clave: Mulatos, artesanos, prestigio social, milicias, guerra de Independencia.
Este artículo estudia al Batallón de Infantes de la Patria durante la guerra de Independencia, el cual estaba formado por la población afromestiza libre de la ciudad de Santiago, parte importante de la cual se desempeñaba en oficios artesanales. Se postula que esta fuerza se constituyó en un peldaño más para solidificar el prestigio social que habían logrado durante el siglo XVIII los maestros artesanos mulatos enrolados en las compañías de castas libres de la capital, el cual se acompañaba con cierta prosperidad económica y la constitución de verdaderas redes relacionales entre estos. Todo ello les permitió ser considerados por el Estado como ciudadanos leales y soldados beneméritos.
 

ABSTRACT

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This article studies the soldiers of the Fatherland Battalion during the war of independence, which was formed by the free afro-mestizo population from the city of Santiago, a large part of whom were artisans. This article suggests that this force became another step towards solidifying the social prestige that they achieved during the eighteenth century. During this time they also gained a certain economic prosperity and were able to construct concrete social networks amongst them. All of this permitted them to be considered by the State as loyal citizens and as distinguished soldiers.
Keywords: Mulatos, artisans, social prestige, militias, war of independence.
 
INTRODUCCIÓN
El sábado 8 de septiembre de 1821, el órgano oficial del gobierno, la Gaceta Ministerial de Chile, publicó en sus primeras páginas la llamada “función cívica” que 10 días antes había ofrecido el cuerpo de oficiales y tropa del Batallón de Infantes de la Patria al Director Supremo del Estado, sus ministros y una serie de selectos invitados, entre los que se contaban militares de alta graduación e importantes miembros civiles de la élite gobernante. El lugar elegido para tan magno evento fue la quinta del senador don Juan Agustín Alcalde, antiguo conde de Quinta Alegre, situada solo a unos cientos de metros del cerro Santa Lucía en santiago, cuyas habitaciones principales fueron adornadas con finos muebles que se colocaron en la testera de la sala:
“[...] los retratos del Excelentísimo Señor Director Supremo de la República, y del Excelentísimo Señor General San Martín adornando el intermedio la bandera tricolor, además de varios cuadros de excelentes pinturas [que] decoraban las paredes colaterales, las puertas y ventanas, que también se cubrían con arcos de oliva y mirto, iluminados con bombas de cristal [...]“1.
Tan triunfal y republicana decoración fue solemnizada por las invitaciones que se repartieron a los concurrentes, las que, redactadas en cuartillas, hacían relación a la Independencia de Chile y a la entrada de San Martín a Lima. Ellas habían sido compuestas por uno de los anfitriones y fueron destacadas por el articulista de la Gaceta. Una de estas cuartillas, específicamente la que se envió al general O’Higgins, decía:
“[...] Al ver de nuestros triunfos la evidencia
Quiere el cuerpo de Infantes artesanos
Manifestar su gozo y complacencia,
Porque ya miran libres los peruanos;
Y como esto se debe a Vuexelencia
Y a sus bravos intrépidos hermanos. Os suplican rendidos jefe amado Asistáis al convite preparado [...]“2.   
Así, tras la llegada del gobernante y del resto de los invitados la fiesta comenzó. Ella incluyó un banquete formado por ocho platos, además de varios y solemnes brindis. El acto duró alrededor de cuatro horas, desde la tres hasta las siete de la tarde, luego de lo cual la banda del regimiento de Granaderos de la Guardia de Honor aprontó sus instrumentos, con lo que
“[... ] empezó el baile que rompió el Supremo Director con una joven de la familia de unos de los infantes; la oficialidad que le acompañaba continuó con las demás, hasta que se suspendió el minué para que se sirviese como se sirvió un refresco abundante y cumplido. Al fin de este se retiró el Supremo Director, y siguió el sarao hasta las siete del día siguiente [...]“3.
Más allá de la ocasión, la fiesta y la forma en que se describió llevaron consigo una importante carga de simbolismo que no solo ayudó a su solemnidad, sino también, y fundamentalmente, entregó un mensaje público y claro respecto de quiénes eran sus anfitriones y qué era lo que el gobierno esperaba de ellos. Dichas líneas daban cuenta de la versión oficial del acto y estaban teñidas de la oratoria republicana habitual, que junto con exaltar a la patria ante todas las cosas y demo-nizar a la Corona y sus partidarios, olvidaba que más allá del discurso la sociedad que se estaba construyendo seguía siendo en general tan desigual y estamental como aquella que se pretendía dejar atrás. Así lo planteaba el propio autor de la descripción, al expresar que los anfitriones pertenecían a la casta “[... ] de los pardos (llamada en Chile de infantes de la Patria desde el principio de la revolución) [...]“4. De este modo, aun cuando el articulista vertía al papel sus esperanzas de que la igualdad entre criollos, indios y mulatos estaba pronta a llegar y se debía trabajar persistentemente por ella, no le quedaba otra opción que reconocer que el Batallón de Milicias de Infantes de la Patria estaba formado por la población negra y mulata libre de la capital5. Estos, ya consolidado el proceso militar de la Independencia, todavía eran segregados por su color y origen, pues este era el único cuerpo militar chileno que tenía aquellas características, aun cuando es posible encontrar pardos, morenos y otros afromestizos en distintos institutos castrenses más allá de finalizada la lucha.
Las preguntas surgen inmediatamente. Ellas, en principio, dicen relación tanto con la conformación de este cuerpo segregado racialmente, sus orígenes y desarrollo, como con su participación en las campañas de la Independencia. No obstante, al poco andar se descubre que este proceso es más largo que la coyuntura revolucionaria y más amplio que lo militar. Por lo anterior, esta no es la historia de un grupo de milicianos negros y mulatos que lucharon por la patria, sino la de un interesante conjunto humano de origen afromestizo que desde la segunda mitad del siglo XVIII encontró en el servicio militar una vía para adquirir y más tarde solidificar el prestigio social y la consideración de las autoridades, que les eran negados por su casta y su origen ilegítimo.
Asimismo, es la historia de una serie de maestros y oficiales artesanos, la mayoría de los cuales, junto con sus hijos y sus mujeres, se relacionaron social y económicamente entre sí, convirtiéndose en albaceas los unos de los otros, participaron en las mismas cofradías y ejercieron oficios mecánicos en la ciudad de Santiago. Por supuesto no todos los milicianos de color pueden ser considerados dentro de este molde general, pero al menos sus oficiales y otros sujetos asociados a ellos participaron de tales dinámicas, y por lo mismo, a pesar de la fragmentación de las fuentes, es frecuente encontrarlos compartiendo ciertos espacios urbanos y sociales de Santiago. En ese contexto, las preguntas se multiplican y se hacen más complejas. Surgen interrogantes referidas a sus economías personales, su relación con la esclavitud, sus redes sociales y sus posturas políticas, más aún cuando esta es una historia que prácticamente ha sido olvidada y de la cual no solo faltan los estudios historiográficos, sino que además la mayoría de los que hay cae en distorsiones y errores que en buena parte contribuyen a oscurecer más la vida de estos hombres y mujeres. Si bien no todas las interrogantes pueden ser respondidas en detalle, este trabajo pretende ser un aporte a la visibilidad de un grupo humano y social cuya presencia en Chile aún es poco conocida y quizás ocultada.
En otras regiones de Hispanoamérica, la historiografía que hace referencia a la participación negra y mulata en las guerras de Independencia ha sumado importantes páginas desde hace años6. Estos trabajos, muchos de los cuales se han producido en Argentina, han discutido las tensiones sociales y políticas presentes en las milicias y regimientos pardos; la movilidad ascendente derivada de su participación militar, la que muchas veces se ha asociado a un blanqueamiento social de los sujetos de casta participantes; y, principalmente, la relación establecida entre la consecución de la libertad de los esclavos que fueron reclutados en los ejércitos en pugna y su lucha por las causas llamadas patriota o del rey. En tal sentido, se ha hecho una diferencia importante entre el papel jugado por las castas libres y aquel asumido por los libertos.
Los sujetos de castas libres, principalmente en la Nueva Granada y en Buenos Aires, se armaron en pos de la ciudadanía y la participación política, además de intentar efectuar una defensa corporativa en aquellos lugares donde habían logrado ciertos privilegios7. Mientras tanto los libertos, en general reclutados de manera compulsiva, lo hacían con la esperanza de alcanzar la libertad definitiva o muchas veces conducidos por sus amos, quienes los donaban a los gobiernos de turno8.
En Chile los trabajos que han estudiados el papel militar de negros y castas son escasos y difícilmente pueden ser agrupados bajo una sola tendencia historiográfi-ca. Para el siglo XVIII es posible encontrar, a nivel de tesis de magíster, un texto que da cuenta en general y con no pocas falencias, de la existencia de numerosas compañías milicianas segregadas étnicamente a lo largo del reino de Chile, las cuales se extendían desde La Serena hasta Rancagua, además de verificar la existencia de tropas regulares negras en Valdivia9. Por nuestra parte, hemos estudiado las milicias de castas de Santiago en la segunda mitad del siglo XVIII, destacando la consolidación militar y social de estos en el seno de la capital chilena, en la cual estos milicianos se esforzaban por asociarse al poder monárquico para conseguir prebendas y privilegios. Tal artículo permite apreciar a dichos sujetos como un cuerpo social y no solo militar, que tiene ciertos rasgos distintivos respecto del conjunto de la plebe santiaguina10.
Jean Paul Zúñiga, a su vez, publicó un trabajo en que destaca la movilidad social que los mulatos conseguían con su participación en las milicias, ello en tensión con su autoidentificación como sujetos de casta, y que por una parte los llevaba a destacar sus méritos, pero por otra a vivir inmersos en una contradicción identitaria y social, en la medida en que las castas eran consideradas parte integrante de una plebe sin honor ni moral. En ese contexto, Zúñiga hace referencia a las figuras del pintor mulato José Gil de Castro y a José Romero, supuestamente conocido como “zambo peluca”, a los que destaca por su asociación al Batallón de Infantes de la Patria y sus pretensiones sociales, uno el pintor de los libertadores y casado con una mujer criolla y el otro oficial de la Legación Pontificia en la década de 1820. Ambos significados por sus apodos como afromestizos, en una sociedad que supuestamente iba dejando atrás los epítetos étnicos que habían caracterizado al período colonial11.
De tal modo, la historia de los hombres que formaron las milicias de castas y más tarde el Batallón de Infantes de la Patria es prácticamente desconocida. Sus nombres, oficios y procesos sociales pocas veces han sido considerados por la historiografía chilena, la cual, si bien en ocasiones hace mención de ellos, es solo de forma general y en ningún momento con información o análisis respecto de quiénes son12.
LAS MILICIAS DE NEGROS Y CASTAS LIBRES EN LA CIUDAD DE SANTIAGO. LA BÚSQUEDA DEL PRESTIGIO
En junio de 1760, un grupo de oficiales y suboficiales de la compañía de infantería de mulatos denominada “del Río”, formada por los afromestizos que habitaban las calles y barrios que colindaban con el río Mapocho, y entre los que se encontraban el capitán Romualdo Arenas y los tenientes Pablo Arenas y Pedro José de las Cuentas, pidieron al gobernador don Manuel de Amat su autorización para formar una nueva compañía que se nombrara de Granaderos, según sus palabras: “[...] como la ay en la Ciudad de los Reyes de Jente de nuestra misma esphera [...]“13. Con ello esperaban lograr varios objetivos, entre los cuales se contaban el separar su “casta” de la de los negros y zambos, reunidos en una compañía formada solo por sujetos de dichas condiciones y denominada de Húsares de Borbón, y equipararse en términos castrenses con la recientemente creada Compañía de Artilleros Pardos de Santiago, levantada el año anterior y que se había constituido en la única fuerza de aquel arma residente en la capital del reino y, por lo tanto, participante impertérrita en cuanta celebración pública, fiesta de tabla u otro evento masivo hubiera en su jurisdicción14.
A los artilleros se les había concedido el goce de fuero militar y estos se enorgullecían de haber sido entrenados personalmente por el gobernador Amat, quien era oficial del arma de artillería de los Reales Ejércitos, y de ser tan buenos en su arte como los soldados profesionales de dicho instituto15. Como los otros milicianos pardos veían que el prestigio social que muchos de ellos estaban tratando de construir a costa de ejercer oficios mecánicos, participar en cofradías y servir en las milicias se les estaba escapando de las manos en beneficio de unos pocos, reaccionaron solicitando constituir una nueva fuerza miliciana, reformada y renovada respecto de las antiguas compañías llamadas del Río y de la Cañada. Era una oportunidad que no podían desaprovechar. En dicha petición, estos oficiales prometieron uniformarse a su costa, participar semanalmente en ejercicios doctrinales y evoluciones militares y servir fielmente en todo lo que el gobernador, en cuanto capitán general y por lo tanto comandante en jefe de todas las fuerzas militares del reino, les ordenase.
Tal petición fue aprobada por Amat, lo que derivó en la extinción de las compañías del Río y de la Cañada, y su reemplazo por estas nuevas fuerzas, y aunque la tensión con los artilleros y los húsares se mantuvo por algún tiempo, la que estaba fundamentalmente marcada por las mutuas acusaciones de sustracción de soldados que se hacían unos oficiales respecto de los de otras compañías, los afromestizos y morenos santiaguinos generaron su propia reforma militar, la que corría paralela a las que impulsaba la monarquía, tanto dentro de Chile como en el resto del Imperio.
Fue a través de la capacidad de acción de los oficiales de granaderos, y antes de artilleros y húsares, que se fueron conformando los cuerpos de milicias de pardos y morenos libres de Santiago. A partir de allí el conjunto de dichas fuerzas se caracterizó, en comparación con las compañías milicianas de la capital no segregadas racialmente, por la regularidad de su servicio, el uso de uniforme y fornituras en perfectas condiciones cada vez que eran llamados a filas y la presteza con que sus oficiales acudían a las citaciones que el gobernador les hacía16.
Dichos méritos no nacían solo de la buena voluntad o la extrema lealtad de los soldados milicianos, sino también de la insistencia de sus oficiales por hacerlos servir. Sus nombres se van repitiendo durante gran parte de la segunda mitad del siglo XVIII, y gracias a las propuestas de oficiales que se conservan en archivo es posible verificar que sus ascensos fueron regulares. Tal situación se dio en el contexto de las llamadas reformas borbónicas, que entonces efectivamente comenzaron a sentirse en el ámbito militar hispanoamericano y, particularmente, entre las tropas milicianas que la monarquía había levantado o robustecido a lo largo de todo el Imperio. En este escenario, marcado por la dictación del Reglamento de Milicias de Cuba del año 1769 y su posterior extensión y aplicación al conjunto del continente, es que se van a constituir las llamadas milicias disciplinadas, a la vez que se van a reformar las compañías denominadas urbanas, como eran las de los pardos y morenos santiaguinos, haciéndolas depender directamente del capitán general y dotando a sus cuadros de oficiales de una organización común que les permitía operar con una relativa autonomía17.
En el caso de las compañías de castas de Santiago de Chile, a principios de la década de 1780 la capitanía general decidió subir el número de las mismas a cuatro, las que se denominarían respectivamente: Granaderos, Artilleros, Húsares y Fusileros, y que a partir de este momento estarían encabezadas por un oficial con grado de capitán comandante. Al revés de lo que había sucedido en las décadas anteriores, en que las compañías de afrodescendientes estaban a cargo de un oficial regular blanco, a partir de ahora sería un miliciano mulato quien las comandaría. El primero fue Gregorio José de Arenas, hasta ese momento comandante de la Compañía de Granaderos, quien luego de su nombramiento asumió el mando de unos 250 hombres. Arenas y sus oficiales eran los responsables no solo de que sus milicianos cumplieran su servicio y asistieran a los ejercicios doctrinales, sino también de que conservaran sus uniformes y armas en buen estado. Asimismo, ellos eran los encargados de hacer todos los años la recluta anual de nuevos soldados para la milicia, pues muchos de estos, en razón de sus trabajos o de sus formas de vida plebeyas, faltaban a las actividades de las compañías o simplemente dejaban de asistir.
Para lo anterior el conocimiento de los sujetos susceptibles de ser alistados era fundamental. Si bien Santiago era una ciudad pequeña, la población reclutable se repartía por toda la urbe y los pagos rurales aledaños, entre los cuales se contaban Ñuñoa y Renca, donde se habían levantado dos escuadras de 20 hombres cada una, que estaban constituidas por oficiales de artesanía, peones rurales y urbanos y una serie de otros sujetos difíciles de definir, pero que participaban de la abigarrada e intensa vida social de los sectores populares capitalinos, todos los cuales debían ser negros y afromestizos libres, pues para los esclavos el servicio militar estaba prohibido. Por lo anterior, el conocimiento acabado de tal población era central para que la recluta tuviera éxito. Aquello era posible, pues tanto Arenas como sus oficiales eran sujetos que gracias a su actividad artesanal y probablemente a sus redes sociales conocían muchas de las familias y hombres en edad de ser alistados. Tal actividad no estaba exenta de polémicas o problemas, como los que en 1787 protagonizaron el propio Arenas y el maestro barbero Rafael Oré, un indio natural de Huancavelica que insistía en nombrarse capitán de milicias de los indios del Perú, aun cuando en Santiago no había compañías milicianas de tal denominación18.
El interés de los oficiales de casta de que sus fuerzas estuvieran en un pie regular, se uniformaran y fueran percibidas como formadas por sujetos leales, se derivaba también de sus pretensiones sociales. Hacerse notar ante la monarquía y sus funcionarios en Chile y ser considerados como hombres honrados y súbditos leales eran cualidades que necesariamente debían acompañar a estos hombres, quienes gracias a su trabajo habían conseguido el acceso a ciertos bienes, entre los que se contaban pequeñas propiedades urbanas, esclavos, ropa de calidad y platería, además de libros, pinturas -generalmente religiosas- y otros bienes que se podrían considerar suntuarios. Para ello su participación efectiva en las milicias, aun cuando estas estuvieran segregadas étnicamente, se convirtió en una oportunidad para hacerse del prestigio social que su origen les negaba, y con ello alejarse de la plebe urbana, abigarrada y levantisca que rebasaba los bordes de la ciudad y de la cual participaban muchos de sus propios soldados19.
Pero la fidelidad debía demostrarse. No era suficiente estar en una lista de oficiales y soldados milicianos para ser considerado leal, e incluso los reconocimientos que de esta hacía el soberano o sus oficiales debían ser exhibidos públicamente, como público era el uso de la medalla de oro con la efigie del rey que el capitán Gregorio José de Arenas portaba en su pecho desde el año 1777 y, probablemente, hasta el día de su muerte20. Así, por ejemplo en 1793 el capitán Manuel Hidalgo, quien reemplazó a Arenas en la comandancia de las compañías de castas santiaguinas, decidió concurrir al donativo gracioso que pedía el rey para enfrentar la guerra contra Francia. Según la documentación existente en Chile, quienes donaron parte de sus sueldos a la Corona provenían, en general, de las altas esferas del poder político, judicial y militar local. Entre ellos se encontraban el gobernador del reino, los oidores de la Audiencia, los ministros de la Hacienda, los oficiales de alta graduación del Real Ejército de la Frontera, los alcaldes y regidores del cabildo capitalino y quienes gozaban de títulos de Castilla, los que comprometieron importantes sumas de dinero.
Los oficiales milicianos mulatos fueron los únicos sujetos no pertenecientes a la élite que prometieron entregar un donativo para el conflicto, el cual, independiente del monto que correspondía a cada uno, se constituía como una muestra palpable de su lealtad a la Corona o, quizás, de una elaborada estrategia para conseguir los favores del gobernador y de otros altos funcionarios de la monarquía. En la comunicación dirigida por Hidalgo al gobernador don Ambrosio O’Higgins, este le expresó que una vez publicado el decreto real que solicitaba la consabida donación, él:
“[...] combocó inmediatamente a todos los oficiales de su comando a fin de exsortarlos a que como fieles, y leales Basallos hiciesen la demostracion, que en estos casos corresponde: y esforzando todas las cortas facultades consiguientes a nuestros pocos proventos, y a que nos ha reducido la decadencia de los tiempos, y resiente costo en uniformarnos, como es notorio a Vuestra Señoria, ofrecemos contribuir para tan importante, y loable destino con un peso diario durante el tiempo de la Guerra, con la protesta de consignarlo mensualmente en esta Tesoreria general de Real Hazienda, o donde [su] señor[ia] ordenare [...]“21.
El donativo de los pardos fue agradecido por el gobernador y la Tesorería General del Ejército tomó razón del mismo y, a pesar de que no es posible dar fe del pago efectivo por parte de todos los oficiales de las cantidades que voluntariamente iban a aportar, al menos contamos con la certificación de que algunos efectivamente cancelaron lo comprometido. Entre ellos tenemos al alférez de artillería Agustín Tobar, quien, según el certificado que entregó el capitán Juan de Dios Portillo, nuevo capitán comandante de las compañías urbanas de pardos: “[... ] ha contribuido desde diez y siete de Agosto del año proximo pasado de noventa y tres, hasta igual dia del presente año trece pesos quatro rreales al respecto de un peso un real al mes [...]“22.
Tal contribución se constituía como una muestra más de las que los mulatos milicianos santiaguinos acostumbraron a hacer para demostrar su lealtad, pero al mismo tiempo era un antecedente para solicitar prebendas u otros beneficios. De hecho, el certificado dado a Tobar por su comandante se encuentra inserto en un expediente que dicho oficial hizo llegar a la Secretaría de Guerra en la península, a fin de que le fuera concedida una medalla con la imagen real, la que finalmente le fue negada.
Entre 1795 y 1796, la Compañía de Artillería de Pardos fue transformada en una fuerza de infantería e integrada al resto de las compañías de la misma arma ya existentes en Santiago. Los nombres particulares de cada una de ellas se eliminaron y se creó un batallón, llamado de Milicias Disciplinadas de Pardos, que fue ampliado a seis compañías, a cuyo cargo quedó el capitán comandante Juan de Dios Portillo23. Dicha fuerza fue dotada de una plana mayor conformada por su comandante, dos ayudantes y un abanderado. Sin embargo, no contaba con oficiales veteranos que ejercieran la sargentía mayor del batallón -como era usual en los cuerpos de milicias disciplinadas- ni con un tambor mayor, aunque sí había tambores de órdenes por compañía. Tampoco se les asignaron oficiales del cuerpo de Asamblea para que se encargaran de su instrucción, la que dependió entonces de la capacidad de convocatoria y liderazgo de sus oficiales, que al parecer se encontraba al menos mermada cuando estalló la crisis de 1810 y se constituyó la Junta Gubernativa del Reino, ocasión a la cual las tropas de pardos no concurrieron.
MILICIAS, OFICIOS Y REDES SOCIALES
Una condición necesaria para entender quiénes eran, tanto individual como grupalmente los milicianos de color que integraron las compañías de pardos libres y más tarde el Batallón de Infantes de la Patria, es la de intentar reseñar sus vidas en el ámbito civil. Si bien su participación en las milicias significó un incremento de su valoración social frente a las autoridades, sobre todo para sus oficiales, dicho prestigio debía ser mantenido en el tiempo y esto solo era posible si se contaba con los medios suficientes para sustentar las necesidades del ejercicio militar. Ellas se traducían en la compra de uniformes, armas y demás elementos necesarios para que cada compañía y su plana mayor pudieran funcionar. Probablemente eran los mismos milicianos quienes financiaban la compra de cajas de guerra y pífanos, la confección de estandartes y banderas, sus sables y otras armas. Ello dependía de su progreso material y capacidad, en caso de que fuera necesario, de dejar de atender sus labores económicas para asumir su papel castrense.
La milicia proporcionaba a estos hombres un espacio donde desplegar relaciones sociales y económicas que iban más allá de sus obligaciones estrictas. Desde la segunda mitad del siglo XVIII y hasta la centuria siguiente es posible encontrar documentación que da cuenta, aunque de modo fragmentario, tanto de las transacciones económicas y negocios que algunos emprendieron, como de las relaciones que cultivaron entre ellos, muchas de las cuales fueron de orden familiar o religioso. Algunos de los sujetos que nos interesan aparecen en las fuentes como más activos y, por lo tanto, cuentan con mayor presencia en las mismas; sin embargo, ello no quiere decir que otros lo fueran menos, sino que por la forma en que condujeron sus vidas, la huella documental que dejaron tiende a ser más tenue. Estos individuos no constituyeron un conjunto cerrado aglutinado en torno a las milicias, sino que su propia actividad artesanal y su participación en los cuerpos castrenses de color les permitieron ir constituyéndose como un grupo de referencia principal y privilegiado al momento de establecer una red social y, en algunos casos, económica.
Uno de los sujetos más prominentes en este contexto fue Gregorio José de Arenas, quien se desempeñaba como barbero y había llegado a ocupar el grado de maestro mayor de su oficio. Arenas contaba con una casa en la calle San Pablo de la capital, donde se reunía el resto de los oficiales milicianos cuando tenían algún asunto para discutir; allí eran atendidos por un par de esclavas del capitán y su tercera esposa, una mujer de casta llamada Antonia Aguirre24. Arenas y otros barberos mulatos eran hombres conocidos en la ciudad y habían trabajado gratuitamente en la epidemia de viruela de 178025. Servicios como estos, que iban más allá del ejercicio privado del oficio y que podían ser desde el cuidado de la salud de la población santiaguina hasta el financiamiento de fiestas y conmemoraciones, eran frecuentemente citados por los milicianos pardos al momento de hacer alguna solicitud a la autoridad y muchos de ellos los esgrimían como méritos públicos.
Transcurridos los años, muchos oficiales de casta pasaron a retiro, lo cual, sin embargo, no significó que estos hombres perdieran contacto entre sí. Ello era posible por la cercanía geográfica en que se encontraban las tiendas de quienes ejercían oficios artesanales, que eran la mayoría de los que formaban la oficialidad miliciana de casta, o por su relación con otras instituciones. Ejemplo de lo anterior es el caso de Juan de Dios Portillo, quien en marzo de 1809 solicitó un préstamo de 300 pesos a la Cofradía de las Ánimas, el que le fue concedido con los intereses usuales de un 5%, comprometiendo la casa de la calle de la Merced en que vivía y que en esos momentos tenía un costo de 6.000 pesos26. De aquella misma cofradía era hermano el maestro Juan José Morales, como consta en su testamento otorgado en el año 1816, en el cual también se manifiesta que: “[...] atendiendo a haber fallecido el primer alvasea que tenia nombrado en mi anterior testamento Juan de Dios Portillo, y no pudiendo precindir de la satisfacion que me asiste en mi actual consorte Antonia Aguirre, le nombro por primer alvacea [...]“27.
Como se supondrá, el albacea ya fallecido era el mismo capitán Portillo recién nombrado, pero aún más, la esposa que Morales nombraba como su primera albacea, Antonia Aguirre, era la viuda del capitán Gregorio José de Arenas, que tras la muerte de su marido había contraído matrimonio con un colega y subordinado de este.
Como segundo albacea el maestro Morales nombró a su yerno Fermín Briones, quien en 1811 figuraba como cabo primero de la 1a compañía del Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos, cuyo capitán era el maestro barbero Cipriano Varas. Por su parte, la 2a compañía del citado batallón era comandada por el capitán Manuel Barros, hijo de la ex esclava Josefa Guerrero y del capitán retirado de la Compañía de Fusileros Pardos Mariano Barrios. Su hermano Miguel, en tanto, servía como teniente de la 4a compañía. De este último casi no sabemos nada, solo que para 1813 había fallecido, lo que se puede colegir del testamento dictado por su madre en 1822. En dicho documento, Josefa Guerrero hizo interesantes referencias que permiten ir comprendiendo las redes sociales que estos sujetos habían sido capaces de construir. Si anteriormente estas se habían visualizado en el nombramiento de albaceas o en el casamiento de un barbero con la viuda de un colega, las cláusulas testamentarias de Guerrero permiten reconstituir otras instancias de la relación entre estos sujetos. La testadora al referirse al fallecimiento y entierro de tres de los siete hijos que tuvo, dijo: “[... ] que el entierro de mi hija Trancito corrio por mano de mi hijo Manuel, el de mi hijo Miguel por la de Juan de Dios Portillo, y el de Concha [por] Cipriano Baras y que a todos se les pagaron los gastos que hicieron, sin que tengan dichos sugetos que cobrar cosa alguna [...]“28.
Parecía posible que en momentos como el de una muerte repentina algunos de estos oficiales milicianos pudieran financiar el entierro de un compañero o un pariente del mismo, lo cual se constituía en una suerte de préstamo de emergencia que debía ser cancelado por los deudos del fallecido. Una vez superada la crisis, la estabilidad de estos sujetos se fundaba en la adquisición de inmuebles y otros bienes, entre los cuales es posible encontrar numerosas joyas y objetos de plata, además de algunas imágenes religiosas, muebles y ropa. Precisamente son los testamentos los documentos que informan de modo más completo sobre su realidad material, pero también existen otras fuentes en los archivos notariales que permiten un acercamiento a la economía y a las relaciones sociales y monetarias de estos individuos.
Todavía a principios del siglo XIX algunos de los maestros mulatos que participaron en las antiguas milicias de pardos seguían vigentes en términos económicos. Uno de ellos fue Juan José Morales, quien en 1807 intentó comprar un sitio en la Cañada a doña Mercedes Escalante por la suma de 100 pesos, venta que no prosperó por el desistimiento de la vendedora29. Otro fue Agustín Tobar Águila, quien ejercía como tendero en la calle del Sol, más tarde llamada de la Patria, del cual es posible encontrar al menos dos ventas realizadas a crédito por sumas de dinero no despreciables30.
Quien aparece como un activo comprador y arrendador es el sastre Pedro Caamaño de la Plata, quien desde los primeros años del siglo XIX militaba en el Batallón de Pardos. En 1812 lo vemos aparecer por primera vez en los protocolos notariales cuando compró una casa en la calle de la Merced, la misma arteria donde vivía el capitán Juan de Dios Portillo, que estaba situada a seis cuadras de la Plaza Mayor y que tuvo un costo de 850 pesos31. Para esta fecha Caamaño ya poseía un sitio en la Cañada, y a fines de 1813, siendo capitán comandante del Batallón de Infantes de la Patria, hizo una de sus más fuertes inversiones al comprar una “casa quinta” en el barrio de La Chimba por la suma de 3.100, pesos que pagó al contado32. Dicha propiedad, que contaba con numerosos árboles frutales, cochera, cocina, lavadero y varias habitaciones, fue la que el maestro Plata, como era conocido, arrendó en 1820 al ciudadano inglés Thomas Covins por la suma de 420 pesos anuales33. Mientras tanto, en 1815 Pedro Caamaño y el resto de los herederos de María Luisa Álvarez de Avilés, su madre, decidieron vender una casa situada en la calle Compañía, a siete cuadras de la Plaza de Armas. La transacción alcanzó a la suma de 1.700 pesos. Junto con el maestro sastre estaban su hermano, llamado José Francisco, una sobrina y cuatro de sus hermanas; una de estas últimas era Carmen Caamaño, casada con Paulino Salamanca, quien en 1811 figuraba como soldado de la primera compañía del Batallón de Pardos34.
Como Caamaño, aunque probablemente con menor éxito económico, aparecen en la documentación otros sastres, también oficiales de las Milicias de Pardos y del Infantes de la Patria35. Todos eran individuos que estaban establecidos con sus tiendas en diversas calles de la traza central de la ciudad, en la cual compartían no solo el espacio físico de la misma, sino principalmente su espacio relacional. Fuera como hermanos de la Cofradía de las Ánimas u otras hermandades, como colegas de un mismo oficio o como vecinos de una determinada calle, estos hombres habían forjado a través de los años una red social que, combinada con el ejercicio de lo militar, podía brindar grandes beneficios a quienes la pudieran aprovechar.
Este fue el caso de parte de los oficiales mulatos que nos preocupan, y si bien es imposible plantear que la bonanza económica que algunos de ellos gozaban era extensible a todos -pues incluso una cantidad limitada de los mismos como Juan José Morales, que había tenido casa, esclavos y otros bienes, al final de su vida expresaba que sus frecuentes enfermedades lo había llevado a la pobreza-, sí es pertinente plantear que precisamente el hecho de alistarse en las milicias podía traducirse en una estrategia que, aun cuando implicaba servicio, gastos y obediencia a los superiores, también podía significar el acceso o la solidificación de una red de solidaridades que por el momento nos resultan fragmentarias, como también su vida económica, pero que brindaba los mecanismos primarios para que estos hombres pudieran plantearse como sujetos que ya no pertenecían a los abigarrados sectores plebeyos santiaguinos. La guerra que llegó después de 1810 les brindaría nuevas oportunidades para seguir demostrando su valía, ahora a las nuevas autoridades constituidas en Chile.
EL BATALLÓN DE INFANTES DE LA PATRIA DURANTE LAS PRIMERAS CAMPAÑAS EMANCIPADORAS, 1810-1814. UNA OPORTUNIDAD PARA LA LEALTAD
La formación de la Junta Gubernativa del Reino en septiembre de 1810 fue el primer anuncio formal de la crisis de legitimidad que se avecinaba. Tras ella los hechos se precipitaron y los milicianos mulatos no podían estar ajenos, como estuvieron al principio. Durante los últimos meses de 1810 no hay noticias en las fuentes que digan relación con ellos, como tampoco las hay en los primeros seis que siguieron a la instalación de la Junta. Esto no quiere decir que los milicianos estuvieran inactivos, sino que la propia dinámica del proceso, en el cual la discusión política y las decisiones tomadas a partir de ellas solo involucraban a las élites, hizo que el Batallón de Milicias no tuviera la actividad que sí se puede verificar para las fuerzas regulares venidas de la frontera penquista o de aquellas creadas en Santiago para proteger la Junta y guarnecer la ciudad.
No obstante, en abril de 1811 el Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos fue acuartelado como parte de la planificación militar de la Junta gubernativa, que estaba empeñada en poner en pie de operaciones a las fuerzas regulares y milicianas del reino. En aquella ocasión los soldados mulatos se fueron incorporando de a poco a su cuartel, como quedó reflejado en la revista de comisario levantada el 30 de abril de 1811, en la cual se consignan los nombres, grados y tiempo de servicio de los acuartelados36. Asimismo, en ella se pueden verificar los días de servicio y las causas de las bajas que sufrió el batallón, las cuales podían ser temporales o permanentes dependiendo de la razón de la misma. Entre las anteriores se encuentran soldados declarados como inhábiles para el servicio, junto a algunos enfermos. También se consignan otros que desertaron de su cuartel y cuya huella se pierde, pues no es posible saber si simplemente volvieron a sus hogares o huyeron de la ciudad por temor a la constitución de consejos de guerra que los juzgaran.
Hasta entonces, sin embargo, poca había sido la acción militar que les había tocado ejercer y ahora se daba la oportunidad real de que los milicianos mulatos demostraran que su lealtad era más que solo marchar acompasadamente, vestir los mismos uniformes y disparar sus mosquetes en las ceremonias oficiales. Pero su comandante se mostraba menos sensible a las coyunturas que sus subordinados, y así el batallón no tuvo ninguna participación en los hechos sucedidos el 4 de julio de 1811 cuando se constituyó el llamado Primer Congreso Nacional, hecho que se desarrolló en el sector céntrico de la ciudad y a solo calles de donde la mayoría de los artesanos pardos tenían sus tiendas y casas. En un hecho que podría ser considerado una verdadera rebelión contra sus mandos inmediatos, los oficiales del cuerpo dirigieron una representación al poder legislativo, por la cual expresaron: “[...] el sentimiento de no haber concurrido al servicio de la patria en el acaecimiento del día 4, por la poca actividad de su comandante [...]“37.
Solicitando enseguida que se nombrara un oficial veterano, el comandante de la Asamblea de Caballería don Agustín Vial, para que se encargara de poner el cuerpo en pie de funcionar adecuadamente, lo que les fue concedido.
No es posible conocer en detalle la gestión de Vial, sin embargo, los cambios que se introdujeron deben haber ido en el sentido de mejorar las funciones de asamblea -o entrenamiento- sin variar en lo sustancial la estructura del Batallón, aparte de darle mayor fuerza al cargo de subinspector de pardos asumido por tal oficial. El capitán comandante Juan de Dios Portillo siguió en su cargo al menos hasta fines de 1811, cuando aparece representando al mando militar de la plaza santiaguina la falta de concurrencia de sus pífanos y tambores a las asambleas de su especialidad. Ya para enero de 1812, Portillo se autodenominaba capitán retirado del cuerpo de pardos.
La comandancia del Batallón la asumió el capitán Cipriano Varas, quien ejercía como maestro barbero en la capital y fue uno de los firmantes del Reglamento Constitucional dictado por José Miguel Carrera en 1812. Para esta fecha los milicianos mulatos combinaban sus actividades laborales con los ejercicios doctrinales propios de la vida castrense, como es posible notar en algunas de las cartas que sus oficiales enviaron al coronel Vial, quien en diciembre de 1811 fue detenido y acusado de participar en un fallido intento de derrocar al gobierno de José Miguel Carrera. Uno de los cargos que se le imputaban fue el de intentar levantar al Batallón de Pardos y a otras fuerzas milicianas que se hallaban bajo su mando, lo que lo llevó a solicitar el apoyo de los oficiales de este cuerpo. En sus misivas, junto con expresar que el acusado era completamente inocente de aquello por lo cual estaba preso, los oficiales mulatos insistían en denominarse con sus grados de maestros de oficio antes de insertar su filiación militar, al mismo tiempo que aportaban ciertos detalles, aunque fragmentarios, de la modalidad de entrenamiento de su cuerpo y del tiempo que aquello les dejaba para ocuparse de sus asuntos particulares. Los oficiales que dirigieron sus misivas a Vial lo eximieron de toda responsabilidad en los hechos que se le imputaban, lo que no impidió que fuera reemplazado en los puestos que servía, entre ellos la subinspección del Batallón de Pardos.
Durante 1812 los milicianos mulatos transitaron entre sus ejercicios doctrinales, el laboreo diario en sus oficios y trabajos e intermitentes períodos de acuartelamiento. Para algunos de ellos, los acuartelamientos parecían constituir un verdadero problema. La variación de su rutina y los días o semanas que dejaban de trabajar afectaban sus economías personales, que dependían precisamente de su capacidad para cumplir con las obras y servicios que debían brindar. Más aun, algunos disponían de asignaciones alternativas a su actividad económica principal, por lo cual el escaso tiempo con que contaban se veía aún más limitado por su obligada concurrencia a las sesiones de asamblea y las academias de oficiales. Así lo hizo saber uno de los milicianos al Cabildo de Santiago, solicitándole que intercediera ante el gobierno por su situación. En el acta de dicha corporación, fechada el 2 de enero de 1813, quedó consignado que:
“[...] se vio un escrito presentado por el subastador de la Casa de Gallos en que pedía interpusiese el Cabildo su mediación con el Inspector de Urbanos para que no se le obligase a concurrir a los ejercicios doctrinales de su Cuerpo, en atención a la asistencia incesante que le exigía la subasta de un ramo de propios de la ciudad en que se interesaba del mismo modo su provecho particular y el beneficio público [...]“38.
El Cabildo acordó pasar esta representación al gobierno, pues consideraban que los caudales públicos que dejarían de ser recaudados por la falta de tiempo del encargado de hacerlo eran razón suficiente para dispensarlo de sus obligaciones militares.
Tales argumentos, sin embargo, comenzarían a perder su validez al año siguiente, cuando los milicianos de color reciben su bautismo de fuego, inaugurando con ello una sucesión casi ininterrumpida de escaramuzas, combates y batallas contra las fuerzas mandadas por el virrey del Perú y que culminarían en la batalla de Rancagua. En el intertanto, los sucesivos gobiernos patriotas habían levantado un discurso altisonante respecto de los mulatos. Los llamaron “nuestros hermanos” y ponderaron su servicio militar como el más noble tributo que un hombre podía brindar a su patria, equiparándolos militarmente con las fuerzas veteranas, aunque hasta ese momento no habían disparado una sola bala.
Ya para abril de 1813 los cuerpos milicianos de Pardos y de Voluntarios de la Patria se hallaban dispuestos a salir en apoyo del ejército comandado por el general José Miguel Carrera, que hacía frente con un éxito relativo a las fuerzas del rey a cargo del brigadier Antonio Pareja. Entonces el Cabildo de Santiago acordó oficiar a sus comandantes, en muestra del agradecimiento de la corporación por su concurrencia al teatro de operaciones39. Quince días más tarde la junta que gobernaba Chile decidió cambiar el nombre de la fuerza de Batallón de Infantería Disciplinada de Pardos por el de Batallón de Infantes de la Patria, nombre por el cual serían conocidos los milicianos mulatos libres de la ciudad de Santiago de Chile desde ese momento en adelante. En el decreto respectivo, la Junta expresó las razones para decretar el cambio:
“[...] teniendo en consideracion el Gobierno que la verdadera distincion de los ciudadanos, solo deben formular el mérito i las virtudes; que el batallon denominado de Pardos ha dado i está dando las mas heroicas pruebas de su amor a la Patria, i del jeneroso entusiasmo i esfuerzos con que se halla dispuesto a sostener la causa de nuestra libertad; i finalmente que la Patria no debe permitir que ciudadanos tan nobles se distingan con título alguno que suponga diferencia entre ellos i los demas cuerpos del Estado[...]“40 .
Cabe preguntarse si la mudanza de nombre y sobre todo los argumentos esgrimidos para ello significaban un cambio real en la situación social y política de los integrantes del Batallón o solo eran parte de la retórica insurgente. Inmediatamente surge la contradicción de un poder ejecutivo que planteaba que solo el mérito y las virtudes distinguían a los ciudadanos entre sí, con la propia existencia de un batallón formado por sujetos de casta, más aún si se considera que a pesar de que el grado de capitán comandante era ostentado por un afromestizo, se había mantenido el cargo de subinspector de pardos, superior al anteriormente nombrado, y que necesariamente era servido por un oficial veterano y criollo.
Tal contradicción reflejaba en parte las que vivía la élite revolucionaria de la época, enfrascada en un proceso militar vertiginoso que necesitaba a todos aquellos que pudieran tomar las armas. Parecía no haber llegado el tiempo de discutir profundamente los conceptos que podrían marcar la diferencia con el régimen monárquico, aun cuando se había avanzado en algunas materias como la libertad de vientre, pues aunque en el caso de los Infantes de la Patria se trataba de hombres libres, su relación con la esclavitud distaba de ser solo accesoria. Algunos de ellos habían sido esclavos y otros provenían de padres que habían estado en situación de cautiverio o bien tenían hijos o mujeres que lo estaban.
Ese era el caso de Josefa Guerrero, una mujer mulata, hija natural de don Gabriel Guerrero y la esclava Juana Morales. Josefa fue casada con el maestro Mariano Barros, quien a través de las ganancias que le reportó una tienda de cerería había conseguido pagar el precio de la libertad de su mujer. Sin embargo, según reza el testamento de esta, dicha liberación no alcanzó a beneficiar a los hijos que nacieron cuando Josefa todavía era esclava, para lo cual tuvo que realizar aportes en dinero que obtuvo gracias a su trabajo en un taller de sastrería, como se encargó de destacarlo cuando afirmó: “[... ] Declaro que a mi hijo Manuel le tengo dados docientos pesos con los que se liberto. Declaro que a mi hijo Miguel le di asimismo docientos sesenta pesos, con los que tambien consiguio su libertad [...]“41.
Ambos, junto a su hermano Mariano Barros Guerrero, formaron parte del Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos y más tarde del Batallón de Infantes de la Patria, en el cual sirvieron en las campañas de 1813 y 1814. Más tarde, Manuel y Mariano siguieron ligados a la actividad militar, como capitanes del Infantes de la Patria en el período posterior a la victoria de Chacabuco.
Por su parte, en 1817 el soldado de Infantes Gregorio López expuso ante el Gobierno que:
“[... ] hace nueve años de que vivo separado de mi muger Josefa Aldunate, porque teniendo la desgracia de ser esclava del europeo don Ramon Undurraga existente en la villa de Yllapel que ha prohibido el trato, la comunicacion y la union conyugal sin que hayan bastado las insinuaciones mas encarecidas, ni las mayores suplicas [...]“42.
Los casos de Josefa Guerrero y sus hijos, de la esposa y los vástagos de Gregorio López, además de otros que omitimos, muestran que la relación entre hombres y mujeres libres de color distaba de ser ajena respecto de los que eran esclavos, y si bien parte importante de los artesanos que formaron las Milicias de Pardos y el Batallón de Infantes de la Patria aparecían empeñados en un proceso de ascenso social y material, al mismo tiempo se vuelve complejo desconocer los lazos que los ligaban tanto con los sectores menos favorecidos de la sociedad tardocolonial, como específicamente con los negros y mulatos esclavos, de los cuales algunos provenían, aunque la mayoría de ellos era hijo y nieto de hombres libres. Más aún, según plantea Arturo Grubessich, basados en el bienestar material que habían logrado muchos de estos pretendían y en bastantes ocasiones lograban casarse con mujeres mestizas y cuarteronas o incluso con españolas pobres, alcanzando con ello la pretendida integración social en grupos considerados más privilegiados que los de su origen43.
No obstante lo anterior, lograr la igualdad social con criollos o españoles no parecía entrar en las pretensiones de las castas y negros del Batallón ni menos de sus oficiales. Quizás juzgaban que era impensable en una sociedad tan desigual como aquella en la que vivían, a pesar de que consideraran que un servicio como el militar, que demostrara su compromiso con la causa, la lealtad a sus dirigentes y su valor, les serviría para ser mejor considerados por quienes lideraban el proceso político y con ello obtener algunas prebendas.
En esos momentos dicha demostración, aunque parezca obvia, se debía manifestar en el teatro de operaciones y aquel era el momento preciso para hacerlo. A principios de mayo de 1813, 250 Infantes fueron movilizados hacia Talca, donde se incorporaron al llamado Ejército Restaurador, luego de lo cual siguieron su marcha hacia el sur de Chile con el conjunto de las fuerzas comandadas por Carrera. En los meses siguientes, al Batallón le tocaría actuar en gran parte de las acciones militares que se desarrollaron hasta octubre de 1814. En el intertanto, mientras algunas compañías seguían la guerra en el distrito de Concepción, otras servían de guarnición a la ciudad de Santiago, aun cuando estas últimas también fueron movilizadas hacia Chillán y Concepción a fines de 181344.
Para agosto de ese año, el Infantes de la Patria sufría los mismos problemas que los demás cuerpos militares revolucionarios. La carencia de comida y otras vituallas, junto con las bajas de algunos hombres y la deserción de otros mermaron sus filas, sin embargo, la actuación de los milicianos mulatos distaba mucho de dejar descontentos a sus jefes45. Aun en situaciones complejas los oficiales superiores preferían contar con estos soldados, a pesar de que algunos de ellos habían optado por escapar de la batalla. Así se puede colegir de las palabras del coronel Rafael de la Sota, gobernador militar de Talcahuano, quien sostenía un cruento tira y afloja con las fuerzas de tierra y navales que los jefes realistas mantenían en la zona, con la esperanza de recapturar dicho puerto y la vecina ciudad de Concepción. El 14 de febrero de 1814, De la Sota informó al brigadier don Bernardo O’Higgins que:
“[...] a las 7 de esta tarde se han sublevado después de la lista de la tarde, 15 granaderos, 9 infantes de la patria y 2 milicianos de infantería con destino para esa -Concepción-, en solicitud de sus diarios con el mayor escándalo, pues, a vista de los demás de la guarnición, echaron mano de sus armas, las cargaron y siguieron su marcha, lo que impartí a la misma hora al señor plenipotenciario [...] Espero que Vuestra Excelencia se sirva de mandar o que vuelvan los desertores o que se reponga el número de gente (si es posible) con los infantes de la patria [...]“46.
Preferir que quienes habían abandonado sus puestos, incluyendo a los 9 Infantes de la Patria mencionados en su misiva, fueran reemplazados por otros hombres del mismo batallón era una indicación de la conducta general de este cuerpo, el cual, al contrario de los regimientos y escuadrones de línea, solo recibía sueldo cuando estaba en acción, pues así estaba ordenado para el caso de que las fuerzas cívicas fueran movilizadas. Por lo tanto, para mantenerse ellos y sus familias durante los períodos en que no eran llamados a servicio, se hacía necesario retomar sus oficios o mantener sus tiendas y talleres produciendo. Por eso una de las primeras preocupaciones de los milicianos al ser movilizados era dejar una mesada a sus familias a costa de sus sueldos, como lo hicieron los 150 hombres que marcharon en diciembre de 1813 con destino a Concepción al mando del capitán José Tomás Apelo47.
Mientras las acciones militares continuaban, el subinspector del Batallón de Infantes de la Patria solicitó al poder ejecutivo que sus oficiales, en razón de los hechos que habían protagonizado junto con sus hombres y la prontitud de su organización y movilización, fueran equiparados al resto de la oficialidad patriota con la inclusión del título de don antes de su nombre, lo que fue aprobado con fecha 23 de marzo de 181448. Probablemente aquella era una distinción largamente esperada por los maestros artesanos que formaban su oficialidad, pero también una muestra patente de que la retórica igualitaria muchas veces solo era eso y que, en términos concretos, la discriminación racial contra los soldados mulatos continuaba a pesar de los cambios de nombres y declaraciones, pues hasta ese momento los únicos que no podían denominarse de esa forma eran ellos.
Si bien esta decisión podría considerarse tardía, también demostraba que al menos aquellos que se habían destacado en la defensa de la autonomía podían sumar un nuevo elemento en la búsqueda del prestigio social que el color de su piel o su origen les negaba. Desde el punto de vista de los oficiales pardos, portar el don antes de su nombre, aun cuando solo fuera en el ámbito castrense, era un elemento que se sumaba a otros que habían sido rescatados desde los más diversos ámbitos, pero que en la coyuntura bélica que vivía Chile era central para entender la posición que habían ido construyendo a través del tiempo. La guerra había acelerado el proceso y los artesanos mulatos se constituyeron en los principales interesados en que continuara. Ello les permitía sumar nuevos méritos, pero también estar cerca del gobierno y sus decisiones, como habían procurado estar desde la segunda mitad del siglo XVIII.
Paralelamente el gobierno tomaba decisiones respecto de levantar nuevos cuerpos militares, que junto con sumar más hombres a la guerra permitieran ir desestructurando de a poco y sin contradicciones sociales de importancia la esclavitud. A fines de agosto de 1814, la Junta de Gobierno de Chile decidió formar un batallón de infantería integrado por esclavos al que denominó Ingenuos de la Patria. Dicha denominación tenía poco de azarosa y parecía haber sido cuidadosamente escogida, pues la definición de la palabra “ingenuo” indica que este es quien ha nacido libre y no ha perdido su libertad49. A pesar de lo paradójica que en principio parezca dicha denominación, es probable que ella apelara en términos discursivos al cambio beneficioso del antiguo gobierno monárquico al régimen autónomo, pues los nuevos gobernantes parecían considerar que la libertad natural no se podía perder y, por lo tanto, la esclavitud era una práctica ilegítima que hacía dependientes a quienes en su origen inalienable eran libres. Según su decreto de creación, el batallón se iba a componer de “[... ] esos miserables esclavos, que con infamia de la naturaleza y oprobio de la humanidad han llevado hasta aquí el yugo, propio solo de las bestias [...]“50. La responsable era la cada vez más demonizada Corona española y ciertamente no los dueños de los esclavos ni todos los que participaban en la cadena de compras, ventas, tasaciones y transporte de los mismos. El decreto ordenaba la forma en que se debía proceder para efectuar el alistamiento de los futuros soldados. En él se indicaba que en Santiago los inspectores de barrio tenían un plazo de 24 horas para presentar al presidente del gobierno, don José Miguel Carrera, una lista de todos los esclavos varones desde los trece años en adelante que consideraran aptos para tomar las armas. Una vez alistados, estos quedarían libres de inmediato y serían tasados a un precio justo, para enterar a sus antiguos amos su valor con la mitad del sueldo mensual de cada soldado hasta completarlo. Tal orden se extendía al conjunto del territorio chileno, donde los funcionarios locales debían proceder como en la capital del reino51.
