Carrera fue el primer chileno en luchar por la libertad y la autodeterminación de la Nación, hechos que durante 200 años no han podido ser consolidados, siempre se ha dependido de “otros”
Horacio Nelson
Cada vez que se concurre al centro de Santiago los días 15 de octubre, invito a cada uno de los lectores chilenos que habitan en la gran capital dirigirse a la Catedral donde se encuentran los corazones de nuestros próceres de la patria, Los Hermanos Carrera. Es una edificación colonial que aún se mantiene magníficamente y que alberga los restos de cientos de personas que hicieron algo por construir nuestra Nación. El esfuerzo de José Miguel Carrera y sus tres hermanos (Javiera, Juan José y José Luis) por construir nuestro país son relegados a un puesto que sólo permite una simple lápida de mármol con la inscripción: “La patria a los Carrera, agradecida de sus servicios y compadecida de sus desgracias”. Los cuatro hermanos siguieron el camino del dolor, aquel que nace de un altruismo por crear un Estado que fuera representativo de la nación formada en esta tierra.
Fue un camino que desdice por sí mismo a la historia que intentan formar los historiadores que mostraban a los Carreras y su actuar una acción de mozuelos disipados. Ser el primero en realizar algo en el país es sancionado con una serie de epítetos, intentar establecer bases más sólidas que el simple deseo de mantener el dominio de aquel lejano rey destituido por un invasor foráneo; el ser el primer idealista en formar la concepción de Estado y Nación; y aventurar en decir que es el primero en expresar la idea de un Estado chileno con su estructura socio-política, pujante y con la fuerza por desarrollarse de manera autodeterminada, le creo una serie de enemigos dentro de las filas conocidas como “patriotas”. Los Larraín, Juan Martínez de Rozas y Bernardo O’Higgins y los posteriores José De San Martín en unión con la Logia Lautarina, lograron realizar lo que los “realistas” no pudieron en el combate frontal.
José Miguel Carrera fue fusilado en la Plaza de Armas de Mendoza un día 4 de septiembre de 1821, a la edad de 35 años junto al Coronel argentino Felipe Álvarez y a un soldado de apellido Monroy, salvándose su fiel amigo José María Benavente. En Chile se tiene la idea que sus “calaveradas” lo transformaron en un simple guerrillero, aventurero, con sed de venganza, como sí su lucha por Chile fue también una situación impulsiva que no medía razón alguna. Su nobleza y franqueza que hasta en almas cuya conciencia es mayor que los simples sujetos seguidores de otros, generaba admiración y respeto. La perversidad con la que fue tratado en toda su vida libertaria, tanto en Chile como en Argentina, lo llevó a vivir aquella transfiguración en montonero en patria ajena, respaldando a caudillos por amistad; aunque muchos historiadores exponen que llegó a “alucinar con el sistema de la Federación”.
José Miguel Carrera nace un día 15 de octubre de 1785 dentro de una de las familias criollas aristocráticas, que conformaron el Coronel de las Reales Milicias y futuro vocal de la Primera Junta de Gobierno, Don Ignacio De La Carrera y Paula Verdugo Fernández. Fue el tercero de cuatro hijos: Javiera, Juan José, José Miguel y José Luis. A los nueve años fue enviado como cadete al regimiento de Caballería del Príncipe, donde obtuvo el grado de alférez del regimiento en 1791; al año siguiente es inscrito en el colegio “Carolino”, donde su temperamento inquieto, digno de ser etiquetado como niño “ritalín” empezó a notarse; allí establece amistad con Manuel Rodríguez Erdoíza. Los historiadores tienden a mostrar a ambos como jóvenes que no se podían mantener tranquilos, sus espíritus superaban a las normativas existentes, no se los miraba como niños con un alma inquieta por descubrir el mundo, sino como disolutos y rebeldes, estigma que les seguirá hasta después de muertos.
La tradición cuenta que José Miguel Carrera era un mozuelo que no se podía estar quieto, mantenerlo tranquilo un momento requería de un gran esfuerzo, para Diego Barros Arana, en su Historia General de Chile, expresa: “su vida de joven fue agitada y borrascosa, la inacción le era insoportable y falto de los estímulos que orientasen su energía, se dejó arrastrar por las turbulentas distracciones de la disipación…”. Los problemas “faldas” hicieron que Ignacio De La Carrera lo enviará al Perú, a Lima, donde su tío José María Verdugo – hermano de su madre-, debía enseñarle el oficio de comerciante, cosa que haría de manera rigurosa y con la severidad de un individuo prolijo hasta en sus más mínimas acciones. Pero su debilidad hacia el sexo femenino le condujeron a ser declarado prisionero, estableciendo su encierro en las mazmorras de la fragata “Castor”, “donde los marinos españoles que debían ser sus guardianes se transformaron en sus amigos” (Barros Arana, Diego. Historia General de Chile.). Esto le permitió fugarse después de un tiempo, retornando a Chile.
José Miguel Carrera poseía aquel magnetismo que sólo los líderes que nacen y no se hacen tienen, es la estrella que los lleva por un infartante devenir histórico que los puede llevar a alzarse con toda la gloria adquirida en su actuar o hacerles caer en el mundo de las odiosidades y malas intenciones que los acarrean al camino de la desventura y el sufrimiento por mantener la lucha por sus sueños e ideales. Surge en un momento en que parece no existir otra solución. Él tenía un espíritu de incansable actividad, un carácter franco y abierto, como asimismo una inteligencia superior a la normal, esto es expresado por historiadores detractores y que están a favor de él. Tanto llega su estrella que conlleva a expresar en las personas por considerarse “carrerino” u “o’higginista”.
En 1807 es enviado a España donde prestará servicios en los Regimientos de Voluntarios de Madrid y Húsares de Farnesio contra los ejércitos de Napoleón, participando en una serie de batallas como la “ocupación de Mora”, la retirada de Consuegra, la batalla de la Talavera ascendiendo al grado de Sargento Mayor del Regimiento Farnesiano Húsares de Galicia. En Cádiz conocerá a José de San Martín aquél General trasandino que años después será peor que “la familia Larraín”, desterrando, sometiéndolo a penas punitivas y a una pobreza que lo transfigurará en un personaje de temer, en la oligarquía argentina.
Carrera en España influenciado por la acción decisiva de la Corte de Cádiz, por reconocer primero a Fernando VII Borbón como el único rey de España y posteriormente establecer un acta constitucional que le daba plenos poderes hasta que el rey jurará ante la nueva Constitución, en conjunto con el espíritu que empezaba a nacer en los militares de origen americano, y a las lecturas del Contrato Social de Rousseau, El Leviatán de Hobbes y las obras de otros pensadores dentro de los cuales están Montesquieu, Voltaire, Diderot, Hume, Locke y Kant, formaron sus sueños de ver a su tierra independiente y soberana, con poder de autodeterminarse.
José Miguel Carrera, según Francisco Encina en su historia de Chile, templa su carácter en el mundo militar; las heridas sufridas en combate permitieron estructurarlo, frenando incluso sus ímpetus. El vivir la guerra y hacer frente a la muerte con la espada en la mano y a galope, le mostraron un camino donde su espíritu podía volar, combatir y salir victorioso, logrando en él la confianza del guerrero por lograr objetivos más concretos y constructivos que el combate y la matanza.
Las lecturas de la ilustración sumados a los momentos históricos que vivía España con su Corte de Cádiz, despertaron sus deseos de retornar a Chile, siendo interpretado en la península ibérica como un acto de sublevación al imperio español y sufriendo un breve tiempo de encarcelamiento “por actos de insurgencia contra el Rey de España”. El Consejo de Regencia al final levanta el castigo liberándolo y autorizando a su vez el regreso a su patria, con la libertad para seguir vistiendo el uniforme de Sargento Mayor de los Húsares de Galicia. “El 17 de abril de 1811 se embarca en el navío inglés “Standard”, fragata que arribaría a Valparaíso el 26 de junio de ese mismo año (Encina, Francisco, Historia de Chile. ).
Arribado a la ciudad de Santiago y después de un breve tiempo donde se dedico a observar e interiorizarse sobre el proceso que se venía gestando en el país; da un Golpe de Estado, con la finalidad de acelerar los procesos emancipadores y colocando a la cabeza del gobierno a los miembros del grupo conocido como “Los Larraín”. Ellos (los Larraín), encabezaban a una serie de personajes que buscaban obtener el autogobierno de la otrora Capitanía General de Chile.
Los Larraín una vez que se consolidaron con el poder, intentaron alejar a José Miguel Carrera y luchaban por mermar su influencia dentro de la población y del gobierno. Al percatarse de esto, Carrera decidido a evitar el ascendente predominio de los Larraín en Santiago, de Martínez de Rozas en Concepción, decide dar un nuevo Golpe de Estado, el día 15 de Noviembre de 1811, reemplazando a la Junta de Gobierno por una nueva de tres miembros representantes de las zonas de Coquimbo, Concepción y Santiago (Marín, Martínez de Rozas y Carrera).
