Ningún intento por presionar a Rusia ha funcionado nunca. Y no es del todo cierto que la URSS perdiera la guerra fría cuando se derrumbó. Fueron problemas internos los que provocaron su caída, y no la injerencia externa. Este tipo de presión solo afianza al pueblo ruso. El imperio soviético simplemente llegó a su final y cayó en el olvido, como había ocurrido antes con los imperios ruso, británico, español, austro-húngaro y alemán.
Las relaciones ruso-estadounidenses se enfriaron por primera vez tras el fallido intento de intervención occidental en la Rusia soviética. La quintaesencia de la guerra fría fue la llamada nota Colby del 9 de agosto de 1920. Declaraba como anormal el régimen de Moscú y cuestionaba su poder.
Sin embargo, esta política dejaba a los EE UU poco margen para la iniciativa privada, aparentemente confiaba en que el mercado llevaría a los bolcheviques a recapacitar. De hecho, desempeñó un papel importante, pero no de la manera que pretendía Washington.
Lo que produjo fue que se demostrase que los intereses monetarios eran mayores que los políticos. Tan pronto como 1926 aparecieron visitantes estadounidenses en las granjas colectivas de la región del Volga, eran de los productores de tractores Fordson-Putilovets.
Incluso Moscú y Ford planearon una cooperación a largo plazo desde el principio. Y esto es precisamente lo que ocurrió. Ford no solo envió más de 20.000 tractores a la URSS sino que colaboró para construir la planta de automóviles Gorki (GAZ), un gigante de la economía socialista. En los años 30 Ford incluso vendió a los rusos documentación para el tanque Christie, que los ingenieros utilizaron para crear la familia de tanques BT. Así, la primera guerra fría terminó con una cercana cooperación.
La causa para la segunda guerra fría fue la expansión de la influencia soviética en el Este de Europa, aunque hay que tener el cuenta el deliberado retraso occidental para abrir un segundo frente en la Segunda Guerra Mundial. 
Fue en gran parte una repetición de la primera, aunque esta vez comenzó con un discurso del primer ministro británico Winston Churchill. El lugar de Ford lo ocuparon Occidental Petroleum y el empresario Armand Hammer, ganadora de la orden de la amistad de los pueblos soviética.
Hammer había comenzado colaborando con Lenin y terminó "besando" a Leonid Brezhnev. Así la guerra fría terminó con el fin de la tensión y con la aparición de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que ha tratado de que se implementase un acuerdo en Ucrania. En resumen, tras un largo congelamiento llegó el habitual deshielo. 
El tercer enfriamiento de las relaciones ruso-estadounidenses comenzó cuando la URSS envió sus tropas a Afganistán en 1979. ¿Fuel el Politburó culpable de esto? Hace dos décadas muchos se precipitaban a decir que sí. Hoy, sin embargo, con un islam agresivo que en numerosas regiones, parece que las autoridades soviéticas no estaban muy desencaminadas al tratar de confrontarlo. Es cierto que libraron la guerra de Afganistán siguiendo sus propios intereses, pero al menos hicieron el intento.
Finalmente, las memorias del antiguo asesor de seguridad de los EE UU,  Zbigniew Brzezinski, muestran el irresponsable papel que EE UU desempeñó en la región, lo que hace cuestionarnos quién es el principal responsable de lo que allí ocurre. Existe la misma ambigüedad en lo que respecta a la actual campaña occidental contra Rusia. 
De nuevo, no deberíamos hacernos ilusiones. La URSS no se ahorcó a sí misma a causa de las condenas de los políticos occidentales. Murió en la cama, como un viejo senil con una enfermedad crónica. El destino primer engulló a Brezhnev, Yuri Andropov y Konstantín Chernenko y finalmente a toda la URSS.
¿A quién hay que culpar por que Ucrania se haya convertido en la manzana de discordia? En mi opinión muchos han cometido errores. En primer lugar los propios ucranianos, pero también Washington, la UE y Moscú. Sin embargo, occidente ha vuelto a encontrar en Rusia un chivo expiatoria y trata aislarla otra vez. 
Pero lo cierto es que es tipo de perseverancia se opone a otra causa, especialmente porque la Rusia actual no es la Unión Soviética y son mucha más las personas a las que le gustaría ver un deshielo de la relaciones. Hay más, el mapa geopolítico actual no solo incluye a Occidente sino también a un Oriente cada vez más poderoso, y hay un viento cálido queinvita a Rusia en esa dirección
Finalmente, lo que está en juego no es solo el deseo de compañías occidentales por acceder al enorme mercado ruso. Simplemente es que Occidente se enfrenta repetidamente al hecho de que el mundo sin Rusia queda incompleto y lo "abandona" a su propia suerte. Tal y como ocurrió antes, ambas partes tendrán que negociar para romper el impás actual. Evidentemente esto requerirá paciencia, pero la llegada del enfriamiento será inevitable. La historia así lo asegura.