No obstante, pasadas algunas semanas la recluta de los esclavos mostraba poco avance. A pesar de que el decreto de creación del Batallón de Ingenuos se había leído por bando público, era evidente que muchos amos habían escondido a sus esclavos o bien que estos mismos habían preferido huir antes de incorporarse a las tropas revolucionarias. Aquello llevó a que se dictara un nuevo decreto, esta vez bastante más duro en sus términos, en el cual se contemplaban castigos tanto para los amos que ocultaban o permitían la fuga de sus esclavos, los que serían multados con el doble del valor de su sirviente, como también para los propios esclavos reacios al servicio. En el caso de estos últimos, el decreto manifestaba que: “[... ] Los esclavos que prefiriesen la ocultación cobarde o huyesen de sus casas antes que alistarse en las legiones de la Patria y obtener el don inapreciable que esta les franquea, serán castigados con cien azotes, tres años de presidio y perpetua esclavitud al servicio del Gobierno [...]“52.
A excepción de algunas donaciones de esclavos consignadas en el Monitor Araucano, no hay constancia del reclutamiento de los hombres que formarían el nuevo cuerpo de casta ni tampoco de cómo y quiénes integrarían su oficialidad. Sin embargo, ya para fines de septiembre el Batallón de Ingenuos contaba con parte de su tropa en pie, aunque difícilmente esta había podido adquirir más que los rudimentos del arte castrense53. Pero la situación bélica se hacía cada vez más crítica para los patriotas. Las tropas realistas comandadas por el brigadier Mariano Osorio habían logrado tomar Talcahuano y Concepción, obligando al ejército de la Patria a retirarse hacia el norte, dejando tras de sí numerosos muertos, heridos y prisioneros, entre los que se contaba el teniente don Juan Ramón Gil, del Batallón de Infantes de la Patria, apaleado hasta la muerte tras ser hecho prisionero en Talcahuano54. En ese mismo puerto es posible que un número indeterminado de soldados mulatos haya sido capturado.
En una medida que muestra la desesperación del mando insurgente, este decidió reorganizar el conjunto de sus fuerzas y crear cuatro regimientos de infantería de línea. El designado con el número 4 estaría formado por soldados de los dos batallones de castas y negros existentes en esos momento, es decir, los Infantes e Ingenuos de la Patria. La orden para proceder a esta reorganización del ejército vio la luz el 9 de septiembre de 1814, y en el caso del regimiento N° 4, este estaría formado por 7 compañías de 100 hombres cada una. Tres de ellas pertenecerían a los Infantes y otras tres a los Ingenuos, las que conservarían su número y la asociación a su antiguo cuerpo, que ahora se denominaría división. Cada una de ellas actuaría como una fuerza separada pero coordinada con la otra por una plana mayor en gran parte veterana. Una última compañía sería la de granaderos, formada por mitades por hombres de ambos cuerpos. Un oficial veterano con grado de sargento mayor comandaría ambas divisiones, quien a su vez estaría subordinado a otro oficial con grado de subinspector55. Mientras tanto, se seguían enviando oficios a los funcionarios provinciales, encargándoles que levasen todos los esclavos que pudieran empuñar las armas.
La derrota de Rancagua, a principios de octubre, obligó a los insurgentes a tomar una decisión radical, abandonar Santiago y el gobierno de Chile para partir al exilio en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En pocos días se vaciaron los caudales públicos y la ciudad fue presa de saqueos, robos e incendios, mientras los restos de las unidades y sus jefes se movilizaban con rapidez en dirección a la provincia de Cuyo. En esas horas críticas tanto los Infantes como los Ingenuos de la Patria tuvieron una cuota de participación, más aún cuando a una partida de ellos le tocó proteger la retirada en una serie de escaramuzas y combates.
La retirada, como se puede apreciar, afectó no solo a la élite patriota, sino también a una serie de soldados rasos, suboficiales y oficiales de baja graduación, de cuyo destino poco y nada se sabe. Solo recientemente algunos investigadores se han preocupado de dar cuenta de este proceso de un modo más inclusivo, aunque ciertamente la suerte de los soldados mulatos y negros que siguieron a sus jefes al otro lado de la cordillera todavía es un tema pendiente56. Asimismo, lo que sucedió con los integrantes del Batallón de Infantes de la Patria tras la restauración del gobierno monárquico es un fenómeno prácticamente desconocido. No obstante lo anterior, hay algunos antecedentes que permiten vislumbrar algunas de las trayectorias de los militares mulatos durante dichos años.
La hoja de servicios de Pedro Nolasco Vidal, subinspector del regimiento N° 4, indica que luego de comandar las tropas que protegían la retirada patriota logró cruzar la cordillera y “[... ] entregó en Mendoza en 16 de Octubre 14 artilleros y 94 infantes con sus armas i la bandera del batallón [...]“57. Esta fuerza, casi equivalente al pie de una compañía, fue la única del regimiento referido que logró llegar a Cuyo, a la que se sumaron algunos de los soldados del Ingenuos que servían junto a Carrera en esos momentos.
La mayoría de los hombres de casta que habían luchado en los meses inmediatamente anteriores en los cuerpos creados para ellos habían caído en combate, estaban prisioneros o se habían desbandado por los campos y villas chilenas. Los que quedaban constituían una de las pocas fuerzas organizadas que subsistieron en los días posteriores a la derrota de Rancagua. Sin embargo, el seguimiento de dichos hombres se vuelve una tarea compleja, pues no existen registros de quiénes efectivamente pudieron cruzar la cordillera, aunque sí de que aquellos fueron incorporados a las fuerzas militares locales, como lo manifestó el coronel Antonio González Balcarce al gobernador intendente de Cuyo José de San Martín, quince días después de que los soldados mulatos llegaron a tal jurisdicción. En tal comunicación, González Balcarce escribió que: “[...] Los infantes de la patria e ingenuos los he incorporado al batallón de tropas de esta ciudad a cargo del teniente coronel don Juan Gregorio de las Heras [...]“58. Es muy probable que dichos hombres hayan seguido sirviendo en el Ejército de los Andes, en el Batallón N° 11 que posteriormente va a comandar Las Heras, o bien que hayan pasado en clase de soldados o suboficiales a los batallones 7 y 8, que estaban formados por libertos.
Asimismo, junto con los militares mulatos pasaron una serie de esclavos hacia Mendoza, tanto hombres solos como otros que acompañaron a sus amos, de lo que da cuenta un decreto de San Martín, por el cual se ordenó que en el término de seis días estos se presentaran ante las autoridades militares. Dicho decreto también afectaba a los antiguos ingenuos, pues aparte de la tropa que llegó con Vial y Carrera, otros libertos alcanzaron a cruzar la cordillera en los días posteriores. Por lo anterior es que San Martín, en el mismo decreto, ordenó que: “[... ] todos los que en Chile sirvieron, o solo alcanzaron a filiarse en el cuerpo de libertos sin que les valga de excusa alegar que por aquel hecho salieron de servidumbre, pues no es la intención del gobiernos volverlos a esa clase, si de ella hubiesen justamente mejorado [...]“59.
El efecto de dicha orden no consta documentalmente, sin embargo, esta era clara en su contenido, más aún cuando el oficial al que debían presentarse los ingenuos chilenos era Manuel Corvalán, sargento mayor del Batallón de Cívicos Pardos de Mendoza, donde debían ser incorporados dichos reclutas.
Otros mulatos, en cambio, solo lograron transmontar la cordillera semanas o meses más tarde, una vez que lograron escapar de la prisión a la que fueron sometidos, como fue el caso de Tadeo Mateluna, sargento primero del Batallón de Infantes de la Patria y quien ya figuraba en las revistas de comisario levantadas en dicha fuerza para 1811. Mateluna había sido capturado por los realistas a principios de septiembre de 1814, como consta en su hoja de servicios, en la cual, al indicar las acciones de guerra en que participó, se anota que estuvo:
“[... ] a las órdenes del Sargento Mayor José María Benavente, en la rendición de la plaza de Concepción, a las órdenes del expresado Jefe, en la que fue hecho prisionero permaneciendo en clase de tal, hasta la batalla de Chacabuco el 12 de febrero de 1817, a las órdenes del General O’Higgins [...]“60.
A pesar de lo escueto de la información, se deduce de la misma que Mateluna logró escapar de sus captores, cruzar la cordillera e incorporarse al Ejército de los Andes bajo el mando del general O’Higgins, recuperando su grado de sargento primero, aunque esta vez fue agregado a algunos de los batallones de castas de la división que estaba al mando del brigadier chileno al momento de enfrentarse con las fuerzas del coronel Rafael Maroto.
Otros no tuvieron la misma fortuna de Mateluna. En un proceso que resulta desconocido para este caso en particular, pero que era una práctica frecuente en la época, especialmente cuando se enfrentaban soldados habitantes de un mismo país, los prisioneros enemigos se incorporaban a las tropas propias prometiéndoles el perdón de sus delitos. En tal sentido hay una posibilidad cierta de que parte de los Infantes de la Patria que fueron capturados en las campañas de 1814 hayan sido incorporados a algún cuerpo realista, aunque esta vez no se tratara de uno formado solo por sujetos de casta. En un estado de fuerza de la 1a Compañía de Voluntarios del Rey levantado en Concepción en abril de 1814 figuran al menos cuatro soldados que probablemente habían sido parte del batallón recién mencionado. Se trataba de Santos Latus, al que encontramos en 1812 como soldado y en 1817 como cabo segundo de la Compañía de Cazadores; Pablo Guerra, también soldado en 1812; Manuel Tobar, de la misma clase en 1817 y Anselmo Castro, cabo primero de granaderos en 181761. Todos ellos figuran en la lista de dicha compañía hasta 1816, cuando consta en la Comisaría del Ejército Real el abono de algún dinero de sus sueldos.
Otros lograron quedarse en Chile gracias a la buena voluntad de algunos conocidos, o bien intentando pasar lo más desapercibidos posible, e incluso cambiando algunos datos personales como su nombre y su edad. Una situación de estas características se puede apreciar a través de la información matrimonial del maestro José Gil de Castro, la que fue levantada en junio de 1816. En ella uno de los testigos fue “[... ] Jose Santos Ximeno español natural de esta ciudad, casado, sastre [...] de edad de cuarenta y dos años; y no firmo por no saber [...]“62. Este podría corresponder al sastre José Santos Jiménez, apodado Guanca, que en 1812 declaró tener 40 años y era capitán de una de las compañías del Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos y más tarde del Infantes de la Patria y quien para mayo de 1817 tenía una tienda de su oficio en la calle Ahumada de la capital. Por último, el antiguo tambor José Romero, que contaba con 19 años al momento de producirse la batalla de Rancagua y que fue tomado prisionero tras ella al intentar retornar a Santiago, logró ser liberado gracias a la intervención de un grupo de comerciantes españoles que lo conocían con anterioridad. Según el propio Romero:
“[... ] se me pidió como garantía una fuerte cantidad de dinero, que se allanó a facilitarme don Manuel Antonio Figueroa y otros comerciantes de esta plaza que me conocían por mi comportamiento como guardián de las casas de comercio. Este compromiso de honor para con el señor Figueroa no me permitió hacer nada en bien de mi patria, y no habría podido hacerlo porque se me vigilaba en forma muy estrecha ya que se me consideraba como un prisionero con garantía [...]“63.
También es posible que algunos de los oficiales del Batallón, debido a su carácter de maestros de oficio y la importancia que su producción tenía para los habitantes de la ciudad, hayan podido mantenerse en Santiago al frente de sus tiendas sin involucrarse mayormente ni a favor ni en contra del rey y las autoridades que lo representaban, o bien que hayan vuelto solo días o semanas después de que las tropas patriotas arribaran a la capital para reinstalar sus negocios y talleres. Alternativas que permitirían explicar que para mayo de 1817 fueran numerosos los maestros mulatos que hasta 1814 estuvieron alistados en el Batallón y en esos momentos figuraban con tienda pública en la capital. Entre ellos estaban los sastres Pedro Caamaño de la Plata, de quien hay constancia que se encontraba en Santiago en 1816, Tadeo Hurtado, Mariano Barrera, Juan Mena, José Santos Jiménez y Manuel Barros, los barberos Antonio Carrera y Antonio Castañeda y los carpinteros José Tomás Apelo y José Arcaya64.
Los destinos de los demás oficiales y soldados mulatos que sobrevivieron a la derrota del ejército patriota no se han podido conocer. Ellos comparten el anonimato de los miles de sobrevivientes de los más diversos cuerpos militares revolucionarios, tanto de aquellos que quedaron repartidos por los campos y ciudades chilenos, como de los que siguieron a sus jefes al exilio transandino. En el caso de aquellos cuyo tránsito en los días posteriores a octubre de 1814 se ha logrado reconstituir, la información con que se cuenta es fragmentaria y hasta poco segura, por lo cual algunas de estas reconstituciones solo pueden ser sustentadas de modo hipotético.
LA RECONSTITUCIÓN DEL BATALLÓN Y SUS BENEMÉRITOS SOLDADOS: 1817-1820
Una vez derrotadas las fuerzas realistas en la Batalla de Chacabuco, San Martín, O’Higgins y el Ejército Libertador de los Andes tomaron en pocos días el control de gran parte de Chile. El gobernador Marcó del Pont intentó embarcarse en Valparaíso con rumbo al Callao, pero fue apresado y mantenido en custodia por los vencedores. Entretanto, los comandantes de las fuerzas militares que apoyaban la causa del rey optaron por hacerse fuertes en la provincia de Concepción, donde continuarían la guerra en los años posteriores. Por su parte, el nuevo gobierno comenzó un febril proceso de constitución de autoridades políticas y administrativas provinciales, que complementó con la reorganización del Ejército de Chile y las milicias asociadas a él.
El Ejército de los Andes, en tanto, continuaba la guerra y se hacía cargo del resguardo de las principales plazas del país, al mismo tiempo que comenzaba su propio proceso de recluta de nuevos soldados, destinados a reemplazar las pérdidas que habían sufrido en los encuentros con los realistas y producto de la deserción de un número indeterminado de sus hombres. Los batallones 7 y 8 también se hicieron parte de dicho proceso, aunque con el agregado de que estos reclutaban específicamente a sujetos de castas, que era de los que estaban formados, a excepción de sus planas mayores y oficiales de compañía.
Pero el mando patriota parecía tener otros planes para los afrodescendientes chilenos, lo que hizo explícito la orden general del ejército de 9 de abril de 1817, por la cual se mandó: “[...] Al Batallón 7 y 8 se les prohíbe tomar pardos y morenos de Chile para aumentar su [dotación], en consideración a que de estos se ha de formar otro Cuerpo [...]“65.
Esta orden, escueta en su redacción pero trascendente en sus alcances, no expli-citaba bajo qué procedimiento serían reclutados los hombres de castas, o si se refería con ello al total de la población afromestiza, incluyendo los esclavos que aún existían en el territorio, o solo a una parte de ella, formada fundamentalmente por los sujetos libres y que antiguamente habían estado asociados al Batallón de Infantes de la Patria.
Pronto, sin embargo, parte de esta pregunta sería contestada. En mayo de 1817 el Director Supremo Delegado don Hilarión de la Quintana publicó un bando en el que, basado en la experiencia de los batallones de morenos y castas que habían luchado en Chacabuco y en otras batallas, en las cuales se habían acreditado “[... ] las ventajosas disposiciones militares que acompañan de ordinario a los morenos, mulatos y zambos, y el celo y pundonor con que corresponden al Gobierno en beneficio de la libertad que les concede [...]“66, ordenó que bajo la pena de confiscación absoluta de sus bienes y en un plazo máximo de cuatro días, todos los europeos residentes en la ciudad de Santiago entregaran sus esclavos varones desde la edad de 12 años. Ellos no formarían un cuerpo especial, como fue el Batallón de Ingenuos de la Patria, sino que serían integrados a los batallones ya existentes, que en principio debían ser aquellos de libertos venidos desde las Provincias Unidas, aunque pronto tal situación no se vería tan clara.
Los esclavos que se entregaron en los meses siguientes fueron escasos y así, en junio de 1817, en Santiago solo siete amos españoles habían cedido un total de nueve sirvientes, mientras que en las provincias donde también se había publicado el bando, los tenientes gobernadores se internaban por calles y caminos en busca de estos reclutas, llegando incluso a confiscar los esclavos del ex jesuita Juan Ignacio Molina, quien desde la expulsión de su orden en 1767 residía en la ciudad de Bolonia, sin haber regresado nunca a Chile, y cuya estancia era administrada por sus familiares67. Al mismo tiempo, dichos funcionarios informaban que el número de sujetos a levar por esta vía era pequeña en cada una de sus jurisdicciones, por lo cual debían hacer grandes esfuerzos para lograr cumplir con lo mandado por el Director Supremo Delegado y, aun así, había ocasiones en que los esclavos huían o sus amos usaban variadas maniobras dilatorias para impedir su cesión.
Otros, en cambio, se presentaban como voluntarios, aun cuando ello implicara huir del servicio de sus dueños, o habían sido liberados de la esclavitud, como lo testimonia el gobernador intendente de Santiago en una comunicación al Director Supremo Delegado, por la cual le manifiesta: “[... ] Tengo el honor de remitir a Vuestra Excelencia a Antonio Arenas, esclavo, pero que en la antigua Patria fue tambor, y de consiguiente quedo libre. Ahora se presenta para continuar su servicio: en esta virtud Vuestra Excelencia dispondra lo que estime conveniente [...]“68.
Más tarde, junto con confiscar los esclavos de los españoles, el gobierno decidió solicitar a los patriotas que motu propriocedieran sus esclavos al Estado, con lo cual entre los años 1817 y 1820 se produjeron varias de estas donaciones, llamadasoblaciones por el mando nacional, término que alude al sacrificio en el cual los amos incurrían al separarse de sus sirvientes y por el cual solo obtenían un agradecimiento público en la Gaceta Ministerial o en el medio informativo que en esos momentos cumpliera la función de órgano oficial del gobierno. El esclavo, en tanto, quedaba libre al momento de ser alistado en alguno de los cuerpos militares veteranos, aunque no necesariamente este tenía que ser de castas. Si bien se han detectado algunos de estos libertos en el Batallón de Infantería N° 8 de los Andes, como el negro José María Pacheco, a gran parte de los que constan en las fuentes no ha sido posible ubicarlos en algún batallón o escuadrón en particular, lo que podría indicar que fueron destinados a distintos cuerpos y no conformaron una unidad especial, o que se integraron como grupo en alguna de las ya existentes69.
Mientras, los meses pasaban y el anunciado cuerpo de castas y negros todavía no era organizado. Solo en julio de 1817 se dio la orden de volver a levantar el Batallón de Infantes de la Patria, que, como en el período anterior, sería un cuerpo de milicia disciplinada formado por los negros, mulatos y zambos libres de la jurisdicción de Santiago. Para su organización se designó al teniente coronel Santiago Bueras, quien constituyó su plana mayor fundamentalmente con oficiales criollos y comenzó a trabajar en el nombramiento del cuadro de oficiales de compañía, en la búsqueda de un cuartel y en la forma en que se reclutarían los soldados y clases que debían completar su pie. Este estaba organizado a la manera clásica de los batallones de la época, es decir, se formaba por una plana mayor compuesta por un comandante, un sargento mayor, dos ayudantes, un capellán, un tambor mayor y un grupo de tambores y pífanos; y debía tener 6 compañías de 100 hombres cada una, incluidos sus oficiales, una de granaderos, una de cazadores y cuatro compañías de fusileros, que debían sumar un total aproximado de 620 hombres.
Los elegidos para formar la oficialidad del nuevo Infantes de la Patria, como cabría esperar, fueron una serie de maestros artesanos vecinos de Santiago. Entre ellos se encontraban algunos que ya habían sido oficiales hasta 1814, mientras que otros habían servido como soldados o suboficiales durante aquellos años. Pocos había que no hubieran militado en tal fuerza antes de la Reconquista, entre los cuales se podía contar al maestro sastre José Gregorio Iturgay y al retratista limeño José Gil de Castro, que había llegado a Chile recién en 1813. En cuanto a la actividad laboral de dichos oficiales, era posible encontrar sastres, barberos y carpinteros, entre otros.
El gobierno tomó una serie de medidas destinadas a poner en condiciones de combate a los Infantes. En primer lugar, junto con procurar el reclutamiento de soldados entre los mulatos y negros de la ciudad y sus alrededores, proceso en el cual los oficiales deben haber tenido una importante participación dado su conocimiento de la población afromestiza santiaguina, se hizo necesario traspasar a estos últimos al menos los conocimientos básicos del arte militar y del mando. Para ello, el 11 de agosto de 1817 un oficial del Batallón N° 8 de los Andes, el capitán Félix Olazábal, fue nombrado sargento mayor con órdenes específicas de instruir en sus deberes a los oficiales de cada compañía y enseñarles la disciplina militar.
Para agosto de 1817 gran parte de la plana mayor del Batallón y la totalidad de los oficiales de cada compañía habían sido designados y se encontraban en sus puestos, como más tarde se refrendaría por la orden general del ejército de 30 de septiembre de 1817. Sin embargo, durante los meses de agosto y septiembre el pie del batallón no había podido ser completado y faltaban por constituirse al menos dos compañías de fusileros, por lo cual, si bien más tarde se nombraron oficiales para asumir el mando de dichos grupos, lo fueron en calidad de agregados a otras compañías hasta que las faltantes llenaran sus cupos. Eso no fue obstáculo para que el cuerpo siguiera su entrenamiento, el cual era dirigido por Olazábal e incluía ejercicios de marcha, disparos y técnicas de combate cuerpo a cuerpo. Los alrededor de 350 hombres del batallón debían concurrir todas las mañanas a reconocer su cuartel y recibir entrenamiento, lo que sin lugar a dudas resentía sus actividades laborales civiles, las que probablemente se vieron todavía más afectadas en los días siguientes, cuando el teniente coronel Bueras decidió formar su tropa en plena Alameda y proponer a viva voz solicitarle al gobierno transformar al Infantes de la Patria en un cuerpo de línea.
Esta decisión, más si provenía de un militar de carrera como Bueras, solo era posible de entender al considerar que el Batallón era un cuerpo de milicias voluntario y en el cual tanto sus oficiales como sus soldados habían aceptado libremente formar parte de él, sin ser necesariamente compelidos a ello por el mando superior. Por lo tanto, generar un proceso de consulta respecto de una materia tan importante como la anteriormente referida podría resultar extraño dentro de la lógica castrense, pero no lo era totalmente, en la medida en que la propia voluntariedad de sus componentes les daba la libertad que los cuerpos veteranos no tenían de decidir sobre su propio destino.
Esto demostraba la capacidad de los maestros artesanos mulatos de negociar frente al Estado las condiciones y privilegios de su servicio, los cuales, probablemente apelando a un largo historial como milicianos destacado tanto por los gobernadores monárquicos como por los propios líderes republicanos, habían logrado generar el proceso de consulta mencionado. Para ellos parecía no haber mejor lealtad que aquella que nacía de iniciativa propia y más aún cuando esta se demostraba públicamente. Así, el 28 de agosto de 1817 Bueras escribió que
“[...] reunido el batallón de Infantes de la Patria en la alameda de dicha ciudad, preguntándole a cada compañía separadamente, así a sus oficiales como a los sargentos, cabos y soldados, si querían gozar el fuero militar y llamarse cuerpo de línea [... ] dijeron todos unánimemente que sí, que era la voluntad de todos fuese aquel cuerpo de línea, y que desde luego se disponían a hacer el mismo servicio que un cuerpo veterano y que su intención era sacrificarse por su Patria hasta exhalar el último aliento en defensa de ella [...]“70.
El acta fue firmada con lo acordado por un representante de cada grado, tanto de oficiales como de suboficiales, y también por un hombre de cada compañía en nombre de los soldados rasos. Tal documento llegó al Director Supremo Delegado, el cual con fecha 2 de septiembre de 1817 aprobó la petición antedicha y ordenó
“[... ] que el cuerpo de Infantes de la Patria reorganizado, debe gozar y goza desde esta fecha de todos los fueros y privilegios de un cuerpo de línea, conceptuándose en el Ejército realmente tal, con solo la diferencia que sus individuos no gozarán por ahora sueldo alguno sino cuando se hallen en actual servicio o funciones de guerra [...]“71.
Tal decreto, sin embargo, creaba una figura híbrida en el ejército, pues si bien el Infantes de la Patria era reconocido como un cuerpo de línea, es decir, se le asimilaba a los batallones veteranos, al mismo tiempo se ordenaba que a sus hombres solo se les enteraran sueldos cuando cumplieran con alguna labor específica o fueran movilizados para la guerra, con lo cual es dudoso que hayan perdido su condición cívica.
No obstante, todos los derechos y obligaciones de los soldados recaían sobre ellos y debían prepararse para tomar las armas en su momento, por lo cual el entrenamiento debía continuar, aunque ello implicara que solo tenían derecho a la recepción del prest diario. Aquella decisión tenía otras implicaciones y probablemente en ellas pensaba el coronel Hilarión de la Quintana cuando tomó la decisión citada, pues, en la medida en que parte importante de los soldados y oficiales del Infantes de la Patria eran artesanos de distintos oficios, es probable que su acuartelamiento repentino dejara una gran cantidad de productos a medio terminar y con ello imposibles de comercializar, o bien un déficit en la provisión de servicios para los habitantes de la ciudad72. Unos y otros deberían ser suplidos por los menestrales de otros grupos raciales o étnicos santiaguinos, cuestión que era problemática, pues las disposiciones del gobierno indicaban que los habitantes varones de la urbe entre 18 y 40 años debían alistarse en los batallones de la Guardia Nacional. También había mulatos artesanos trabajando en los talleres de la Maestranza del Estado, entre los cuales encontramos al carpintero Santiago Herrera y los zapateros José Zuloaga y Rosauro Muñoz, todos los cuales estaban alistados en el batallón que nos preocupa73.
Por lo anterior es que se procuró buscar un cuartel que quedara cercano al centro de la ciudad, pues en las calles aledañas a la Plaza de Armas o a pocas cuadras de ella era donde se situaba la mayoría de los talleres artesanales, cuestión que se hacía bastante compleja, pues los cuarteles existentes ya estaban ocupados por los cuerpos veteranos e incluso estos no habían sido capaces de albergar tanta tropa, por lo que se había optado por usar algunos de los conventos masculinos. Un camino similar se siguió en esta oportunidad. El lugar elegido fue el convento franciscano de San Miguel, ubicado en la Cañada pero bastante alejado del centro de la ciudad, como se encargó de señalar el coronel Francisco Calderón al general San Martín, a quien escribió
“[... ] que le hallo a propósito para lo que se desea, pues tiene el auxilio de corredores en tres frentes. No obstante hallo la dificultad de estar dieciocho cuadras de la plaza, que los artesanos de que se componen los Infantes de la Patria tienen un cuartel muy retirado [...]“74.
Se refería a que dicho establecimiento se organizaría como un cuartel de reunión, es decir, uno donde los Infantes pudieran juntarse a recibir la instrucción militar necesaria pero sin alojar en él, a excepción de quienes estuvieran destacados en la guardia de prevención.
Con ello se intentaba crear una fuerza que sirviera como apoyo a los cuerpos más antiguos cuando se le requiriera, pero sin dejar de suministrar hombres para las labores productivas, razón por la cual en noviembre de 1817, y por orden general del Ejército, se mandó que aquellos soldados mulatos que vivieran a más de una legua de la ciudad solo asistieran a ejercicios doctrinales dos veces en el mes75. Pero dicha orden no decía relación con las expectativas de la plana mayor y los oficiales del batallón, quienes pretendían tener en el plazo más breve posible una fuerza en condiciones de combatir. Para ello, junto con intensificar la instrucción de los capitanes y tenientes de las compañías, ese mismo mes se instituyó una asamblea veterana de sargentos y tambores, los que fueron instruidos en los toques de órdenes y generala; además, la sargentía mayor empezó a cumplir a cabalidad sus funciones en las materias tocantes a la organización, disciplina y policía militar. Pero donde más se aprecia el apuro del mando por dejar el cuerpo en pie de guerra es en la absoluta desobediencia a las órdenes superiores que indicaban que no se dificultara la concurrencia a sus labores de los empleados de la Maestranza del Estado.
Fue el propio comisario general del Ejército quien repetidamente hizo ver tal problema a las autoridades políticas y militares, e incluso se dirigió a los comandantes de los batallones de Nacionales y de Infantes de la Patria para frenar dicha situación, llegando a enviar a estos una lista de los soldados de ambos cuerpos que trabajaban en el establecimiento fabril y que debían ser exceptuados de servir, pues, a pesar de las órdenes que San Martín dictó en septiembre a este respecto “[... ] me he instruido, por el Director del citado taller que la mayor parte de sus artesanos no solo han sido compelidos a la asistencia del servicio, sino que aun se les ha conminado con arrestos [...]“76, comunicación que Bueras ni siquiera se digno contestar y aun más, reaccionó ante estos reclamos con “[... ] repetición de la orden para la diaria asistencia y pago de sus fatigas, bajo los más serios apercibimientos [...]“77.
Esta actitud parecía ser propia de este oficial, para el cual la disciplina y la absoluta obediencia a sus órdenes eran esenciales, por lo que no dudaba en introducir duros métodos, que incluían la prisión o los castigos físicos para los que no cumplieran con las prestaciones, como se representó en un escrito de noviembre de 1817 en el que sus propios oficiales, denunciaban que
“[...] la menor falta de qualesquiera de estos yndividuos -los soldados- les es castigada con cien palos y de no a la dentrada de la [guardia de] prevencion pone cuatro o seis cabos con sus barillas y los que ban llegando los ban dentrando los dichos cabos a punta de barillas [...]“78.
Según los oficiales, estos métodos llevaban a que muchos de sus hombres se negaran a concurrir al cuartel, pues resentían los malos tratos que Bueras les daba. Ello llevó a una disputa entre los capitanes y tenientes de las compañías con su comandante, que terminó con algunos de ellos presos e incomunicados, además de denunciados por insubordinación ante el tribunal militar de Santiago, lo que en definitiva se volvió contra el propio Bueras. En el curso del proceso seguido por esta causa se comprobaron los malos tratos del comandante a sus oficiales, determinándose la libertad de ellos y la recomendación de que Bueras fuera sometido a consejo de guerra por estos hechos. Tal consejo no llegó a realizarse, pero el comandante fue removido de su cargo, nombrándose en su reemplazo al teniente coronel de nacionales don José Antonio Bustamante en diciembre de 1817.
Dicho reemplazo se hacía urgente, pues estaba planificado que el batallón saliera hacia el sur del país, donde O’Higgins y parte importante del Ejército Unido estaban librando fieros combates contra las fuerzas realistas. En este contexto había gran presión por movilizar la mayor cantidad posible de tropas, entre las que se encontraban los Infantes de la Patria. La proximidad de vivir realmente la guerra llevó a que algunos de sus oficiales decidieran solicitar su renuncia al cuerpo, lo que motivó una serie de cambios en los mandos de las compañías. Tales peticiones reflejan el carácter del batallón, al que necesariamente solo podía acceder a una parte limitada de la población santiaguina, por lo cual factores como la edad de los reclutas o la presencia de una experiencia que pudiera limitar el servicio eran pasados por alto a fin de completar su pie. Entre los renunciados se encontraban los capitanes Agustín Gorigoitía y Tadeo Hurtado, ambos veteranos de 1813, y los subtenientes abanderados Agustín Cristi y Juan Mena, además del teniente primero Juan Francisco Toro, que había manifestado verbalmente dicho deseo ante su co-mandante79.
Los argumentos que esgrimían eran similares en todos los casos y decían relación con el abandono en que quedarían sus familias si ellos partían a la guerra, pues el dinero ganado por el ejercicio de sus oficios era su único sostén, más aún cuando algunos eran artesanos que trabajaban de manera dependiente, entre los que se encontraban los sastres Juan Francisco Toro y Juan Mena, empleados en el taller de vestuarios de la Comisaría General del Ejército. Para justificar su renuncia el capitán Gorigoitía afirmó “[...] que hallandome oprimido de enfermedades, de cin-quenta y siete años, y de una numerosa familia, que no tiene otro apoyo que su anciano padre, me es imposible desempeñar el honrroso cargo de capitan con que Vuestra Excelencia se ha servido condecorarme”, a lo que agregó que “[...] En la anterior campaña que mi salud era mas robusta fui capas de llenar a satisfaccion de mis gefes los empleos desde subteniente hasta ayudante mayor graduado de capitan; pero al presente me es imposible [...]“80.
Entre los oficiales de mayor graduación, como Gorigoitía y Hurtado, otro argumento eran los achaques y enfermedades que ellos atribuían a su avanzada edad, destacando ambos que eran sus condiciones concretas y no su falta de lealtad a la patria lo que los llevaba a tomar dicha decisión. Las autoridades militares decidieron examinar las peticiones caso a caso antes de aceptar las renuncias, las que efectivamente fueron aprobadas una vez que se comprobó que los argumentos esgrimidos eran verídicos. Con la decisión los oficiales renunciados salvaban su lealtad y el honor que algunos de ellos habían aducido solo un mes antes, cuando se vieron envueltos en la disputa con su antiguo comandante.
Su reemplazo ocasionó que el mando de las compañías sufriera variados cambios, los que incluyeron no solo el ascenso de algunos oficiales a los grados inmediatamente superiores, sino también mudanza de compañías y la readecuación de la plana mayor, de la cual formaban parte los abanderados. Los hombres ascendidos también eran veteranos del período anterior. Uno de ellos, el capitán Patricio Ferreira, ya figuraba como soldado en 1812, mientras que el otro capitán, Juan Antonio Toro, había servido en clase de teniente en 1811 y como ayudante mayor dos años más tarde.
Para diciembre de 1817, las fuerzas del batallón todavía no estaban completas, como se puede apreciar en las revistas de comisario levantadas en los últimos meses del año. Para esas fechas el cuerpo solo contaba con las compañías de granaderos, cazadores y una de fusileros de las cuatro que debía tener81. Proyectando que las que faltaban se levantarían en el curso de los meses siguientes, como efectivamente sucedió según es posible apreciar en los estados de fuerza del Ejército Unido, donde los Infantes figuraban con 620 hombres, se mantuvieron los puestos de los oficiales cuyas compañías no estaban completas o aún no se habían realmente creado, generándose aquí también algunos ascensos. Uno de los que subió de rango fue el cabo segundo de la compañía de cazadores don José Gil de Castro, quien el 21 de diciembre de 1817 recibió sus despachos de capitán de una de las compañías de fusileros, mientras que tres días antes a otros 10 oficiales se les habían despachado sus respectivos títulos82.
Ya en enero de 1818 el Batallón se encontraba junto a otros cuerpos del ejército en el campamento de Las Tablas, cerca de la ciudad de Rancagua, desde donde fue enviado a resguardar la ciudad de Valparaíso, destino en el cual se encontrará en marzo siguiente. No obstante, tras la derrota de Cancha Rayada y el desconcierto que se produjo entre los altos mandos, ya que se temía que San Martín y O’Higgins hubieran resultado muertos en la misma, las autoridades provisionales asentadas en Santiago ordenaron que el Batallón abandonara el puerto, aun a costa de dejarlo desguarnecido, y se acantonara en la capital. Días más tarde, el 5 de abril de 1818, el Infantes de la Patria junto con las demás fuerzas del Ejército Unido de los Andes y Chile enfrentaría a las tropas del español Mariano Osorio en los llanos de Maipú.
El desempeño de los Infantes, que como otros batallones patriotas tuvo también sus muertos y heridos, mereció una nota de distinción por parte del general San Martín. Sus oficiales, clases y soldados recibieron las distinciones y premios a los que se hicieron merecedores los combatientes en dicha batalla. Los oficiales ascendieron al grado inmediatamente superior al que tenían al momento del enfrenta-miento, lo que se concretó diez días después de ocurrido este, según es posible comprobar en las nóminas existentes en el Escalafón del Ejército83. Sin embargo, desde esa fecha en adelante no se registran nuevos ascensos en ninguno de los miembros del Batallón. Más aún, las fuentes sugieren que este volvió a su condición original de cuerpo de milicias y que solo una parte de sus integrantes siguió activo, mientras que el resto solo fue llamado al servicio en ocasiones puntuales y para tareas específicas.
Los que quedaron en servicio se redujeron a su plana mayor, la cual ya no contaba con los sargentos veteranos que se integraron en 1817, reduciéndose a su comandante, sargento mayor, un ayudante, un tambor mayor y un abanderado, responsables de que el cuerpo siguiera recibiendo entrenamiento con cierta regularidad. Junto con ellos siguió en pie un piquete de 61 hombres, los que para diciembre de 1818 habían sido destinados a servir en la naciente Marina nacional con sede en Valparaíso84.
Por su parte, los oficiales y soldados que habían sido licenciados, algunos de ellos como el capitán don Manuel Plata, hijo del maestro Pedro Caamaño de la Plata, con goce de fuero militar y de uniforme, habían retornado a sus actividades profesionales, bien empleándose en algunos de los talleres artesanales de la ciudad o bien reabriendo sus negocios, como consta en mayo de 1819, cuando algunos gremios artesanales hicieron una lista de los maestros que contaban con tienda pública y que podrían contribuir mensualmente al sostenimiento de la guerra. Entre ellos había al menos diecinueve infantes, entre herreros, barberos, carpinteros y boteros85.
Estos nuevamente combinaban sus oficios artesanales con sus obligaciones milicianas, aunque en estos momentos eran considerados sujetos beneméritos y tenían toda la intención de aprovechar esta condición explícitamente reconocida por las autoridades. El batallón que los cobijaba (a excepción de los batallones 7 y 8 del Ejército de los Andes, cuyos integrantes eran considerados distintos de los pardos santiaguinos) seguía siendo la única fuerza que se mantenía en el territorio chileno con sujetos separados racialmente de los demás.
A pesar de que en la documentación oficial de la época los términos negro, mulato, zambo, pardo y otros habían perdido casi toda su vigencia y de que se había declarado la igualdad legal de todos los habitantes de la república en 3 junio de 1818, al dictar un decreto que eliminaba la palabra español de todo documento legal y la reemplazaba por el término de chileno, en enero de 1819 y ante una consulta de los comandantes de los batallones de guardias nacionales, que dudaban respecto de si los hombres alistados en sus cuerpos estaban exentos del servicio de policía, O’Higgins hizo saber que efectivamente lo estaban y que sus cuerpos debían estar compuestos por 720 plazas, que debían reclutarse entre la población urbana de Santiago “[...] sin incluir en ellas a las castas de negros, sambos, o mulatos, que como anteriormente quedan afectas al Batallon de Ynfantes de la Patria [...]“86. Los infantes, por tanto, seguían reuniendo a dichos sujetos y aunque tal separación racial era un claro signo de discriminación, permitía ser usada como una suerte de ancla atada a un pasado de fieles servicios a la monarquía y luego a la república, los que estaban presentes en la memoria tanto de los oficiales y soldados mulatos como en la de los miembros de otros cuerpos y aun de la oficialidad general del Ejército. Pero dichos méritos debían ser defendidos activamente, más aún en un contexto donde lo militar tomaba la delantera sobre otras formas de ganar prestigio social, el cual tenía un correlato legal concreto, que era el goce de fuero.
Los artesanos mulatos santiaguinos pretendieron defender enérgicamente este privilegio, como se puede apreciar en la representación de su ayudante mayor, el capitán José Romero, frente a las acciones de las autoridades edilicias capitalinas. En 1820 Romero se quejó ante el intendente de Santiago de que cuando los hombres de su cuerpo eran apresados por los serenos y los propios alcaldes al hacer sus rondas, se les enviaba a la cárcel pública, por lo cual solicitó que dados “[... ] los servicios prestados a la Patria, los motibos que exitan el interes general en su fabor, y el que deben tener las autoridades en no disgustar tan buenos servidores [...]“87, se les respetara el fuero militar declarado en su favor. Ante la justicia de su petición, el intendente instruyó a los alcaldes de la ciudad manifestando que:
“[...] El privilegio es efectivo; está circulado y en todo su vigor. En su virtud las justicias ordinarias solo pueden detenerlos en los cuerpos de guardia hasta remitirlos a quarteles. Sus causas tambien deben seguirse y jusgarse por las autoridades respectivas. Yo movido de sus clamores justos lo recomiendo a Ustedes para que con este conocimiento en causas de los Infantes de la Patria y de depositar en la carcel publica sus personas [...]“88.
Esta orden parece haberse respetado, pues las pocas causas que hay en los juzgados santiaguinos y que involucran a antiguos miembros del Batallón solo aparecen en los tribunales militares, y no será sino en el caso de sujetos como el maestro José Tomás Apelo que en 1823 sostuvo una disputa con la Cofradía de las Ánimas y que ya hacía mucho tiempo se encontraba alejado de la vida militar, que se encuentran algunas causas en los tribunales civiles.
CONCLUSIONES
Para la década de 1820, las huellas militares de los Infantes de la Patria comienzan a perderse. En la medida en que el conflicto se despliega en la zona penquista y que las tropas activas de la república solo estaban formadas por cuerpos de línea, ya no tendrán más acciones de guerra que destacar a su favor, aunque ello no quiere decir que su presencia y el prestigio del que se rodearon dejara de estar presente, como es patente en la función cívica de 1821 que citamos a comienzos de este texto. A estas alturas del proceso solo algunos seguirán ligados al ejercicio militar, mientras que la mayoría de ellos volvieron a preocuparse principalmente de sus oficios, al menos durante algunos años.
Desde los lejanos días del capitán comandante Gregorio José de Arenas, era en su activa participación en las milicias que parte importante de los artesanos mulatos de la ciudad de Santiago había basado su prestigio social. Mientras tanto, el ejercicio exitoso de sus profesiones y sus “honrados procederes”, como a alguno de ellos le gustaba plantear, les trajeron ingresos que les permitieron contar con bienes y cierta prosperidad económica; las redes sociales que formaron en torno a la milicia y subsidiariamente a algunas advocaciones religiosas, como la Cofradía de las Ánimas, los fortaleció como grupo social, pero todo ello se catalizó gracias al uso de sus uniformes militares y su participación destacada en la guerra, particularmente en el período comprendido entre 1811 y 1814. Entonces los Infantes de la Patria no solo demostraron su lealtad en palabras, sino en hechos militares concretos, en los cuales su baja tendencia a la deserción y el arrojo con que actuaban en batallas y combates les valieron mucho más que la consideración de sus jefes.
Lo anterior, sin embargo, debe entenderse como parte de una apuesta política de los artesanos mulatos santiaguinos, y sobre todo de los oficiales milicianos, quienes desde la segunda mitad del siglo XVIII habían procurado estar cerca de gobernadores, generales y directores supremos, mostrando su lealtad a la Corona y luego a la república, en una estrategia coherente con sus aspiraciones de consideración social, la que si en principio les fue negada por su origen étnico y familiar, podía ser suplida con la atención que les brindaban las autoridades políticas y militares. En un momento, asimismo, la milicia sirvió como un catalizador de identidades, reafirmando la condición de castas de los sujetos reclutados por ella, la cual, si bien nacía de una discriminación evidente, al mismo tiempo podía ser transformada en un beneficio para los artesanos mulatos y otros afrodescendientes asociados a las fuerzas milicianas, al actuar y ser percibidos como un grupo cohesionado y activos participantes de la vida económica y social de la ciudad de Santiago. Tal identidad tendió a cambiar en el período de la Independencia, en el cual si bien progresivamente se eliminaron los epítetos étnicos o raciales que daban cuenta de los afromestizos, la discriminación seguía siendo tan patente como lo era antes. Los Infantes de la Patria, en cambio, pusieron el énfasis en los procesos de ciudadanización e integración a los cuerpos políticos de la nación, aunque esta fuera secundaria y solo limitada a los que contaban con mayores recursos económicos.
Para las autoridades de la época, los antiguos artesanos mulatos, en razón de sus relaciones, su presencia social y su actuación en la guerra, constituían un núcleo de apoyo político y una capa social que no podía desaprovecharse. Por esto y por la proclamada igualdad jurídica de los chilenos es que los epítetos étnicos habían sido cambiados por otros mucho más neutros ycívicos, como el de ciudadano, que los mulatos portaban con orgullo, pues percibían que en su caso particular, y al contrario de lo sucedido con otros sujetos diferenciados racial o étnicamente, dicha homogeneidad en términos generales les era conveniente. En lo particular, el recuerdo de sus hechos y la percepción que de ellos tenía el gobierno como un grupo específico dentro de la sociedad chilena indicaba que debían seguir buscando elementos que los ligaran a su reciente y glorioso pasado. Por lo anterior es que algunos de ellos pueden haber visto un triunfo cuando al reformar los regimientos cívicos en 1830 se ordenara que el Batallón N° 3: “[... ] se compondrá de los mismos oficiales i soldados que formaban el antiguo i benemérito batallon de infantería de la Patria [...]“89. En él volveremos a encontrar a algunos de los antiguos Infantes, como José Romero y Tadeo Mateluna, indudablemente más viejos pero no por ello menos conscientes del papel que en su calidad de beneméritos soldados debían jugar en la construcción de su futuro y del Estado nacional chileno.
NOTAS
1 ”Función cívica del cuerpo de infantes de la Patria”, Gaceta Ministerial de Chile, Tomo 3, N° 9, en Archivo de don Bernardo O’Higgins (en adelante ABO), Tomo XII, Santiago, Imprenta Universitaria, 1953, 316. Es muy probable que los cuadros a los que se hace referencia hayan sido pintados por el maestro José Gil de Castro, capitán del Batallón de Infantes de la Patria.
2 Ibid., 317.
3 Ibid., 317-318.
4 Ibid., 317.
5 Se debe consignar que los términos negro, moreno, mulato, pardo y zambo serán usados para referirse a la población de color, intentando respetar la acepción que la documentación dio a dichos conceptos. Negro y moreno serán utilizados para la población de origen africano y sus descendientes sin mezcla racial, mientras que mulato y pardo se referirán, en general, a los descendientes mestizos de los negros, generalmente con población blanca o mestiza. El término zambo hará referencia específicamente a los nacidos de la unión entre indio y negro o mulato.
6 Respecto de la historiografía militar con una visión más tradicional de estos procesos, véase Francisco Morrone, Los negros en el ejército: declinación demográfica y disolución, Rosario, Centro Editor de América Latina, 1996; Juan Lucio Torres, El soldado negro en la epopeya libertadora argentina. Integrando el ejército argentino y de otros países, Buenos Aires, Instituto de Historia Militar Argentina, 2003.
7 Alejandro Gómez, “Las revoluciones blanqueadoras: elites mulatas haitianas y ‘pardos beneméritos’ venezolanos, y su aspiración a la igualdad, 1789-1812″, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Coloquios, 2005, http://nuevomundo.revues.org/868;   “La Revolución de Caracas desde abajo. Impensando la primera independencia de Venezuela desde la perspectiva de los Libres de Color, y de las pugnas político-bélicas que se dieran en torno a su acceso a la ciudadanía, 1793-1815″, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2008, http://nuevomundo.revues.org/index32982.html; Silvia Mallo e Ignacio Telesca (eds.),“Negros de la Patria”. Los afrodescendientes en las luchas por la independencia en el antiguo Virreinato del Río de la Plata,Buenos Aires, SB Editores, 2010.        
8 Marta Goldberg, “Milicias y tropas negras de Buenos Aires. Afroargentinos armados para defender a sus amos”, Memoria y Sociedad 7:15, 2003, 37-51; Malte Klachko, “Le role de l’armée dans le processus de libération des esclaves au Río de la Plata: le cas de ‘libertos’ de Buenos Aires (1806-18212)”, Carmen Bernard y Alessandro Stella (eds.), D’esclaves à Soldats. Miliciens et soldats d’origine servile XIIIe-XXe siècles, París, L’Harmatton, 2006, 279-300; Beatriz Bragoni, “Esclavos, libertos y soldados: la cultura política plebeya en Cuyo durante la revolución”, Raúl Fradkin (ed.), ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones para una historia popular de revolución de la independencia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Prometeo, 2008, 107-150; Carmen Bernand, “Los olvidados de la revolución: el Río de la Plata y sus negros”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos,Coloquios, 2010, http://nuevomundo.revues.org/58416. Para el caso haitiano, en el cual una gran rebelión de esclavos contra Francia terminó con la independencia del país, véase James Cyril, Los Jacobinos Negros. Tousaint L’Ouverture y la Revolución de Haiti, México, Fondo de Cultura Económica, 2003; Laurent Dubois, A Colony of Citizens: Revolution and Slave Emancipation in the French Caribbean, 1787-1804, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2004.         
9 Boris Friedmann, Historia de las milicias de pardos en Chile, Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Universidad de Chile, 1992.        
10 Hugo Contreras Cruces, “Las milicias de pardos y morenos libres de Santiago de Chile en el Siglo XVIII, 1760-1800″,Cuadernos de Historia 25, Santiago, 2006, 93-117.         
11 Jean-Paul Zúñiga, “Africains aux Antipodes. Armée el mobilité sociale dans le Chili colonial”, Bernard y Stella, op. cit. , 115-132. La figura de José Romero es una de las pocas que ha sido trabajada por la historiografía chilena. Guillermo Feliú Cruz le dedicó el último capítulo de “La abolición de la esclavitud en Chile”. Allí dicho autor realiza un esbozo biográfico de Romero, en el cual lo caracteriza como un hombre caritativo y voluntarista, permanentemente preocupado de los condenados y de quienes habían caído en desgracia. Más recientemente la figura de Romero fue retomada por Claudia Arancibia, que si bien sigue de cerca el tránsito vital recreado por Feliú Cruz, desecha sus interpretaciones, situando a Romero como un actor, aun cuando sea secundario, de las guerras de emancipación y de la posterior construcción de la ciudadanía nacional. Guillermo Feliú Cruz, La Abolición de la Esclavitud en Chile. Estudio Histórico-Social, Santiago, Universitaria, 1973, 2a edición;  Claudia Arancibia Floody, “Un soldado de la Independencia”, Revista de Historia Militar 4, Santiago, 2005, 14-16; Irene Diggs, “Zambo-Peluca”, Phylon 13:1, Atlanta, 1952, 43-47.        
12 Desde hace algunos años en Chile está surgiendo una nueva historiografía sobre lo negro en el período colonial. Distintos autores, nuevas preguntas y metodologías están renovando el estudio de dichos actores sociales y principalmente de quienes sufrieron la esclavitud. Ejemplo de lo anterior son los artículos aparecidos en la revista Cuadernos de Historia 25, Santiago, 2006, y en el libro editado por Celia Cussen, Huellas de África en América. Perspectivas para Chile, Santiago, Universitaria, 2009.  Además de diversos artículos publicados en revistas académicas.
13 Petición del capitán Romualdo Arenas y otros oficiales y soldados de la compañía del Río para formar una nueva compañía con el nombre de Granaderos, Santiago, junio de 1760, Archivo Nacional Histórico, Fondo Capitanía General (en adelante ANH.CG), Vol. 563, f. 162. A fines del siglo XVII ya es posible identificar una compañía de milicias de mulatos, mientras que para 1720 dicha fuerza contaba con oficiales de tal origen hasta el grado de capitán. Contreras, op. cit., 102.
14 A excepción de la compañía de artillería, el resto de las milicias de casta estaba conformado por tropas de infantería. En este caso, nombres como húsares o granaderos tienen más bien un sentido simbólico y no se refieren estrictamente a la especialidad militar a la que hacen referencia clásicamente dichas denominaciones. Respecto de la actuación de los artilleros en las festividades públicas, véase Jaime Valenzuela Márquez, “Entre campanas y cañones: Perspectivas sobre la sonoridad política en el Santiago borbónico”, Revista de Historia Iberoamericana 3:1, 2010, http://revistahistoria.universia.net/pdfs_revistas/articulo_115_1285888055582.pdf
15 ANH.CG, Vol. 563, fs. 163-163 vta. A excepción de la compañía de artillería, el resto de las milicias de casta estaba conformado por tropas de infantería. En este caso, nombres como húsares o granaderos tienen más bien un sentido simbólico y no se refieren estrictamente a la especialidad militar a la que hacen referencia clásicamente dichas denominaciones. Respecto de la actuación de los artilleros en las festividades públicas, véase Jaime Valenzuela Márquez, “Entre campanas y cañones: Perspectivas sobre la sonoridad política en el Santiago borbónico”, Revista de Historia Iberoamericana 3:1, 2010,http://revistahistoria.universia.net/pdfs_revistas/articulo_115_1285888055582.pdf