Carrera pensaba que “las reformas republicanas unidas al poder absoluto; dividida la opinión por la divergencia de los partidos; la ambición disfrazada con el ropaje de Bien Público; una autoridad sin reglas para mandar; un pueblo sin leyes para obedecer, cual nave sin gobierno en medio de las olas, fluctúa entre las convulsiones de una anarquía, presentando a Chile, en su estado de oscilación, un cuadro de crisis espantosa” (Carrera, J.M. “Diario Militar). Es en sí pasto seco para la intervención de cualquier fuerza extranjera medianamente organizada.
El gobierno de Carrera, entre los años 1811 y 1813, realizó una serie de acciones en Pro de la autodeterminación, que aún son consideradas como actos de desarrollo para el país, destacándose: La creación del primer periódico nacional. “La Aurora de Chile” en 1813, cuyo primer editor fue Fray camilo Henríquez, cuyo seudónimo Quirino Lemachez fue un prolijo exaltador de la libertad y la independencia; El primer esbozo de Constitución Política denominado “Reglamento Constitucional de 1812”, la que permitiría la independencia política y social de Chile; hizo que la educación se impartiera en los monasterios tanto para hombres que para mujeres, sin distinción; creó el Instituto Nacional; se comenzó a formar la incipiente Universidad de San Felipe; se crea la Biblioteca Nacional; dispuso el mejoramiento de los hospitales; Crea el Hospital Militar; Da estructura y formación a las “Guardias Nacionales”, uniformándola a la usanza de los Húsares de Farnesio ; forma el regimiento de “Infantes de la Patria”; crea la primera bandera nacional y el primer escudo; hermosea la Alameda de las Delicias; y crea una incipiente industria nacional, de tejidos.
Su espíritu creador e inquieto va conformando el cuerpo de un país que desea ser autónomo e independiente de cualquier poder del mundo. Las calaveradas que juzgan fácilmente los escritos sobre la historia del país sobre José Miguel Carrera, permiten apreciar lo adelantado en su percepción sobre lo que es un Estado, una Nación y de las necesidades reales que el país iba requiriendo para luchar por su autodeterminación. No sólo el saber luchar con la espada y el fúsil en un campo de batalla bastarían, sino una lucha donde el poder intelectual de un pueblo marcaría su propio devenir.
Chile era un territorio que aún no concebía la idea de ser un Estado independiente hasta después de la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana del Mariscal Santa Cruz. Incluso hay muchos historiadores que expresan que no hubo sentimiento patrio hasta después de la batalla naval de Iquique y el sacrificio de Arturo Prat por su patria, por su país, que no es lo mismo que combatir por mantener un sistema económico.
La serie de Golpes de Estado que realizó, conformó una serie de enemigos dentro del país, personajes como Martínez de Rozas, Fernando De La Lastra, Bernardo O’higgins, Juan Mackenna y una serie de personajes que pululaban alrededor de estos y de la familia “Larraín”. Todos ellos comenzaron en un tiempo u otro a combatirlo, a desgastar sus fuerzas, a destruir sus esfuerzos por derrotar a los invasores “godos”. La guerra al interior de las fuerzas que intentaban hacer de Chile un país independiente donde Carrera se había alzado con el liderazgo, tuvo una serie de enemigos y detractores que socavaron sus preparativos y requerimientos para combatir al enemigo en común, esto llevo a una lucha revolucionaría en la región cercana a Santiago, denominada “Las tres acequias”, cuyas consecuencias se verían en el desastre de Rancagua.
Un ejemplo de esta situación es Juan Martínez de Rozas que “en Concepción organizó una junta provincial para oponerse a Carrera y desconocer todo lo obrado por éste. Por momentos se previó una guerra civil, pero Rozas, dándose cuenta del descontento y daños que provocaría, trató de parlamentar, pero Carrera, que había acuartelado sus tropas en Talca y avanzó hacia el sur, sólo aceptó reunirse con Rozas cerca del paso Duhao. Se pactó una transacción en la cual Carrera reconocía a la junta de Concepción y se convino en el retiro de las tropas, lo que hizo el 3 de mayo de 1812. Pero a pesar del pacto, estalló en Concepción un movimiento que derribó a la junta provincial y Martínez de Rozas fue recluido en su domicilio, siendo posteriormente trasladado a Santiago y deportado a Mendoza por Carrera el 10 de octubre de 1812.” (La Aurora de Chile. Proyecto Newtenberg).
Martínez de Rozas era miembro de la Logia “Caballeros Racionales”, de la cual se dice que Carrera también pertenecía; si hubiese sido así la animadversión entre ellos no se hubiera exteriorizado sino que por el contrario esto sería saldado dentro de la misma cofradía masónica. Por eso se puede comprender que O’higgins y San Martín actuaran con tanto rencor contra Carrera, pues quien perjudica o daña a un hermano masón agrava a todos los demás miembros de la logia.
Se expone en varios relatos históricos que José Miguel Carrera habría pertenecido a una logia masónica; involucrándose primero a él a la logia conocida como “los Caballeros Racionales”, motivo de su estadía en Cádiz y el compartir con varios miembros provenientes de América y que luchaban por derrocar a Napoleón en España. Después se expresa que acepta ingresar a la “logia de San Juan” en Estados Unidos. Esto da el parecer que las logias masónicas estaban motivadas por hacer miembro de ellas a José Miguel Carrera.
Conviene expresar que las instituciones de origen masónico tienden a estudiar a los sujetos que pueden ingresar a su organización; antes de realizar el rito de iniciación el individuo es observado por los diferentes miembros de la logia, lo estudian, viendo sus inquietudes intelectuales, sus motivaciones, sus conductas, sus aptitudes, por lo cual, da la sensación que José Miguel Carrera estuviese en esa posición en vez de que perteneciese a una de ellas, pues sino, su historia seria otra…
Otra situación histórica que se expresa en diferentes libros que tratan sobre él, consiste en expresar que no poseía dotes ni habilidades militares, dejando estas destrezas para los oficiales Juan Mackenna y Luis Carrera. Se olvidan de su historia guerrera en España y el grado de Sargento Mayor de los Húsares de Galicia. El poseer el grado obtenido por Carrera en el ejército español, es el reconocimiento a una serie de actividades que involucran el combate, la táctica, la estrategia, además de instruir sobre ellas a los oficiales, el estudio del terreno donde se combatirá, la zona que se “libertaria” una vez logrado el triunfo de la batalla, las vías a utilizar para avanzar o para retirarse, ubicar las zonas más seguras para el descanso de la tropa y operar como explorador hasta tomar contacto con las fuerzas enemigas. Entonces, no cualquiera podía llegar a ser un Sargento Mayor.
Lo anterior derriba por el mismo acto de poseer aquel grado castrense la exposición histórica sobre su carencia militar. El problema de José Miguel Carrera es pensar que todos estaban capacitados para llevar las acciones conducentes a obtener la independencia del país y que ellos concebían la misma idea que él. Un conocimiento obtenido por experiencias vividas en forma personal y por una lectura de la cual fue ávido consumidor, que llevaron a Carrera a conformar el sentimiento de lograr hacer de Chile un país independiente y soberano, aspecto que al parecer nunca tuvieron quienes ostentaban alguna cuota de poder dentro del partido “patriota”, inclusive los oficiales del novel ejercito chileno carecieron hasta bien entrado el siglo XIX del sentimiento patrio.
Muchos historiadores exponen que se obtiene gracias a la guerra contra la Confederación Perú-boliviana del Mariscal Santa Cruz, y el triunfo chileno obtenido en Lircay, para otros se consolidó debido al acto heroico de Arturo Prat que ofrendo, en forma conciente, su vida por la patria despertando el interés por el conflicto en toda la población chilena que sintió el acto como un remezón que despertaba los albores del amor a la patria. Pero el leer libros sobre Carrera y su vida van mostrando otra cara del prócer, una no conocida por la gente y ocultada por la historia que se cuenta y escribe, que lo demuestra díscolo, aventurero, juerguista, poco serio y mal estratega. Esto último se lo endilgan como virtuosidad innata al irlandés y Coronel de artillería Juan Mackenna y al Coronel de Caballería Luis Carrera, los demás oficiales son mostrados como sujetos apasionados que por su fuerza en el brazo donde portaban la espada hicieron su nombre.
Viendo la situación que se vivía en la Capitanía general de Chile, el Virrey del Perú, Fernando de Abascal envía una expedición militar a cargo del Brigadier Antonio Pareja para volver a poner orden al territorio denominado en ese entonces como Capitanía General de Chile. La historia cuenta que el Virrey envió dos expediciones, una vía marítima que tenía la misión de recuperar Chile y la otra destinada a recuperar los territorios del Virreinato de La Plata. El primero que derrotara a los “insurgentes” tendría que apoyar a los otros cruzando la cordillera de Los Andes, como si conociesen la existencia de un plan insurgente (plan Maitland), en el cual se basó José de San Martín para realizar sus preparativos para invadir Chile y de los actos que realizó O’higgins y la familia Larraín para boicotear las obras de Carrera.
