En el aire, el caza da una impresión de ligereza: se detiene, vuela de lado, estrecha los círculos... como una hoja atrapada por el viento. ¿Es su conducción tan maleable como parece?  
Me gusta el Su-35, aunque sólo sea porque he tenido la suerte de ser el primero en hacerlo volar. Dispone de un excelente sistema de pilotaje. En aviones de generaciones anteriores sucedía que, con la pérdida de velocidad, se perdía también la capacidad de pilotaje del avión, que podía rotar, podía levantar la 'caída' por las alas; pero el Su-35 permite no preocuparse por este tipo de cosas. Sólo piense que el avión puede pararse en el aire, caer hacia abajo y la cola aún así logra mantener los parámetros angulares que defina el piloto. Controlando el Su-35, es posible hacer maniobras que antes parecían inimaginables. 
El caza Su-35 puede rastrear hasta 30 objetivos y apuntar con sus armas a diez simultáneamente. Los diseñadores de aviones afirman que el Su-35 puede abrir fuego contra todos ellos a la vez, disparando misiles.
¿Se reveló el potencial de la aeronave al completo?
La principal ventaja de los Su-35 no se puede demostrar en un espectáculo aéreo por razones obvias: su ventaja más importante es la eficacia en combate. Y aquí es posible dar cifras concretas: es un 40% superior a la del resto de aeronaves de cuarta generación, y el número de secuencias de parámetros designables es un 10% superior al de los aviones de la quinta generación. Las fuerzas aéreas malayas e indias realizan periódicamente maniobras con participación de aeronaves de fabricación rusa y, en combate aéreo, nuestros aviones no conocen rival. 
Y hablando del personal, ¿tiene usted algún discípulo talentoso, algún piloto de prueba?
Desde mi época, el reclutamiento en las academias de vuelo, con la particularidad de las famosas como Kaczynski o Borisoglebski (donde yo terminé), se ha reducido en gran medida, y el volumen de vuelos completados se redujo drásticamente. 

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Ya se sabe que, para preparar a pilotos de primera clase se necesita mucho tiempo: casi siete años más después de graduarse en la academia de vuelo. Además es importante tener donde elegir: la tecnología moderna requiere perfiles con talento. Yo he tenido suerte con mis discípulos: soy el jefe de servicio de vuelo en la empresa pública Sujói. Tenemos a siete pilotos de vuelo y seis de ellos ya pueden pilotar un caza de quinta generación. Uno quedó rezagado debido a frecuentes viajes de trabajo, pero recuperará pronto el ritmo. En principio, cada uno de ellos podría llevar a cabo el programa que demuestro en Le Bourget. 
Comenzó su carrera en la década de los 90, ¿cómo se las has arreglado para permanecer en la profesión?
Tuve suerte. Entré en la escuela de pruebas y, a pesar de los problemas de la fuerza aérea nacional, empecé volar. En el Centro de Pruebas de Vuelo del Estado había suficiente trabajo, y sucedía que en un turno (es decir, de seis a siete horas), yo me lo montaba para cambiar cinco veces de tipo de avión. 
Todavía recuerdo, por ejemplo, lo difícil que fue el primer aterrizaje en un portaaviones, cuando la pista, literalmente, sale de debajo de tus pies. 
En su opinión, ¿qué es lo que hace falta actualizar o mejorar en la aviación rusa?
Nuestros aviones de combate militares hoy día están en muy buena forma; en realidad, me gustaría que se mantenga este nivel y se estimule el desarrollo de nuevos proyectos. Pero, por supuesto, por la que debemos preocuparnos es por la aviación civil. Cuando veo, por ejemplo, un Airbus-380, pienso que éstos son los aviones que deberíamos hacer bien nosotros. Tenemos que entrar en este importante nicho de mercado, ya que la aviación civil sigue determinando en gran medida la imagen del país en el escenario internacional.