16 Contreras, op. cit., 103.
17 Sobre los ejércitos borbones en América, véase Christon Archer, El Ejército en el México Borbónico, 1760-1810, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1983;  Julio Albi, La Defensa de Indias, 1764-1799, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana-Ediciones Cultura Hispánica, 1987; Juan Marchena, Oficiales y soldados en el ejército de América, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1983; Juan Marchena, Ejército y milicias en el mundo colonial Americano, Madrid, Mapfre, 1992; Juan Marchena (coord.), El Ejército de América antes de la Independencia: ejército regular y milicias americanas, 1750-1815, Madrid, Fundación Mapfre Tavera, 2005; Allen J. Kuethe y Juan Marchena (eds.), Soldados del rey: el ejército Borbónico en América colonial en vísperas de la independencia, Castelló de la Plana, Universitat Jaume I, 2005.        
18 Hemos hecho una referencia más extensa a este incidente en Contreras, op. cit., 112-114.
19 Dichas estrategias de posicionamiento social estaban presentes en parte importante de los cuerpos de milicianos libres de color. Ben Vinson III, Bearing Arms for his Majesty. The Free Colored Militia in Colonial México, California, Stanford University Press, 2001; Juan Manuel de la Serna, “Entre la pobreza, la lealtad y la seguridad: Las milicias de pardos y mulatos de Xicayán y las costas del mar del sur”, Suplemento del Diario de Campo 42, México, 2007, 48-57; J. Arturo Motta Sánchez, “Las vigías marítimas de los milicianos pardos de la Costa Chica Oaxaqueña y el ‘engreimiento’ de su calidad; último tercio del siglo XVIII”, Suplemento del Diario de Campo 42, México, 2007, 58-79.       
20 Archivo General de Simancas, Secretaría del Despacho de Guerra (en adelante AGS.SDG), leg. 6885, folio 386r.
21 El capitán Manuel Hidalgo, comandante de las cuatro compañías de milicias de pardos de Santiago, al gobernador de Chile don Ambrosio Higgins, Santiago, 17 de julio de 1793, ANH.CG, Vol. 837, f. 14.
22 Certificado del capitán comandante de las cuatro compañías de pardos de Santiago Juan de Dios Portillo de que el alférez José Agustín Tobar ha contribuido con la donación Voluntaria para la guerra contra Francia, Santiago, 19 de agosto de 1794, AGS.SDG, leg. 6896, fol. 8v.
23 No hemos encontrado el decreto de creación del Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos, sin embargo, a partir de 1795 ya no aparecen en la documentación ni la compañía de artilleros ni el resto de las denominaciones mencionadas. Por otra parte, el 15 de julio de 1795, José Antonio López fue nombrado segundo ayudante de las llamadas compañías urbanas, cargo que solo procedía si se contaba con la estructura de un batallón, pues los ayudantes estaban asignados a la plana mayor de los mismos. ANH.CG, Vol. 827, fs. 166-167.
24 El testamento de Arenas está fechado el 11 de agosto de 1792, mientras que su inventario de bienes tiene data del 9 de octubre del mismo año. Se encuentran respectivamente en: ANH.ES, Vol. 940, fs. 179-181 y fs. 253-257. En ellos se cuentan tres propiedades, numerosa platería, algunas armas y libros, instrumentos de su oficio de barbero, además de muebles y otros elementos.
25 Eduardo Cavieres, “Epidemias, medicina y sociedad colonial. La plaga de 1779-1780 en Chile”, Cuadernos de Historia 10, Santiago, 1990, 87-108.
26 Carta de obligación del capitán Juan de Dios Portillo con la Cofradía de las Ánimas. Santiago, 14 de marzo de 1810, Archivo Nacional Histórico, Fondo Notarios de Santiago (en adelante ANH.NS), Vol. 25, f. 303 vta.
27 Testamento del maestro Juan José Morales, Santiago, 8 de junio de 1816, ANH.NS, Vol. 46, f. 339 vta.
28 Testamento de Josefa Guerrero, Santiago, 8 de febrero de 1822, ANH.NS, Vol. 52, fs. 507 vta-508. Juan de Dios Portillo murió en diciembre de 1813, por lo cual el fallecimiento de Miguel Barros necesariamente sucedió antes de esta fecha.
29 ANH.NS, Vol. 26, fs. 134-135 vta.
30 Carta de obligación de Agustín Tobar en favor de Juan Bautista de Urmeneta y Ambrosio Gómez del Valle, Santiago, 17 de agosto de 1810, ANH.NS, Vol. 32, f. 320-320 vta., y Carta de obligación de Agustín Tobar en favor de Juan Manuel Cruz,Santiago, 31 de octubre de 1810, ANH.NS, Vol. 36, fs. 191-191 vta. Agustín Tobar Águila nació en 1767 y era hijo del maestro Agustín Tobar, también tendero, quien en 1784 comandaba la compañía de artilleros pardos. En esos mismos momentos un hermano mayor de Tobar Águila, llamado Ignacio, llevaba 8 años sirviendo en la fuerza que dirigía su padre. ANH.CG, Vol. 826, fs. 260-264 v.
31 Venta de una casa de Dominga Chavarría al maestro Pedro Caamaño de la Plata, Santiago, 1812, ANH.NS, Vol. 42, fs. 196-198.
32 Venta de una casa de José Víctor Chacotal al capitán Pedro Caamaño de la Plata, comandante del Batallón de Infantes de la Patria, Santiago, 18 de noviembre de 1813, ANH.NS, Vol. 41, fs. 770-772 vta.
33 Carta de arriendo de la casa del maestro Pedro Caamaño de la Plata en la Chimba a don Thomas Covins, Santiago, 17 de octubre de 1820, ANH.NS, Vol. 52, fs. 310 vta.-311.
34 Carta de venta de una casa en la calle de la Compañía de los herederos de María Luisa Álvarez de Avilés a don Rafael Alguizar, Santiago, 26 de septiembre de 1815, ANH.NS, Vol. 47, fs. 176-177 vta.
35 Archivo Nacional Histórico, Archivo Judicial de Santiago, Vol. 871, pza. 3a.
36 Revista de Comisario del Batallón de Infantería Disciplinada de Pardos, 5 al 30 de abril de 1811, Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra (en adelante ANH.MG), Vol. 70, sin foliar. Esta es una fuente de primera importancia para el conocimiento de la historia de esta fuerza y sus hombres. En ella se encuentran los nombres de oficiales, suboficiales y soldados que más tarde se van a movilizar junto con las tropas regulares y otras fuerzas milicianas para combatir al ejército enviado por el virrey del Perú, lo que permite vislumbrar cómo sujetos de un mismo origen, de similares oficios y habitantes del sector nuclear de la ciudad y otros inmediatamente aledaños a él se encuentran en este batallón.
37 “Sesión del Congreso Nacional de 12 de septiembre de 1811″, Sesiones de los Cuerpos Lejis-lativos de la República de Chile 1811 a 1845 (en adelante SCL), Tomo I, Santiago, Imprenta Cervantes, 1886,71.
38 “Acta del Cabildo de Santiago de 22 de enero de 1813″, Actas del Cabildo de Santiago durante el periodo llamado de la Patria Vieja (1810-1814), Santiago, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, 1960, 183. En 1808 el maestro cerero Mariano Barros ocupaba el cargo de sitialero mayor de la Real Audiencia. Archivo Nacional Histórico, Fondo Real Audiencia, Vol. 2480, pza. 2a, fs. 39-47.
39 Ibid., 209-210.
40 ”El batallón de Pardos. Se sustituye su nombre por el de batallón de Infantes de la Patria”. Santiago, 25 de abril de 1813,Boletín de leyes i decretos del gobierno. 1810-1814, Santiago, Imprenta Nacional, 1898, 205.
41 Testamento de Josefa Guerrero, Santiago, 24 de octubre de 1815, ANH.NS, Vol. 47, f. 197 vta.
42 El soldado Gregorio López al Supremo Gobierno, Santiago, 29 de octubre de 1817, ANH.CG, Vol. 27, f. 139.
43 Arturo Grubessich Sandoval, “Esclavitud en Chile durante el siglo XVIII: el matrimonio como forma de integración social”,Revista de Historia 2, Concepción, 1992, 115-128.  Sobre estos procesos de “blanqueamiento social” en el siglo XVIII santiaguino, véase Claudio Ogass Bilbao, “Ama de piel morena: el proceso de blanqueamiento de la mulata Blasa Díaz, esclava en Lima y propietaria esclavista en Santiago (1700-1750)”, Revista de Humanidades 17 -18, Santiago, 2008, 67-86. 
44 Claudio Vivanco Cifuentes, “La actuación del Batallón de Infantes de la Patria durante la Patria Vieja, 1810-1814″,Cuadernos de Historia Militar 6, Santiago, 2010, 7-28.        
45 Sobre la deserción en los ejércitos patriotas y la participación popular, o más bien su negativa a participar, en las guerras de Independencia de Chile, véase Leonardo León, “Reclutas forzados y desertores de la patria: el bajo pueblo chileno en la guerra de la independencia, 1810-1814″, Historia 35, Santiago, 2002, 251-297;  “La deserción durante la guerra de independencia de Chile, 1818-1820″, Cuaderno de Historia Militar 5, Santiago, 2009, 75-101 y “La república patricia frente al abismo plebeyo: Chile, 1818″, Tiempo Histórico 1, Santiago, 2010, 107-132.
46 El coronel don Rafael de la Sota, gobernador de Talcahuano, al general don Bernardo O’Higgins. ABO, Tomo II, Santiago, Editorial Nascimiento, 1947, 48-49. El destacado es nuestro.
47 ”Razón de las mesadas, que han dejado los oficiales, y soldados del Batallón de Infantes de la Patria, que marcharon para el Ejército”, diciembre de 1813, Archivo Nacional Histórico, Fondo Contaduría Mayor (en adelante ANH.CM) 1a Serie, Vol. 231, fs. 301-302.
48 ”Distinción a los Infantes de la Patria”, Santiago, 23 de marzo de 1814, José Antonio Varas (comp.) Recopilación de Leyes i Decretos Supremos concernientes al Ejército, desde abril de 1812 a abril de 1839, Tomo I, Santiago, Imprenta Nacional, 1870, 12.         [  ]
49 Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua, Tomo IV, Madrid, Imprenta de la Real Academia Española, por los herederos de Francisco del Hierro, 1734, 271.
50 ”Decreto de la Junta Gubernativa de Chile”, Santiago, 25 de agosto de 1814, Archivo del General José Miguel Carrera (en adelante AGJMC), Tomo XII, Santiago, Sociedad Chilena de Historia y Geografía, 1997, 174.
51 Idem.
52 Ibid., 202.
53 Feliú Cruz dedica algunas páginas a la creación de Los Ingenuos de la Patria y afirma que José Romero fue uno de los hombres enviados a reclutar soldados para esta fuerza, aunque sin éxito. Feliú Cruz, op. cit., 51-54 y 141. Mientras tanto, para julio de 1813 se proyectaba levantar en Quillota una compañía para el batallón de mulatos libres que estudiamos. El Monitor Araucano, Tomo I, N° 37, Colección de historiadores y de documentos relativos a la independencia de Chile, Tomo XXVI, Santiago, Imprenta Universitaria, 1914, 256.
54 Juan Ramón Gil era un músico originario de Mendoza, que trabajaba en la Catedral de Santiago como violoncelista y maestro de canto, hasta que fue movilizado en 1813. Eugenio Pereira Salas, Los orígenes del arte musical en Chile, Santiago, Publicaciones de la Universidad de Chile, 1941, 59 y 68. Tenía un hijo de su mismo nombre y estaba casado con Carmen Carranza, hijastra de Agustín Tobar. ANH.NS, Vol. 58, fs. 203 vta.- 204.
55 ”Decreto de la Junta Gubernativa”, Santiago, 9 de septiembre de 1814, AGJMC, Tomo XII, op. cit., 249.
56 Camilo Alarcón Bustos, “Soldados sin Ejército: La vida de la emigración militar patriota en las Provincias Unidas del Río de la Plata (1814-1817)”, Cuaderno de Historia Militar 5, Santiago, 2009, 29-74.         [  ]
57 Archivo del Ejército de Chile, Fondo Histórico (en adelante AE.FH), Hojas de Servicios, Vol. 4, f. 8.
58 ”Oficio del comandante Marcos González Balcarce al coronel mayor José de San Martín”, Mendoza, 1 de noviembre de 1814,AGJMC, Tomo XIV, Santiago, Sociedad Chilena de Historia y Geografía, 1998, 4.
59 ”Bando de José de San Martín disponiendo que esclavos chilenos se presenten al mayor de órdenes”, Mendoza, 19 de febrero de 1815, Cristian Guerrero Lira (comp.), Repertorio de Fuentes Documentales para el Estudio de la Independencia de Chile 1808-1823, Santiago, Bravo y Allende Editores-Instituto O’Higginiano de Chile, 2008, 282.
60 AE.FH, Hojas de Servicios, Vol. 1, f. 72.
61 Lista de la 1a compañía de Voluntarios del rey, Concepción, 24 de abril de 1814, ANH.MG, Vol. 37, sin foliar. La información correspondiente a los milicianos mulatos en este período se encuentra en la Revista de Comisario de 1811 ya citada y en ANH.CM, 1a serie, Vol. 269, fs. 132-144 vta.
62 Información Matrimonial de José Gil de Castro, junio de 1816, Archivo del Arzobispado de Santiago, Fondo Tribunal Eclesiástico, Informaciones Matrimoniales, Vol. 1, sin foliar.
63 Citado por Feliú Cruz, op. cit., 144.
64 La lista de quienes podían contribuir a la guerra, entre los que están los maestros de oficios aquí citados, se encuentra enSCL, Tomo III, Santiago, Imprenta Cervantes, 1887, 30-45.
65 ”Orden general del día de 9 de abril de 1817″, ABO, Tomo XXIII, Santiago, Instituto Geográfico Militar, 1961, 24.
66 ”Decreto del Director Supremo delegado Hilarión de la Quintana para que todos los europeos entreguen a sus esclavos al Estado”, Santiago, 23 de mayo de 1817, ABO, Tomo XXIII, op. cit., 282.
67 ”El coronel Luis de la Cruz al Ministro de Estado Miguel Zañartu”, Talca, 12 de junio de 1817, ABO, Tomo XXIII, op. cit.,298-299.
68 El Gobernador Intendente de Santiago al Director Supremo Delegado, Santiago, 3 de julio de 1817, Archivo Nacional Histórico, Fondo Intendencia de Santiago (en adelante ANH.IS), Vol. 1, f. 20 vta.
69 ANHIS, Vol. 1, f. 196 vta. Solo en algunas ocasiones se pueden aportar datos precisos, aunque generalmente muy puntuales, respecto de la suerte de estos hombres. De tal modo, un esclavo de don Manuel Undurraga fue empleado como cochero del Director Supremo; mientras el que fue oblado por don Vicente Castro en 1817 fue enrolado en el Escuadrón de Cazadores de la Escolta Directorial. En 1819 Manuel Palma, proveniente de la villa de Los Andes, fue enviado a servir en la Marina; destino similar al de tres esclavos que estaban embarcados en la fragata española Nuestra Señora de los Dolores, la que fue capturada por un corsario nacional en mayo de 1818, véase ABO, Tomo XXIII, op. cit., 345; ANH.MG, Vol. 37, fs. 34-35; ABO, Tomo XII, op. cit., 26-27 y ANH.MG, Vol. 77, f. 54-55.
70 ”Acta para que el Batallón de Infantes de la Patria sea declarado cuerpo de línea”, Santiago, 26 de agosto de 1817, ABO, Tomo XXVII, Santiago, Editorial Universidad Católica, 1968, 36.
71 ”Decreto del Director Supremo Delegado que reconoce al Batallón de Infantes de la Patria como un cuerpo de línea”, Santiago, 2 de septiembre de 1817, Ibid., 36.
72 Gonzalo Vial señala que para el siglo XVIII parte importante de los oficiales y maestros artesanos eran de origen negro o mulato y aun cuando no discrimina si eran libres o esclavos, sí plantea que “controlaban” las artesanías. Gonzalo Vial Correa,El africano en el reino de Chile. Ensayo histórico-jurídico, Santiago, Universidad Católica de Chile, 1957, 55-56.
73 Relación del número de oficiales que trabajan en la Maestranza General del Estado, 1 de mayo de 1817, ANH.CM, 1a serie, Vol. 272, fs. 137 vta. y 139 vta.
74 ”El coronel Francisco Calderón al general José de San Martín”, Santiago, 10 de octubre de 1817, ABO, Tomo XXVII, op. cit.,36.
75 ”Orden General del Ejército”, Santiago, 11 de noviembre de 1817, ABO, Tomo XXIII, op. cit., 148.
76 ”El Comisario general del Ejército Unido Domingo Pérez al Teniente coronel Santiago Bueras”, Santiago, 30 de octubre de 1817, ABO, Tomo XXVII, op. cit., 43.
77 ”El Comisario general del Ejército Unido don Domingo Pérez al Coronel don Francisco Calderón”, Santiago, 4 de noviembre de 1817, Ibid., 44.
78 Representación del cuerpo de oficiales del Batallón de Infantes de la Patria, noviembre de 1817, Archivo Nacional Histórico, Fondo Justicia Militar, Vol. 6, sin foliar.
79 Cartas de renuncia de oficiales del Batallón de Infantes de la Patria, Santiago, diciembre de 1817, ANH.MG, Vol. 58, fs. 5-15.
80 El capitán don Matías Gorigoitía al Director Supremo de Chile, Santiago, 17 de diciembre de 1817, ANH.MG, Vol. 58, f. 11.
81 ANH.CM, 1a Serie, Vol. 269, fs. 132-145 vta.
82 ANH.CM, 1a Serie, Vol. 269, f. 170.
83 Escalafón del Ejército, ANH.MG, Vol. 76, sin foliar.
84 ANH.MG, Vol. 47, f. 80. Al 30 de noviembre de 1818, el piquete de Infantes de la Patria estaba formado por 1 teniente 2°, 2 sargentos 1°, 6 tambores, 3 cabos 1°, 3 cabos 2° y 46 soldados.
85 Las listas de los maestros de oficios a los que hacemos referencia se encuentran en: SCL, Tomo II, Santiago, Imprenta Cervantes, 1886, 493-495. En ellas solo fueron registrados algunos gremios, por lo que no constan los nombres de otros artesanos que asimismo formaron parte del batallón y que para la fecha se encontraban económicamente activos, como los sastres Pedro Caamaño de la Plata y José Gregorio Iturgay.
86 Decreto del Director Supremo general Bernardo O’Higgins que exime del servicio de policía a los alistados en la Guardia Nacional, Santiago, 27 de enero de 1819, ANH.MG, Vol. 37, f. 70.
87 El Intendente de Santiago José María de Guzmán a los Alcaldes de la ciudad de Santiago, Santiago, 16 de marzo de 1820, ANH.CS, Vol. 78, f. 136.
88 El Intendente de Santiago, ANH.CS, Vol. 78, f. 136.
89 Varas, op. cit., 364.