José Miguel Carrera al conocer que venía una expedición que recluto tropas de Chiloé y Valdivia, para desembarcar en Concepción y de ahí amenazar a Santiago, renuncia al mando del gobierno entregándoselo a Fernando De La Lastra y asumiendo el mando de las tropas patriotas con el cargo de general en Jefe. La expedición arribó a la Bahía de Talcahuano con una fuerza de 2.000 hombres, la mayoría oriundos del sur del país, aumentando sus fuerzas con las tropas de Concepción y Chillán, llegando a los 5.000 hombres en armas. Distinguíanse ya en esas huestes la figura del capitán español, Juan Francisco Sánchez y del Coronel de milicias, Clemente Lantaño, que mantendría la bandera realista al tope del mástil hasta el año 1825, formando parte de las montoneras de Benavides y los Hermanos Pincheira.
Ante el avance de la fuerza realista, Carrera logra concentrar una fuerza cercana a los 4.500 hombres con la que sale de Santiago, en Talca se le pliegan las fuerzas que comandaba Bernardo O’higgins logrando establecer un ejército formidable con el cual enfrentaría a las tropas de regulares españoles. Al interior de las fuerzas realista existía la desmoralización de los regimientos chilotes, al no querer pasar más allá del río Maule, principal causa del fracaso de reconquista de Chile. Esto ocurriría en todas las invasiones posteriores que “los godos” realizaban contra Chile, los chilotes no traspasaban el Maule. Aunque esto permitió conformar una fuerza formidable posteriormente y cuando se había afianzado la independencia después de Maipú, a pesar de no obtener recursos del virreinato del Perú, que puso en peligro la soberanía al sur del país y los aprestamientos de la fuerza expedicionaria contra el Perú (ejército libertador y la escuadra libertadora).
El primer encuentro entre “godos” e “insurgentes” evoca por su cercanía al Maule al combate entre Mapuches y Conquistadores con sus “indios auxiliares”; el lugar denominado Yerbas Buenas fue la zona donde acamparon los realistas que fueron sorprendidos por un destacamento patriota al mando del Coronel Puga, que hizo creer a las extenuadas fuerzas españolas que era atacada por todo el ejército insurgente, en un momento que al parecer la mayor cantidad de hombres se encontraba descansando después de una ardua marcha, obligándolos a retroceder en derrota hacia Chillán, seguido a corta distancia por las fuerzas de Carrera. El capitán Sánchez que asumía el mando por la enfermedad que aquejaba al Brigadier Pareja opone una fuerza de combate a los patriotas en San Carlos, para así permitir que la mayor cantidad de hombres llegase a Chillán y posteriormente las milicias que enfrentaron a los insurgentes huyeran hacia la ciudad también.
Según los relatos fue José Miguel Carrera quien alcanza a las fuerzas realistas en San Carlos -y no una planificación de Sánchez como pareciese ser-, volviéndolos a derrotar pero el arremolinamiento que se hace entre el ímpetu desordenado de sus milicias y tropas regulares por apresar a los enemigos pierde la oportunidad de asestar un golpe final a las fuerzas realistas, logrando, además que estas se guarecieran en Chillán, y enfrentaran el invierno en la seguridad de una pequeña urbe colonial. Aquí los españoles se reorganizaron, arreglaron su armamento y formaron nuevos escuadrones de milicias que fueron instruidas por Clemente Lantaño, alcanzando una eficacia que llevo al apresamiento después del mismo José Miguel Carrera y uno de sus hermanos.
El que Sánchez se guareciera en Chillán decidió a Carrera dirigirse a Concepción y Talcahuano ocupándolas con la finalidad de cortar toda oportunidad de hacer llegar suministros a las huestes realistas ubicadas en la ciudad antes mencionada y lograr su rendición sin disparar un tiro. Su empeño por hacer notar a los “godos que se encontraban sin oportunidad alguna de escapar hizo que montará una labor tan eficiente para dotar a las tropas que se encontraban al aire libre de protecciones contra la lluvia, de buenos refugios y ropaje apto para enfrentar las inclemencias del tiempo. La escasez de abastecimientos que se habían comprometido ha enviar desde Santiago comenzó a pasar la cuenta en las fuerzas sitiadoras, generando una deserción de proporciones y una merma por enfermedades de la estación. El fallecimiento del brigadier Antonio Pareja dio luces al Capitán Sánchez a mostrar sus dotes de resistencia y organización militar.
El sitio de Chillán no sólo fracaso por las enfermedades y la falta de suministros y vestuario para la fuerza sitiadora, sino por la inacción de Santiago para mantener dotado a su fuerza militar con todo lo que requerían para lograr la victoria en la campaña establecida y la evolución de la guerra. Los patriotas enfrentaron la serie de combates o escaramuzas con los realistas y las inclemencias del tiempo con un estoicismo digno de resaltar, pero sucumbieron al carecer de víveres y municiones que exigió que al décimo tercer día se levantará, retirando a la tropa como si hubiese sido derrotada, perdiendo así la ventaja y los logros obtenidos, lo que conllevó al triunfo de las argucias de la familia “Larraín” y a la posterior derrota de las tropas patriotas en Rancagua.
Los combates en los alrededores de Chillán – El tejar, Lajuelas y Maipón-, que fueron escaramuzas de gran calibre no permitieron consolidar el triunfo de las fuerzas de Carrera, lo cual hubiese cambiado la historia de Chile; pero el diez de agosto de 1813 es la retirada a un cerco que se desgastó por la falta de apoyo y mancomunión de los gobernantes de Santiago por las tropas que luchaban por la consolidación de la patria en el Sur. Las fuerzas patriotas se desgastaron el moral, lo anímico y lo psicológico, sino que también comenzó a verse los atisbos de un quiebre en el ejército gracias a las acciones políticas que conjuraban contra el General en Jefe.
El conflicto desatado en forma subrepticia por la familia “Larraín” que dividía al país no sólo entre partidarios del rey y partidarios de la patria, sino que dentro de estos últimos se abría una espada de Damocles que los partía en adeptos y enemigos de los Hermanos Carrera. Un conflicto que se mantuvo latente desde el Golpe de Estado contra Los Larraín que anulo la Junta de Gobierno por un triunvirato representativo de las regiones de Coquimbo, Santiago y Concepción, que aminoraba el poder oligárquico logrado por los Larraín.
José Miguel Carrera parece no comprender que se obraba una conspiración oculta contra su persona y su familia, no podía entender que no se le brindaba apoyo alguno a sus requerimientos militares, los cuales se necesitan para hacer la guerra. Su motivación superior a su propia persona le llevó a renunciar al mando del gobierno para ponerse a la cabeza de las fuerzas que se opondrían al invasor realista. Carrera con este gesto demuestra que estaba dispuesto a dar los mayores sacrificios por el país, en pos de su independencia, de su tierra; de romper con la hegemonía del imperio a la cual estaba supeditada.
La negación de enviar los pertrechos y suministros que necesitaban para mantener a la fuerza militar activa en plena campaña bélica, hizo que el 17 de octubre de 1817 sucediera la Sorpresa de El Roble, que generó en una fuerza militar entumida y hambrienta el mismo pánico que el logrado por los patriotas en Yerbas Buenas, y que logra transformarse en victoria gracias al ímpetu de Bernardo O’higgins, quien logra ordenar a los hombres y hacerlos dar frente a las jactanciosas fuerzas realistas que se creían victoriosas de el lance. En tanto que algunos oficiales pidieron a Carrera que huyera para no caer prisionero, lo cuál hace arrojándose al río.
Los fracasos obtenidos en el cerco de Chillán y en la sorpresa de El Roble motivaron a Fernando De la Lastra, en concomitancia con “los Larraín” y Gaspar Marín cambiar al General en Jefe, recayendo el mando en la persona que había vivido bajo el alero de Juan Martínez de Rozas, después de haber retornado de Inglaterra y haberse unido al ideario que este abogado nacido en Mendoza, expresaba. Bernardo O’higgins, asume el mando en Concepción de las manos de José Miguel Carrera en el mes de noviembre de 1813.
En esa época una serie de montoneros realistas asolaban la región al sur del Maule, las que eran comandadas por el Coronel Clemente Lantaño y otros oficiales partidarios del rey. Clemente Lantaño era conocido de Bernardo O’higgins. Él (Lantaño) embosca a Carrera haciéndolo prisionero cuando marchaba de Concepción a Santiago, llevándolo a Chillán donde es encarcelado junto a su hermano Luis Carrera. Las milicias españolas en ese tiempo no vestían uniforme colorido, como uno pudiera imaginar, usaban un pantalón negro, poncho y sombrero alado de color negro y debajo los restos de sus antiguos uniformes, siendo su principal arma la lanza forjada de las rejas que protegían las ventanas en la ciudad de Chillán.