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Fiestas y celebraciones tipicas de Chile

Fiestas y Celebraciones
de la Republica de Chile

Fiestas Patrias:

Se celebran durante todo el mes de septiembre, pero especialmente los días 18 y 19, con ramadas, juegos populares y desfiles; entre éstos el más importante es la Parada Militar que se realiza en Santiago, en la elipse del Parque O’Higgins el día 19 de septiembre, Día del Ejército.
En algunas localidades se celebra el llamado “18 chico” el fin de semana siguiente a las Fiestas Patrias; en estas fechas es también tradicional la fiesta de la Pampilla en Coquimbo.

Fiesta de la Vendimia:

Al final de la temporada de cosecha de uvas se reúnen hombres y mujeres vendimiadores en una gran fiesta. En ella se mencionan España y Francia, tanto en los brindis como en las canciones que los acompañan; ello se entiende al relacionarlo con la llegada de las primeras cepas de origen español y los primeros técnicos franceses.

Putre:

Carnaval de Putre: Esta celebración se realiza en los últimos días de febrero, antes de cuaresma. Acuden a ella habitantes aimaras de los poblados altiplánicos. Además de música y comida, hay bailes, máscaras y disfraces que representan la cosmovisión andina.

Codpa:

Fiesta de la vendimia de Codpa: Entre marzo y abril se realiza, en la localidad de Codpa, la fiesta de la vendimia de las uvas con las cuales se elabora el vino pintatani, grueso y frutoso.

Caspana:

Enfloramiento del ganado: Entre enero y marzo, se realiza en todos los corrales familiares del poblado andino de Caspana una particular ceremonia que incluye bailes, cantos y rogativas, en la cual se coloca lana a los animales.

Chiu Chiu:

Via crucis en Chiu Chiu: Entre marzo y abril, para Viernes Santo, se realiza en el pueblo altiplánico de Chiu Chiu un tradicional via crucis español que incorpora elementos criollos haciendo de la celebración un interesante espectáculo.

La Tirana:

Fiesta de la Tirana: Esta fiesta religiosa se lleva a cabo cada 16 de julio en la localidad nortina de La Tirana. La celebración se realiza en honor a la Virgen del Carmen y es una de las más importantes y conocidas del país. Destaca por los bailes, los cantos, la gran cantidad de fieles venidos de todo el país y en especial por las máscaras y disfraces de múltiples colores.

Pica:

Fiesta de Reyes: Se realiza en la localidad de Pica, a 117 km. al sureste de Iquique a 1.300 m. sobre el nivel del mar. Su celebración se extiende a grandes ciudades como Arica e Iquique, en las cuales los adornos navideños de casas y locales comerciales se mantienen hasta dicha fecha.