En el mismo día que O’higgins recibía el mando desembarcaba en las costas de Arauco, el Brigadier español Gabino Gainza con una fuerza militar proveniente del mismo Virreinato del Perú con respaldo de fuerzas sacadas de Chiloé y Valdivia, y sin perder tiempo marcha hacia Chillán, donde el Capitán Sánchez le entrega el mando de todas las fuerzas hispánicas del país. En ese tiempo por causas del abandono que hace el gobierno de Chile de la región optan en masa por la causa realista. Desde el Maule al Sur la población se vuelca en su totalidad hacia el ideario “godo”, quedando sólo una minoría a favor de la patria.
La historia cuenta que las tropas patriotas desde Talca hasta Concepción vivían en la miseria más grande cuando Los Carrera eran los máximos dirigentes del ejército; sin vestimenta, con las armas en mal estado por la propia incapacidad de la oficialidad carrerina que prefería “las turbulentas aguas de la disipación que abocarse a la organización y mantención de la estructura militar”. Una forma curiosa de ocultar los procesos de no envío de los requerimientos que Carrera realizó al gobierno de De La Lastra, quien los veía excesivos y onerosos para una campaña militar; es a simple lectura un complot bien encubierto a través del tiempo que ha mostrado a un hombre de correcta actitud como un sujeto de la peor ralea humana.
La animadversión de realistas y anticarrerinos se unieron en Concepción para mostrarlo como un sujeto de la peor clase rodeados de una oficialidad que distaba mucho de ser combatientes debido a las políticas de retirar las rejas de las ventanas para crear lanzas y al cobro de indemnizaciones a los partidarios del rey para reparar uniformes y armamento, misma actividad que realizó Sánchez en Chillán y que recibió el respaldo de la gente de la ciudad, incluso las telas existentes de color negro le permitieron uniformar a su fuerza, las cuales eran cosidas por las mismas mujeres de la ciudad, en tanto que las fuerzas patriotas vivían como una fuerza de ocupación pauperizada por la falta de recursos que no enviaban desde Santiago.
Mientras Sánchez empezaba a recuperar la fuerza realista –logrando montar fuerzas guerrilleras de cerca de los mil hombres ordenados y uniformados-, Carrera veía como se iba mermando aquel ejército que en tiempos de paz había logrado conformar, se confundían los uniformes de los infantes de la patria con las de los guardias nacionales y las milicias, se mezclaban las vestimenta de salida con la de cuartel, evitando cada oficial y soldado mostrar sus vergüenzas al aire, más que a un ordenamiento militar en el vestir.
El fracaso de Carrera se debe más a una serie de acciones en pos de afectar su estrella, no importando el costo de tal actuar. Era una guerra interna dentro del partido patriota, motivada por los rencores logrados al disminuir el poder de Los Larraín, el exilio del masón Martínez de Rozas y al mostrarse intelectualmente capaz a pesar de su edad, para dirigir el devenir del país más que sus enemigos que pareciesen querer tomarse el poder para beneficio personal.
Al caer Carrera y su hermano prisionero de los españoles permitió a los partidos patriotas pelearse el poder, el cual alcanza los partidarios de “los Larraín”, previo pacto con los “del Sur” que dirigía Bernardo O’higgins desde que fue exiliado “el caballero racional” Juan Martínez de Rozas, logrando que Fernando De La Lastra se perpetúe en el gobierno, ya no como interino sino su fiel director. Se puede aventurar que la Gran Logia Masónica Hispanoamericana y su corriente de “los Caballeros Racionales”, tuvo fuerte ingerencia en las acciones tomadas por los dirigentes independentistas, donde los Carreras eran vistos como unos entrometidos e inoportunos. Juan Martínez de Rozas, la familia de “los Larraín”, conocida también como las de los “ochocientos”, Juan De Dios Vial, Gaspar Marín, Gregorio Argo medo, Fernando Márquez De La Plata, pertenecieron a alguna de las ramas de esta logia que mantenía el ideario de la Gran Logía formada en Francia y trasladada posteriormente a Londres por Francisco Miranda.
Según la historia el tratado de Lircay firmado por patriotas y realistas fue con la finalidad de ganar tiempo. Para los “insurgentes” el tiempo corría en contra de sus fuerzas, disgregadas por las actitudes políticas poco claras de su gobernante que dañaron a su principal General, dejando que cayera prisionero de los realistas, con el ávido deseo que estos dieran cuenta de él; y los realistas que se mostraban victoriosos y se ufanaban de tener al máximo líder del movimiento independentista en su poder, prisionero en Chillán.
Según José Miguel Carrera el General español Gabino Gainza nunca estuvo a la altura de un militar de oficio, sus actitudes mostraban una vulgaridad que ni el soldado de menor grado exponía en su actuar. El despotismo con el cual trataba a sus prisioneros se extendía a las tropas de hombres nacidos en esta tierra, lo que motivo, sumado al ascendente que tenía Carrera, permitieron que se le uniese una gran parte de la soldadesca chillaneja, cuando fue liberado gracias al Tratado de Lircay y su artículo tres. Muchos piensan que fue Gabino Gainza quien dejo que huyeran para dejar en letra muerta el tratado.
Gainza creía fuertemente que los patriotas intentarían rescatar a su General, lo que permitiría batirlos con mayor facilidad y dejando abierto el campo para marchar sobre Santiago. La inoperatividad patriota hace que sus milicias salgan a realizar correrías contra los insurgentes estableciéndose las batallas de El Quilo y el Membrillar, donde sus fuerzas eran batidas por los patriotas al mando de O’higgins y Juan Mackenna. Esto lleva a decidirse marchar sobre Santiago con su fuerza de regulares intacta y una milicia curtida por los combates anteriores.
Gainza para no desgastar sus fuerzas traídas desde el Virreinato del Perú pone a la vanguardia a las curtidas tropas de Sánchez, quienes enfrentaron el cerco de Chillan, siendo las tropas comandadas por Clemente Lantaño e Ildefonso Elorreaga las primeras en cruzar el Maule, se toman Talca, fusilando al Coronel Español Spano por traidor a la causa del rey y baten a las fuerzas patriotas que comandaba el Coronel argentino Manuel Blanco Encalada, el día 29 de marzo de 1814.
Elorreaga y Lantaño se dedican a generar el terror en la zona al Sur del Maule, gracias a la inactividad de los soldados patriotas por causas de la desmotivación moral a la cual se habían sumido por el desastre del sitio de Chillán, la sorpresa de Cancha Rayada y el caer en manos de su enemigo el General que los había comandado. En esa situación Gainza se dedicaba a instruir a las fuerzas chilotes y valdivianas en Chillán, para dejarlas al mismo nivel que las provenientes del virreinato, para en forma posterior reunidos todas sus fuerzas militares marchar hacia Santiago; en tanto O’higgins y Mackenna realizaban una marcha paralela sin aponérseles en batalla a los realistas.
Estas marchas eran una carrera hacia el Maule, el que cruzaba primero tendría la ventaja del estuario y son los patriotas los primeros en cruzar y hacer frente a los realistas en la zona de Quechereguas, donde son derrotados más la suspensión de las hostilidades y la firma del Tratado de Lircay salvaron a los españoles. Se dice que el tratado de Lircay cae en letra muerta al contemplar un artículo secreto que José Miguel Carrera y su hermano Luis serían entregados al gobierno para luego deportarlos, como relatan la historia que se ha hecho de Chile y al escapar estos, el pacto no se puede cumplir.
El tratado de Lircay es un pacto establecido por el “General en jefe del Ejército Nacional” (realistas), Brigadier Gabino Gainza y “el cuartel maestre del Ejército de Chile”, Coronel Bernardo O’higgins y el Coronel de artillería, Juan Mackenna, gracias a la gestión del comandante de la fragata inglesa “Phoebe”, Don Santiago Hillyar . El acuerdo de Lircay consta de dieciséis artículos que intentan, al parecer, solucionar parcialmente el conflicto, dividiendo momentáneamente al país en dos, a contar del río Maule, una región Pro española y otra patriota mientras se cumplen los compromisos de reconocimiento de Fernando VII como único soberano por parte de la Junta de Gobierno de Chile, el negociar con España y los países aliados como Portugal e Inglaterra y sus territorios extracontinentales, entre otras propuestas. Es en sí una sanción a la Junta de Gobierno por revelarse al poder del Rey Fernando VII, como asimismo el aceptar el restaurar las fuerzas hispánicas y sus fortalezas con costo del nuevo gobierno, junto al pago por causas de guerra y una vez logrado las tropas de los “ejércitos nacionales” (Godos), se retirarían de la totalidad del país.
Al leer el Tratado de Lircay en ningún artículo existe una referencia particular sobre el trato que tendrían los hermanos Carrera prisioneros por los “godos”, ni que serían entregados a los patriotas para que ellos los deportaran, pareciese que esta historia fue creada por mentes cuya imaginación va más allá de los expuesto en el tratado. El único artículo que menciona el liberar a los prisioneros es el nª3, donde se expresa: “se restituirán recíprocamente y sin demora todos los prisioneros que se hayan hecho por ambas partes sin excepción alguna quedando enteramente olvidadas las causas que hasta aquí hayan dado los individuos de las provincias del reino, comprometidos por las armas con motivo de la presente guerra, sin que en ningún tiempo pueda hacerse merito de ellas por una ni otra parte. Y se recomienda recíprocamente el más religioso cumplimiento de este artículo”. Por lo cual el imaginar un intento por deshacerse de los Carreras, sólo recae en el deseo de los enemigos existentes dentro del partido patriota y que se han mencionado antes.