Aiquina:

Virgen de Guadalupe de Aiquina, 8 de septiembre. Se celebra en el poblado de Aiquina, ubicado a 75 km. al noreste de Calama y a 2.980 m. de altura. La fiesta tiene una duración de cinco días y se inicia tres días antes de la fecha indicada.

San Pedro de Atacama:

Carnaval atacameño: Durante la segunda semana de febrero, tanto en San Pedro de Atacama, como en Chiu Chiu, Caspana y los demás pueblos atacameños de la zona, se celebra un carnaval con disfraces, bailes típicos y degustación de gastronomía y bebidas típicas de la región.

Vallenar:

Fiesta del Roto Chileno: El fin de semana más cercano al 20 de enero se celebra en la quebrada de Pinte, hacia el interior de Vallenar, un festival costumbrista organizado por la junta de vecinos en el que se realizan competencias típicas chilenas.

El Tránsito:

Fiesta huasa de El Tránsito: Durante la segunda semana de febrero el club de huasos de la localidad de El Tránsito realiza una fiesta que consiste en competencias campesinas y espectáculos folclóricos.

San Félix:

Fiesta de la vendimia de San Félix: Durante todo febrero en el pueblo de San Félix, a doscientos kilómetros de Copiapó, en el valle del río El Carmen, se realiza la principal fiesta de la zona, que es organizada por la junta de vecinos. A los bailes en la plaza los fines de semana acuden habitantes de todo el valle y culmina con un festival gastronómico y un concurso de artesanías locales.

San Fernando/Copiapó:

La Candelaria, primer domingo de febrero. Su celebración se efectúa en la localidad de San Fernando, a 4 km. al este de Copiapó. También es venerada en otros puntos del país. La Virgen de la Candelaria se representa con una vela en las manos como símbolo de la purificación de la mujer. Es una de las fiestas más antiguas del norte y reúne a fieles de todo el país y de naciones limítrofes.

Tierra Amarilla:

Fiesta del Toro Pullay: En la localidad de Tierra Amarilla se celebra, a finales de febrero, esta antigua fiesta costumbrista con comparsas por las calles que acompañan a personajes disfrazados que representan el bien y el mal.

Los Choros:

San José Obrero: El santo carpintero es celebrado el 19 de marzo en Los Choros con una fiesta religiosa que cuenta con bailes chinos de la zona y de otras localidades y regiones.

La Serena:

Virgen del Rosario: Con cantos antiguos y tradicionales se manifiesta el 8 de enero en la localidad de Diaguitas, en La Serena, la devoción a la Virgen del Rosario. Una fiesta y una procesión cierran esta celebración.

Salamanca:

Señor de la Tierra: El segundo domingo del mes de enero se celebra en la localidad precordillerana de Cunlagua, cercana a Salamanca, la Fiesta del Señor de la Tierra, la más importante de la comuna y en la cual se pueden apreciar las faenas agrícolas y ganaderas.

Monte Patria:

Festival de Tulahuén: A 45 minutos hacia la cordillera desde Monte Patria se realiza, durante la segunda semana de febrero, una exposición de vinos, quesos y tejidos.

Vicuña:

Fiesta de la vendimia en el Valle del Elqui: Durante todo febrero en Vicuña se celebra la vendimia con bailes, música y actividades campestres. En Paihuano se realizan fiestas típicas, como la pampilla de verano, la noche de estrellas y el Festival de la Voz de la Uva.

Sotaquí:

Fiesta del Niño Dios, 6 de enero. Se celebra en el pueblo de Sotaquí, ubicado a 8 km. de Ovalle. En ella toman parte creyentes chilenos y argentinos. Destacan las hermandades de danzantes ataviados con vistosos trajes de vivos colores y muy adornados.

Combarbalá:

Encuentro artístico de Combarbalá: Durante semana santa en la localidad de Combarbalá, pueblo dedicado a la explotación de la piedra combarbalita, en la Región de Coquimbo, se realiza un encuentro de pintores y escultores nacionales y regionales.

La Ligua:

Tejidos de La Ligua: Cada mes de enero, durante una semana se realiza una feria de los tradicionales tejidos de La Ligua, organizada por la Municipalidad en la Plaza de Armas.

Calle Larga:

Fiesta en Calle Larga: En el mes de enero, en la localidad de Calle Larga se realiza una fiesta en torno a la cosecha del trigo. La actividad se inicia acumulando las gavillas y seleccionando las yeguas. Durante la trilla hay bailes campesinos, competencias, actuación de conjuntos folclóricos y gastronomía típica.

Olmué:

Festival del Huaso de Olmué: A fines de enero se realiza en Olmué este tradicional festival de la canción folclórica, uno de los más importantes del país, organizado por la Municipalidad.

San Bernardo:

Festival de San Bernardo: La última semana de enero tiene lugar el Festival Nacional de Folclor de San Bernardo, la competencia musical más importante en este género. Durante cinco días se presentan grupos nacionales y extranjeros en el anfiteatro de San Bernardo.

Culiprán:

Festival del choclo cabello rubio: Esta festividad que se realiza durante febrero en la localidad de Culiprán, famosa por su producción de choclos, reúne a las familias de los campesinos para la compra de productos agrícolas. Este es uno de los eventos más importantes de la zona para los agricultores de la comuna de Melipilla.

Los Andes:

Fiesta huasa y trilla a yeguas: En la primera semana de febrero, en San Esteban, Los Andes, se realiza un festival folclórico que se festeja con trilla de yeguas, carreras a la chilena y otras competencias campesinas, además de comidas típicas. Gran cantidad de público se reune en el Parque Municipal La Hermita.

Limache:

Virgen de las Cuarenta Horas: En el último domingo de febrero, gran cantidad de fieles se dirige a la parroquia Santa Cruz de Limache, donde, durante cuarenta horas, se celebra esta fiesta religiosa en honor a la virgen.

Casablanca:

Encuentro Nacional de Payadores: A mediados de marzo, durante dos días, se celebra en Casablanca, un encuentro nacional de payadores, al cual acuden cultores y estudiosos de esta expresión folclórica de todo el país.

Virgen de Lo Vásquez:

Virgen de Lo Vásquez, 8 de diciembre. Esta festividad se realiza en el Santuario de Lo Vásquez, a 32 km. de Valparaíso. Es la más significativa de las fiestas de V Región. Gran cantidad de peregrinos llegan a ella a pagar sus mandas.

San Felipe:

Fiesta de la vendimia en San Felipe: Con motivo de la vendimia, durante marzo se desarrolla en San Felipe una fiesta tradicional con actividades culturales y folclore, en la que participa un numeroso público.

Zona Central:

Fiesta de Cuasimodo: La fiesta de Cuasimodo, que se celebra entre marzo y abril, adquiere gran colorido y masividad en las localidades de Lo Abarca, Cuncumén, Lo Barnechea, Llay Llay, Casablanca, Maipú, Talagante, Conchalí e Isla de Maipo. En esta celebración religiosa callejera, que se realiza el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, el sacerdote lleva la comunión a los enfermos, acompañado por huasos en carros, caballos y bicicletas, adornados con flores, papeles, banderas chilenas y otras estampas.

San Clemente:

Encuentro chileno-argentino: Durante la primera quincena de enero se realiza el Encuentro chileno-argentino en el límite fronterizo Paso Pehuenche, en San Clemente. Se trata de un evento organizado por las municipalidades de ambos lados de la cordillera (San Clemente en Chile y Malargue en Argentina). Incluye música folclórica, bailes y competencias deportivas.

Cauquenes:

Fiesta de San Sebastián: Entre el 15 y el 21 de enero se celebra en Colbún la Fiesta de San Sebastián, en la que fieles y devotos peregrinan durante una semana para pagar favores y mandas al santo en la localidad de Panimávida. El 20 de enero se celebra al mismo santo en una peregrinación hasta Pelluhue, en Cauquenes.

Cachivo:

San Sebastián de Cachivo: El 20 de enero y el 20 de marzo, en Cachivo, camino a Las Lomas, se celebra a San Sebastián con una fiesta de gran colorido en la que intervienen gran cantidad de tradiciones locales. Miles de personas llegan a pagar sus mandas hasta el santuario, ya sea caminando, en carretelas o a caballo.

Pelluhue:

Festival de la Trilla: La última semana de enero, en el gimnasio municipal de Pelluhue, se celebra un festival de la canción con la participación de destacados folcloristas nacionales. Se trata de un certamen competitivo de gran nivel y trayectoria.

Quiñipeumo:

Festival de la Sandía: La última semana de enero se realiza en el pueblo de Quiñipeumo, Maule, este festival que reúne a agricultores y campesinos en torno al folclor. Juegos criollos, competencias deportivas y musicales, además de la elección de reina, forman parte de la celebración.

Pelluhue:

Trillas a yegua suelta en Pelluhue: A fines de enero y principios de febrero en la localidad de Pelluhue se realiza la trilla a yegua suelta con encuentros campesinos costumbristas, amenizados por grupos folclóricos y cantores populares. El dueño de casa, con apoyo de la municipalidad, ofrece comida y tragos típicos.

Amerillo:

Carnaval del agua: A fines de enero e inicios de febrero, en la localidad de Amerillo, por la ruta internacional El Pehuenche, se realiza una fiesta tradicional que incluye elección de reina, juegos criollos y un espectáculo artístico bailable.

Licantén:

Rodeo oficial de Licantén: El rodeo de Licantén, que se celebra la primera semana de febrero es el más importante del sector. De él salen representantes para la competencia nacional y regional. Hay demostraciones de riendas y amansaduras.

Linares:

Feria internacional de artesanía de Linares: Durante la segunda quincena de febrero se realiza en Linares una feria de artesanía que reúne exponentes seleccionados de la artesanía tradicional de diferentes países.

Coihueco:

Coihueco y sus raíces criollas: Durante la primera quincena de enero se realiza en Coihueco, Chillán, una fiesta de tres días para mostrar la música, el baile, la gastronomía y las actividades campesinas tradicionales de la zona. El evento se realiza en un escenario flotante en el embalse de Coihueco.

Yumbel:

San Sebastián de Yumbel: El 20 de enero y el 20 de marzo se celebra a San Sebastián en Yumbel. Miles de peregrinos, que recorren largas distancias caminando, e incluso de rodillas, llegan de todo el país a rezar y a pagar sus mandas a la iglesia parroquial, donde se encuentra la imagen del santo, en una muestra impresionante de devoción religiosa popular.

Santa Cruz:

Fiesta de la vendimia en Santa Cruz: Con motivo de la vendimia, durante marzo se desarrolla en Santa Cruz una fiesta tradicional con actividades culturales y folclore, en la que participa un numeroso público.

San Ignacio:

Rodeo oficial de San Ignacio: El primer fin de semana de febrero, en la medialuna de San Ignacio, se realiza un rodeo de alto nivel, que cuenta con la participación de destacadas colleras a nivel regional y nacional. Es organizado por el Club de Huasos Rodeo Chileno.

Yungay:

Fiesta de la Candelaria en Yungay: En la capilla de Yungay, a 69 kilómetros de Chillán, se celebra el 2 de febrero una misa en honor a la Virgen de la Candelaria, en la que se bendice la imagen de la divinidad. En la cercana localidad de Pangal del Bajo se realiza una fiesta criolla con ramadas, vinos y comidas típicas.

Tirúa:

Feria costumbrista de Tirúa: En la comuna de Tirúa se realiza, durante la primera quincena de febrero, una feria costumbrista con actividades culturales, muestra de artesanías, productos agrícolas y degustación de comidas típicas.

Puerto Saavedra:

Fiesta de San Sebastián en Puerto Saavedra: El 20 de enero se celebra en la localidad de Puerto Saavedra una fiesta religiosa en honor a San Sebastián con abundante comercio.

Carahue:

Semana de Trovolhue: La cuarta semana de enero se celebra la semana de Trovolhue, en la localidad cercana a Carahue. La celebración incluye gastronomía, folclor y recreación.

Villarrica:

Muestra mapuche de Villarrica: Durante el verano se realiza una exposición en la feria mapuche de Villarrica. Allí se pueden encontrar trabajos de importantes artesanos, además de la reproducción a escala real de una ruca construida en totora y junquillo.

Futrono:

Nguillatún en Futrono: En la localidad de Futrono, a orillas del Lago Ranco, en la Región de los Lagos, desde el 12 hasta el 14 de febrero se realiza un nguillatún mapuche. Se trata de un ritual colectivo de acción de gracias y petición por las cosechas y el bienestar de la comunidad.

Niebla:

Encuentro costumbrista de la Costa: A 20 minutos de Valdivia, en Niebla, se realiza durante la segunda y la tercera semana de febrero un encuentro cultural, costumbrista y gastronómico en el cual se venden comidas típicas y artesanía.

Frutillar:

Exposición de artesanía local de Frutillar: Entre el 15 de enero y el 15 de febrero se realiza en el Colegio Bernardo Phillippi de Frutillar una muestra de artesanía local organizada por la Municipalidad.

Frutillar:

Fiesta criolla de los colonos en Frutillar: El primer domingo de febrero tiene lugar en la Colonia La Radio, en Frutillar, una festividad que incluye carreras a la chilena, juegos criollos, cabalgatas, paseos en carretón y espectáculos folclóricos. Hay un gran despliegue de comidas típicas: asados al palo de cerdo, de cordero y de vacuno, anticuchos, cazuelas, curanto, empanadas, sopaipillas, pastel de choclo, tortillas, kuchen, tortas, mote con huesillos, entre otras cosas.

Carelmapu:

Fiesta de la Candelaria en Carelmapu: El 2 de febrero se realiza, en honor a la Virgen de la Candelaria, una peregrinación de feligreses en la localidad de Carelmapu. Llegan allí gran cantidad de embarcaciones engalanadas, provenientes de la Isla de Chiloé. La celebración dura un día entero.

Caulín:

Festival santuario de las aves Caulín: Durante todos los fines de semana del verano, en la localidad de Caulín, a 9 kilómetros del Canal de Chacao, se lleva a cabo una fiesta costumbrista incorporada dentro de las actividades turísticas de Ancud que incluye artesanía, folclor y gastronomía.

Castro:

Fiesta tradicional de Nercón: Gastronomía, folclor y faenas tradicionales forman parte de la fiesta campesina que el 5 de febrero tiene lugar en Nercón, a pocos minutos de Castro. Al otro dia la celebración se repite en La Estancia, a 5 kilómetros de Castro.

Llau Llau:

Maja chilota: El 13 de febrero en la localidad chilota de Llau Llau, se realizan faenas tradicionales y una fiesta campesina para la elaboración y degustación de la chicha de manzana.

Quemchi:

Festivales costumbristas chilotes: A mediados de febrero, durante el fin de semana, en la localidad de Quemchi, a 60 kilómetros de Ancud, se organiza un festival musical que incluye gastronomía y artesania. En tanto, el tercer fin de semana del mes se realiza en el Parque Municipal de Castro el Festival Costumbrista Chilote, que incluye muestra cultural, folclor, faenas típicas, artesanía, gastronomía, y exposición de las distintas variedades de papas nativas. En Puerto Natales todos los años, en febrero, el Centro Hijos de Chiloé, que agrupa a inmigrantes de la isla, organiza un encuentro musical que busca preservar las costumbres chilotas.

Punta Arenas:

Ganado de Punta Arenas: La primera semana de febrero, durante tres días se realiza la Feria Ganadera Expogama en Punta Arenas, organizada por la Asociación de Ganaderos de Magallanes. Incluye exposición de ganado y gastronomía local.

banderas y escudos de Chile

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cuatro siglos de uniformes en chile

Batallas y combates en la Historia de Chile

1485:
Batalla del río Maule: Los mapuches detienen el avance de los incas que lleguen en su dominación hasta las márgenes del río Maule. Tal acción hace que los habitantes del sur del Maule sean conocidos por los incas como "poromaucas, palabra que se españolizó como promaucaes. Existe una duda razonable sobre la fecha, que bien podría ser hacia 1520.

Septiembre 1536:

Batalla de Reinohuelén: Combate librado en 1536 entre conquistadores españoles al mando de Gómez de Alvarado y guerreros mapuches, en la confluencia de los ríos Ñuble e Itata, en Chile.
Enero 1541:
Combate del Mapocho: Don Pedro de Valdivia se puso en contacto con el cacique Vitacura, principal representante de los incas en estas tierras, manifestándole la intención de levantar una ciudad en la isla del cerro Huelen. El consentimiento de Vitacura provocó la indignación del cacique Michimalonco.

Enero 1541:

Escaramuzas en Aconcagua: Diversos enfrentamientos contra las fuerzas de Michimalonco, quien tendió variadas emboscadas a los expedicionarios y lo mismo hicieron Catiputo, Tanjalongo y otros caciques subalternos.
Mayo 1541:
Conquista de la fortaleza de Paidahuén: Pedro de Valdivia se dirige contra Michimalonco, Como rescate para recuperar la libertad, este ofrece los lavaderos de oro de Marga-Marga.
Agosto 1541:
Desastre de Con Con: Los caciques Trangolonco y Chigalmanga, queman un bergantín en construcción en la desembocadura del Estero Marga-Marga, matan a los españoles, negros e indios peruanos, escapando sólo Gonzalo de los Ríos con un esclavo negro.. Se desata un levantamiento general que comprende los valles de Aconcagua y Cachapoal.

11 de Septiembre 1541:

Destrucción de Santiago: Michimalonco, como caudillo (toqui) general de los indios de la comarca, encabezó contra la recién fundada ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, un asalto el 11 de septiembre de 1541 que terminó en fracaso, merced a la sostenida resistencia de los españoles que guarnecían la plaza. En la defensa de la ciudad, se señaló particularmente doña Inés de Suárez que no dudó en dar muerte a Quilicanta y a siete caciques picunches entre los que se contaba el Cacique Apoquindo, prisioneros de los españoles que el ejército indígena pugnaba por libertar. De lo desigual del combate da fe la desproporción en el número de los combatientes, que fue de unos 10.000, por parte de los picunches, y de 55 soldados, más 5.000 yanaconas auxiliares, por los españoles.
Febrero 1544:
Combates en el Cachapoal y en el Maipo: Hasta esta fecha, Valdivia no había podido reconocer su gobernación más allá del Cachapoal, y su dominio efectivo sólo abarcaba los alrededores de Santiago, y con menor seguridad, el valle de Quillota. Con los refuerzos que le trajo Monroy, resolvió extenderlo hasta el sur sin trazarse límites y hacia el norte, hasta La Serena.

Agosto 1544:

Combate en el Limari: Pero Gómez se había encaminado al valle de Aconcagua con el propósito de someter a los indios radicados en él. Michimalongo lo obligó a retroceder hasta Santiago y el gobernador tuvo que dirigirse personalmente contra el célebre cacique.

20 de Febrero 1546:

Combate de Quilacura: Fue una batalla en la guerra de Arauco, combate nocturno, a cuatro leguas del Río Biobío, entre la expedición española de Pedro de Valdivia y una fuerza de guerreros mapuches, liderada por el toqui Malloquete. En este enfrentamiento fue capturado un mozalbete llamado Lautaro.

11 de Enero 1549:

Destrucción de La Serena: Cuando recién comenzaba a cimentar su historia, una sublevación de los indígenas provoca la muerte a casi todos los españoles (escapando, al parecer sólo un sobreviviente llamado Juan Cisternas), destruyendo e incendiando el poblado como represalia del mal trato recibido por los diaguitas de parte de los conquistadores españoles.

24 de Enero 1550:

Expedición a Arauco: Iba a empezar la guerra de Arauco. Cuarenta mil guerreros mapuches van a luchar durante tres siglos por el predominio y la supervivencia contra el invasor español y sus descendientes y contra los antiguos señores del suelo los representantes del pueblo chincha-chileno ahora aliado del nuevo invasor.

22 de Febrero 1550:

Combate de Andalién: Pedro de Valdivia, en su avance al sur, desea fundar una ciudad en la zona de Penco. En su intento es detenido por los mapuches y después de duro combate, los derrota. El ataque ocurrió en la noche y sólo se alcanzó la victoria una vez dejar los caballos y pelear aquí en lucha cuerpo a cuerpo.
12 de Marzo 1550:
Batalla de Penco: Fue una batalla entre 60.000 Mapuches bajo comando de su toqui Ainavillo con sus aliados de Arauco y de Tucapel y contra 200 españoles de Pedro de Valdivia con una gran cantidad de Yanaconas incluyendo 300 auxiliares de Mapochoes bsjo ordenes de su líder Michimalonco que defendía la fortaleza recosntruida en Penco.

14 Diciembre 1553:

Combate de Purén: Los indios se dieron cuenta del debilitamiento de los españoles y que, a pesar de su disimulo, no sabían ocultar su contento ante la proximidad de la venganza. La forma como se desarrolló la rebelión, manifiesta que venía preparándose desde hacía tiempo, pero los detalles nos son desconocidos.

25 de Diciembre 1553:

Batalla de Tucapel: Pedro de Valdivia muere a los 51 años, el conquistador español y sus soldados son derrotados y todos muertos por las huestes araucanas de Lautaro.
26 de Diciembre 1553:.
Los 14 de la Fama: Se conoce con este nombre al grupo de trece soldados españoles más su capitán, Juan Gómez de Almagro, que sostuvieron una dura resistencia en la cordillera de Nahuelbuta al ataque del fuerte San Diego de Tucapel en Cañete, provincia de Arauco por el toqui Lautaro y sus huestes.

26 de Febrero 1554:

Batalla de Marihueñu: Victoria mapuche bajo el mando de Lautaro. El sur de Chile queda en manos de los mapuches. Los españoles abandonan la ciudad de Concepción.
27 de Febrero 1554:
Destrucción de Concepción: Luego de la derrota de Marihueno, el espanto y la desazón se apoderaron de los habitantes de Concepción que sólo atinaron a huir. Los caminos que conducían a Santiago, comenzaron a llenarse de la gente que escapaba en medio de una confusión indescriptible.
02 de Noviembre 1555:
Expedición de Villagra y Defensa de La Imperial: Pedro de Villagra, que había quedado en La Imperial con 150 hombres empezó por fortificar y pertrechar la ciudad. La rodeó de fosos y de parapetos, y distribuyó la, gente en cuadrillas, cada una Con su caudillo y con la orden precisa de lo que debía hacer en caso de asalto. Pero los indios, distraídos con el triunfo de Marigüeñu o no sintiéndose capaces de atacar a los españoles dentro de la ciudad, no la asaltaron ni establecieron un sitio en regla.
12 de Diciembre 1555:
Segundo ataque a Concepción: A pesar de la mortandad, Lautaro pudo reunir un ejército que, po¬siblemente, fluctuaba alrededor de unos 4.000 mapuches, y atacó a Los Confines (Angol). Los españoles huyeron a La Imperial sin intentar si¬quiera la resistencia. Inmediatamente, el generalísimo mapuche dirigió su ejército sobre Concepción.
14 de Noviembre 1556:
Acción de Mataquito: Lautaro, habiendo cruzado el Maule, acampa en Mataquito. Diego Cano, enviado por el cabildo de Santiago sostiene contra él y es derrotado.

01 de Abril 1557:

Muere el cacique Lautaro en el combate de Peteroa. El y sus hombres fueron atacados por sorpresa en el pucará de Petorca.
09 de Agosto 1557:
Ataque al Fuerte San Luis: Tras la victoria de Peteroa, los españoles procedieron a levantar un fuerte que llamaron San Luis el que estuvo mandado por don Garcia Hurtado de Mendoza en las cercanías de la destruida Concepción, es decir donde hoy se levanta el puerto de Talcahuano. Ahí fueron atacados por tres escuadrones araucanos que estaban al mando de los toqui Grecolano, Petegolen y Tucapel.

08 de Noviembre 1557:

Batalla de Lagunillas: Fue la primera batalla en que las tropas del virrey Andrés Hurtado de Mendoza libraron contra los araucanos del cacique Caupolicán..En este enfrentamiento fue tomado prisionero el caudillo Galvarino, que, como castigo, sufrió la amputación de ambas manos.

30 de Noviembre 1557:

Batalla de Millarapue. El caudillo mapuche Caupolicán es derrotado por los españoles. Galvarino cae nuevamente prisionero y es ahorcado. Las fuerzas realistas acamparon en Millarapue, al interior de la Araucanía el 29 de noviembre. Los mapuches al mando de Caupolicán intentaron un ataque en la alborada del 30 de noviembre, por sorpresa al campamento enemigo. El número de atacantes era de 3.000 a 10.000 al frente de ellos venía Galvarino, que se mostraba con sus dos brazos cortados azuzando las pasiones de sus camaradas.
20 de Enero 1558:
Batalla de Cayucupil: Aquella mañana del 20 de enero lentamente ingresaban al desfiladero de Cayucupil o Quebrada de Puren llevando grandes cantidades de pertrechos. Cuando se hallaban a mitad de la Quebrada de Puren fueron atacados por cientos de mapuches que desde una altura superior arrojaban descumunales piedras y cuanto objeto ofensivo encontraban, causando numerosas bajas.

05 de Febrero 1558:

Sitio y Batalla del Fuerte de Cañete: Cañete fue rodeado y sitiado por más de 15.000 mapuches que establecieron un sitio al fuerte. La idea de Caupolicán era dejar morir de hambre a los sitiados. Andresillo abrió las puertas del fuerte y se introdujó una masa de mapuches en forma silenciosa, cuando ya casi estaban todos al interior del fuerte fueron recibidos por descargas de fusilería en forma alternada que dejaron una gran mortandad entre los atacantes que fugaron en desbandada.

13 de Diciembre 1558:

Batalla de Quiapo: Unos mil quinientos mapuches al mando del cacique Petegolen se dieron a la tarea de levantar un fuerte en los llanos de Quiapo ubicado en las cercanías de la Ensenada del Carnero, al norte de Lebu y muy próximo de donde los españoles tenían levantado un formidable recinto militar desde el cual como punta de lanza clavado en el pecho de los mapuche apoyaban las incursiones que en forma continua realizaban a las tribus para desalentarlos.

30 de Diciembre 1558:

Batalla del Fuerte de Arauco: La brillante victoria conseguida en Lincoya gracias a las especiales condiciones de estratega que tenía el toqui Petegolen, digno émulo de Lautaro, lo entusiasmaron para seguir en la lucha levantando un fuerte frente al de los españoles. Mas estos con la trágica experiencia de Lincoya, no hicieron movimiento bélico alguno y aceptaron con resignación la provocación de los indios. Hasta que un dia cansados de ser insultados desafiaron a los aborígenes a una batalla de caballería a muerte. En una planicie situada entre ambas fuerzas se libraría la primera batalla de caballería entre peninsulares y araucanos.

16 de Enero 1563:

Batalla Del Fuerte Lincoya: Un grupo de batidores exploró el terreno y comprobó que la fortificación mapuche adolecía de un grave defecto que facilitaba un ataque de caballería. Además que al ser de madera sería fácil incendiarla. Participó la artillería que con su cañoneo causo un incendio y bajas entre los indios. Tras el ablandamiento que fue brutal entró en acción la caballería al mando de don Pedro de Villagra.

Enero 1563:

Derrota de Catiray o Mareguano: Don Pedro de Villagra al llegar a Catiray fueron interceptados por una numerosa guerrilla araucana, trabándose en un sangrienta lucha donde los españoles perdieron 42 hombres debiendo emprender la retirada en franca derrota hacia el fuerte de Arauco llevando varios heridos.
24 de Enero 1563:
Asalto de Angol: Ese día llegó la primera a la vista de Angol. Avendaño, que mandaba en la Ciudad, dejó en ella a los soldados más heridos para que la defendieran de la más pequeña de las dos columnas que la amagaban.
03 de Febrero 1563:
Asalto a la Plaza de Arauco: Los mapuches se presentaron frente a Arauco. Pedro de Villagrá intentó repetir la defensa de La Imperial en 1554, dando golpes contundentes a los asaltantes. El y sus capitanes los derrotaron repetidas veces, pero al día siguiente amanecían más cerca de las murallas y más numerosos.
15 de Abril 1563:
Segundo Sitio de Arauco: Terminada la recolección de las cosechas, los mapuches se presentaron delante de Arauco en abril de 1563. Esta vez venían preparados para poner en la plaza un sitio en regla.

22 de Enero 1564:

Combate del pucará de Lebotacal: Los mapuches construyeron un pucará en Lebotacala a algunos kilómetros de Concepción. Luego de un breve combate logró desbaratarlo, pero fue informado de una concentración de 3.000 indios comarcanos al mando de un cacique de nombre Loble que estaba casi a las puertas de Concepción.

24 de Enero 1564:

Combate de Angol: Los mapuches, entusiasmados con la alianza de los indios de la zona comprendida entre Itata y el Maule, resolvieron destruir a Angol antes de iniciar el sitio de Concepción.
Febrero 1564:
Cerco de Concepción: Los caciques Millalelmu y Loble establecieron el cerco al fuerte de Concepción, encerrando a Villagra y toda la población en las empalizadas. El sitio duró alrededor de dos meses de continuas escaramuzas.
17 de Febrero 1565:
Segunda Combate de Reinohuelen: En el mismo lugar donde 29 años antes las fuerzas promaucaes (indios que Vivian al norte del Biobio) pero igualmente buenos guerreros que rechazaron la avanzada enviada por don Diego de Almagro al mando de Gómez de Alvarado en 1536 impidiéndole seguir al sur. Tres décadas después a mediados de febrero de 1565 una columna compuesta por 152 hombres de caballería y 700 indios amigos al mando de don Pedro de Villagra y de don Pedro Fernández de Córdova atacaron un fuerte que tenían los indios promaucaes.
19 de Febrero 1565:
Combate de Tolmillan: Dos días después de la batalla de Reinohuelen llegaba a marcha forzada el cacique Loble que venía a socorrer a sus compañeros que combatían en Reinohuelen, ignorando que estos habían sido derrotados y que los españoles le tenían tendida una emboscada en las cercanías del actual pueblo de Tormillan.
Marzo 1567:
Ataque al pucara de Cañete: Los indios habían construido un pucará en los cerros vecinos a Cañete, y el general comprendía que una rebelión se aproximaba. Sin consultar a la Audiencia, resolvió destruirlo antes que la concentración de los indígenas hiciera el asalto más difícil.
07 de Enero 1569:
2da Batalla de Catiray o Mareguano: En esta segunda contienda librada en este punto de la cordillera oriental de Nahuelbuta entre 220 soldados españoles y 600 yanaconas al mando del gobernador Melchor Bravo de Saravia, contra dos mil indios al mando de los caciques Lonconaval y Millalemo que unieron sus fuerzas para enfrentar al invasor.
Septiembre 1570:
Derrota de Purén: A toda prisa se dirigian 200 soldados españoles al mando de don Miguel Avendaño de Velasco a socorrer a los castellanos amenazados por los mapuches de ser arrollados en cualquier momento en Angol. No se habían alejado mucho del río Puren cuando fueron atacados por un batallón al mando del cacique Pailacar, que entró violentamente en batalla, poniendo en serios aprietos a los conquistadores.
08 de Marzo 1577:
Primera Campaña de Quiroga: El plan de pacificación que se iba a poner en práctica era obra del virrey del Perú, y Quiroga lo había aceptado con entusiasmo. Consistía en una enérgica campaña a través de Arauco, llevando el ejército concentrado. Se tomaría prisioneros a los indios más belicosos; se ejecutaría a uno que otro cabecilla, y los demás serían "trasladados a la provincia de Coquimbo, desgobernándolos.
27 de Noviembre 1578:
Segunda Campaña de Quiroga: A pesar de la extraordinaria crudeza del invierno de 1578, las hostilidades de los indígenas no cesaron. Amagaban el campamento en canoas y caían sobre los caballos durante el pastoreo y sobre los grupos que iban al campo a recoger comida.
20 de Diciembre 1584:
Campaña de Sotomayor: Estas fuerzas hicieron algunas campeadas sin importancia, que ni siquiera merecerían mencionarse, a no mediar la trampa en que estuvo a punto de perecer Bernal de! Mercado.
10 de Enero 1597:
Campaña de Oñez de Loyola: El nuevo mandatario se encontró imposibilitado para reabrir la campaña de Arauco. Logró, sin embargo, enviar al sur unos doscientos arcabuceros, al mando de su hermano Luis y dé Lorenzo Bernal del Mercado.