El artículo número tres del Tratado de Lircay echa por tierra la idea de que José Miguel Carrera y su hermano huyeran gracias a la ayuda de los soldados chillanejos, al contrario los hermanos Carrera son liberados junto a otros prisioneros y a los soldados del partido realista que vivían en la región de Concepción. Esto se ve ratificado en las últimas líneas del artículo 2 del mencionado tratado al decir: “…se licenciarán todos los soldados de la provincia de Concepción y sus partidos, si lo pidiesen.”
El tratado de Lircay es un pacto digno de ser analizado, pues deja entrever los intereses que movían y aún mueven a ciertos sectores del país, permitiendo fortalecer a las fuerzas enemigas y sus fuertes, recuperar a sus prisioneros, a ceder ante la presión cediendo soberanía y pagar por daños por guerra. Lircay es un fenómeno protocolar que demarca el devenir de la independencia y que muchos desean ocultar, por las vergüenzas de los firmantes; además permite comprender una serie de hechos posteriores, incluso de la modernidad y la recuperación de la democracia, que no permiten el desarrollo sino que una dialéctica involutiva de la nación, como si ella tuviese fecha de término y que hoy por hoy se está alcanzando.
El mismo tratado generó dentro del mundo patriota un disconformismo del cual los oligarcas no se percataban. Una incompatibilidad con el grupo que dirigía el devenir de Chile encabezado por Francisco De La Lastra. A ese entorno llega Carrera a Santiago, quien es incentivado por la gente, sus hermanos y partidarios de realizar un nuevo Golpe de Estado, recuperando de esta forma el cargo que había cedido para comandar al ejército de Chile en su campaña independentista. Su primera acción fue cursar el destierro a ciertos miembros de “la familia de los ochocientos”, como los Irisarri y los Mackenna, que marchan hacia Argentina cruzando los Andes a vivir su desarraigo.
Carrera se aprecia más decidido a acabar con los poderes oligárquicos que han asumido el poder en Chile, quienes al ver su hegemonía en riesgo ante el Golpe de Estado hacen estallar la revolución, al verse en igualdad de fuerzas, pues poseen parte del ejército dirigido por un hombre que se aprecia de valiente y fiel seguidor del grupo “de los ochocientos”. Bernardo O’higgins moviliza sus tropas que estaban acantonadas al norte del río Maule, marchando hacia Santiago; Carrera al saber de este desplazamiento traslada a sus fuerzas al área conocida como “Las Tres Acequias”, dispuesto a enfrentar a la fuerza o’higginista. El movimiento que realiza O’higgins coloca en una grave posición todo lo obtenido para ganar la independencia – aunque esto ya se ha perdido al ser él uno de los firmantes del Tratado de Lircay-, pero el desplazamiento de un ejército que custodiaba los limites o fronteras de un incipiente país, abandonando la zona que custodiaba para evitar la invasión enemiga para confrontar en una revolución a los suyos, en una situación que requiere la permanencia en el lugar donde estaban acantonados, demuestra un desprecio por el esfuerzo entregado y una sed de venganza mayor que el luchar por la independencia de la patria.
El 26 de agosto de 1814, fue uno de aquellos días donde el desorden político adquiere luces y no pueden ser superados debido a la pugna por mantener aquella hegemonía lograda al destituir a Carrera de todo mando (gobierno y ejército y su posterior prisión en manos realistas); O’higgins impulsado por una ceguera conducta de animadversión a lo que Carrera significaba para los que deseaban el gobierno para sí mismos, abandona junto a sus fuerzas la zona que mantenían después del triunfo de Quechereguas y del Tratado de Lircay, con la cual aventajaba a las fuerzas enemigas, las realistas, dirigiéndose a combatir a las tropas patriotas partidarias de José Miguel Carrera que se ubicaban en la zona de “Las tres acequias”, aún conociendo que Gainza había dejado el mando, siendo reemplazado por el general español Mariano Osorio.
Aquella decisión de Bernardo O’higgins costará al país el derecho de independizarse sin la ayuda extranjera. El combate de “las tres acequias” puso en derrota a parte de la fuerza militar que se requería para combatir al ejército español, que reforzado con tropas provenientes de España avanzaba hacia Santiago. Los realistas venían conformados con fuerzas del “Burgos”, “Los Talaveras de La Reina” que se sumaban a las tropas que provenían de Chiloé, Valdivia, Chillán y el mismísimo Perú.
La reconciliación entre O’higgins y Carrera era como “el beso de judas”. El retiro de la división de O’higgins de un punto estratégico vital que ponía a “tiro de cañón del enemigo” que intentase cruzar el Maule y que será nefasto para la patria. Si O’higgins se hubiera quedado en el lugar que protegía de la invasión goda a la zona patriota, el proceso histórico, tal vez hubiera sido otro, las tropas godas al intentar cruzar el río se desgastarían, sufriendo grandes pérdidas obligando su retiro a la zona de Chillán y a vivir el mismo proceso que el vivido por el brigadier Antonio Pareja.
La derrota de Rancagua fue un hecho ocasionado por las acciones políticas y rencillas internas cuyo interés primordial era sacar a los Carrera de la lucha por la hegemonía del gobierno. El poder se dividía en el otorgado por la gente de la nación y el obtenido por la aristocracia obtenida. El descalabro de aquella batalla no se debió a la falta de armamento, sino que a una sumatoria de eventos donde se encuentran la animadversión por parte de “los ochocientos” contra Carrera, el Tratado de Lircay, la Revolución y batalla de las “tres acequias”, a la partición de las fuerzas patriotas en dos divisiones y la mala visión de O’higgins de creer que la ciudad de Rancagua, ubicada en terreno llano se prestaba para realizar la defensa de Santiago, generan la debacle a la cual habían conducido las acciones de quienes estaban dirigiendo el gobierno entre el segundo Golpe de Estado de J.M. Carrera y el tercero de este.
O’higgins sin Mackenna era un soldado que sólo sabía embestir al igual que Ramón Freire, sableadores que montados a caballo podían embestir hasta un muro y salir victorioso; así, junto a Luis Carrera atacaron a las fuerzas que los asediaban rompiendo el cerco con una porción de los combatientes patriotas. El desastre de Rancagua ocurrió el primero y dos de octubre de 1814 y con ella cae el deseo chileno por independizarse y pasa a depender su libertad de una fuerza extranjera.
La población de Santiago huye hacia Mendoza protegidos por la tropa de José Miguel Carrera, quien se queda en la ciudad de San Felipe para proteger la huida de la gente; en tanto O’higgins llegaba a Mendoza junto a los primeros sujetos que arribaban a la ciudad trasandina. José de San Martín sale a recibir a O’higgins dirigiéndose al paso de Uspallata, actitud que no toma con Carrera a quien recepciona en la misma ciudad de Mendoza y no como el gobernante de Chile. La historia relata que la entrevista de San Martín y Carrera, fue muy de alto tono, mostrando que este último “era un mozuelo altanero y ambicioso”, olvidándose que él llegaba con el máximo cargo del incipiente Estado chileno. Para posterior ser amenazado, acorralando a los miembros leales a él con las fuerzas mendocinas que al arribo les habían retenido las armas “dejándoles a los oficiales de rango más alto sólo sus espadas”.
La estadía de José Miguel Carrera “en Argentina no fue placentera ya que José de San Martín lo manda a prisión para luego relegarlo a Buenos Aires, desde donde viaja a Estados Unidos, con el fin de reunir fondos y pertrechos para liberar a Chile del dominio realista.” (Aurora de Chile. Proyecto Gutemberg) . Parte de Mendoza con destino a Buenos Aires vigilado por tropas pertenecientes a los Granaderos de San Martín, cuya estructura conformará a las fuerzas “libertadoras” de él y O’higgins. El General San Martín desconfiaba de los oficiales chilenos por ello estableció que militares argentinos, que habían juramentado pertenecer a la logia dirigieran a las tropas que estaban mayoritariamente conformadas por chilenos.
Carrera es enviado a una hacienda cercana a Buenos Aires donde vive sus días de confinamiento junto a su esposa Mercedes Fontecilla y sus hijas. Ella lo seguirá hasta las tolderías de los indios. En ese tiempo es conocedor del duelo entre Luis Carrera y el Coronel Juan Mackenna, por los epítetos de bajo calibre que este último emitió contra su familia en territorio que se les presentaba a ellos como hostil.