23 de Diciembre 1598:

Batalla de Curalaba: Esta batalla se convirtió en el inicio efectivo de la Rebelión Mapuche de 1598 que terminó finalmente con todas las ciudades al sur del río Biobío, excepto Concepción.
22 de Enero 1599:
Rebelión General del pueblo Mapuche: La sublevación se propagó con la rapidez del fuego que ha hecho por largo tiempo su camino subterráneo. El espíritu de rebeldía asomó casi instantáneamente desde el Maule hasta Osorno. Los españoles se encontraron pronto encerrados en las ciudades y fuertes, sin poder auxiliarse unos a otros.
06 de Abril 1599:
Batalla de Quilacoya: En Quilacoya junto al río Biobio pelentaro fue interceptado por las fuerzas españolas del recién designado gobernador don Pedro de Vizcarra, quien cayó por sorpresa sobre los mapuches, propinándole una contundente derrota.
09 de Octubre 1599:
Ataque a Chillán: Chillán fue atacada resultando muertos 4 españoles y llevándose los indios 30 mujeres y niños. La cifra total de muertos ascendía ya a 200 españoles, siete ciudades arrasadas, sitiadas o despobladas.
26 de Noviembre 1599:
Asalto de Valdivia: La derrota sufrida en Quilacoya no amilanó al cacique Pelantaro y decidió rehabilitarse y vengarse de esa derrota. Para ello cambio su estrategia en noventa grados, decidiendo no atacar Concepción y dirigir su accionar hacia Valdivia que por mucho tiempo vivía en paz. Pelantaro planificó el ataque a esta última ciudad con toda calma, sin dejar pasar un solo detalle, al igual como lo hubiera hecho el mas sagaz estratega moderno.
Noviembre 1601:
Muerte del coronel Francisco del Campo: El coronel resolvió trasladarse a Castro con todos los pobladores. Se dirigió personalmente con 60 soldados a la isla, a disponer los auxilios y las comidas "para llevar tantas mujeres, niños y trastes de casas y haciendas como tenían, y llegando a la primera bahía se alojó y repartió la gente a buscar algunas piraguas en que pasar aquel brazo de mar", quedando él con muy pocos soldados.
07 de Febrero 1602:
Destrucción de la ciudad de Villarrica: Los defensores de Villarrica al mando del capitán Rodrigo de Bastidas decidieron vender cara su existencia, cuando supieron que los indios lanzarían el ataque final antes que llegaran los refuerzos españoles. Los heroicos defensores resistieron los primeros ataques indígenas y lo harían hasta la muerte.
Enero 1603:
Campaña de 1603: En la campaña del verano de 1602: se construyó diversos fuertes en las márgenes del Biobío, en lugares bien escogidos y dispuestos en forma de poderlos socorrer. En la misma temporada procuró afianzar el dominio español, al norte de ese río, con numerosas expediciones; de suerte que al llegar el gobernador a Santiago, en junio de 1602, ya se consideraba definitivamente salvada esta parte del territorio.
Febrero 1603:
Asalto del Fuerte Santa Fe: Cuando llegó el momento de destruir el odiado fuerte de Santa Fe una noche silenciosamente lo indios se aproximaron al fuerte, pero fueron descubierto por un centinela que dio la alarma. Desde ese instante la batalla fue general, los mapuches fueron rechazados, pero volvieron con mas furia emprendiendo un sangriento asalto que resultó estéril. Mas toda la noche pujaron por ingresar y fueron rechazados. Comprendieron entonces que había que someter al fuerte a un durísimo sitio. Así se hizo y una hambruna que tuvo a muy mal traer a los sitiados.
Diciembre 1603:
Batalla Ciénagas De Lumaco: Después de sembrar el terror en las tribus retornó Alonso de Ribera al norte, siendo interceptado en un lugar cenagoso en Lumaco, donde los indios le presentaron un plan estratégico enseñado por Lautaro con excelentes resultados. Este consistía en internarse en el pantano donde la caballería no podía llegar porque se hundía en el barro. Pero olvidaron que el Gobernador Ribera era experto en el arte de la guerra, ordenando entonces que los yanaconas cubrieran con totora el camino y mandó la infantería, que con sus arcabuces dejó la mortandad.

Enero 1604:

Campaña de 1604 y 1605: En su penúltima campaña, la de la primavera de 1603 y verano de 1604, Ribera fundó un nuevo fuerte en el vado de Chepe, a la desembocadura del Biobío, que bautizó con el nombre de San Pedro de la Paz; y el 24 de diciembre fundó otro que denominó Nacimiento.
Diciembre 1605:
Campaña de 1606: García Ramón abrió su primera campaña en la primavera de 1605. Habla partido de Santiago el 6 de diciembre al frente de mil doscientos hombres, enterados con el contingente de España y los militares de los términos de la capital. En el sur le aguardaba otro ejército vecino a mil hombres, distribuidos en los fuertes. En Concepción recibió el socorro remitido por el virrey del Perú, con el cual pagó sus cuentas y atendió a los primeros gastos de la campaña.
Marzo 1606:
Desastre de Angol: Núñez de Pineda tenía orden de sacar de los fuertes hasta trescientos soldados, si los refuerzos de México no llegaban; pero temió debilitar mucho las guarniciones y se limitó a retirar ciento cuarenta y tres, para enterar doscientos.
Septiembre 1606:
Batalla de Boroa o de Palo Seco: La batalla se produjo cuando una guarnición española al mando del capitán Juan Rodulfo Lísperguer fue emboscada al salir del fuerte por entre 3.000 a 6.000 guerreros mapuches ocultos en los bosques ceranos muriendo todos los hispanos.
Febrero 1608:
Campaña de 1608: En las correrías del verano de 1608, García Ramón había contado con el recurso de unas mil lanzas amigas y había devastado los campos de los enemigos hasta reducirlos por la miseria a venir de paz y a establecerse en las inmediaciones de los fuertes, sin traspasar el radio de acción de estos establecimientos.
Diciembre 1610:
La Guerra defensiva de Luis de Valdivia: El padre Valdivia llegó al Callao a mediados de 1611, trayendo los despachos del gobernador para Alonso de Ribera y la real cédula de 8 de diciembre de 1610, que dejaba al criterio del virrey del Perú ensayar por tres a cuatro años la guerra defenslva.
1621:
Campaña Militar de Osores de Ulloa: Osores de Ulloa empezó por restablecer la disciplina en el ejército condenando a muerte a los desertores que logró capturar, y expurgando la oficialidad. Cuando creyó estar preparado, pasando por sobre las órdenes del rey dispuso una expedición, cuyo mando confió al maestre de campo Núñez de Pineda, a las ciénagas de Purén.
24 de Enero 1626:
Cesación de la guerra defensiva: En efecto, el 24 de enero de 1626, recibía Fernández de Córdoba una real cédula expedida en Madrid el 13 de abril de 1625, por la cual Felipe IV ordenaba reanudar la guerra con los mapuches y someter a esclavitud a los prisioneros.
1627:
Contraofensiva mapuche dirigida por Lientur: Como era de esperarlo, la contraofensiva araucana no tardó en de­sencadenarse. La dirigió un indio llamado Lientur, que hasta ese momento habla peleado como amigo en el campo español.
15 de Mayo 1629:
Desastre de Las Cangrejeras: Lientur jefe militar mapuche que luchó en la Guerra de Arauco. Su mayor victoria fue la Batalla de las Cangrejeras. Su actividad bélica concluyó cuando llevó a que los españoles firmaran paces temporales con la nación mapuche en el Parlamento de Quillín.
14 de Mayo 1630:
Sorpresa de Los Robles: Lazo de la Vega logró reclutar unos 150 españoles voluntarios en Santiago que pensaba sumarlos a los ya 1.600 soldados acantonados en el sur. Su idea era internarse en el mismo corazón de Arauco y dar una batalla armagedónica a los mapuches para terminar de una vez por todas con la guerra. El pánico general cundió cuando la población supo de las osadas intenciones del gobernador y el Cabildo le rogó que desisitiese de hacer ese tipo de guerra, pero fue inútil, Lazo de la Vega quería esa batalla decisiva.
13 de Enero 1631:
Batalla de La Albarrada: Lazo de la Vega salió del fuerte y eligiendo cuidadosamente el terreno fue a tender su línea de batalla en Petaco. La acción se inició con una carga de un escuadrón de indígenas que fueron contenidos con fusileros alternados protegidos por lanceros. Una vigorosa carga de caballería fue contenida por los escuadrones mapuches y el combate por unos instantes se tornó indeciso.
1632:
Campañas militares de 1631-1632-1633-1634: A la salida del invierno de 1631 las armas españolas habían tenido algunos éxitos locales de cierta importancia. Los indios auxiliares dieron muerte en el valle de Elicura a Quempuante.
06 de Enero 1641:
Parlamento de Quillin: El gobernador de Chile, Francisco López de Zúñiga, se reúnen en el llano de Quilín con los mapuches para firmar los acuerdos que reconocían la independencia de los indios, la devolución de cautivos españoles, el permiso para evangelizar el territorio indígena y sellar una alianza contra los enemigos del exterior. En favor de los mapuches se pactan la despoblación de Angol y la vuelta de la frontera a la línea del Biobío.
Enero 1651:
Las paces de Boroa: Acuña Y Cabrera, como la mayoría de sus predecesores, no tenia siquiera idea de los problemas que le aguardaban en su gobierno, y, a diferencia de ellos, tampoco era capaz de formársela.
14 de Febrero 1654:
Batalla de Río Bueno: Casi medio siglo de relativa calma vivieron los conquistadores, cuando en 1654 el ambicioso gobernador Antonio de Acuña y Cabrera envió a su cuñado, el maestre de campo don Juan Salazar con una fuerza de 900 españoles y 3.000 yanaconas atacaron al sur del río Bueno donde fueron rechazados por los huilliches, que los obligaron a repasar el citado río donde hicieron un puente de balsas para cruzarlo hacia el norte.
14 de Enero 1656:
Campaña mapuche del mestizo Alejo: Un soldado mestizo, que servía en el ejército español, generalmente conocido con el nombre de "el mestizo Alejo", había manifestado mucha viveza intelectual, valor, iniciativa y deseos de surgir. Solicitó que se le ascendiera a oficial, y como se le contestara con una repulsa, abandonó las filas y se pasó a los indios.
20 de Enero 1656:
Victoria de Conuco: Al sur del Biobío resistían las guarniciones de Valdivia y de Boroa. Los defensores de Valdivia recibieron provisiones por mar, y no sólo lograron rechazar los ataques de los roncos, sino que pudieron alejarlos de los alrededores de la ciudad.
Abril 1664:
Campaña militar de 1664: Tomás Calderón, que sucedió a Carrera como cuartel maestre, hizo una correría por Ilicura y Cayucupil, al llegar la primavera, y regresó con 300 cautivos, que se vendieron como esclavos, sin haber librado verdadero combate.
13 de Diciembre 1680:
Bartolomé Sharp incendia La Serena: En la mañana Sharp desembarcaba con 35 hombres en el puerto de Coquimbo para hacer agua y leña. Hecha la provisión, se encaminó a La Serena al frente de su pelotón.
1692:
Rebelión de Millapán: González de Poveda tenía prohibición real de hacer la guerra militar contra los mapuches a causa de la influencia de los mismos jesuitas ante la corte. Sin embargo, se alzó un cacique de la región de Maquegua, llamado Millapán quien realizó varios asesinatos a españoles. Poveda viendo que la insurrección iba creciendo se dio cuenta que si no actuaba pronto, la situación se desbordaría, así que después de negociar con autoridades eclesiásticas y con el apoyo de la población, sacó hacia el sur, una fuerza expedicionaria de 1.600 hombres, más 2.000 auxiliares. Viendo la determinación española, y la fuerza que se sustentaba, los indios corrieron a dar la paz en el Parlamento de Choque-Choque.
09 de Marzo 1723:
Abandono de los Fuertes al sur del río Bio-Bio: La rebelión se inició el 9 de marzo de 1723 con el asesinato del capitán de amigos Pascual Delgado en Quechereguas. Delgado era considerado uno de los máximos exponentes del sistema monopólico, odiado por su soberbia y los castigos "crueles y arbitrarios" que aplicaba.
Tras este suceso se generalizó el alzamiento, multiplicándose por toda la frontera del Biobío las incursiones de saqueo, el abijeato y el incendio de haciendas. Los fuertes españoles se hallaron de pronto incomunicados unos con otros. La rebelión terminó con el Parlamento de Negrete de 1726, en el que ambas partes firmaron la paces y establecieron un sistema de ferias regladas.
1766:
Levantamiento mapuche de 1766: Se produce una gran rebelión de los mapuche por oposición a la idea de reducirlos como pueblos.
1769:
Batalla de Laja:
1770:
Batalla de Negrete:
Marzo 1793:
Parlamento de Negrete, entre el Gobernador Ambrosio O´Higgins y 161 Toquis Araucanos.
01 de Abril 1811:
Motín de Figueroa: Ese día, las tropas del cuartel de San Pablo se insubordinaron y desconocieron el mando de Juan de Dios Vial y Juan Miguel Benavente. A los gritos de ¡Viva el Rey!, ¡Muera la Junta!, los soldados declararon que solamente obedecerían las órdenes de Figueroa.
01 de Abril 1813:
Toma de Concepción: A las 9 de la mañana del 2 de abril, supo en el camino que Antonio Pareja había desembarcado, y se había apoderado de Concepción. Carrera continuó su marcha. Por donde quiera que pasaba, organizaba tropas, buscaba pertrechos y víveres; y por medio de confinaciones, limpiaba la tierra de sarracenos, como entonces se denominaba a los partidarios de España. A las 8 de la noche del 5, estaba en Talca, y establecía allí su cuartel general.
24 de Abril 1813:
Combate de Linares: Las fuerzas de Pareja son rechazadas por las de Carrera. Elorreaga, cuya inteligente iniciativa se exteriorizó desde sus primeros actos en el servicio, intentó un reconocimiento, trabándose en un combate a distancia con las avanzadas patriotas, a las cuales hizo dos bajas. Atacado por fuerzas muy superiores, se retiró al sur.
26 de Abril 1813:
Batalla o Desastre de Yerbas Buenas: También se le denomina Sorpresa de Yerbas Buenas. En la batalla se enfrentaron las fuerzas chilenas al mando del coronel Juan de Dios Puga y las fuerzas españolas al mando del brigadier Antonio Pareja.
15 de Mayo 1813:
Combate de San Carlos: Tuvo como lugar San Carlos, en las cercanías de Chillán. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de José Miguel Carrera contra las realistas al mando de Juan Francisco Sánchez. La batalla finalizo con la victoria realista.
28 de Mayo 1813:
Combate de Talcahuano: José Miguel Carrera, general del ejercito patriota, derrota a los realistas.
08 de Junio 1813:
Captura de la fragata española "Thomas": Poco más tarde, el 7 de junio, apareció en la bahía la fragata "Thomas", que venía del Callao, conduciendo algunos jefes y oficiales, pertrechos y dinero para Pareja. Ignorando la caída de la plaza en poder de los patriotas, fondeó en el puerto de Tomé. Al amanecer del día 8, los oficiales Nicolás García y Ramón Freire, con dos lanchas cañoneras y algunos botes, se apoderaron de ella, sin que opusieran la menor resistencia.
Julio - Agosto 1813:
Sitio de Chillán: Los patriotas chilenos iniciaron el sitio de Chillán procurando expulsar a los realistas. No lo consiguieron.
Agosto 1813:
Combate de Huilquilemu: El comandante Elorreaga, al frente de 350 fusileros montados, se apoderó de Los Angeles, de Nacimiento y de toda la Isla del Laja, y desbarató a O'Higgins, quien le salió al encuentro con unos 300 hombres, cerca de Huilquilemu. El propio O'Higgins fue derribado del caballo con su mon­tura. El capitán Agustín López Alcázar, más tarde comandante del batallón número 3 en Maipo, logró rescatarlo, y, montando el caballo que le cedió el soldado Gabino Guardia, prosiguió la fuga.
Agosto 1813:
Combate de Quilacoya: Días más tarde O'Higgins, convenientemente reforzado, derrotó en Quilacoya a las mismas fuerzas de Elorreaga y Quintanilla. Tuvo que replegarse otra vez a Concepción, pero en octubre, el frente de más de 500 hombres, obligó a Elorreaga a evacuar las fronteras y volverse a Chillán.
17 de Agosto 1813:
Combate de Quirihue: Tuvo lugar la villa de Villa de Quirihue, actual Región del Biobío. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de José Joaquín Prieto contra las realistas al mando de Juan Antonio Olate. El combate finalizo con la victoria patriota.
23 de Agosto 1813:
Combate de Cauquenes: Fue un enfrentamiento llevado a cabo entre las fuerzas realistas del chileno Juan Antonio Olate y las fuerzas patriotas chilenas al mando del coronel Juan de Dios Vial. El combate finalizo con la victoria patriota.
24 de Agosto 1813:
Sublevación de Arauco: Los habitantes de Arauco estaban desesperados con las prorratas y exacciones. Sánchez, desde Chillán, y el franciscano fray Juan Ramón, misionero de la plaza, explotaron el descontento.
17 de Octubre 1813:
Batalla de El Roble. Luego del sitio de Chillán, las tropas patriotas al mando del General en Jefe, José Miguel Carrera y del, por entonces, Coronel Bernardo O'Higgins, se guarecieron en el paso de El Roble, en el río Itata en la tarde del 17 de octubre. En total, eran 800 soldados de las tres armas. Pasaron al reposo en la ribera sur, con la intención de cruzar el obstáculo en la mañana del día siguiente y se extremaron las medidas de seguridad contra una posible sorpresa de los guerrilleros realistas.
29 de Octubre 1813:
Combate de Santa Rosa de Trancoyan: Un pequeño desastre, ocurrido días más tarde, acabó con las ilusiones de los pocos entusiasmados con la victoria del Roble.
23 de Febrero 1814:
Resistencia en Cucha Cucha: El oficial chileno Santiago Bueras, contiene al enemigo con si intrepidez y coraje, hasta que unos 100 efectivos del cuerpo auxiliar de Buenos Aires, al mando de Juan Gregorio Las Heras, cargaron en un ejemplar orden y empuje que despertaron la emulación de las tropas chilenas.
Marzo 1814:
Desastre de Urizar: En un intento por sorprender a un destacamento realista, en un ataque nocturno sorpresa, el coronel Fernando Urizar tuvo una derrota inesperada perdiendo tropa y 2 cañones.
03 de Marzo 1814:
Derrota del Gomero: Fue efectuada por las tropas realistas de Gabino Gaínza al mando de Ildefonso Elorreaga, en contra de los patriotas que sólo en número de 300 deberían defender la ciudad al mando de Carlos Spano.
04 de Marzo 1814:
Toma de Talca: El comandante realista Ildefonso Elorregada se apodera de Talca, la cual estaba bajo el mando del español pasado a las tropas patriotas, Carlos Spano, quien murió en el centro de la plaza abrazado a la bandera chilena diciendo: "Muero por la patria, por la patria que me adoptó entre sus hijos".
19 de Marzo 1814:
Combate de El Quilo: Tuvo como lugar Ránquil, Región del Biobío, cerca de Ñipas, en la ribera sur del río Itata. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las realistas al mando de Manuel Barañao. La batalla finalizo con la victoria patriota.
20 de Marzo 1814:
Combate de Membrillar. Fue librado en la ribera norte del río Itata. En ella se enfrentaron la división del ejército patriota chileno comandada por el coronel de ingenieros jefe de Estado Mayor, Juan Mackenna, y el ejército realista al mando de Gabino Gaínza.
29 de Marzo 1814:
Los realistas triunfan en Cancha Rayada. Durante la guerras de la independencia, Talca fue tres veces ocupada por los ejércitos enfrentados y en sus inmediaciones se libraron importantes batallas. Un destacamento patriota comando por Manuel Blanco Encalada atacó por error al grueso del ejército realista en Yerbas Buenas, arrastrando, en su huida a la capital, al resto de las fuerzas chilenas. Ello fuerza la firma de una tregua en Lircay y permite la retirada de los realistas a Concepción, donde podrán recuperar su poderío.
03 de Abril 1814:
Bernardo O'Higgins efectúa frente a las fuerzas patriotas el llamado "Paso del Maule". y Combate de Tres Montes del 7 de Abril, pequeña victoria patriota dirigida por Enrique Campino.
08 de Abril 1814:
Toma de Quechereguas: Tuvo como lugar el fundo Quechereguas. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las tropas realistas de Gabino Gaínza. La batalla finalizo con la victoria patriota.
26 de Agosto 1814:
Combate de las Tres Acequias. Se enfrentaron los ejércitos de Bernardo O'Higgins Riquelme con los de José Miguel Carrera Verdugo, obteniendo este último el triunfo. O'Higgins derrotado se retiró a buscar más soldados, pero al saber de la llegada el país del realista Mariano Osorio, reconoció a Carrera como general en jefe del ejército.
1 y 2 de Octubre de 1814:
Batalla de Rancagua. Enfrentó a las fuerzas independentistas chilenas, al mando del general Bernardo O`Higgins, y a las tropas realistas españolas, a cargo de Mariano Osorio, a la cabeza de 5 mil soldados, se dirigía a Santiago. Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera lograron reunir más de tres mil hombres, pero no soldados. Con la mitad de ellos O'Higgins se encerró en la plaza de Rancagua.
10 de Octubre de 1814:
Combate de Los Papeles: Enfrentó la retaguardia patriota, que resguardaba en esos momentos a los últimos grupos de civiles que emprendieron el cruce de la cordillera con destino a Mendoza, de la persecución y seguro apresamiento por parte de la caballería realista enviada en su persecución.
Enero 1817:
Manuel Rodríguez sorprende a los españoles que resguardan Melipilla y se apodera de la ciudad, confiscando para la causa patriota, los fondos acumulados por los recaudadores de Marcó del Pont y llevándose las armas de la guarnición.
12 de Enero 1817:
Salas y Silva se apoderan de San Fernando: ciento cincuenta de sus hombres al mando de Francisco Salas asaltan de noche a San Fernando. La guarnición realista resiste el ataque; entonces Inmediatamente los montoneros pusieron en movimiento unas rastras de cueros con piedras que producían un ruido idéntico al rodado de cañones. Los realistas, creyéndose atacados por una gran fuerza militar, huyeron. Así, Salas se apoderó de San Fernando.

22 de Enero 1817:

Primer enfrentamiento de una avanzada patriota con un destacamento de los Talaveras.

25 de Enero 1817:

Un destacamento de Las Heras, se enfrenta a una unidad realista.
04 de Febrero 1817:
Combate de Achupallas: El mayor Arcos, desprendiéndose de la división de So­ler, al frente de otros 200 hombres, dispersaba a la guarnición de Las Achupallas y le hacía 3 prisioneros.
04 de Febrero 1817:
Combate de Guardia Vieja: Al ponerse el sol, el mayor Enrique Martínez atacó el puesto español de Guardia Vieja con 150 fusileros y 30 jinetes. El combate duró una hora y media a sable y bayoneta, los españoles en número de 94, tuvieron 25 muertos y 43 prisioneros.

04 de Febrero 1817:

Combate de Cumpeo: Freire ataca a un destacamento realista de 100 soldados, dirigidos por el coronel Morgado, causándole la baja de 18 hombres y la captura de otros 20.
07 de Febrero 1817:
Combate de Las Coimas: Enfrentamiento entre el realista Atero y un destacamento de Necochea.
12 de Febrero 1817:
Batalla de Chacabuco: Se llevo a cabo en la hacienda Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, donde combatieron el Ejército de los Andes y el Ejército Realista. Finalizo con la victoria patriota y que trajo como consecuencia la recuperación de Chile a manos patriotas, de ese modo finalizo la reconquista y comenzó la Patria Nueva. El capitán San Bruno, odiado jefe de los talaveras, es capturado y fusilado menos de 24 horas después.
12 de Febrero 1817:
Liberación del Norte: Las tropas del comandante Juan Manuel Cabot, toman Copiapo, La Serena y Coquimbo.
26 de Febrero 1817:
Captura del bergantín español "Aguila": Primer barco de nuestra Escuadra. Los patriotas apresaron en Valparaíso al bergantín de comercio español "Aguila", mediante el ardid de mantener izada la bandera española en tierra; fue armado y puesto al mando del oficial irlandés de Artillería, don Raimundo Morris.
04 de Abril 1817:
Combate de Curapalihue: En este combate se enfrentaron las tropas de Juan Gregorio Las Heras por el lado de los patriotas y las tropas de Juan José Campillo por lado de los realistas. El combate finalizo con la victoria patriota.
11 de Mayo 1817:
Asalto y Toma de Nacimiento: Mientras se practicaban los reconocimientos de las fortificaciones de Talcahuano y se acumulaban los elementos para el asalto, O'Higgins dispuso la ocupación del territorio español que quedaba al sur del Biobío y de la plaza de Arauco, a fin de privar de recursos a Ordóñez. El capitán José Cienfuegos, partiendo de la villa de Los Angeles, se dirigió a la plaza de Nacimiento, que era la fortaleza más inexpugnable. El asalto empezó el 12 de mayo, y la plaza tuvo 20 bajas entre muertos y heridos. La guarnición de Nacimiento se retiró a Arauco. San Pedro se rindió sin disparar un tiro.
27 de Mayo 1817:
Toma de la plaza fortificada de Arauco: Los patriotas comandados por Ramón Freire se toman la plaza fortificada de Arauco, en Talcahuano, la cual era el centro de abastecimiento de los realistas ubicados en la zona.
01 de Junio 1817:
Combate del Cerro Gavilán: Se desarrollo en las cercanías de concepción. Por lado de los patriotas liberaban los generales Bernardo O’Higgins y Juan Gregorio Las Heras y por lado de los realistas el comandante José Ordóñez. La batalla finalizo con la victoria patriota.
23 de Julio 1817:
Asalto a Talcahuano: El coronel José M. Ordoñez rechaza el intento del general Juan Gregorio Las Heras.
10 de Septiembre 1817:
Combate de Cerro Manzano: En el cerro Manzano (al Sudeste de Talcahuano), en dos acciones sorpresivas el cuarto escuadrón de granaderos a caballo, aniquiló a una fracción enemiga de 30 hombres, de los cuales se salvó sólo uno, y a otra de 25 hombres le causó 4 muertos y le tomó 3 prisioneros.
06 de Diciembre 1817:
Sitio y Asalto de Talcahuano: Tuvo como lugar Talcahuano. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Bernardo O’Higgins contra las realistas alo mando de José Ordóñez. La batalla finalizo con la victoria realista.
15 de Marzo 1818:
Combate de Quechereguas: Tuvo como lugar Quechereguas, cerca de Molina. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Ramón Freire contra las realistas al mando de Joaquín Primo de Rivera. El combate termino con la victoria Realista.
19 de Marzo 1818:
Sorpresa de Cancha Rayada: Batalla que pone en peligro la Independencia de Chile. La fuerzas patriotas acampaban en el llano de Cancha Rayada, al norte de Talca, cuando en la noche cayeron sobre ellas los realistas y derrotaron a las fuerzas del general San Martín.
05 de Abril 1818:
Batalla de Maipú. Diecisiete días después de Cancha Rayada, en los llanos del río Maipo, el ejército dirigido por San Martín venció completamente a los realistas. Desde ese momento, la Independencia de Chile quedó definitivamente consolidada. O’Higgins había salido de la capital esa misma mañana y se dirigía hacia Maipú con unos mil milicianos alcanzando a participar en el desenlace final de la batalla. Al llegar al campo de batalla O'Higgins se abraza con San Martín dialogando lo siguiente. "O'Higgins: ¡Gloria al salvador de Chile! - San Martín: General, Chile no olvidará jamás al ilustre inválido que se presenta herido al campo de batalla".
27 de Abril 1818:
Combate Naval de Valparaíso: Entre la fragata chilena "Lautaro" y la fragata española "Esmeralda". En esta acción, por una desinteligencia, muere el comandante contratado por el gobierno de Chile, Jorge O'Brien.
28 de Octubre 1818:
Captura de la fragata "María Isabel": En este combate se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Manuel Blanco Encalada contra las realistas, en Talcahuano. La batalla finalizo con la victoria patriota.
14 de Noviembre 1818:
Captura de cinco transportes: El comandante Blanco Encalada captura cinco transportes españoles en Talcahuano.
21 de Febrero 1819:
Inicio de la Guerra a Muerte, Combate de Santa Juana: El montonero realista Vicente Benavides derrota al teniente José A. Rivero. Se inicia la "Guerra a Muerte".
28 de Febrero 1819:
La fragata O´Higgins ataca El Callao: La escuadra chilena al mando de Cochrane, ataca el puerto de El Callao, en Perú.
01 de Marzo 1819:
Asalto de Los Angeles: Intentado por las fuerzas realistas quienes tenían una fuerza auxiliar de 3.000 indios que tomaron parte en este sitio. En la ciudad sólo había el batallón patriota "Coquimbo" sin armamentos suficientes para su defensa. Los sitiadores habían tomado el fuerte, si no hubiese sido por la oportuna intervención del mariscal Andrés Alcázar y Zapata, quien llegó con su caballería. Entró en Los Angeles el 10 de marzo, después de batir a los sitiadores, salvando la situación que ya era desesperada.
11 de Abril 1819:
Sublevación de los Prieto: Entre las turbulencias que logró provocar la propaganda carrerina, la más importante es, sin disputa, la de los hermanos Prieto, en las cordilleras de Talca.
01 de Mayo 1819:
Combate de Curalí: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre tropas realistas españolas dirigidas por Vicente Benavides y patriotas del gobierno provisorio chileno liderados por el coronel Ramón Freire, desarrollado en los campos de Curalí, cerca de la ribera norte del río Biobío. Fue una sorpresa y derrota total de Benavides, quien terminó escapando hacia La Araucanía.
Marzo a Septiembre 1819:
Diversas acciones de la Guerra a Muerte: Armadas todas aquellas partidas, que rara vez pasaban de un centenar de hombres por cada parte, comenzaron a salir las urnas contra las otras y con tal brío y rapidez que durante los seis primeros meses de la guerra (de marzo a septiembre de 1819) todo el sur de Chile no parecía sino un vasto palenque de matanzas.
19 de Septiembre 1819:
Combate de Quilmo: Al saber Victoriano en Tucapel la inesperada pérdida de Chillan, sin vacilar un instante, corrió al encuentro del enemigo, no tomando acuerdo de su número y seguido del puñado de hombres que tenía a sus órdenes.
01 de Noviembre 1819:
Combate de Tritalco: Irritado Benavides por el descalabro de Quilmo, inexplicable después de las ventajas conseguidas, y por el número de muertos de los suyos, resolvió vengar la derrota de Elizondo enviando a Bocardo con sus indios para atacar a Victoriano en Chillan y quitarle de nuevo a que el pueblo y su comarca.
20 de Noviembre 1819:
Combate de Hualqui: Tuvo como lugar Hualqui, cerca de Concepción. Por lado de los patriotas estaban las tropas de José Tomás Huerta y por lado de los realistas Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria patriota.
06 de Diciembre 1819:
Combate de Pileo: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre realistas españoles y patriotas chilenos desarrollado en la subdelegación de Pileo.
09 de Diciembre 1819:
Asalto de Yumbel: Realizado contra la ciudad de Yumbel al atacar las tropas realistas la plaza defendida por los patriotas al mando de Quintana, quién disponía de 100 hombres y los realistas de 658. Hay noticias de que en realidad las fuerzas realistas eran de 300 fusileros y 700 indios. El ataque duró 5 horas y terminó al aparecer una partida de 200 hombres en el cerro de la Parra. En este encuentro estaba Manuel Bulnes, de 19 años de edad, que entonces tenía el grado de subteniente de Cazadores.
10 de Diciembre 1819:
Combate de El Avellano: Fue una batalla ocurrida en el marco de la llamada Guerra a Muerte, entre montoneras realistas españolas y patriotas chilenos comandadas por Pedro Andrés Alcázar en las cercanías de Los Ángeles.
29 de Diciembre 1819:
Combate de San Pedro: Tuvo como lugar el fuerte de San Pedro en las cercanías de Concepción. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Pedro Agustín Elizondo contra las realistas al mando de Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria patriota.
05 de Enero 1820:
Ataque a San Carlos: Los Pincheira ignorantes de que hubiesen llegado tropas de Santiago, descendieron en la noche del 4 enero de su malal del Roble huacho, y atacaron de sorpresa la indefensa villa de San Carlos.
30 de Enero 1820:
Acciones de Palpal y Coihueco: La matanza de Monte Blanco no escarmentó a los salteadores de la montaña. Era preciso que el infatigable Victoriano, seguido como siempre de la muerte, penetrase de nuevo en sus guaridas y les persiguiese hasta en sus últimos asilos.
02 de Febrero 1820:
Toma de los fuertes de la Aguada, San Carlos y el Castillo: Lord Cochrane aparece en Corral con tres buques y se toma los fuertes de la Aguada, San Carlos y el Castillo y, después, toma a Valdivia.
03 de Febrero 1820:
Asalto y Toma de Valdivia: En este combate se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Thomas Cochrane contra las realistas al mando de Manuelo Montoya. La batalla finalizo con la victoria patriota lo que conllevo a la recuperación de Valdivia.
18 de Febrero 1820:
Combate de Agüi: El combate de Agüi fue un enfrentamiento bélico, el cual se desarrollo entre fuerzas realistas y patriotas en la isla de Chiloé. En el los patriotas dispusieron sus fuerzas para derrotar a los Españoles que dominaban la isla de Chiloé, ya que su permanencia en la isla fue considerada por los patriotas una amenaza para la independencia de Chile.
06 de Marzo 1820:
Combate de El Toro: Tuvo como lugar la hacienda El Toro, en el se enfrentaron las tropas patriotas contra las tropas realistas al mando de Gaspar Fernández de Bobadilla. La batalla finalizo con la victoria patriota.
22 de Junio 1820:
2do Combate de Quilmo: El 22 junio se presentó en la colina de Quilmo, en el mismo sitio en que Victoriano había escarmentado a Elizondo un año atrás, el jefe de partidas Gervasio Alarcón.
20 de Agosto 1820:
Expedición Libertadora del Perú. Zarpa de Valparaíso la escuadra con 17 transportes, 9 buques de guerra y 11 lanchas cañoneras, comandados por el vicealmirante británico Lord Thomas Cochrane. Una salva de 21 cañonazos anunció la partida de la Escuadra y el director supremo Bernardo O’Higgins Riquelme, la despidió con estas palabras: “De estas cuatro tablas dependen los destinos de América”.
23 de Septiembre 1820:
Combate de El Pangal: Desarrollado en el lugar llamado Pangal, en la rivera norte del Laja, los contendientes eran las tropas de Benavides comandadas por su lugarteniente Juan Manuel Picó con un total aproximado de 1.700 hombres, y las fuerzas patriotas en número de 500 soldados al mando de Benjamín Viel Gomets y Carlos María O´Carroll.
25 de Septiembre 1820:
Combate de Tarpellanca: Tuvo lugar en Tarpellanca, en el río Laja. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Pedro Andrés Alcánzar contra las tropas realistas al mando de Vicente Benavides. La batalla finalizo con la victoria realista.
05 de Noviembre 1820:
Captura de la corbeta española "Esmeralda": Recién pasada la medianoche, Lord Cochrane se apoderó de la corbeta española "Esmeralda", en la rada de El Callao. El buque tenía 44 cañones y su conquista fue una hazaña de valor y astucia.
25 de Noviembre 1820:
Combate de Las Vegas de Talcahuano: Tuvo como lugar en las cercanías de Talcahuano. En el se enfrentaron las tropas patriotas al mando de Ramón Freire contra las tropas realistas al mando de Vicente Benavides. Finalizo con la victoria patriota.
27 de Noviembre 1820:
Combate de la Alameda de Concepción: El combate de la Alameda de Concepción fue una batalla entre patriotas y realistas. Ramón Freire se dirigió a la ciudad de concepción donde Benavides presentó batalla en el lugar. La batalla finalizo con la victoria Patriota.
27 de Noviembre 1820:
Combate de Cocharcas: La vanguardia de la Segunda División derrota a las fuerzas del guerrillero José María Zapata.
12 de Enero 1821:
Combate de Lumaco: Los indios de Venancio Coihuepán y las tropas del capitán Salazar derrotan a las montoneras realistas de Carrero y Catrileo.
10 de Octubre 1821:
Combate Vegas de Saldías: Las fuerzas revolucionarias del realista Vicente Benavides Llanos, se enfrentaron al Ejército de Chile al mando de José Joaquín Prieto Vial y comandado por Manuel Bulnes Prieto en la Batalla de Vegas de Saldías en el contexto de la Guerra a Muerte, batalla que finalizó al día siguiente con el triunfo patriota. Sin embargo, esta guerra continuó por dos años más, dirigida por Juan Manuel Picó.

15 de Noviembre 1821:

Motín de Osorno: Unos cuantos sargentos las sublevaron. El mayor Letelíer. los capitanes Baldovinos y Cartes y los tenientes Anguita. Vial, Cavallo y Alfonso que intentaron sofocar el motin, fueron muertos por los soldados.

26 de Noviembre 1821:

Combate de Hualehuaico: Las tropas de Manuel Bulnes vencen a un cuerpo realista apoyado por indigenas.

27 de Noviembre 1821:

Combate de Niblinto: Las tropas de Manuel Bulnes vencen a montoneras realistas apoyadas por indigenas.
12 de Diciembre 1821:
José Joaquín Prieto recupera Chillan: Con la formación de un nuevo regimiento y la dirección de Prieto se logra controlar el sur de Chile.
26 de Diciembre 1821:
Combate de La Imperial: No han quedado demasiados detalles de aquel terrible hecho de armas, lo que demuestra con evidencias que fue un desastre para los patriotas, dirigidos por el capitán Bulnes.
Diciembre 1821:

Nueva fisonomía de la lucha en Arauco: Campañas de Prieto, de Ruines y de Lantaño

09 de Abril 1822:
Combate de Pile: Las tropas de Clemente Lantaño y de Manuel Bulnes vencen a grupos indigenas.
Mayo 1822:

La expedición de Beauchef a Boroa: La guerra del sur hacia 1822 y 1823.

08 de Octubre 1822:
Asedio de Arauco: A las cuatro de la tarde del 8 octubre el recinto de Arauco estaba completamente rodeado por tres divisiones de indios que mandaba Ferrebú en persona.
23 de Octubre 1822:
Acción de Pitrufquén: El teniente coronel Beauchef derrota al guerrillero Palacios.
14 de Diciembre 1822:
Acción de Río Diguillín: El teniente coronel Torres derrota a las montoneras de Bocardo y Zapata.
26 de Marzo 1823:
Acción de Linares: Los Pincheira dan muerte al gobernador Sotomayor en dicha población.
21 de Febrero 1824:
Acción de Tucapel: Las bandas del cacique Venancio Coihuipán dispersan a las fuerzas que en los campos de Tucapel había reunido el cura Ferrebú.
24 de Marzo 1824:
Fracaso del canal de Chacao: La expedición del General Ramón Freire Serrano entra al canal de Chacao en su intento para la liberación de Chiloé. La expedición fracasa.
10 de Abril 1824:
Batalla de Mocopulli: En esta batalla se enfrentaron las tropas patriotas al mando del comandante Jorge Beauchef contra las tropas realistas al mando de José Rodríguez Ballesteros. La batalla finalizo con la victoria realista.
11 de Abril 1824:
Combate de Albarrada: El sargento mayor Gaspar derrota al cura Ferrebú.
20 de Abril 1824:
Acción de Colcura: Una partida proveniente del fuerte de Colcura cae sobre el campamento de una columna realista enviada por el cura Ferrebú y la dispersa.
30 de Agosto 1824:
Acción de Laraquete: Una partida proveniente del fuerte de Colcura, mandada por el comandante Gaspar, cae sobre el rancho donde dormía el cura Ferrebú y lo captura.
28 de Octubre 1824:
Acción de Coronado: Una columna patriota mandada por Lorenzo Coronado y Angel Salazar, cae sobre el rancho donde dormía el comandante Pico.
02 de Septiembre 1824:
Fusilamiento de Ferrebú y muerte de Pico: En la guerra de la frontera del Maule.
30 de Septiembre 1825:
Acción en el río Bureo: Un destacamento enviado desde Yumbel por el coronel Barnechea ataca a la montonera del comandante Senosiaín, causandole numerosas bajas.
27 de Noviembre 1825:
Sorpresa de Parral: Los Pincheira y Senosiaín caen con su montonera unida sobre el pueblo de Parral, donde había un destacamento de soldados bajo el mando del capitán Agustín Casanueva. Dicho destacamento pudo rechazar ese ataque.
27 de Noviembre 1825:
Acción de Longaví: Un destacamento patriota de dragonesal mando del comandante Manuel Jordán, trata de cerrar el paso a la montonera realista que se retiraba de Parral; perecieron el comandante jordano y 51 de sus hombres.
11 de Enero 1826:
Manuel Blanco Encalada en Ancud: Durante la Expedición de Liberación de Chiloé, aún en posesión de la corona española, el Vicealmirante Manuel Blanco Encalada entra al puerto de San Carlos de Ancud, bajo los fuegos de las baterías del Coronel español Antonio de Quintanilla.
13 de Enero 1826:
Batalla de Pudeto: Tuvo logar en Chiloé. En el se enfrentaron las tropas patriotas contra las realistas. El fin de este combate era la expulsión de los Españoles de Chiloé. La batalla finalizo con la victoria patriota.
14 de Enero 1826:
Combate de Poquillihue: Las fuerzas chilenas de Freire obligan a las realistas de Quintanilla a abandonar el fuerte de Poquillihue.
14 de Enero 1826:
Batalla de Bellavista: El Combate tuvo como lugar Chiloé. Se llevo a cabo entre el general Ramón Freire y los españoles. Su propósito fue el de incorporar la provincia de Chiloé al territorio Chileno. La batalla finalizo con la victoria patriota.
19 de Enero 1826:
Liberación de Chiloé: Con el propósito de incorporar la provincia de Chiloé al territorio de la República de Chile. Triunfan los chilenos sobre los españoles, logrando además, abrir el paso para la toma de la ciudad de San Carlos de Ancud. Las tropas chilenas encuentran dura oposición de los lugareños que son, en su mayoría absoluta, partidarios de la monarquía.
25 de Febrero 1826:
Acción de Neuqén: un destacamento mandado por el coronel Barnecheacae sobre el campamento de montoneros e indígenas de Senosiaín y de uno de los hermanos Pincheira, dispersando los y rescatando a numerosas mujeres cautivas.
31 de Agosto 1826:
Acción de Antuco: una montonera realista caer sobre el villorrio de Antuco y ejecuta al oficial Herquíñigo y a su guarnición de siete hombres.
Enero 1827:
Operaciones militares contra los Pincheira y las bandas de Senosiaín.
25 de Enero 1827:
Levantamiento de Enrique Campino: El coronel Enrique Campino ingresó a caballo al Congreso Nacional con intenciones de dar un Golpe Militar.
21 de Julio 1827:
Motín de Talca: Un escuadrón de Cazadores se sublevo, comandado por algunos cabos y sargentos.
31 de Diciembre 1827:
Acciones en San Fernando: El gobernador Silva apresó a algunos individuos afectos a la asamblea. El comandante Francisco Porras se colocó al frente de los partidarios del bando vejado, organizó algunas compañías de milicianos y aventureros y se dirigió a San Fernando.
Enero 1828:
Campaña contra Los Pincheira de 1828: El ministro de la Guerra repitió en el verano de 1828 la expedición que había realizado el año anterior contra los Pincheira, con menos fuerzas. Las pequeñas columnas comandadas por Viel y Bulnes no lograron dar alcance a los bandidos.
18 de Julio 1828:
Sublevación de Colchagua: Revolución federalista-o'higginista de Urriola. Los estanqueros y los pelucones salvan el gobierno.
25 de Agosto 1828:
Motín del Maule: Manuel Bulnes al frente de la guarnición de Parral, somete a los insurgentes al mando de Gregorio Murillo.
06 de Junio 1829:
Motín Militar: Un estrafalario motín, que debe considerarse más como incidente del proceso electoral que como pronunciamiento militar, acabó de exacerbar las pasiones, ya muy enconadas.
06 de Diciembre 1829:
Toma de Valparaíso: Portales y Rodríguez Aldea descubrieron e! plan de Novoa, y a fin de desbaratarlo, resolvieron impedir la salida de! "Aquiles", apoderándose de Valparaíso.
14 de Diciembre 1829:
Batalla de Ochagavía. La Acción de Ochagavía fue el primer choque armado producido entre tropas gubernamentales del bando pipiolo o liberal, y las del bando pelucón o conservador, acaecida durante la Guerra Civil de 1829-1830.
15 de Diciembre 1829:
La Revolución de Coquimbo: Pedro Uriarte y algunos hacendados se alzan contra el gobierno.
03 de Enero 1830:
Contrarrevolución de Sur: El coronel Cruz recupera Concepción.
02 de Marzo 1830:
Toma de Concepción: Viel se apodera de Concepción y pone sitio a Chillan y exige la rendición de Cruz.
17 de Abril 1830:
Batalla de Lircay. Este combate tuvo lugar a orillas del río Lircay, en el marco de la Guerra Civil chilena comenzada un año antes con la denominada revolución de 1829. Dicha revolución corresponde al enfrentamiento definitivo entre los estanqueros, o’higginistas y pelucones ("fuerzas conservadoras"), contra los pipiolos (liberales). Esta etapa, y con ello la denominada "anarquía chilena" (1823-1830), finalizó con la batalla de Lircay.
14 de Enero 1832:
Combate de Coyahuelo-Lagunas de Pulán: Las tropas de Manuel Bulnes caen sobre la montonera de los hermanos Pincheira, derrotando las completamente.
21 de Agosto 1836:
Captura de Buques de la Confederación: El ministro Portales envía a Victorino Garrido a tomar por asalto durante la noche el puerto de el Callao, logrando capturar tres de los seis barcos peruanos. Los botes del bergatín "Aquiles" capturaron la barca "Santa Cruz", el bergatín "Arequipeño" y la goleta "Peruviana" en el puerto peruano de El Callao, movimientos previos a la guerra contra la Confederación peruanaboliviana..Garrido se entrevista con Santa Cruz, acordando la devolución de las naves peruanas después de firmado un tratado de paz.
29 de Agosto 1836:
Sublevación de Freire: Las fuerzas chilenas lograron controlar a las sublevadas en el sur del territorio nacional, comandadas por el general Ramón Freire Serrano, quien tenía intenciones de derrocar el gobierno del presidente José Joaquín Prieto Vial y reconstruir el virreinato del Perú.
03 de Junio 1837:
Motín de Quillota: Es apresado por el Regimiento Maipo, el ministro Diego Portales, mientras pasaba revista a las tropas acantonadas en Quillota. Este hecho es conocido por la historia como el "Motín de Quillota".
06 de Junio 1837:
Combate de Cerro Barón y asesinato del Ministro Diego Portales: El Ministro se dirigió a Quillota, para revistar un cuerpo de ejército acantonado allí. De un instante a otro la oficialidad lo apresó y se amotinó contra el estadista. El coronel José Antonio Vidaurre dirigió el movimiento. Los amotinados se trasladaron a Valparaíso y se llevaron a Portales en un pequeño carruaje. En la madrugada del 6 de junio tras un combate en el cerro Barón, se escucharon los primeros disparos. El oficial Santiago Florín, que custodiaba al Ministro, le ordenó a un subordinado: ¡Baje el Ministro!. Este se arrodilló y de inmediato disparó sobre él.

11 de Septiembre 1837:

Inicio de la primera expedición; Durante la guerra contra la Confederación peruana-boliviana, zarpó la Escuadra Nacional comandada por el almirante Manuel Blanco Encalada.

29 de Septiembre 1837:

Desembarco en Quilca: Se inicia la marcha hacia Arequipa.
07 de Agosto 1838:
Segunda expedición chilena: Al mando del general Manuel Bulnes Prieto, las fuerzas chilenas se apoderaron del puerto de El Callao, durante la guerra contra la Confederación peruana - boliviana. Bulnes impuso a Perú una indemnización de 20 millones de pesos de la época, pero como los peruanos no accedieron a la petición, el general se apoderó de Lima, luego de una sangrienta batalla.
17 de Agosto 1838:
Captura de la corbeta "Socabaya": En el puerto peruano de El Callao, por las naves de la escuadra del capitán de navío Carlos García del Postigo Bulnes, durante la guerra contra la Confederación peruanaboliviana.
21 de Agosto 1838:
Combate de Portada de Guías. Luego de desembarcar la escuadra chilena, a cargo del Almirante Simpson, se llevó a cabo el combate de Portadas de Guía, adueñándose el ejército chileno de la ciudad de Lima el 21 de agosto de 1838. El General Bulnes cita un cabildo abierto, el que proclama un gobierno provisional en Perú a cargo de Agustín de Gamarra.
18 de Septiembre 1838:
Combate de Matucana. Las tropas chilenas avanzan hacia el interior del Perú, enfrentando y venciendo a las tropas de Santa Cruz.
17 de Diciembre 1838:
Combate del puente de Llac Lla: El ejercito confederado ocupó el pueblo de Recuay y a la vez el “chilenoperuano” estaba en Huaraz de donde salió mas al interior llevando centenares de enfermos, en busca de climas benignos. Al llegar al puente LlacLla fueron alcanzados por las tropas Confederadas y mientras Torraco apresuraba el paso de los enfermos, el soldado Lorenzo Colipí con 10 compañeros del batallón Carampangue, lucharon sin descanso permitiendo la evacuación desde Chiquian.
06 de Enero 1839:
Combate de Buin: En la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Restaurador Chile-Perú. Hacia el norte de la ciudad de Lima, las tropas de la confederación se baten en un combate con el ejército chileno, desarrollándose la batalla de Huaras.
12 de Enero 1839:
Combate Naval de Casma: Ambas armadas se enfrentaron en el Combate Naval de Casma, convirtiéndose en el último con buques a velas. El triunfo chileno nos permitió el dominio del mar.
20 de Enero 1839:
Batalla de Yungay. A orillas del río Santa ocurre la decisiva en la Guerra contra la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana y el Ejército Restaurador Chile-Perú. El presidente Santa Cruz había fortificado el fuerte de Yungay y el cerro Pan de Azúcar, el cual fue asaltado por la infantería chilena, desatándose la Batalla de Yungay. Este día, el 20 de enero de 1839, las tropas chilenas vencen a las de la Confederación, declarándose disuelta. Las tropas del General Bulnes llegaron el 18 de febrero a Lima, dando fin a la guerra.
20 de Abril 1851:
Motín de Urriola: Un motín cívico militar estalla en las calles de Santiago de Chile, por oposición al gobierno de Bulnes y a la candidatura presidencial de Manuel Montt. Urriola y cinco mil revolucionarios se tomaron las principales calles de Santiago, mientras que el gobierno preparó una contraofensiva desde la Alameda y el Cerro Santa Lucía. El combate duró cerca de 5 horas, tras las cuales fue abatido Urriola y hubo más de 200 muertos.
25 de Septiembre 1851:
Operaciones sobre Huasco, Vallenar e Illapel: Con erogaciones forzosas de los vecinos y prorratas de caballos y elementos de transporte, logró Vicuña Mackenna reunir una partida o montonera, que llegó a contar con 150 fusileros y 172 jinetes, que, en su inconsciencia militar, creía capaces de arrollar las fuerzas que el gobierno le opusiera.
28 de Septiembre 1851:
Revolución de La Serena y Captura del "Fire Flay": La necesidad de procurarse armas y municiones, para organizar un ejército eficiente de unas dos mil plazas, se imponía al más elemental sentido común. Carrera concibió el proyecto, de dudoso éxito inmediato, de adquirirlas en Lima. Con este objeto, se apoderó a viva fuerza del pequeño vapor "Fire Flay", de propiedad de Carlos Lambert, que navegaba con bandera inglesa, sin prever las complicaciones que el acto iba a ocasionar.
14 de Octubre 1851:
Batalla de Petorca: Mientras el ejército de Vicuña Mackenna operaba en Illapel. Carrera y Arteaga, informados de que Santiago estaba desguarnecido, después del envío de las tropas al sur, resolvieron operar sobre Aconcagua, reforzarse con los cívicos de San Felipe y proseguir a la capital.
14 de Octubre 1851:
Combate de Peñuelas: En el norte, la revolución seguía prendida. No obstante, la derrota de los liberales en Petorca los hace mantenerse en la provincia de Coquimbo, al tiempo que algunos empresarios mineros proclives al gobierno deciden crear un ejército contrarrevolucionario al mando de Ignacio José Prieto, quien logra derrotarlos en Peñuelas el 14 de octubre.
28 de Octubre 1851:
Sublevaciones de Aconcagua y Valparaíso: Los caudillos de La Serena exigían a los revolucionarios de Aconcagua, Santiago y Valparaiso, que aliviaran la presión de las fuerzas que los amagaban, intentando sublevaciones en el centro mismo de los recursos del gobierno.
07 de Noviembre 1851:
Sitio de La Serena: En el momento de iniciarse el sitio, La Serena contaba con unos 600 soldados: 300 cívicos, 200 mineros, que se organizaron-en un batallón intitulado "Defensores de La Serena", y una brigada de artillería.
19 de Noviembre 1851:
Combate de Monte de Urra: El 13 de septiembre, cinco días antes de la asunción de Montt, se declaró una asonada al mando del ex candidato Cruz, quien no aceptando la derrota electoral, y temiendo que las familias conservadoras de Concepción perdieran protagonismo en la dirección del país, consiguió armar un grupo de cinco mil hombres, entre partidarios y mapuches del cacique Colipí.
24 de Noviembre 1851:
Motín de Cambiaso: Durante la noche estalló en la ciudad de Punta Arenas, XII Región, el "Motín de Cambiaso", como consecuencia de la Guerra Civil de ese año. Luego de una gran masacre, su líder el teniente Miguel José Cambiaso Tapia, organizó su huida, pero fue detenido, condenado a muerte y ajusticiado el 4 de abril de 1852.
08 de Diciembre 1851:
Sublevación de Copiapó: La provincia de Atacama había sido objeto de un largo y activo trabajo de zapa contra el orden y las autoridades, realizado por una verdadera legión de agentes enviados desde el vigoroso foco pipiolo de La Serena.
08 de Diciembre 1851:
Batalla de Loncomilla: La batalla se desarrolló en el llano cercano al río del mismo nombre, cerca de donde después se fundaría San Javier, en la provincia de Linares. El bando leal al gobierno fue dirigido por Manuel Bulnes, mientras que el bando opositor estuvo a cargo de José María de la Cruz.
08 de Enero 1852:
Acción de Linderos de Ramadilla: El teniente coronel Victorino Garrido derrota a los revolucionarios mandados por Bernardo Barahona y ocupa Copiapó el 9 de enero, poniendo fin a las acciones armadas de la revolución.
06 de Enero 1859:
Toma de Copiapó: El militar retirado Pedro Pablo Zapata se presentó, seguido de 20 hombres, a las puertas del cuartel de policía. Urrutia, quien estaba a cargo de él, lo entregó, después de un simulacro de defensa.
19 de Enero 1859:
Toma de Talca: A las doce del día, el teniente retirado Samuel Vargas y el ex sargento Valenzuela, encargados de capturar al comandante de cívicos, sargento mayor José Antonio Bustamante, se acercaron a él, en los momentos en que se dirigía al cuartel.
02 de Febrero 1859:
Asonada de Concepción: El teniente coronel Basilio Urrutia derrota a los montoneros al mando de don Juan José Alemparte.
28 de Febrero 1859:
Sitio y Toma de San Felipe: Las tropas gobiernistas, al mando del teniente coronel Tristán Valdés asaltan y derrotan a los revolucionarios que mantenían en su poder la ciudad de este el 12 de febrero.
28 de Febrero 1859:
Asonada de Valparaíso: El general Juan Vidaurre-Leal somete a los insurrectos que intentaron asaltar la intendencia y los almacenes de la aduana.
14 de Marzo 1859:
Batalla de Los Loros: En el contexto de la Guerra Civil del '59. En este episodio, las fuerzas revolucionarias de Pedro León Gallo vencen a las del gobierno.
12 de Abril 1859:
Combate de Maipón: Nicolás Tirapegui logró sublevar la guarnición de la plaza de Arauco; y con las armas que se procuró en ella, organizo una nueva montonera de 400 hombres, y se reunió con Videla en Santa Juana.
20 de Abril 1859:
Combate de Pichidegua: Las montoneras de Colchagua, Talca y Maule cesaron de constituir un peligro para las ciudades bien guarnecidas, desde que el ministro Rafael Sotomayor organizó fuertes divisiones de milicias cívicas
29 de Abril 1859:
Batalla de Cerro Grande: A 5 Kilómetros al sur de la Serena, entre las fuerzas del Gobierno y las revolucionarías de Gallo, siendo éstas derrotadas.
12 de Mayo 1859:
Recuperación de Copiapó: el teniente coronel José Antonio Villagrán derrota en las últimas fuerzas revolucionarias que mantenían la ciudad en su poder desde el 4 de enero.
04 de Enero 1862:
Captura del "Rey de la Araucanía": El Comandante Cornelio Saavedra capturó a Antoine de Tounens, el "Rey de la Araucanía". A fines de 1861, Orelie Antoine de Tounens, de nacionalidad francesa, se asentó en la Araucanía y se autoproclamó rey de la zona y de la Patagonia. Aprovechando la escasa presencia de chilenos en la zona, que abarcaba entre los ríos Biobío y Toltén, el aventurero logró convencer a algunos caciques que aún resistían la autoridad chilena, y organizó una especie de reino en la zona.

26 de Noviembre 1865:

Combate Naval de Papudo. Durante este episodio de la "guerra con España", el almirante Juan Williams Rebolledo, al mando de la Esmeralda, se apodera de la corbeta española Covadonga, frente a la rada de Valparaíso. Juan Williams Rebolledo, logró capturar a la goleta española Covadonga. Ante esta derrota, el almirante español José Manuel Pareja, líder de las fuerzas hispanas, se suicidó. Fue reemplazado por Casto Méndez Núñez.

07 de Febrero 1866:

Combate Naval de Abtao. Sostenido entre la Escuadra aliada chileno-peruana y la Escuadra Española en el canal de Chayahué, provincia de Chiloé.
02 de Marzo 1866:
Combate Naval de Huito: Los jefes peruanos temían que las fragatas lograran forzar la boca de la ensenada de Huito, y en este evento bastaban los cañones de la "Numancia" para destruir impunemente toda la escuadra aliada.

31 de Marzo 1866:

Bombardeo a Valparaíso. Fue un episodio de la Guerra Hispano-Sudamericana, durante el cual el puerto de Valparaiso fue bombardeado y parcialmente destruido por ordenes del almirante español Casto Méndez Núñez.

11 de Noviembre 1877:

Motín y Destrucción de Punta Arenas: Se ha atribuido a esta rivalidad influencia casi decisiva en el motín de los artilleros. Dublé Almeida murió en el convencimiento de que el padre Matulski fue su principal o uno de sus principales instigadores. Los cronistas, por su lado, dando de mano a esta imputación desmentida por el desarrollo y las finalidades del motín, creen que el fanatismo antirreligioso envolvió al gobernador "en vahos de infierno y olores a Lucifer".

14 de Febrero 1879:

Se inició la Guerra del Pacífico con la toma de Antofagasta -que en ese tiempo era una ciudad boliviana-, por el ejército chileno, se inició la Guerra del Pacífico (1879-1883). Este conflicto bélico, que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, se debió a problemas territoriales y al interés por controlar la producción del salitre -nitrato usado como fertilizante y para la fabricación de pólvora-, que era u muy buen negocio en esa época. Como Bolivia procurara apropiarse de las salitreras de Antofagasta, el Gobierno chileno ordena ocupar esa plaza. Las tropas chilenas ocupan Antofagasta: Desembarcan dos Compañías, 1 de Artillería y 1 de Artillería de marina (198 hombres) las que bajo el mando del Coronel Emilio Sotomayor y ocupan la ciudad. A partir de ese momento Antofagasta queda en poder de Chile.
16 de Febrero 1879:
La Corbeta O'Higgins ocupa Mejillones: Los buques Blanco Encalada y O'Higgins marcharon el primero a Tocopilla y Cobija en protección de los chilenos, y el segundo a Mejillones.
16 de Febrero 1879:
Ocupación de Caracoles. Un destacamento de 70 hombres de la Artillería de Marina, al mando del Capitán Francisco Carvallo, ocupa Caracoles.

20 de Marzo 1879:

Ocupación de Cobija: Las tropas chilenas toman Cobija, al mando de William Rebolledo. Los buques Blanco Encalada y O'Higgins marcharon el primero a Tocopilla y Cobija en protección de los chilenos.

21 de Marzo 1879:

Ocupación de Tocopilla: Las tropas chilenas toman control de Tocopilla. Ese día desembarca en Tocopilla la tripulación del Cochrane al mando de Enrique Simpson.

23 de Marzo 1879:

Combate de Calama Fue el primer hecho de armas de la Guerra del Pacífico. Tropas chilenas al mando del Comandante Eleuterio Ramírez se enfrentaron contra las fuerzas bolivianas comandadas por el Coronel Ladislao Cabrera, obteniendo el triunfo el Ejército chileno...Por lo anterior, se fijó este día como: "El Día de Calama". Las tropas chilenas sufren 12 bajas, 7 muertos y 5 heridos, los Bolivianos 52, 20 muertos y 32 prisioneros (entre estos últimos se encuentra un ciudadano chileno de apellido Alfaro).
25 de Marzo 1879:
Un destacamento chileno llega a Chiu Chiu.
05 de Abril 1879:
Bloqueo de Iquique: El Bloqueo al Puerto de Iquique marca la primera acción ofensiva de Chile sobre territorio peruano.

12 de Abril 1879:

Combate Naval de Chipana: Fue el primer enfrentamiento naval, entre la cañonera chilena "Magallanes" y la corbeta peruana "Unión" y la cañonera "Pilcomayo". Las naves peruanas a raíz del bloqueo y por presión popular, Prado les ordena salir como estén a practicar operaciones "inteligentes y de consecuencia" entre Antofagasta e Iquique.
18 de Abril 1879:
Bombardeo de Pisagua: Este acto más que servir para un objetivo táctico o importante, fue más que nada en represalia por el ataque a sus embarcaciones menores.
01 de Mayo 1879:
Combate de Mejillones: El Cochrane y la O’Higgins combaten con los defensores de tierra, 10 hombres bajo el mando del Teniente Coronel Graduado Luis Reina dos marinos chilenos resultan heridos por un accidente.