El término de la Patria Vieja, más que el final del esfuerzo propio de la gente del país por liberarse del yugo extranjero. Es, también, la destrucción de una idea del conciente colectivo de poder crear cosas, hechos, acontecimientos, de poder sentir que lo elaborado en el país es mejor que lo extranjero. El restablecimiento del poder español en Chile y su posterior liberación bajo la influencia de los argentinos de la logia conocida como lautarina, con el respaldo de “los ochocientos” que hacen surgir la imagen de Bernardo O’higgins como contraparte de José Miguel Carrera, evento que se venía gestando cuando al “Sargento Mayor de los Húsares de Farnesio”, se le pide entregar el cargo de comandante en jefe de las fuerzas militares patriotas y se le entrega al dueño de la hacienda “Las Canteras” de Chillán.
El daño a la imagen de los Carrera a medida que avanza el tiempo fue incrementándose a niveles que paso a un plano mínimo en la historia; pero como la verdad y el crisol en el fuego terminan por salir a la luz, mostrándose ante las mismas cenizas a las que fue sometido y a la pluma de estructurados relatores de los procesos históricos acontecidos, el actuar político y social verdadero de José Miguel Carrera, eventos que se intentan tapar con cuentos que obscurecen a los noveles lectores que se inician en conocer los procesos que tuvo la construcción del Estado en el cual se está inmerso. La actitud de Carrera habla por sí misma, no se puede ocultar en el silencio y en relatos sobre sus supuestas membresías o su conducta díscola, mentirosa y ladina. Si esto hubiera sido real, el devenir de su historia sería otra. El dolor del desarraigo el cual suple por la fiel compañía hasta su muerte de su amada esposa Mercedes Fontecilla, de su hermana Javiera Carrera, como asimismo de Juan José Y José Luis Carrera, le permiten sobrellevarlo, pero su espíritu indómito que busca el deseo de libertar a su país con el esfuerzo de los mismos chilenos lo lleva a emprender viaje a los Estados Unidos.
Argentina fue su lugar de tormento, su desgracia, son así el triunfo de un poder que ha intentado a través de la historia escrita ocultar sus culpas, exculpar sus iniquidades, desvirtuando a las personas que han construido algo por Chile, como fue también con José Manuel Balmaceda. Es el momento que los chilenos empiecen a abrazar su historia, a comentarla, a opinar sobre ella para dar luces del actuar de los mismos que ostentan como bandera hoy en día el liberalismo, aquel materialismo opresor que destruye todo intento independiente de desarrollo. Carrera fue el primero en sufrirlo y muchos más han seguido el tormento que él vivió por hacer del país algo mejor, no obstante, decentemente habitable.
1815 hasta 1821 fue un caminar que exige sobreponerse al dolor del abandono, de la pobreza, de la humillación y del intento de sometimiento ante los enemigos de la patria, de las vergüenzas por los ultrajes que obraron en su contra. Las acciones contra él muestran los niveles de cizaña y odio que pueden llegar quienes sienten que tienen el poder y la capacidad de lograr la independencia, respaldados en agrupaciones que se perciben como las dueñas de dirigir el devenir del hombre, mostrando su poderío con los diversos métodos de castigo contra quien aparezca importunarlos, entorpecerlos o afectarles, incluso llegando al asesinato, a la muerte, es su oferta.
Para ello requieren de un operador, de alguien dispuesto a realizar “el trabajo sucio”, labor que realizó un miembro de la “logia lautarina” y que poseía fuerte lazos con Inglaterra y que operaba como asesor y funcionario de las fuerzas argentinas y posteriormente del “Ejército libertador”; es el periodista y abogado argentino, Bernardo Monteagudo. Un personaje siniestro tan cobarde como sanguinario. Después del desastre de Cancha Rayada, es el primero en huir hacia Mendoza donde se encuentran los hermanos Carrera detenidos, a los cuales fusila impartiendo la orden de ajusticiamiento junto al Gobernador de Mendoza; según ciertos relatos él lo hizo para congraciarse con los miembros de la logia…
Bernardo Monteagudo estuvo envuelto en una serie de asesinatos, fue “el Michael Townley” en la época de 1814 a 1825, estuvo implicado en: la matanza de prisioneros realistas en San Luis; El fusilamiento de los hermanos Carrera en Mendoza (8-4-1818); el fusilamiento de José Miguel Carrera, también en la misma Mendoza (4-9-1821) y del asesinato de Manuel Rodríguez (26-05-1818). Mostrando el nivel de operaciones para el cual estaba destinado este periodista y abogado rioplatense. Con él salían expiados de culpa José De San Martín, Bernardo O’higgins y la mismísima familia de los ochocientos, que en este período obraba en la oscuridad, bajo el manto de las tinieblas.
Al conocer la muerte de sus hermanos y de su amigo Manuel Rodríguez, José Miguel Carrera se alza en una irá furibunda, que podría haberlo arrastrado a una lucha a muerte contra ellos motivado sólo por la venganza, pero se alza como una persona capaz de superar sus dolores para enfrentarlos con la destreza de la pluma desde Montevideo, gracias a la ayuda que recibe de su amigo José Artigás, donde a través de la prensa traída en su pequeña armada desde los Estados Unidos escribe cartas y un periódico denominado “El Hurón” donde dará a luces el actuar de los miembros de la logia y las ambiciones que tienen.
El viaje a los Estados Unidos que realizó entre los años 1815 a 1816, con la finalidad de obtener los recursos necesarios para seguir la lucha por la independencia de Chile. Sin ningún peso logra viajar a Estados Unidos, y la amistad con el Comodoro David Porter y miembros de la logia de San Juan, de la cual, se dice, se hace miembro, logra entrevistarse con el presidente norteamericano James Madison. Con la venía del Presidente Madison, logra establecer un protocolo comercial con la firma “Darcy & Didier”, donde consigue un crédito que le permite adquirir cinco navíos, alzando en ellos la bandera nacional (amarillo, blanco y azul), por lo que se puede decir que es la primera flota naval del país, junto a ella se compraron a la industria de armamentos Springfield una gran cantidad de fusiles, tercerolas, pistolas con su respectiva munición y sables para la caballería. Con él se embarcaron una serie de oficiales ingleses, franceses y de otros países de Europa para venir a combatir por la independencia de un país del cual nunca habían oído hablar. Con esta fuerza arriba por el mes de octubre de 1817 a Buenos Aires.
Carrera muestra sus habilidades de comerciante aprendidas de su tío José María Verdugo para lograr sus objetivos en Estados Unidos. José Miguel Carrera es un hombre cuyas capacidades superan a la media de su época en forma abismante, incluso de la actual, donde la madurez del sujeto comienza a vivirse pasado los 40, en tanto que él a los 25 ya tenía una visión de mundo claro, conociendo cual era el norte a seguir. Esto lo percibió Madison y la amistad entre ambos fue única; lo que obtuvo José Miguel no fue sólo material sino un afecto sin compromisos. En ese mismo tiempo y con los recursos traídos de Chile y los obtenidos de Argentina se va conformando la fuerza libertadora de O’higgins y San Martín. La mayoría de los hombres eran chilenos, veteranos de una serie de batallas, siendo la oficialidad argentina y miembros de la logia masónica lautarina, en tanto que la mayoría de la oficialidad chilena – que era partidaria de Carrera- y parte de la tropa es distribuida dentro de las fuerzas argentinas, como si Chile fuera parte de las Provincias Unidas del Río de La Plata.
Al conocer esta aventura de Carrera en Estados Unidos la preocupación de sus adversarios empieza a notarse, tanto que se le espera al arribo para detenerlo y no prosiguiese hacia el sur, con el objeto de dar vuelta por el Estrecho de Magallanes y proseguir hasta Coquimbo donde conformaría una fuerza que recobraría la patria pérdida, sin la intervención de la familia “de los ochocientos” y de O’higgins y San Martín. Pueyrredón al saber del arribo de Carrera ordena su detención inmediata, olvidándose que estaba ante su igual, pues José Miguel Carrera aún ostentaba el cargo de Director de la Junta de Gobierno. Su detención, la cual la historia silencia, es una injuria contra el naciente Estado, aún más, el que se apoderarán de los buques y las armas es un acto de expropiación de una nación en contra de otra que juzgaba como hermana y del cual Carrera no creía capaces. En tanto los militares extranjeros que venían con él se les exige optar entre la repatriación o prestar servicio en los ejércitos argentinos.
José Miguel Carrera se escapa hacia las Provincias Orientales (actual Uruguay), gracias a las simpatías que le profesara el comandante del bergantín “Belén”, Manuel Monteverde, donde el primer presidente de Chile se encontraba prisionero. En Montevideo y gracias a la amistad de José Artigas logra recuperar la imprenta que traía en uno de los cinco buques, con ella se estableció bajo la razón de “William P. Grunswold & John Sharpe”, redactando una serie de documentos que enviaba a Chile y Argentina, donde también imprime su “manifiesto a los pueblos de América y a su patria”, que redacta después de conocer el asesinato de sus hermanos Juan José y José Luis, por ser sorprendidos intentando ingresar a su país natal, Chile.