21 de Mayo 1879:

Combate Naval en la rada de Iquique. Mueren heroicamente el comandante de la Esmeralda, Arturo Prat, y gran parte de la tripulación. Luego de un épico combate el Huáscar hunde a la Esmeralda, mueren 146 marinos chilenos y otros 57 caen prisioneros, por el lado peruano muere un oficial y salen heridos 7 tripulantes.

21 de Mayo 1879:

Combate Naval de Punta Gruesa. En Punta Gruesa en tanto la habilidad del Comandante Condell y una buena cuota de suerte terminan con la Independencia encallada y perdida totalmente, mueren 3 chilenos y resultan heridos 6, por el lado peruano, mueren 5 y salen heridos 23 tripulantes.
26 de Mayo 1879:
Combate Naval de Antofagasta: Fue el primer bombardeo naval nocturno de la guerra. Este combate se dio durante la primera correría del blindado peruano Huáscar.
28 de Mayo 1879:
El Huáscar recaptura a la goleta "Coqueta": La nave había sido recientemente capturada por los chilenos, la embarcación marchaba rumbo a Antofagasta, son capturados tres marinos chilenos, la goleta es enviada a Arica, con tripulación de presa.
06 de Julio 1879:
La Unión en Tocopilla hunde a la barca "Matilde": Después es perseguida por el Blanco Encalada.
09 de Julio 1879:
Segundo Combate Naval frente a Iquique: No pudiendo encontrar al Abtao (que ya había solucionado sus problemas de maquinaria y cambiado su fondeadero por seguridad) intenta hundir al Matías Cousiño, pero los disparos dirigidos contra este transporte atrajeron a la cañonera "Magallanes", la que se midió valientemente contra el Huáscar a pesar de su inferioridad, la llegada del Blanco determinó que Grau emprendiera la huida. Resultan heridos 3 marinos chilenos.
18 de Julio 1879:
Incursiones del Huáscar: El Huáscar inicia una serie de incursiones contra puertos y caletas chilenos del norte (Chañaral, Carrizal, Pan de Azúcar y Huasco).
23 de Julio 1879:
El Huáscar y la Unión capturan al transporte Rimac: En el buque estaba el Regimiento Carabineros de Yungay que estaba embarcado en la nave chilena, constaba de 250 jinetes, armados y municionados; todos ellos pertenecientes a las mejores familias de Santiago.
28 de Agosto 1879:
Segundo Combate de Antofagasta: El Huáscar se acerco al puerto de Antofagasta con la intención de cortar el cable submarino para evitar la comunicación del centro de operaciones enemigas con el resto de Chile sin darse cuenta que el Abtao se encontraba entre los buques neutrales.
10 de Septiembre 1879:
Combate de Río Grande: Un destacamento del Regimiento de Caballería Chilenos "Cazadores" destroza una montonera boliviana en las cercanías de San Pedro de Atacama, muere una docena de bolivianos, y salen heridos 5 chilenos.

08 de Octubre 1879:

Combate Naval de Punta Angamos. Se enfrentaron el blindado chileno "Almirante Cochrane" al mando de Juan José Latorre Benavente, y el monitor peruano "Huáscar", comandado por el contraalmirante Miguel Grau Serrano. Fue capturado el "Huáscar", la embarcación enemiga más poderosa. Sin embargo, falleció Grau, llamado el "caballero de los mares". Perú sufre 33 muertos y 26 heridos en un épico combate.
10 de Octubre 1879:
Combate de Quillagua.
02 de Noviembre 1879:
Tropas chilenas asaltaron y se apoderaron de Pisagua. Nuestros soldados se dividieron en dos grupos, uno por la playa y otro por los cerros, así tomaron entre dos fuegos a las tropas peruanas y bolivianas. Luego de un sangriento combate, los chilenos se apoderaron de la ciudad. El Estado Mayor evalúa en un centenar los muertos aliados y 56 prisioneros.
06 de Noviembre 1879:
Combate de Agua Santa o Pampa Germanía. Después de un corto tiroteo los chilenos quedaron dueños del campo y de la línea del ferrocarril de Pisagua a Agua Santa. Los "Cazadores" despedazan el destacamento de retaguardia aliado en Pampa Germanía, los aliados pierden unos 60 hombres muertos, entre ellos el Teniente Coronel Sepúlveda, los chilenos 3 muertos y 6 heridos.
18 de Noviembre 1879:
El "Blanco Encalada" captura al barco peruano "Pilcomayo"
19 de Noviembre 1879:
Batalla de Dolores o San Francisco. Luego de diversos vaivenes el Coronel Emilio Sotomayor concentra y atrinchera sus 6.500 soldados en el Cerro San Francisco, donde es atacado por Buendia con 11 mil peruanos, venciendo los chilenos en la Batalla de Dolores o San Francisco, las tropas peruanas se retiran hacía Tarapacá.
22 de Noviembre 1879:
Las tropas chilenas ocuparon Iquique, mientras que las autoridades peruanas abandonaban la plaza, sin quemar ningún cartucho.
27 de Noviembre 1879:
Batalla de Tarapacá. La Campaña de Tarapacá, fue una de las fases de la Guerra del Pacífico, finalizó con la Batalla de Tarapacá, la que se desarrolló en la quebrada del mismo nombre. Esta campaña tenía como objetivo la posesión de la Provincia de Tarapacá. La hazaña de los soldados chilenos, permitió una victoria impensada. Chile se adueñó de la región, y la gesta tuvo un hondo efecto en la población. La valentía demostrada por Eleuterio Ramírez en el combate, lo llevó a ser elevado a héroe nacional. En el centro de San Lorenzo de Tarapacá, un monumento conmemora la contienda del 27 de noviembre de 1879; en una cripta están enterrados los soldados chilenos y un busto recuerda a Eleuterio Ramírez.
06 de Diciembre 1879:
Combate de Tambillo (San Pedro de Atacama): Un destacamento de 25 Granaderos es atacado, mueren 8 y otros 11 son tomados prisioneros, los bolivianos del "Francotiradores" sufren 2 muertos y 1 herido.
01 de Enero 1880:
Combate de Camarones: Muere un granadero y es capturado otro.
27 de Febrero 1880:
Combate Naval de Arica: Lo cierto es que más que un combate, se trata de tres acciones que ocurrieron el mismo día. En el muere el comandante del Huáscar Manuel Thompson.
09 de Marzo 1880:
El Blanco Encalada y el Loa en las islas Lobos: Hunden seis lanchas y capturan 29 animales, llevándose además prisioneros al Capitán de Corbeta Rosas y al Coronel Alaiza.
14 de Marzo 1880:
Fuerte escaramuza entre Chilenos y Peruanos en el frente de Moquegua, resultan heridos 2 soldados del regimiento "Buin" 1º de Línea y muerto 1 Gendarme de Moquegua.
21 de Marzo 1880:
Durante la noche un destacamento de 20 soldados de la Compañía de Cazadores del batallón peruano Grau incursiona sobre el campamento del regimiento de caballería chileno "Cazadores" dando muerte a 3 soldados, mientras tanto las tropas chilenas ya se han puesto en marcha para asaltar la excelente posición peruana.
22 de Marzo 1880:
Batalla de Los Angeles: Las tropas chilenas atacan y se apoderan del cerro de Los Angeles, considerado como inexpugnable. Las fuerzas peruanas estaban bajo las órdenes de Coronel Agustín Gamarra. Antes del medio día, gracias especialmente a una espectacular ascensión por senderos inaccesibles del batallón "Atacama" Nº1 las tropas chilenas derrotan completamente a las peruanas, las que sufren no menos de 28 muertos y 64 prisioneros.
01 de Abril 1880:
Ocupación de Locumba: La Patrulla de Duble Almeida ocupa el pueblo de Locumba, donde son atacados por las tropas del Coronel Albarracin, quienes matan a 3 chilenos y capturan 10, a cambio muere 1 soldado peruano y otro resulta herido.
18 de Abril 1880:
Combate de Buena Vista: Un fuerte destacamento de Caballería Chileno, bajo el mando de José Francisco Vergara destruye un grupo de milicianos peruanos y obliga al Coronel Albarracín a retirarse con los restos de su Escuadrón "Gendarmes de Tacna".
23 de Abril 1880:
Combate Naval de Torpederas en el Callao: Resulta herido el Teniente Manuel Señoret.
10 de Mayo 1880:
Segundo bombardeo del Callao: Los buques chilenos intentan sin éxito un segundo bombardeo del Callao, el monitor Huáscar resulta averiado, en tierra mueren 2 cantineras y 1 soldado, a la vez que salen heridos 24 personas. durante la Guerra del Pacífico.
25 de Mayo 1880:
Combate de torpederas en el puerto de El Callao: Hundimiento de la torpedera peruana "Independencia" y de la chilena "Janequeo", además mueren 2 marinos chilenos y 3 peruanos, salen heridos dos marinos chilenos y son capturados 7 marineros peruanos.
26 de Mayo 1880:
Batalla de Tacna o del Alto de la Alianza: El 1º Ejército del Sur Peruano y el ejército Boliviano (unos 10.000 hombres agrupados en 9 divisiones) son derrotados por el ejército chileno (14.147 hombres agrupados en 4 divisiones) los bolivianos no volverán a participar en una gran batalla contra Chile, mueren más de 500 chilenos y entre 1.000 y 1.200 aliados.
06 de Junio 1880:
Bombardeo de Arica: Se inicia el bombardeo chileno desde las baterías de tierra así como por el mar por los buques Loa, Covadonga, Magallanes y Cochrane. Las defensas peruanas utilizan la Batería Norte, Batería del Morro, Batería del Este y los cañones del monitor BAP Manco Cápac. El Cochrane recibió un impacto de un cañón Voruz de las baterías del morro, que lo hizo explotar provoncado 27 heridos, de los cuales murieron 7 después.
07 de Junio 1880:
Asalto y Toma del Morro de Arica: Las tropas chilenas toman por asalto el Morro de Arica. Ultimo reducto de los peruanos, desde entonces esta ciudad pertenece al territorio nacional. Luego de un cruento combate de alrededor de una hora y media, las tropas chilenas derrotan a la guarnición de esta plaza fuerte, mueren más del 30% de los defensores de la plaza, cumpliendo lo señalado por el Coronel Bolognesi de "luchar hasta quemar el último cartucho"
16 de Julio 1880:
Combate de Palca: Después de la Batalla de Arica, las fuerzas chilenas organizan expediciones a la sierra de Tacna, en donde se encuentra organizada las guerrillas de Pacheco Céspedes, Leoncio Prado y Gregorio Albarracin. Así se realiza el combate entre la guerrilla de Pacheco Céspedes contra el Regimiento Lautaro.
19 de Julio 1880:
Expedición de Salvo a Moquegua: Baquedano despachó contra ellos una expedición a Tarata, al mando de Barbosa, y otra a Moquegua, a las órdenes del sargento mayor Wenceslao Bulnes.
22 de Julio 1880:
Combate de Tarata: Las tropas chilenas del Coronel Barboza despedazan a los guerrilleros peruanos del Coronel Leoncio Prado, quienes sufren 26 muertos, 3 heridos y 21 Prisioneros, los chilenos por su parte sufren 1 muerto.
04 de Septiembre 1880:
La expedición Lynch: Lynch debía desembarcar en los puertos peruanos, empezando en el norte por Paita, para terminar en Quilca; internarse en los valles feraces; imponer contribuciones en dinero o en especies a la propiedad particular; inutilizar los ferrocarriles, y destruir las propiedades, cuyos dueños rehusaran pagar los cupos, teniendo cuidado de no perjudicar a los neutrales.
13 de Septiembre 1880:
Hundimiento de la "Covadonga": Alrededor de las 15:15 estalló el artefacto explosivo, que un marinero sobreviviente comparaba al estallido de cuarenta cañonazos a un tiempo, hundiéndose la Covadonga en dos minutos.
16 de Septiembre 1880:
Nuevo combate de Torpederas en el Callao: Resulta 1 herido en la chilena "Guacolda" y 1 muerto en la peruana "Urcos".
22 de Septiembre 1880:
El Cochrane bombardea Chorrillos: Buques de la escuadra chilena bombardearon los puertos peruanos de Ancón y Chancay, en represalia de la celada que hizo volar la "Covadonga", en el contexto de la Guerra del Pacífico.
23 de Septiembre 1880:
El Blanco Encalada bombardea Ancón.
23 de Septiembre 1880:
La Pilcomayo bombardea Chancay.
05 de Diciembre 1880:
Combate de lanchas en El Callao: Donde murió el aspirante a marina Juan Antonio Morel Zegers.
11 de Diciembre 1880:
Bombardeo del puerto de El Callao: Por el transporte "Angamos". Falleció el teniente Tomás Pérez al explotar un cañón.
24 de Diciembre 1880:
Combate de Pachacamac: A las 2 de la mañana un destacamento compuesto por dos compañías del “Buin”, 2 del “Esmeralda” y 200 “Cazadores” salen hacía Machay a marchas forzadas, a las 4 de la mañana llegan a Pachacamac, poco después sostienen un intenso combate con tropas peruanas emboscadas, sufriendo un muerto, un herido y con el Sargento Mayor Silva Contuso la tropa se repliega llevándose 3 soldados peruanos prisioneros.
27 de Diciembre 1880:
Combate de El Manzano o Pueblo Viejo: Entre tropas chilenas y peruanas, donde murieron los comandantes de ambos ejércitos, en el contexto de la Guerra del Pacífico. El Regimiento Curicó sorprende y prácticamente destruye a la I Brigada de Caballería “Rimac”, en el Manzano por la parte chilena muere el 2º Comandante del Curicó Teniente Coronel José Olano y son heridos 4 soldados, por la parte peruana mueren 16 soldados y son capturados 112 soldados peruanos, entre ellos el Comandante de la Brigada, Coronel Sevilla. Para celebrar el acontecimiento, por orden del día se ordena que todas las bandas de las unidades chilenas toquen el Himno Nacional inmediatamente frente a sus campamentos.
02 de Enero 1881:
Combate de Humay: Las Tropas del Comandante Echevarria atacan y causan serios daños a una montonera peruana en Humay, los chilenos pierden 5 hombres, 2 muertos y 3 heridos, entre los primeros 1 capitán.
09 de Enero 1881:
Combate de Ate: Un destacamento chileno de la II/2ª División bajo el mando del Coronel Barboza, asalta el sector escasamente defendido por los peruanos, luego de un corto combate desalojan a los defensores y quedan dueños del campo, los chilenos se retiran poco después, han sufrido 1 muerto y unos 20 heridos.
13 de Enero 1881:
Batalla de Chorrillos: Las tropas chilenas asaltan las posiciones peruanas, tras un sangriento encuentro capturan una tras otra las posiciones de Villa Santa Teresa, San Juan, Chorrillos y el Morro Solar, mueren más de 2000 hombres por bando en tal ves la batalla más grande de la historia de Latinoamérica.
15 de Enero 1881:
Batalla de Miraflores: Transcurre esta batalla en las proximidades de Lima, donde las tropas chilenas, al mando del general Baquedano, vencen a las peruanas consiguiendo de esta forma el triunfo de la guerra que se iniciara en 1879.
16 de Enero 1881:
Combate de Lurín: Una partida de caballería peruana ataca en las cercanías de Lurín a un destacamento de “Cazadores”, pero estos últimos les vencen, causandoles varias bajas.
07 de Abril 1881:
Combate de San Jeronimo: Lagos envía al Comandante José Miguel Alcérreca, al mando de una fuerza compuesta por tropas del Carabineros de Yungay y del Buin al interior. Ese mes en San Jerónimo, cerca a Santa Eulalia, se inicia la campaña de la Breña con las fuerzas organizadas por el coronel José Agustín Bedoya que se enfrentan a las fuerzas de Alcérreca, las cuales luego de un tiroteo dispersan a los hombres de Bedoya, para luego incendiar el lugar y retornar a Lima.
27 de Junio 1881:
Combate de Sangra: En la sierra peruana, las fuerzas chilenas comandadas por el capitán José Luis Araneda Carrasco, se enfrentaron al enemigo y luego de 13 horas de lucha, se retiró el ejército peruano. De los 36 "buines" que iniciaron el desigual combate, sólo 10 quedaron con vida, a los que la historia reconoce como: "Los diez de Araneda", "Los diez de Sangra".
08 de Agosto 1881:
Combate del puente Verrugas: Las guerrillas de sargento mayor José Osambela obtienen otra victoria en el puente Verrugas.
15 de Agosto 1881:
Combate del puente Purguay: Se libra el combate del puente Purhuay, saliendo de Chosica donde el nuevo batallón Zepita comandado por el teniente coronel Villegas y las guerrillas del coronel Manuel Tafur triunfan sobre las fuerzas chilenas.
02 de Septiembre 1881:
Combate de Calientes: Se produce en la región de Tacna.
03 de Septiembre 1881:
Combate de Pachía: En la región de Tacna se produce el combate, en donde las tropas chilenas derrotan a las guerrillas peruanas, dominando la región.
10 de Octubre 1881:
Combate de Motupe.
21 de Octubre 1881:
Combate de Cienaguilla.
26 de Octubre 1881:
Combate de Guadalupe.
05 de Febrero 1882:
Primer Combate de Pucará: Cáceres pasa por Tarma y Jauja y ocurre el combate con las fuerzas chilenas al mando de Del Canto. Cáceres continúa su marcha ocupando Izcuchaca, Acostambo, Huancavelica, Acobamba.
22 de Febrero 1882:
Combate de Acuchimay: Cáceres vence a las fuerzas rebeldes del coronel Arnaldo Panizo que contaba con 1.500 hombres, tomando sus tropas. Luego de este suceso Cáceres ingresa a Ayacucho.
06 de Marzo 1882:
Combate de Comas.
29 de Marzo 1882:
Combate de Pazos.
31 de Marzo 1882:
Segundo Combate de Pazos.
Marzo a Mayo 1882:
Suceden diversos enfrentamientos como los combates de: Sierralumi, Huaripampa, Huancaní, Llocllapampa, Sicaya, Chupaca, Pazos, Acostambo, Ñahuimpuquio. Las fuerzas chilenas estaban diezmadas por el tifus y la viruela, así Lynch autoriza a Del Canto a volver a Lima con el 2º de Línea trayendo a los heridos y a los enfermos. Los batallones "Pisagua" 3º de Línea y "Santiago" 5º de Línea son enviados como refuerzos.
03 de Junio 1882:
Combate de Marcavalle: Se enfrentan guerrillas peruanas con el batallón chileno Santiago destacado en Marcavalle.
28 de Junio 1882:
Nuevamente se enfrentan guerrillas peruanas con el batallón chileno Santiago destacado en Marcavalle.
09 de Julio 1882:
Segundo Combate de Pucará: Después de que los chilenos se retiran de Marcavalle, fueron perseguidos por dos compañías del Tarapacá, “Fueron empujadas sobre pucará, donde reforzados (los chilenos) por las restantes compañías de su batallón opusieron nueva resistencia.
09 y 10 de Julio 1882:
Combate de la Concepción. A las dos y media de la tarde de este día comienza el combate, considerado por el pueblo chileno, uno de los hechos más dramáticos de la Guerra del Pacífico. Se desarrolló los días 9 y 10 de julio de 1882 en el pueblo peruano de La Concepción. La guarnición completa del regimiento Chacabuco, compuesta por 77 jóvenes entre 16 y 18 años, resistió durante dos días el ataque de dos mil soldados peruanos, que tuvo como resultado la muerte de todo el contingente chileno. La valentía demostrada por los jóvenes, que mantuvo heroicamente alzada nuestra bandera, hizo que el 9 de julio fuera establecido como el día oficial de nuestro emblema patrio.
10 de Julio 1882:
Segundo Combate de La Oroya. Se enfrentan las fuerzas peruanas de Máximo Tafur y las chilenas del 3º de Línea, al mando del Teniente Francisco Meyer en el puente de La Oroya. La guarnición chilena mantiene el control del lugar.
15 de Julio 1882:
Combate de Tarmatambo. La compañía del batallón Lautaro se enfrenta en el caserío de Tarmatambo a las fuerzas dirigidas por el Coronel Juan Gastó y Máximo Tafur en el Combate de Tarmatambo.
16 de Julio 1882:
Combate de San Juan Cruz: Las fuerzas de Cáceres se enfrentan con una compañía del batallón 2° de Línea. Cáceres decide no atacar el pueblo, sino apostar la segunda división y los guerrilleros de San Jerónimo en las alturas cercanas a Tarma.
Febrero 1883:
Combate de Ungatá: Una compañía del Lautaro se enfrenta en Ungará al sur de Lima a guerrilleros locales, los chilenos son apoyados por un escuadrón de Granaderos y mantienen su posición.
14 de Marzo 1883:
Combate de Puruguay.
03 de Abril 1883:
Cáceres llega a la costa de Chancay, para luego atacar a la guarnición del Aconcagua. El coronel Urriola se retira de Chancay y se embarca en la Corbeta Chacabuco recibiendo luego refuerzos desde Lima del 3º de Línea y del Coquimbo por lo cual Cáceres se retira hacia Canta.
20 de Abril 1883:
Segundo Combate de Purhuay. Antes de ordenar una nueva ofensiva contra el ejército de Cáceres, Lynch ordenó la reparación del puente de Purhuay y la línea telegráfica que los montoneros de Chosica habían destruido lo que impedía el transito de las tropas chilenas hacia las zonas ocupadas por la resistencia peruana. Con tal misión partió de Lima el mayor Julio Quintavalla quien arribó a Chosica el 14 de abril, en los días siguientes la fuerza chilena fue constantemente hostilizada por las montoneras peruanas formadas por el batallón Guerrilleros del Rimac al mando del mayor Wenceslao Inchaústegui. El 20 de abril tuvo lugar el combate de Purhuay, a dos millas y media del puente del mismo nombre, tras el cual Quintavalla tuvo que retirarse sin haber logrado cumplir su misión y habiendo tenido 29 bajas entre muertos y heridos y 17 dispersos.
10 de Julio 1883:
Batalla de Huamachuco: Le correspondió ser el último hecho de armas que puso fin a la Guerra del Pacífico. Al ver a las fuerzas de Cáceres en el cerro Cuyulga, Gorostiaga deja el poblado de Huamachuco y se posiciona en el cerro Sazón al norte del pueblo. Se enfrentan ambos ejércitos, Gorostiaga vence a las tropas de Cáceres, quien pierde la mitad de sus hombres. Cáceres retorna a Ayacucho con el fin de organizar un nuevo ejército.
01 de Agosto 1883:
Combate de Coari: Enfrentamiento en el sur del Perú.
02 de Agosto 1883:
Combate de Mirave: Pacheco Céspedes se enfrenta al destacamento chileno al mando del Mayor Duberli de Oyarzun.
20 de Octubre 1883:
Tratado de Ancón: Tratado que pone fin a la guerra del Pacífico, de Chile contra Perú y Bolivia. Perú cede a Chile las provincias de Tacna, Arica y Tarapacá y Bolivia pierde la provincia de Antofagasta.
06 de Enero 1891:
Sublevación de la Escuadra: La Escuadra se levanta contra el Presidente José Manuel Balmaceda.
08 de Enero 1891:
Operaciones de la Escuadra en el sur: Para reunir contingentes y armas para los batallones, se emprendieron diversas expediciones. La "Esmeralda" ancló en Talcahuano e! día 8 de enero y tomó los elementos que había en el buque•escuela N° 2.
12 de Enero 1891:
Acciones en Coquimbo y La Serena: Primeras acciones de la Armada durante la Guerra Civil de 1891.
19 de Enero 1891:
Acciones en Pisagua, Zapiga, Alto Hospicio y Taltal: Primeras acciones de la Armada en el norte, durante la Guerra Civil de 1891.Conocido como el "Combate de los Abrazos", por la confusión que tuvieron los contrincantes en uno de los primeros enfrentamientos de esa guerra.
06 de Febrero 1891:
Captura de Pisagua. Los congresistas tenían su Cuartel General en la zona norte del país, tratando de avanzar hacia el centro del país. Los balmacedista intentaron frenar en esta zona a los congresistas, razón por la cual desarrollaron una serie de combates y batallas en esta región.
15 de Febrero 1891:
Batalla del Cerro Dolores o San Francisco: Las fuerzas gobiernistas afines al Presidente José Manuel Balmaceda fueron derrotadas por los congresistas, en el Cerro Dolores o San Francisco, cerca de Pisagua, provincia de Tarapacá.
17 de Febrero 1891:
Combate de Huara: Entre las tropas gobiernistas contra las congresistas en la estación de ferrocarril de Huara, que unía Iquique con Pisagua, en la I Región.
19 de Febrero 1891:
Combate de la Aduana de Iquique. Desde Iquique fueron enviadas fuerzas balmacedistas hacia el interior, por lo que esta ciudad quedó desprotegida. Aprovechando esta situación, las naves congresistas avanzaron hacia el puerto, llegando alrededor de las 05:00 hr.. A seis kilómetros de Iquique, se pudo divisar a cuatro embarcaciones congresistas alumbrando con sus proyectores los cerros para disparar sobre la tropa balmacedista que intentara descender al puerto.
07 de Marzo 1891:
Batalla de Pozo Almonte: Los balmacedistas habían perdido la mayoría de sus hombres y municiones, lo que sumado a la alta deserción de sus partidarios, generó el envío de 1.000 hombres desde Santiago.
19 de Marzo 1891:
Ocupación de Antofagasta Tacna y Arica: Apenas la provincia de Tarapacá estuvo libre de fuerzas enemigas, se planteó a los congresistas la necesidad de adueñarse inmediatamente de las provincias de Tacna y Arica, Antofagasta y Atacama.
23 de Abril 1891:
Hundimiento en Caldera del "Blanco Encalada": Los balmacedistas hunden en la rada de Caldera el barco "Blanco Encalada".
07 de Julio 1891:
Combate de Vallenar: El coronel Orrego, jefe de la división de Coquimbo, ignorando que venían en camino tropas constitucionales de infantería, dio orden al teniente coronel Almarza que atacara por sorpresa.
18 de Agosto 1891:
Desembarco en Quintero: Las fuerzas congresistas desembarcan en Quintero. 300 soldados del Pisagua N° 3, conducidos por botes que se desprendieron del "Biobio", se posesionaban sin oposición del pueblecito de Quintero.
21 de Agosto 1891:
Batalla de Concón: Fue la penúltima acción de la Guerra Civil de ese año y el primer enfrentamiento de las fuerzas revolucionarias o congresistas, comandadas por el coronel Estanislao del Canto Arteaga. Las fuerzas congresistas se concentraron en la bahía de Quintero y estaban al mando del General Estanislao del Canto.
28 de Agosto 1891:
Batalla de Placilla. La Guerra Civil de 1891 finalizó el 28 de agosto de 1891 en la Batalla de Placilla, pequeño pueblo situado a la bajada del Alto del Puerto, en el camino de Casablanca, lugar donde se enfrentaron las fuerzas que apoyaban al gobierno del presidente José Manuel Balmaceda Fernández, con las fuerzas de los congresistas o revolucionarias, obteniendo el triunfo estos últimos.

Bernardo O´Higgins

Bernardo O´Higgins

Ramon Freire

Ramon Freire

Joaquin Prieto

Joaquin Prieto

Mujeres Destacadas de la Historia de Chile


Paula Jaraquemada Alquizar: (Santiago junio de 1768 - † falleció el 7 de septiembre de 1851). Hija de Domingo de Jaraquemada y Cecilia de Alquizar, fue uno de los personajes femeninos más importantes en la lucha por la independencia de Chile. ir a Bio,,,

Francisca Javiera Eudoxia Rudecinda Carmen de los Dolores de la Carrera y Verdugo (Santiago, 1 de marzo de 1781 - † ibídem, 20 de agosto de 1862), más conocida como Javiera Carrera, fue una patriota chilena que destacó por el apoyo a la lucha por la Independencia de Chile y por bordar la primera bandera patria del país, llamada actualmente bandera de la "Patria Vieja". Los Carrera eran descendientes de vascos. ir a Bio...

Catalina de los Ríos y Lisperguer: (*Santiago de Chile, 1604 - † 1665), más conocida como La Quintrala, fue una terrateniente chilena de la época colonial, famosa por su belleza y la crueldad con la que trataba a sus inquilinos. Se convirtió en un ícono del abuso y la opresión colonial. Su figura, fuertemente mitificada, pervive en la cultura popular de Chile como el epítome de la mujer perversa y abusadora. Para tildar a una mujer de abusadora en Chile se le dice "Quintrala". ir a Bio...

Candelaria Pérez: (* Santiago de Chile, 1810 - † 28 de marzo de 1870), también conocida como Sargento Candelaria, fue una militar chilena que participó en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. ir a Bio...

Irene Morales Infante (La Chimba, Santiago, 1 de abril de 1865 — † Santiago, 25 de agosto de 1890) Militar chilena, Sargento segundo y Cantinera del Ejército de Chile durante la Guerra del Pacífico. ir a Bio...

Janequeo o Yanequén: Fue una mujer lonco, de origen mapuche-pehuenche. Esposa del Lonco Hueputan, quien murió bajo tormentos por mandato del gobernador Alonso de Sotomayor. Su preparación militar y cualidades de líder, hicieron que se ganara el apoyo de los estrategas militares de su pueblo. ir a Bio...

María Isabel Riquelme y Meza: (* Chillán Viejo, Región del Biobío, Chile 1758 - † Lima, Perú 21 de abril de 1839), fue la madre del Libertador General de Chile, Bernardo O'Higgins. ir a Bio...

Rosa O'Higgins: (* Chillán Viejo, Región del Biobío, Chile 1781 - † Lima, Perú 1850), chilena hija de Isabel Riquelme y Félix Rodríguez Rojas. En los años de la lucha de la independencia chilena adoptó el apellido de su medio hermano Bernardo O'Higgins con quien viviese sus primeros años de su niñez. ir a Bio...

Eloísa Díaz Insunza: (* Santiago de Chile, Chile, 25 de junio de 1866, † Id. 1 de noviembre de 1950), primera mujer estudiante de medicina de la Universidad de Chile y primera médica de Chile y América del Sur. ír a Bio...

Guacolda: La existencia de Guacolda, mujer de Lautaro, así como la de Fresia, mujer de Caupolicán, es materia de discusión puesto que mientras para unos es sólo una leyenda, para otros se trata de una persona real. ir a Bio...

Fresia: La existencia de Fresia, mujer de Caupolicán, así como la de Guacolda, mujer de Lautaro, es materia de discusión, puesto que sólo aparece en el poema épico "La Araucana", escrito por Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594) durante su estadía en Chile y publicado en Madrid en tres partes (1569, 1578 y 1589). ir a Bio...

Inés de Suárez o Inés Suárez: (Plasencia, Extremadura, España, 1507 - Chile, 1580) fue una mujer española reconocida en el período de la conquista de Chile y compañera del conquistador Pedro de Valdivia. ir a Bio...

Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga: Conocida por su seudónimo Gabriela Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una destacada poetisa, diplomática y pedagoga chilena. ir a Bio...

HITOS:

1865 Mujeres de Clases alta y católicas se expresan en el Periódico “El Eco de las Señoras de Santiago”

1875 Clotilde Garretón se inscribe en los registros electorales, porque cumple con las exigencias de la ley.

1877 Promulgación del Decreto Amunategui, da derecho a las mujeres para que ingresan a la Universidad.

1884 Martina Barros intelectual que comienza a dar discursos sobre el voto femenino.

armón de un cañon de 1810

armón de un cañon de 1810










Eric Hobsbawm: "El SigloXX"

El Choque de las Civilizaciones. Samuel Huntington

El Fin de la Historia. Francis Fukuyama