Con el dolor de apreciar a lo que llegaban los miembros masónicos de la “Gran Logia Hispanoamericana” en su sucursal la “logia Lautarina” contra los que entorpecieran los designios trazados; Carrera comienza hacer uso de la imprenta para dejar a la luz de las personas las intenciones que tenían los miembros de aquella logia masónica, cuyo epicentro político-intelectual se ubicaba en Londres, donde Francisco miranda residía. José Miguel Carrera denomina a esta organización y su actuar autocrático, como “intenciones monárquicas”. El periódico “hurón”-como así lo ha denominado-, da a conocer el actuar público y privado de los miembros de la logia, del gobierno argentino, de José De San Martín, de Bernardo O’higgins y del Congreso de las Provincias Unidas, aunque se olvida de sus peores enemigos, la familia de “los ochocientos”. A todos ellos acusa de ser enemigos de la causa americana.
Ante está denuncia la animadversión a José Miguel Carrera se exterioriza en pedir, las autoridades de Buenos Aires al gobierno de Montevideo, la “expulsión de tal sujeto”. Es una más de las series de inculpaciones que venían haciendo de él, desde la familia de “los ochocientos” en 1811, Juan Martínez de Rozas, Bernardo O’higgins, Juan Mackenna, José De San Martín, a Pueyrredón y la misma masonería con su logia lautarina, que por fidelidad con el hermano masón Martínez de Rozas, desterrado hacia su tierra natal, unieron fuerzas por destruir a Carrera una vez que pisó territorio argentino. José Miguel sus hermanos y partidarios eran los inoportunos, los entrometidos, altivos y ambiciosos que inhibían el actuar de ellos y el cumplimiento de los fines trazados.
Carrera en su accionar va destruyendo los epítetos con los cuales ha sido tildado en la misma historia. Si vida es la existencia de un hombre que ya en el nacimiento del Estado de Chile recibe el “pago de Chile”; la derrota de parte de los ejércitos formados por él en Rancagua y a los infinitos malos tratos recibidos en Argentina, sumado a la pobreza a la que fue sometido, mostrando el poder de una agrupación siniestra, que no permitía ningún tipo de liderazgo natural, como tampoco a los adeptos de él ya sea en Chile como en Argentina.
Carrera ante tanta iniquidad muestra una capacidad que ningún hombre hasta ahora ha tenido, -nunca se dejo avasallar-, enfrentando todas las dificultades con inteligencia y esfuerzo, aquello que un sujeto de vida disipada no tiene. Se une por amistad a las fuerzas del general Francisco Ramírez, quien lucha contra Buenos Aires. Ramírez aliado de Artigas recibe a José Miguel Carrera, aceptándolo dentro de sus fuerzas y permitiéndole conformar una fuerza con los soldados chilenos que se pasasen a ellos que se sumarán a los existentes dentro de las fuerzas del general Estanislao López.
El ejército de Chile en una de sus revistas expone: “sin medios económicos concibió la audaz idea de unirse a los caudillos de las provincias del Norte que combatían contra Buenos Aires. Así fue como a comienzos de julio de 1819, portando sólo 400 pesos de plata, dos pistolas y su sable, junto a un lienzo…donde tenía escrito “Federación o Muerte”, se presenta en el campamento del general Francisco Ramírez en Gualeguaychú”, para así luchar contra Buenos Aires , conflicto que tiene fechado el día 7-10-1819 como su inicio.
La historia de José Miguel Carrera en la Anarquía Argentina, es la de un hombre acongojado en el dolor de los hermanos asesinados, en el oprobio de la iniquidad y pobreza a la cual es sometido él y su familia, al eterno destierro de amado país; motivaciones que lo llevaron a mostrar las desvergonzadas acciones de los miembros de la logia para luego combatirla con la espada y el fusil. El primer logro fue la caída de Pueyrredón producto, en parte, de sus escritos; posteriormente la caída del Congreso de las Provincias Unidas del Río De La Plata, poniendo, así fina la Constitución Unitaria Argentina de 1819 y permitiendo el establecimiento del régimen federal en aquel país.
La caída de Pueyrredón y el Congreso argentino se debió a la derrota que obtuvieron en la batalla de Cepeda, donde son destruidas las fuerzas bonaerenses, que huyen hacia el sur y hacia Mendoza, logrando “liberar” a Buenos Aires. La historia relata que después de esta batalla y como el proceso anarquista se mantenía por la existencia de una serie de caudillos que se habían dirigido a Buenos Aires y por el poder que ella mantenía dentro de las Provincias Unidas se dirige con su pequeña fuerza hacia las tolderías de los indios ranqueles; quienes lo designan Pichi Rey. Según muchos historiadores argentinos es por causas del Tratado de Benegas que firman el General Estanislao López con el Gobernador de Buenos Aires.
La vida en las tolderías durante dos meses junto a su señora, Mercedes Fontecilla, lo llevan a decidirse traspasar la cordillera junto a sus fuerzas en el mes de febrero de 1821, para ello solicita a los Gobernadores de Córdoba y San Luis su autorización para cruzar con sus fuerzas aquellas regiones lo cual es rechazada, ante lo cual deberá abrirse paso con las armas. Derrota en la batalla de Chajá al Gobernador de Córdoba quien busca refugio en San Luis y al coronel Luis Videla con las fuerzas de San Luis en la batalla de “la ensenada de las pulgas”. Estos combates al igual que los vividos durante la Patria Vieja en Chile fue al arma blanca, donde las armas de fuego, por su escasez tenían poca relevancia en el combate. Pero la solicitud del general Francisco Ramírez para que lo apoyase en su nuevo conflicto contra Buenos Aires, lleva a Carrera a desistir su avance hacia la cordillera, en un momento que nada podía oponérseles resuelve deshacer el camino andado en pos de respaldar a su amigo.
Ramírez y sus fuerzas son derrotadas generando un desbande que dirige al mismísimo Carrera hacia los pasos que había abandonado por apoyar las acciones del General Francisco Ramírez, retomando el camino hacia Chile que lo lleva a sufrir una batalla al arma blanca con fuerzas que lo doblegaban en el sector conocido como “Río Cuarto”, logrando una victoria que le deja vía libre hasta San Luis.
El Gobernador de San Luis al conocer la derrota obtenida en “Río Cuarto”, solicita ayuda de las demás provincias, logrando obtener el respaldo de parte de las tropas cordobesas derrotadas que sumadas a las suyas y al armamento existente poco o nada podían hacer las huestes carrerinas. José Miguel Carrera con sus tropas hambrientas y desgastadas por las batallas enfrenta a las fuerzas argentinas que se oponían a su paso en la zona conocida como “Punta de Médano”, sufriendo una derrota ante la huida de una parte de su tropa consistente en argentinos, en tanto que la fuerza chilena que dirigía José María Benavente es diezmada en su totalidad huyendo en orden los restos hacia Jocolí.
Como todo el devenir de su vida, entre las intrigas e iniquidades espaldas que se hacían a sus, la traición del comandante cordobés Manuel Arias, quien lo aprisiona junto a su fiel amigo José María Benavente y al coronel argentino Felipe Álvarez, es el cierre de las acciones sufridas en manos de los argentinos. Atados y conducidos a Mendoza por el mismo traidor Arias y un grupo de sus tropas es entregado al Gobernador de Mendoza Tomás Godoy Cruz, quien junto a Bernardo Monteagudo abren un juicio que decreta su fusilamiento al día siguiente en la plaza de armas de Mendoza, en el mismo lugar donde fueron ejecutados sus hermanos.
José Miguel Carrera en cartas redactadas se despide de su amada señora Mercedes Fontecilla, y pide a sus amigo español Francisco Martínez Nieto la ayuda pertinente para su mujer y sus hijas. Misivas que nunca llegaron a sus destinatarios, al contrario, se encontraron en poder de Bernardo O’higgins junto al morral y su diario de vida. Con esta acción se vuelve a mostrar la odiosidad y animadversión profunda de aquellos personajes que han hecho su existir siempre bajo la sombra de otros y que envidian a quien busca de cara al sol hacer su propio camino, a quien se muestra más justo, más veraz, más respetado y admirado.
Carrera no fue un joven díscolo que asumió el poder de un Estado naciente como se ha escrito de él en la historia. Él es una de las personas que quizás tuvo las nociones claras sobre lo que era conformar un Estado independiente. Su juventud no fue impedimento para asumir tan noble tarea, cometido que le genero enemigos tan enconados que sustentados en simples segundones le privaron de la gloria que merecía. Aún así su estrella brilla en sus acciones, en quienes lo conocieron y sintieron aquella conversación franca, abierta que siempre se busca oír.
La honestidad y claridad de ideas que hacían que las personas confiarán en él son expuestas hasta por el mismo padre del Gobernador de Mendoza, doctor Clemente Godoy, quien expresa: “la vida de Carrera es un abigarrado conjunto de triunfos y fracasos. Se alza como un meteoro en el cielo revolucionario de la patria vieja y desaparece tras la cordillera envuelto en las últimas luces del crepúsculo que significa Rancagua. Asombra su viaje a Estados Unidos e irrita su falta de perspicacia para aprovechar su posición después del Tratado del Pilar. Hizo culto de la amistad y por su antiguo compañero de España, el General Carlos María de Alvear, comprometió su prestigio en Buenos Aires y por el General Ramírez, el gaucho recio que se sacrificó por amistad, variando su ruta a Chile, perdiendo su ejército y su vida”
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http://www.terragno.org.ar/pdfs/Maitland&San%20Martin%203a%20ed.pdf
Cronología de José Miguel Carrera
Cronología oficial de José Miguel Carrera
1785
Nace el 15 de Octubre en Santiago.
1791
Recibe Título de Alferez del Rgto. del Príncipe del Reino de Chile.
1792
Colegio Carolino.
1803
Viaja a Lima.
1807
Viaja a España.
1808
Ingresa al Rgto. de Milicias de Farnesio en Madrid.
1809
Participa, entre otras, en las siguientes acciones contra Napoleón : Consuegra, Yebenes, Santa Cruz de Mudela, Ocaña y Talavera. Es condecorado por acción distinguida "Medalla de Talavera'.
1810
Se le otorga licencia, por herida que obtuvo en el campo de batalla. 20 de Septiembre, es nombrado Sargento Mayor de los Húsares de Galicia.
1811
Solicita retiro del Ejército Español, y autorización para regresar a Chile.
14 de Abril, se le concede permiso con "autorización de uso de uniforme y fuero militar".
17 de Abril, se embarca en fragata Standard.
25 de Julio. Llega a Valparaíso e inmediatamente a Santiago.
04 de Septiembre, efectúa su primer movimiento militar en Chile y pone la cabeza el gobierno a los Larraín.
15 de noviembre, decepcionado con el proceder de los Larraín, promueve un nuevo movimiento y entrega el poder a una Junta de gobierno asumiendo él la presidencia.
1812
Como presidente de la Junta de Gobierno de Chile, efectuó las siguientes obras:
Por decreto del 16 de Enero se dicta la ley que establece la Prensa en Chile, fundando " La Aurora de Chile".
Por decreto del 1º de Junio se funda el Instituto Nacional.
04 de Julio, da a conocer primera bandera nacional (azul, blanco y amarillo).
Por decreto del 3 de Agosto de funda la Biblioteca Nacional.
Por decreto del 21 de Agosto se abren las primeras escuelas públicas para hombres y mujeres.
Elaboró el proyecto de una Sociedad Filantrópica, base de la junta de Beneficencia.
Creó la Junta de Vacuna.
26 de Octubre, se aprueba la Primera Constitución.
Primeras Relaciones Diplomáticas.
Promueve la construcción de un cuartel para el cuerpo militar "Granaderos".
30 de Octubre, Primer Escudo Nacional.
Como Presidente de Chile, echó las bases de las instituciones democráticas y organizó el ejército que debía librar las primeras batallas de la independencia.
1813
Desembarco de la 1ra, expedición española en San Vicente.
31 de Marzo, es nombrado General en Jefe del Ejército.
1° de Abril, se dirige al Sur a organizar la defensa del país
Bajo su mando se realizaron las siguientes acciones:
25 Abril Sorpresa de Yerbas Buenas
15 de Mayo Batalla de San Carlos
25 de Mayo Ocupación de Concepción
29 de Mayo Asalto y toma de Talcahuano
27 de Julio al 10 de Agosto Sitio de Chillán
Agosto Campañas de Quihue y Cauquenes
17 de Octubre Campaña de Itata: Combate de El Roble.
29 de Octubre Combate de Trocoyan.
27 de Noviembre, deja la Comandancia en Jefe del Ejército en favor del brigadier O'Higgins.
1814
03 de Marzo, junto a su hermano Luis, es tomado prisionero por las fuerzas realistas.
05 de Mayo, tratado de Licanray, (pactaron con Gainza, O'Higgins y Mackenna).
12 de Mayo, escapa de la prisión realista.
16, llega a la hacienda de San Miguel, sin pasar por Santiago.
23 de Mayo, el Director Supremo De la Lastra ordenaba "aprehender en su fundo a los Carrera".
23 de Julio, luego de dos meses de persecución, encabeza un nuevo movimiento y destituye a De la Lastra, e instala una nueva Junta de Gobierno.
28 de Julio, O'Higgins, no reconoce su gobierno. Chile quedaba dividido en dos bandos.
26 de Agosto, las fuerzas de O'Higgins son vencidas en tres Acequias. Inmediatamente se tiene conocimiento del avance hacia Santiago de la expedición realista de Mariano Osorio.
03 de Septiembre O'Higgins, reconoce su gobierno, y se unen para luchar contra la invasión de Osorio. Su plan era defender el paso replegándose sobre la Angostura de Paine. Sin embargo, O'Higgins pensaba que el único lugar de defensa era Rancagua.
1° y 2° de Octubre, se lleva a cabo la Batalla de Rancagua.
Luego de la derrota en Rancagua, hizo desesperados esfuerzos para reiniciar la defensa en Coquimbo. Pero no encontró apoyo.
11 de Octubre, junto a su familia, inicia su emigración a Mendoza.
17 de Octubre, llega a Mendoza. Es mal acogido y despojado de su mando.
03 de Noviembre, viaja con toda su familia a Buenos Aires.
24 de Noviembre, llega a Buenos Aires, pero también es mal recibido por el gobernador Pueyrredon.
1815
09 de Noviembre, luego de haber desechado toda esperanza de encontrar ayuda en el Gobierno de las Provincias Unidas de la Plata, se embarca en el bergantín Expedition rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica, en busca de recursos para liberar a su Patria de la reconquista española.
1816
17 de enero, llega al puerto de Anápolis. En Estados Unidos permaneció 11 meses y lo que logró, hacer durante ese tiempo fue prodigioso, ya que llegó pobre, fracasado y no sabía inglés (lo aprendió rápidamente).
Se entrevistó con el Presidente Madison y sus amigos le proporcionaron valiosas relaciones con las que consiguió planes de organización de ejército, de establecimientos científico y muchas otras iniciativas destinadas a implementar en Chile.< xml="true" ns="urn:schemas-microsoft-com:office:office" prefix="o" namespace="">
Organizó una flota de buques cargada de municiones, armamento
y una entusiasta oficialidad. Con todos estos elementos, entre los cuales se encontraban dos imprentas, se embarcó en la fragata Cliffton rumbo a Buenos Aires el 3 de Diciembre.
1817
Al arribar en Buenos Aires el 15 de Febrero, el Director Supremo Pueyrredon, inspirado por los enemigos de los Carrera (los miembros de la Logia Lautarina), desbarata sus planes, despojándolo de todo cuanto había conseguido en Estados Unidos y lo toman prisionero. Desde ese instante, comprende que le estaban negando toda posibilidad de intervención en los negocios de su Patria. Esta situación lo exaspera y el 18 de Abril huye a Montevideo.
1818
En Montevideo funda la imprenta federal y en ella se imprime y publica el famoso "Manifiesto a los pueblos de América y a su Patria, con motivo de la inmolación de sus dos hermanos en Mendoza.
Crea y publica el periódico "El Hurón" y en el da a conocer el proceder público y secreto del Gobierno de Buenos Aires.
1819
Por las maquinaciones de sus enemigos en contra de su persona, familia y amigos, se ve obligado a mezclarse en los disturbios internos de la Nación Argentina y dirigiéndose a la provincia de Entre Ríos, emprendió una campaña contra Buenos Aires, publicando el periódico "La Gaceta Federal".
1820
El 1° de Febrero entra triunfante a Buenos Aires, luego de haber vencido en la Batalla de Cepeda y el 23, inspirado por él, se firmaba el Tratado del Pilar, que dio origen al régimen Federal en Argentina. Comienza a preparar el Ejército Restaurador con el que pasaría a Chile (este estaba integrado por 600 chilenos).
Participa en las Batallas de La Cañada y San Nicolás.
Dos veces tuvo el gobierno de Buenos Aires en sus manos, pero perseguido nuevamente, en su ilusoria quimera de volver a su Patria, se refugia en el interior de la pampa Argentina con los indios Rauquenes en los momentos en que preparaban el asalto al pueblo de El salto. De las depravaciones de estos se le culpo injustamente, Los indios lo nombran "Pichi rey" o "Reyecito".
1821
El 1° de Febrero abandona la compañía de los indios, para tratar de retornar a Chile por Mendoza. El 8 de Marzo, Batalla de Chajan Argentina.
El 11 de Marzo, Batalla de Ensenada de las Pulgas.
El 19 de Marzo las provincias de Córdoba, San Luis y Mendoza se unen en un tratado, apoyados por el gobierno de Chile y la Logia Lautarina para bloquearle el paso a su Patria.
El 7 de Junio, Batalla de San Luis.
El 15 de Julio, Batalla de Río Cuarto.
Con su ingenio e inteligencia, recorrió gran parte del territorio Argentino batallando y triunfando, pero el 30 de Agosto es traicionado por algunos de sus compatriotas que lo acompañaban, y en Punta de Medano es derrotado y entregado a sus enemigos de Mendoza. El 4 de Septiembre, en la plaza de Mendoza y a la edad de 35 años, es cruelmente asesinado y mutilado.
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